Recomiendo:
0

Dos medias verdades sobre la educación secundaria en nuestro país

Fuentes: Rebelión

Quiero comentar dos acontecimientos relevantes en el tema de la educación secundaria en nuestro país, escritos desde planteamientos opuestos pero que cada uno contiene una media verdad y no me parece en ningún caso que sea justificado el carácter salvador con que se presentan. El primer acontecimiento es la publicación del manifiesto pedagógico No es […]

Quiero comentar dos acontecimientos relevantes en el tema de la educación secundaria en nuestro país, escritos desde planteamientos opuestos pero que cada uno contiene una media verdad y no me parece en ningún caso que sea justificado el carácter salvador con que se presentan.

El primer acontecimiento es la publicación del manifiesto pedagógico No es verdad. Su aparición me parece positiva e interesante porque plantea una nueva perspectiva sobre el debate respecto a la situación de la educación secundaria en España. Pero creo que hay que matizar sus afirmaciones concretas de que determinadas afirmaciones no se corresponden con la realidad.

En primer lugar afirma que No es verdad que en la escuela española actual predomine un modelo de enseñanza diferente al tradicional. Dice por el contrario que la cultura escolar dominante es España sigue basándose en la transmisión directa de contenidos inconexos y, no pocas veces, desfasados e irrelevantes, de aprendizaje mecánico y repetitivo, en la evaluación selectiva y sancionadora y en la prolongación de la jornada escolar de los menores con abundantes deberes y tareas. La primera afirmación puede ser cierta pero la segunda implica una desvalorización de lo que en la primera llaman el modelo tradicional, que tiene cosas a conservar y cosas a superar. Pero en que se basan para decir que lo que se transmiten son contenidos inconexos , desfasados e irrelevantes? Me parece un claro desprecio por el serio trabajo que hace una cantidad importante de profesores respecto a sus materias y sin ningún tipo de contrastación clara de lo que dicen. ¿ Qué es la evaluación selectiva y sancionadora ? ¿ No implica evaluar seleccionar ? ¿ Que quiere decir sancionadora, poner límites a unos mínimos necesarios?

Dice también que no que no es verdad que se han bajado los niveles de exigencia. Pero ¿ exigencia con respecto a que? ¿ A los contenidos tradicionales o a los nuevos libros que han aparecido a partir de la LOGSE, que evidentemente son totalmente criticables y totalmente reglamentados, sin dar ningún margen al profesorado ?

Dice que los estudiantes fracasan porque el modelo educativo vigente hace tiempo que ha caducado. Puede ser parte de verdad pero la otra parte es que la sociedad ofrece a estos adolescentes todo a cambio de nada y que es evidente que la cultura del esfuerzo no la tienen interiorizada porque no están acostumbrados a esforzarse. Y porque la ideología dominante es hedonista y consumista. Los jóvenes inquietos y responsables son una minoría ( como antes).

No es verdad que los alumnos y alumnas sea peores que los de antes. Los alumnos sí son peores que los de antes. Pero es cierto que no podemos proyectar nuestra impotencia en estos adolescentes que son producto del sistema en el que vivimos. Pero este sistema es el capitalista y éste es un sistema que hemos heredado y que funciona con lógica propia, al margen de la voluntad de los alumnos que vivimos en él. No se pueden diluir las responsabilidades porque es desde los centros de poder que se configura la ideología que les condiciona a ser lo que son. Pero la influencias de la televisión, de los videojuegos, de internet es, en general negativa porque los dispersa, les influye con estereotipos superficiales y con valores egoístas y consumistas que los convierte en peores alumnos, menos disciplinados y receptivos. También es cierto que al no haber una selección a los catorce años que expulsaba a los que estaban en peores condiciones esto también dificulta el tipo de alumnado que tenemos. Lo que hay de razón es que hemos de asumir y responsabilizarnos de los alumnos que tenemos y que el profesorado también tiene que poner de su parte para cambiar las cosas, no limitase a la victimización.

En el punto que dice que no es verdad que los docentes españoles tengan un exceso de formación pedagógica y un déficit de formación en contenidos me parece que está fuera de lugar porque no creo que nadie afirme esto. Lo cierto es que tengo una cierta desconfianza en la formación psicopedagógica porque me parece excesivamente teórica y es desde la práctica como nos podemos ir formando en este sentido, no a través de supuestos expertos que no han pisado un aula.

Por supuesto que los centros de secundarias necesitan un cambio ( hablo de este nivel porque es el que conozco pero me parece que las diez propuestas son una simple declaración de buenas intenciones que casi no se concretan en nada. Sí hay alguna propuesta que me parece interesante son las más modestas, como el del profesorado ayudante y en prácticas, el de una ratio razonable y el de una enseñanza laica.. Lo demás son palabras que están en boca de todos, incluso de los que tienen más responsabilidades en el estado actual de las cosas.

El segundo es un libro aparecido en catalán, L’escola contra el món sobre el tema de la educación que por su impacto previsiblemente se traducirá pronto al castellano. Un libro arropado por los mass media, con cartas de presentación a los institutos y que se presenta como la clave del diagnóstico y el remedio para la negativa situación de la enseñanza secundaria en Cataluña . Su autor, Gregorio Luri, profesor de filosofía que con 52 años está jubilado anticipadamente por problemas de salud.

