En Cuba, las brechas en el acceso al empleo, los ingresos, las condiciones de vida, salud y bienestar, entre otras, son más evidentes en la población negra y mulata, señaló Geidys Fundora Nevot, profesora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), durante la Escuela Itinerante: Voces afrofeministas, realizada del 15 al 20 de abril en La Habana.
La población negra y mulata constituye alrededor del 35 por ciento de los habitantes del país, según el último Censo Nacional de Población y Viviendas de 2012, uno de los pocos levantamientos estadísticos oficiales que brinda información por color de la piel.
Según Fundora Nevot, existe en el país vulnerabilidad social expresada en un «limitado aprovechamiento de la estructura de oportunidades existente»; pero también pueden observarse desigualdades múltiples a partir del entrelazamiento del color de la piel con otros atributos como el género y el territorio.
La especialista de Flacso fue una de las docentes de la iniciativa de capacitación que sesionó en modalidad presencial y virtual, desde el Ministerio de Cultura, en la capital cubana.
Falta de integración entre las acciones contra la discriminación racial que se implementan en Cuba y la urgencia de educar a toda la población en una conciencia antirracista real estuvieron entre los señalamientos más repetidos por una treintena de asistentes de todas las regiones del país.
Coordinado por la socióloga Rosa Campoalegre Septien, investigadora del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS) e integrante de la Cátedra Mandela y de la Red Internacional de Voces Afrofeministas (Rivas), la iniciativa se propuso ahondar en la lucha contra el racismo, su significación, los enfoques para abordarla y los desafíos pendientes.
En las sesiones de trabajo se analizó también el Programa Nacional contra el Racismo y la Discriminación Racial, aprobado por el Consejo de Ministros, el 20 de noviembre de 2019 y ejecutado por una comisión que encabeza el Presidente de la República Miguel Díaz-Canel Bermúdez.
Concebido «para combatir y eliminar definitivamente manifestaciones de racismo, prejuicios raciales y discriminación racial que subsisten en Cuba», el Programa brinda especial atención a los factores históricos, económicos, estéticos, políticos, sociales, psicológicos y culturales que propician la presencia en la sociedad cubana actual de prácticas de discriminación racial.
También busca identificar fortalezas y oportunidades para la definitiva eliminación de esta forma de discriminación.
Participantes en el curso reconocieron que la aprobación de esta plataforma significó un cambio en la forma tradicional de abordar, desde las políticas públicas, la problemática de la equidad racial en Cuba.
El Programa Nacional contra el Racismo y la Discriminación Racial «constituye un referente para el tratamiento del tema en la actualidad», opinó Libia Janei Thaureaux Vives, de la Universidad de Oriente en Santiago de Cuba, a unos 765 kilómetros de La Habana.
Cada persona, «desde su radio de acción inmediato, ya sea el ámbito familiar, comunitario, social o eclesial, puede enfrentar todo tipo de violencia y de conductas discriminatorias, de modo que debemos enarbolar acciones desde lo más sencillo, hasta lo más complejo. Eso sería un paso de avance», agregó.
Sin embargo, durante los debates se identificaron como «puntos ciegos» la necesidad de un diagnóstico más ajustado a la realidad de la problemática en el país, su articulación en los territorios y las comunidades y el tránsito de las declaraciones políticas a las prácticas concretas.
Otra debilidad señalada fue la falta de integración con el Programa para el Adelanto de las Mujeres o la Política de Atención a la Dinámica Demográfica.
«No hemos logrado construir una plataforma común; ahí está la huella colonial, los imaginarios sociales sobre el tema, la persistencia del racismo y la complejidad del contexto cubano», valoró Campoalegre Septien.
Otra preocupación compartida apunta a que muchas personas desconocen el Programa y el trabajo de las comisiones creadas para implementarlo puede «quedar en las oficinas».
«Para dar pasos positivos, se necesita la gestión del conocimiento, influir en la formación y sacudir lo que muchos habían escrito y aportado; cosas a las que en algún momento no se les dio la mirada adecuada porque existía el miedo al reconocimiento de que en Cuba existía el racismo«, valoro Ketia Serrano Nuñez, profesora de la Universidad de Guantánamo, a más de 830 kilómetros de la capital cubana.
Por su parte, Sucel Abad Fis, profesora de la Universidad de Holguín, a unos 685 kilómetros de La Habana, llamó la atención sobre la necesidad de articular todos los aportes.
«Para mí el Programa es una línea, pero para su implementación adecuada y ajustada a las características de cada territorio tiene que nutrirse de todas las contribuciones que aparezcan en este camino de construcción de una sociedad justa y equitativa», valoró.