Heins Dieterich el 7 de julio pasado dio una falsa noticia a los lectores de Rebelión. El conocido intelectual alemán afirma que «el Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC) decidió que entre las prioridades de investigación en las Ciencias Sociales y Humanidades para el periodo 2007/2010 se integrara el «Socialismo del Siglo XXI». […]
Heins Dieterich el 7 de julio pasado dio una falsa noticia a los lectores de Rebelión. El conocido intelectual alemán afirma que «el Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC) decidió que entre las prioridades de investigación en las Ciencias Sociales y Humanidades para el periodo 2007/2010 se integrara el «Socialismo del Siglo XXI». Aunque pueden hacerse varias lecturas de esta «pifia» informativa, propongo tres:
· La fuente de información que Dieterich tiene sobre Cuba lo engaña.
· El interés por demostrar sus aseveraciones sobre el proceso revolucionario cubano, ya se está convirtiendo para esta persona en una vocación enfermiza.
· Dieterich concientemente miente y tergiversa la realidad cubana.
Eso de irse con noticias falsas y desde ellas fabricar y sustentar tesis es algo muy peligroso para un cientista social. ¿Es así como Dieterich va al «rescate del método científico»? Aunque no soy un «experto» en la literatura de Dieterich, si la conozco lo suficiente para afirmar que quitando la hojarasca, hay, en algunos de sus textos ideas, valoraciones y propuestas interesantes, incluidas aquellas que coinciden con las que sobre el socialismo cubano, mucho antes que Dieterich intentara «iluminarnos», venimos debatiendo en los ámbitos académicos y políticos cubanos. La interlocución con nuestros críticos, con amigos que tienen otros puntos de vista, e incluso con aquellos que nos adversan desde posiciones ideológicas y políticas netamente capitalistas, es un camino válido y necesario: ¿Quién dice que los cubanos tenemos todas las respuestas? ¿Cuándo hemos renunciado a un diálogo de ciencia culto, inteligente, propositivo? Lo que si exigimos es respeto y seriedad.
De la mano del error no solo Heinz se priva de toda objetividad y del respeto que se debe a él mismo. Quiéralo o no se coloca en el camino de manipulaciones que siempre son feas: ¿Quién puede ganar dándole a Dieterich insumos erróneos sobre la realidad cubana? Sin dudas la respuesta es obvia.
Si la fuente de Dieterich en Cuba le informó correctamente pero él no pudo decodificar el mensaje, estamos ante la segunda posibilidad que formulo. Sería una lástima que la preocupación del intelectual alemán por lo que pasa en el archipiélago, deviniera en enfermiza psicosis anticubana.
Entender la posible naturaleza psicótica del error informativo de Dieterich, e incluso desearle una pronta recuperación, no nos exime de la responsabilidad de alertar sobre tal situación a los compañeros en Cuba y en otras partes del mundo. La psicosis es una enfermedad mental grave, caracterizada por la pérdida de contacto con la realidad, incluyendo particularmente delirios (ideas falsas acerca de lo que está sucediendo) y alucinaciones (ver o escuchar cosas que no están en el lugar). Desdichadamente las psicosis desplazan la razón a segundo plano y pueden intensificar la prevalencia de los instintos, las bajas pasiones y los sentimientos viles. Definitivamente nublan más que la perspectiva crítica, la conciencia ética. Desafortunadamente tan triste realidad lo inhabilitaría a Heinz como un interlocutor válido. Y no solo para pensar el socialismo cubano.
Si Heinz Dieterich no fue engañado, ni está enfermo, una obligación elemental nos impone denunciar su campaña contra la Revolución Cubana, ante los compañeros del movimiento social y revolucionario latinoamericano, ante la opinión pública americana y mundial. La «resolución» del Comité Central del PCC sobre «el socialismo del Siglo XXI» a la que Dieterich alude, no existe como tal, pero paradójicamente lo que esencialmente debemos esclarecer no se sitúa en la existencia física o no de un documento.
Dieterich conoce perfectamente nuestro sistema y cultura política. Que el Partido en Cuba apruebe estrategias, lineamientos y políticas no es noticia. Es un derecho ganado con su historia de unidad y certezas al frente de las heroicas batallas que han garantizado la independencia nacional y las conquistas del socialismo, derecho que por demás fue democráticamente otorgado por nuestro pueblo en referendo constitucional. Se trata de que Dieterich también conoce perfectamente el clima negativo y prejuicioso que existe, aún dentro de sectores de izquierda, sobre los llamados «regímenes de partido único» y ya en esta «inteligencia» su noticia, felicitación y alegría incluida, no es ingenua, nutre ese imaginario estereotipado, sobre la sociedad totalitaria, donde «hasta» lo que puede o no investigar un estudioso tiene que ser «aprobado» desde arriba, «desde el Comité Central».
