La empresa estadounidense Dow Chemical, actual propietaria de la empresa que causó la catástrofe de Bhopal en diciembre de 1984, Union Carbide, tiene un dilatado historial en la elaboración de productos contaminantes, tanto para sus clientes como para sus trabajadores, y en vertidos sobre los parajes naturales que rodean a sus fábricas de Estados Unidos […]
La empresa estadounidense Dow Chemical, actual propietaria de la empresa que causó la catástrofe de Bhopal en diciembre de 1984, Union Carbide, tiene un dilatado historial en la elaboración de productos contaminantes, tanto para sus clientes como para sus trabajadores, y en vertidos sobre los parajes naturales que rodean a sus fábricas de Estados Unidos y Canadá. Asimismo, entre sus prácticas se incluyen la producción de componentes del napalm –el gas mostaza utilizado por el Ejército norteamericano como arma química en la guerra de Vietnam– y el uso de presos como cobayas para sus productos tóxicos, según revela el libro ‘Nuestros deudores’, recientemente publicado por el experto estadounidense Jack Doyle, citado por los periodistas Russell Mokhiber y Robert Weissman.
Mokhiber y Weissman son coautores del libro ‘Empresas predadoras’, en el que también participó el candidato independiente en las recientes elecciones estadounidenses Ralph Nader.
En la medianoche del 2 al 3 de diciembre de 1984, la fábrica de pesticida de Union Carbide en Bhopal (centro de India) sufrió una fuga de 27 toneladas de gases letales que mataron inmediatamente a unas 8.000 personas y envenenaron a miles más. En la actualidad, al menos 150.000 personas padecen problemas de salud relacionados con la exposición a los gases, como cáncer, daños neurológicos, ciclos menstruales caóticos y enfermedades mentales. Más de 20.000 personas no tienen más remedio que beber agua con niveles peligrosos de mercurio, tetracloruro de carbono y otros contaminantes orgánicos persistentes y metales pesados.
Activistas de todo el mundo se han movilizado para exigir que Dow Chemical, la actual propietaria de Union Carbide, asuma sus responsabilidades por la tragedia. No obstante, veinte años después de la catástrofe, la empresa responsable de este desastre y sus antiguos ejecutivos siguen eludiendo la justicia. Union Carbide y su ex presidente, Warren Andersen, han sido acusados de homicidio por las muertes de Bhopal, pero se niegan a comparecer ante los tribunales indios.
Según los directivos de la empresa, el accidente de Bhopal fue un hecho aislado atribuible a la mala gestión de sus responsables indios, y este tipo de hechos no tenía precedentes en sus filiales en Estados Unidos. No obstante, el libro de Doyle (quien ha publicado otros informes a cuenta del Fondo de Salud Medioambiental) ha recogido otros ejemplos de contaminación debida a actividades de Dow Chemical.
Trabajadores, consumidores y presos
Doyle documenta en su libro una larga historia de explosiones e incendios en las instalaciones de Dow. Por ejemplo, en mayo de 1979 una explosión destruyó las instalaciones de Dow Chemical en Pittsburgh, lo que provocó la muerte de dos trabajadores y heridas a más de 45.
Las actividades de Dow han afectado a sus empleados en más ocasiones. En 1980, los investigadores descubrieron que 25 trabajadores de las instalaciones de la empresa de Freeport, Texas, tenían tumores cerebrales, 24 de los cuales resultaron mortales. Asimismo, los médicos que sometieron a análisis a los trabajadores que habían operado con DBCP –ingrediente activo tóxico del Fumazone, pesticida fabricado por Dow– comprobaron que no había presencia de esperma en su cuerpo.
Según Doyle, en marzo de 2001, los Centros para el Control de Enfermedades informaron de que la mayoría de los estadounidenses tenía niveles detectables de plásticos, pesticidas y metales pesados en la sangre y en la orina.