El libro tiene dos cosas importantes a su favor. La primera es que está bien escrito por una persona inteligente que conoce bien el tema por experiencia y por una sólida información.. La segunda es que quiere reflexionar sobre el tema desde el sentido común, lo cual es importante en un país en que el tema de la educación demasiado ideologizado y que la batalla entre las autoridades académicas y los sindicatos de la enseñanza nos impiden ver las cosas con sentido crítico y objetividad.

Pero la defensa deel sentido común hay que hacerla con reservas porque si bien hemos de huir de las teorías que, como la althusseriana hacen coincidir el sentido común con la ideología dominante, también hemos de hacerlo con aquellas que lo identifican con la razón crítica. Porque si bien hay una razón común que surge de la conexión entre lógica y experiencia ( en contra del dogma positivista que pretende separarlos) también es cierto que esta razón común está muy mediatizada por la ideología. Potrque hay aquí ideología y ésta ideología es la comunitarista más conservadora Y esta perspectiva comunitarista de tipo esencialista ( que coincide con el nacionalismo catalán más conservador) es la que esta implícita en el libro y desde la cual se critica el relativismo y el multiculturalismo desde la defensa de la propia identidad cultural y de sus símbolos como elementos centrales de la ciudadanía. Esto hace que muchos de los que criticamos el relativismo y el multiculturalismo desde una tradición democrática radical no podamos aceptar el tipo de argumentos que presenta el autor, que por otra parte desarrolla de manera muy superficial. También que en su crítica al mercado y al consumismo ni mencione la base estructural de esta lógica, que no es otra que la del tardocapitalismo globalizador.

En el tema específicamente Luri va analizando cuestiones con razones sólidas pero nos conducen muchas veces, sin que casi nos enteremos, al huerto. A partir de una crítica de la burocratización de muchos profesores-funcionarios o de la supuesta ideología de la escuela pública en sus inicios nos introduce la defensa de los centros concertados sin discutir los argumentos actuales que la cuestionan. Incluso a nivel más anecdótico, pero significativo, no podemos de dejar de sorprendernos ante su defensa del padre marroquí islámico que prefiere llevar a sus hijos a los escolapios antes que al centro público del barrio porque en él hay muchos pakistanís ( sic).

Pero la cuestión clave a considerar es el tema central, que es el diagnóstico que Luri formula y la solución que nos plantea. Me parecen acertadas sus críticas a las teorías psicopedagógicas que han dominado en nuestro país y que son, en parte, responsables del relativo desastre actual de la enseñanza pública. Pero es igualmente cierto que muchas críticas de la pedagogía renovadora a la enseñanza tradicional pueden ser recogidas en un planteamiento integrador. También comparto su defensa de los valores del esfuerzo y de la responsabilidad y la necesidad de recuperar la autoridad del profesor pero el problema es saber cómo articulamos hoy en una sociedad como la nuestra en la que los hábitos sociales, la familia y los adolescentes no son lo que eran hace veinte años. Aquí es donde hay que buscar alternativas y me parece que por su parte no hay propuestas novedosas. Tampoco me parece adecuado que bajo el argumento de que los resultados educativos no dependen exclusivamente de los recursos económicos, lo cual es cierto, no entra en el tema de las deficiencias de infraestructuras, material y profesorado que tienen la mayoría de centros públicos en nuestro país. Igualmente evita entrar directamente en un tema fundamental que es cómo se plantea la enseñanza obligatoria hasta los dieciséis años, que es una de las cuestiones más difíciles y que necesitan nuevas ideas si queremos salir del callejón sin salida actual.

Finalmente habría que hacer una última reflexión. Luri acusa a los profesores de que teniendo unas buenas condiciones de trabajo caemos en el victimismo y en el pesimismo. No diré que no tenga parte de razón pero me parece que en general somos un colectivo al que se ha maltratado sistemáticamente desde la Administración ( ignorando nuestra opinión desde la experiencia ) y que se ha desconsiderado bastante socialmente. Aquí no me refiero a las condiciones de trabajo, que a mí también me parecen muy aceptables pero que hay que recordar que han sido producto de largas luchas de los trabajadores de la enseñanza. Hace años oí en una asamblea de profesores algo que sí es de sentido común. Decía un viejo profesor que a él le gustaba enseñar y que lo que había visto es que los que se había promocionado eran los compañeros a los que no les gustaba su trabajo. Inspectores, asesores, liberados sindicales que han huido del trabajo en el aula porque no los soportaban son los que nos dice lo hay que hacer o los que pretenden representarnos. En este libro, también Gregorio Luri, jubilado a los 53 años ( por razones de salud que no dudo en considerar justificadas) nos dice que nuestro deber moral es el optimismo. La mayoría de profesores de los centros públicos de este país superamos esta edad y la mayoría luchamos cotidianamente por la defensa de una educación de calidad para todos. Pienso que la mayoría de los que seguimos al pie del cañón necesitamos autocrítica pero ya asumimos, con creces, este «incuestionable deber moral» del que nos habla Luri.

Cada una de estas reflexiones tienen su interés si se plantean como «medias verdades» pero pierden su eficacia al presentarse como fórmulas globales para resolver el problema de la enseñanza secundaria en nuestro país. Ni hay que volver a la enseñanza tradicional ni hay que superarla con otro sistema educativo ideal. El problema es mucho más complejo, hay que partir de los problemas concretos y dar soluciones, parte de las cuales son políticas y no tan ideológicas ni voluntaristas como estos manifiestos plantean, aunque sea desde direcciones opuestas.