Dieterich sabe que la mayoría de los cientistas en Cuba apreciamos los avances del pensamiento en una u otra dirección, que los consideramos importantes y útiles. También que tenemos objeciones sobre lo que propone bajo la terminología «Socialismo del Siglo XXI». Y que nuestra discrepancia no es semántica, sino teórica, histórica, epistemológica. ¿Qué pretende el intelectual alemán cuando intenta colocar a NUESTRO Partido en aceptación acrítica y no consensuada?
Dieterich conoce perfectamente el sistema de ciencia en Cuba. Sabe que los proyectos nacen en los colectivos de ciencia, que se debaten en Consejos Científicos, en talleres y múltiples espacios de discusión, que este torrente de ideas nutren las políticas y estrategias que se aprueban por cada institución y ministerialmente, y que en tales procesos por supuesto que se consulta la aprobación política del Partido y no solo del Comité Central, en ello juegan un papel aún más importante los núcleos de militantes de cada institución, integrados precisamente por no pocos de los mismos académicos que hacen y llevan las propuestas. ¿Por qué obviar este aspecto sustantivo de la realidad académica cubana y diluirlo en un dirigismo resolutivo de la instancia central del PCC?
Súmese que como no desconoce el intelectual alemán, la actividad de pensamiento social en Cuba no es solo privativa de quienes están en las plantillas de los centros de investigación, institutos y universidades. Hay un sector de cientistas, artistas y pensadores que trabaja de forma independiente, que no están en las plantillas de personal de los centros estatales. Casualmente Dieterich nunca se refiere a tal sector: ¿Cómo explicar según el criterio totalizador de Dieterich su condición de «intelectuales orgánicos estatales»?. Heinz no quiere y quizás ya ni pueda comprender, que además de independientes del presupuesto gubernamental, estos compañeros son orgullosamente dependientes de su condición y responsabilidades como intelectuales revolucionarios y patriotas cubanos.
Precisamente ese gran saco por el que todos somos «orgánicos estatales», intenta presionar el incondicional consenso estratégico que tiene la inmensa mayoría de la intelectualidad cubana, sobre la construcción y defensa del socialismo en el país.
Un taller
Aunque Dieterich lo desconozca sistemáticamente en Cuba los cientistas sociales damos nuestro aporte crítico y propositivo. Pueden citarse numerosas iniciativas de estudio e investigación y no solo en la capital. Conocemos de muy importantes investigaciones que se realizan en las universidades y centros del interior, con un alto nivel de convocatoria nacional e internacional. Como parte de este panorama los días 18 y 19 de abril del pasado año se celebró en La Habana un taller que «lógicamente» pasó inadvertido para Heinz Dieterich.
El Grupo de Estudios sobre Cuba, teoría y sociedad, del Instituto de Filosofía del Ministerio de Ciencia Tecnología y Medio Ambiente (CITMA), convocó al II Taller Nacional «Cuba: teoría y sociedad»: El socialismo en el siglo XXI. En este taller participaron alrededor de 70 especialistas de 25 instituciones de investigación científica y centros de educación superior del país, así como directivos y funcionarios del Comité Central de nuestro partido, del CITMA y del Sindicato de Trabajadores de la Ciencia. Los allí convocados dedicaron su trabajo a la reflexión colectiva sobre los principales problemas que hoy están en el centro del debate nacional e internacional en relación con el pasado, el presente y el futuro del socialismo.
Durante dos días el Taller El socialismo en el siglo XXI laboró en cuatro paneles: (1) Las ciencias sociales y el socialismo en el siglo XXI; (2) El desarrollo socialista y los dilemas de la contemporaneidad; (3) La sociedad cubana actual: contradicciones y desafíos; (4) Justicia y equidad social en la experiencia socialista cubana. La lista de los ponentes fue como la de temas abordados, suficientemente amplia:
· Miguel Limia David (Consejo de Ciencias Sociales-CITMA). Retos del desarrollo ulterior de las ciencias sociales en Cuba ante el siglo XXI.
· Juan Luis Martín (Consejo Superior de Ciencias Sociales -CITMA). Las nuevas condiciones históricas del socialismo en el siglo XXI.
· Pedro Luis Sotolongo Codina (Instituto de Filosofía) y Raimundo Franco Parellada (del Instituto de Cibernética, Matemática y Física del CITMA). El nuevo socialismo del siglo XXI y Cuba.