«El uso de plásticos de Dow por la industria del juguete es generalizado», alardeaba Dow Chemical en un memorándum interno de la empresa, citado por Doyle. «Cada vez hay más materiales nuestros bajo el árbol de Navidad y sobre la mesa de cumpleaños, lo que hace muy felices a algunos niños, a algunas empresas de juguetes y a Dow», señalaba el informe de la empresa. Entre las sustancias químicas empleadas en estos juguetes hay poliestireno, polietileno, resinas de copolímero de etileno, resinas de saran, resinas de PVC o vinilos y etilcelulosa.
Otro producto de Dow es el percloroetileno (PER), la sustancia peligrosa que se emplea en todas partes para la limpieza en seco. Dow trató de socavar alternativas más seguras, asegura el periodista. Asimismo, una empresa conjunta de Dow y Corning (Dow Corning) fabrica silicona, un ingrediente clave para los implantes de mamas que aumentó el tamaño del seno de las mujeres, «pero también las enfermó», afirman Mokhiber y Weissman.
En enero de 1981, un artículo del diario ‘Philadelphia Inquirer’ reveló que Dow Chemical había pagado a un dermatólogo de la Universidad de Pensilvania para que hiciera ensayos con dioxina con reclusos de la Prisión de Holmesburg, de Filadelfia. Los ensayos se realizaron en 1964 sobre 70 internos. En 1971, la empresa también había ensayado con presos un pesticida tóxico que ha resultado tener los efectos de un agente nervioso, el Chlorpyrifos. Este producto sustituyó al DDT cuando éste fue prohibido en 1972.
Vertidos
El libro de Doyle documenta numerosos vertidos contaminantes por parte de Dow, por ejemplo en el río Tittabawassee, en la ciudad en que nació la compañía, Midland (Michigan). Asimismo, un titular de febrero de 1971 del ‘Houston Post’ decía: «El río Brazos está muerto». Entre 1970 y 1971, las actividades de Dow en ese lugar vertieron más de 17.000 millones de litros de aguas residuales al día en el Brazos y en el golfo de México.
El libro afirma también que Rocky Flats, el emplazamiento secreto en Colorado de Dow Chemical desde 1952 hasta 1975, se convirtió en una auténtica «pesadilla medioambiental para la zona de Denver».
En Canadá, Dow produjo cloro empleando el método de celdas de mercurio desde 1947. Gran parte del mercurio fue reciclado, pero también se vertieron cantidades significativas en el medio ambiente en forma emisiones en la atmósfera, vertidos en el agua, lodos residuales y en productos finales. En marzo de 1970, los Gobiernos de Ontario y Michigan detectaron niveles elevados de mercurio en los peces del río Saint Clair, el lago Saint Clair, el río Detroit y el lago Erie. Las autoridades estatales y locales demandaron a Dow por contaminación por mercurio.
Componentes del napalm
Según Jack Doyle, Dow Chemical ha producido agentes tóxicos no sólo perjudiciales para la salud, sino que incluso han sido utilizados para equipar armas de destrucción masiva. Es el caso del agente naranja o napalm, el herbicida tóxico y la gelatina de gasolina utilizados en Vietnam, que creó tal revuelo en Estados Unidos que obligó a Dow a replantearse su estrategia de relaciones públicas.
Dow ha producido varios componentes del napalm. Es el caso del 2,4-D, el herbicida más usado en el mundo, y del 2,4,5 T. Según Doyle, «Dow luchó a brazo partido» por el 2,4,5 T. «Persistió en todas las formas posibles ante los tribunales y los organismos públicos, en los niveles estatal y federal, para ganar más tiempo para este producto», afirmó el autor del libro.
Gracias a ello, los directivos de la empresa ganaron dos años «extra» para su comercialización, «aunque parece que Dow ya sabía entonces que este producto era un mal agente, que había provocado defectos de nacimiento en animales de laboratorio, y también se estaba empezando a encontrar por entonces en la grasa del cuerpo humano», aseguró. «Hasta 1983 Dow no dejó de fabricar 2,4,5-T en Estados Unidos, y hasta 1987 no abandonó su producción en Nueva Zelanda. Y la demanda judicial sobre los efectos en la salud del 2,4,5-T continúa hasta la fecha», afirma Doyle.