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Dos anécdotas de impune atropello cultural

Fuentes: Rebelión

Probablemente la mayoría de los ciudadanos está convencida que en nuestras democracias, la interferencia de los gobiernos en las iniciativas culturales se limita a la decisión en el destino de presupuestos públicos, que no es poco. Por eso, descubrir este par de ejemplos de abusiva censura y proscripción que no han despertada ninguna reacción ni […]

Probablemente la mayoría de los ciudadanos está convencida que en nuestras democracias, la interferencia de los gobiernos en las iniciativas culturales se limita a la decisión en el destino de presupuestos públicos, que no es poco. Por eso, descubrir este par de ejemplos de abusiva censura y proscripción que no han despertada ninguna reacción ni entre oposición política ni en el mundo cultural ni intelectual español, puede darnos idea de la arbitrariedad e impunidad con que los poderes públicos operan en nuestro país.

El primer caso se refiere a la sinopsis que la web del Instituto Cervantes de Brasilia incluía para la película de Julio Medem, La pelota vasca. Según difundía en un breve el diario Público el 18 de febrero, a pesar de que se trataba del texto suministrado por la productora, la directora del Instituto, Carmen Caffarel, ordenó su retirada tras las quejas de la diputada Rosa Díez, quien afirmó que dejaba en pie de igualdad a los demócratas y a los violentos. Pero afirmar eso también forma parte de la libertad de expresión, por lo que depurar esa sinopsis es un acto digno del más puro McCathismo. Es curioso que no se atrevan a prohibir la película pero sí le cambien al autor y la productora la sinopsis donde se explica de qué trata.

Del otro caso informaba El País el 21 de febrero y, desgraciadamente, pasó inadvertido para la comunidad cultural. Se trataba de que los responsables de Cultura del Ayuntamiento de Cartagena acataron las exigencias del gobierno marroquí para retirar del programa del festival cultural La mar de músicas, la presencia del principal movimiento islamista y de un periodista opositor. Nadia Yassin y Ali Lmrabet iban a participar en sendas mesas redondas dentro del festival, dedicado a Marruecos. Yassin ha sido procesada en Marruecos varias ocasiones, pero nunca ingresó en prisión. Ha dado conferencias en España y en otros países europeos y en universidades de EE UU donde se declaró abiertamente republicana. Lmrabet era el director de dos semanarios satíricos en Marruecos que fueron cerrados por una sentencia judicial que le condenó también a tres años de cárcel y otra que le prohibió el ejercicio del periodismo durante una década. Según el diario español, una delegación marroquí, encabezada por el consejero cultural se reunió el viernes en Cartagena con la concejala de Cultura, Rosario Montero, y el responsable del festival, Francisco Martín. Fue entonces cuando la representación marroquí expresó su desagrado por la inclusión en el programa de los dos opositores. El propio Martín ha reconocido el asunto: «El festival se organiza en colaboración con la embajada del país huésped que nos ayuda materialmente. A la embajada no le gustaba la presencia de estas dos personas. No hemos creído conveniente tener un conflicto diplomático».

En un gesto que le honra, la escritora Lola López Mondéjar, coordinadora de La mar de letras, la parte literaria del festival, anunció su dimisión porque la dirección del evento ha cedido ante la Embajada de Marruecos que «ha presionado (…) para que Lmrabet y Yassin no figuren en el programa». López Mondéjar consideró tales presiones como «una injerencia injustificable, una censura inadmisible y un atentado contra la libertad de expresión (…)». «Lamento enormemente que hechos como estos se den en nuestro país», concluye.

Esos dos ejemplos, y los silencios que le han seguido, son suficientemente ilustrativos del nivel de irrespeto a la independencia cultural y dignidad profesional que tienen nuestros políticos y la sumisión del mundo de la cultura que no ha levantado la voz por ninguno de los dos atropellos.

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