· Gilberto Valdés Gutiérrez. (Instituto de Filosofía). El socialismo en el siglo XXI. Desafíos de la sociedad «más allá del capital».
· Georgina Alfonso González (Instituto de Filosofía). Verdad vs. Valores: un dilema del socialismo.
· Alicia Pino Rodríguez (Instituto de Filosofía). La cultura actual: aspectos estratégicos y tácticos para una alternativa.
· Gladys Hernández Pedraza (Centro de Investigaciones de la Economía Mundial). La evolución actual de las reformas económicas y sociales en China.
· Olivia Miranda Francisco (Instituto de Filosofía). Fidel Castro: Medio ambiente y desarrollo, una visión sociocultural totalizadora de la sociedad.
· Orlando Cruz Capote (Instituto de Filosofía). El estado-nación y la identidad nacional bajo los efectos de las diversas globalizaciones: la nueva realidad cubana.
· Luis Marcelo Yera (Instituto Nacional de Investigaciones Económicas). Las condicionantes económicas para la preservación del socialismo en Cuba.
· Jesús P. García Brigos (Instituto de Filosofía). Política, economía y socialismo: desafíos actuales.
· Roberto Lima Ferrer (Instituto de Filosofía). El fantasma clasista que merodea el siglo XXI.
· Concepción Nieves Ayús (Instituto de Filosofía). Paradojas de las relaciones de dirección en la transición socialista.
· Juana Rosales García (Instituto de Filosofía). Pautas de idealidad y relaciones de dirección: una mirada desde la tradición.
· José M. Aróstegui Sánchez (Instituto de Filosofía). Ética y religiosidad en la sociedad cubana actual.
· Jorge Luis Santana Pérez (Instituto de Filosofía). Equidad social y desarrollo socialista.
· Mayra Espina Prieto (Centro de Investigaciones Psicológica y Sociorreligiosas). Socialismo y política social.
· María Isabel Domínguez (Centro de Investigaciones Psicológica y Sociorreligiosas). Sobre las políticas sociales actuales de la Revolución.
· Pablo Rodríguez, Claudio Estévez (Centro de Antropología). Procesos de marginación y exclusión social: «Llega y Pon», un estudio de caso.
El amplio debate que realizaron los participantes en el taller-donde no faltó el abordaje de las tesis de Dieterich-, continuó y se multiplicó unos días después, del 3 al 6 de mayo, en el convite a la discusión que realizó el propio Instituto de Filosofía junto a otras instituciones académicas y sindicales cubanas, durante las sesiones de la III Conferencia Internacional sobre Carlos Marx, a la que asistieron 229 cubanos y 100 colegas de 17 países: Alemania, Argentina, Brasil, Canadá, Colombia, Chile, China, Cuba, El Salvador, España, Estados Unidos, Reino Unido, Italia, México, Sudáfrica, Venezuela, Vietnam.
En mi opinión para quienes hemos estado cerca de las discusiones de abril y mayo del 2006 en el Instituto de Filosofía -por supuesto que no pretendo generalizar este juicio al conjunto de las ciencias sociales del país- se concitaron nuevas y felices circunstancias para la creación teórica. Primero: Los debates eran genuina continuidad de resultados de ciencia alcanzados por este Instituto y otras instituciones, y sobre todo de una voluntad de hacer un ejercicio participativo e incluyente, de todas y todos los que en Cuba y en el mundo se ocupan y preocupan porque la teoría social sea eficiente compañera de la praxis revolucionaria.
Segundo: Desde el I Taller y la última Conferencia sobre Carlos Marx, confirmando precisamente los más consensuales criterios formulados entonces, la reactualización del tema del socialismo había ganado una inusitada trascendencia. Para los estudiosos cubanos se trataba en primer lugar de dar una respuesta concreta a las demandas realizadas por la dirección de la Revolución en diversas intervenciones públicas a finales del año 2005. El discurso de Fidel el 27 de noviembre en la Universidad de La Habana puso el acento en problemas que las ciencias sociales cubanas venían señalando desde diversos ángulos, y sin dudas su repercusión dentro y fuera del país reactualizó la discusión sobre los retos actuales y las perspectivas de nuestro proyecto de desarrollo social, así como precisaba y orientaba tareas muy concretas para nuestras ciencias sociales.
Tercero: El influjo de la nueva situación ideológica y política y teórica que se fragua en Nuestra América también nos dotó de nuevas exigencias y riquísimas ideas. La declaratoria socialista de la Revolución Bolivariana de Venezuela realizada por Hugo Chávez en enero del 2005 en el estadio Gigantinho, como invitado del brasileño Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) al V Foro Social Mundial (FSM) de Porto Alegre, desató un vorágine de opiniones y criterios sobre los socialismos: los aspirados y los realmente existentes, viejos, históricos, actuales, nuevos y novísimos. Este debate se trasladó a La Habana durante esos días de mayo del 2006 con el sustantivo aporte de los compañeros que nos visitaron (para continuar durante las últimas convocatorias de reflexión realizadas en la capital cubana en el primer semestre de este año).
Pequeña historia
En el crisol de ideas no necesariamente coincidentes, pero si todas valiosísimas, que se entretejió en los referidos espacios de debate, fue acicate y compromiso para que varios colectivos de ciencia en institutos y universidades cubanas, se propusieran proyectos de estudio que de una u otra manera enfocaban la problemática del socialismo. Uno de estos colectivos compuesto por investigadores del Grupo de Estudios sobre Cuba del Instituto de Filosofía, comenzó a evaluar la pertinencia de proponerse un proyecto que tratara de desbrozar el debate abierto sobre el Socialismo en el Siglo XXI y los retos que ello representaba para el pensamiento estratégico de la Revolución Cubana.
Desde su nacimiento el equipo no pretendía -ni pretende- resolver los problemas del socialismo en Cuba, y mucho menos fuera del archipiélago. Es un modesto acercamiento, si con tareas cognoscitivas muy precisas, y la voluntad de aportar a la construcción colectiva – que no solo es «académica»- del pensamiento estratégico de la Revolución Cubana.
El 23 mayo de este año realizamos una sesión de trabajo abierta ante un auditorio conformado por medio centenar de colegas. Presentamos el proyecto que previamente había sido circulado, y se expusieron algunos de los primeros avances de la investigación en curso, para dar paso a un interesante y motivador diálogo de saberes en el que recibimos valiosas opiniones y el compromiso de colaboración personal y/o institucional de la mayoría de los presentes. El debate y la propia fundamentación que se sometió a discusión, sirvió para que los directivos de ciencia presentes reevaluaran la proyección nacional de prioridades y coincidieran en la necesidad de incluir un tema sobre el imperialismo y el socialismo en el Siglo XXI.
Para Dieterich con sus lapidarios axiomas sobre «las estructuras burocráticas del aparato académico en las ciencias sociales cubanas», un proceso como el que narro es insólito: Cibernéticamente imposible: Resulta que a diferencia de lo que propaga Heinz:
· Un colectivo de cientistas «sin pedir permiso al Partido» o «sin que este se lo mande», trabaja por llevar adelante lo que cree conveniente y útil.
· A solo seis meses de iniciar su labor se proponen abrir su intercambio con otros colegas y poner a discusión junto con el «proyecto» los primeros avances de la investigación en curso.
· Altos representantes tanto ministeriales como partidistas asisten a una sesión de trabajo para escuchar y discutir sobre las propuestas y opiniones de seis investigadores -solo seis!-
· Además de asistir, los directivos participan, aportan -en tanto académicos ellos mismos-, y sobre todo reflexionan críticamente junto a los ponentes y sus invitados, y allí mismo esbozan de conjunto con los investigadores presentes, decisiones operativas para incluir una nueva prioridad investigativa…
Por supuesto que en el sistema de ciencias sociales y en otros significativos campos de realización nos queda mucho por hacer, insuficiencias que resolver, excrecencias que desechar. Si pecamos es de críticos, no de apologéticos. Por eso Rosa Elena Simeone, educada en la escuela de exigencia de Fidel, dejó una bella impronta de autocrítica ministra de ciencia, que se mantiene hasta hoy. ¿Pero acaso lo que narro no evidencia lo positivo que siempre está en crecimiento dentro del socialismo cubano? ¿Por qué ocultarlo? ¿Por qué manipularlo? ¿Por qué agredirnos con «epítetos» y condicionamientos irrespetuosos sobre nuestra ¿»capacidad renovadora y valor de evolucionar»?
Sin dudas la falsa noticia no es lo peor del artículo publicado por Heinz Dieterich el 7 de julio. Se abren interrogantes que el intelectual alemán no puede responder con la publicación de otro de sus capítulos en Rebelión: ¿Estamos ante una víctima de engaño y desinformación?… ¿un compañero precisado de ayuda y comprensión?… ¿Un inescrupuloso manipulador? ¿Cuál de las tres? ¿Se interpenetran tales posibilidades? ¿Hay otras respuestas…?