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Segundo Encuentro Ecosocialista Latinoamericano y Caribeño

Ecosocialismo o extinción: defender la vida, construir territorios libres y ecosocialismo de y para los pueblos

Fuentes: Viento sur

Nos reunimos en un momento de profunda ofensiva del capital contra la vida, en el marco de las acciones que los pueblos organizamos en respuesta a la COP 30.

Este encuentro nos permitió, una vez más, reafirmar que tanto el ascenso de la extrema derecha como las falsas soluciones de gobiernos que se autodenominan progresistas, pero que luego no dudan en privatizar bienes comunes o facilitar la agresión contra pueblos y líderes que enfrentan, día tras día, las consecuencias de la lógica del crecimiento infinito del capital en sus territorios, nos instan a luchar por un mundo en el que los sistemas de vida estén en el centro de todas nuestras construcciones políticas y a repudiar enérgicamente cualquier tentativa de intimidación.

Tuvimos un ejemplo de lo que sucede cuando, en lugar de fortalecer la lucha de los pueblos que defienden sus territorios con sus propias vidas, los defensores del neoliberalismo progresista se ponen al servicio del capital y del extractivismo depredador. Las amenazas políticas sufridas por la compañera indígena Auricelia Arapiun, durante su intervención en nuestro panel de análisis de coyuntura, son una radiografía de un sector que actúa dentro de las comunidades para instalar el miedo y la fragmentación. Sin embargo, nosotros (como expresó Auricelia en su respuesta a la amenaza) no nos callamos y no conciliamos.

La ofensiva de la extrema derecha, como sabemos, se traduce también en nuestros territorios en intentos de violar nuestra soberanía, reproduciendo las mismas lógicas de sumisión y dominación que existieron en el pasado y que persisten en el presente. Ante esta ofensiva imperialista, nosotras, las ecosocialistas, abogamos por un frente único para resistir y defendernos.

El ecosocialismo, como herramienta de construcción de otro mundo, se hace necesario y urgente. La aceleración de la destrucción masiva de la capacidades de reproducción de los ecosistemas y el carácter neocolonial e imperialista de las supuestas alternativas presentadas por el mismo sistema que generó la actual emergencia climática amenazan nuestra continuidad como especie y nos conducen a un punto de no retorno.

Ante este desafío, se impone como única salida posible la organización coordinada de nuestras luchas con el objetivo de superar el sistema capitalista. La lucha organizada de los pueblos, su resistencia contra los sistemas de dominación y el avance en la construcción de otros mundos basados ​​en la solidaridad, la complementariedad y la reciprocidad (respetando los saberes y las cosmovisiones de los diferentes pueblos y su legítimo derecho a la autodefensa y la autodeterminación) constituyen la base fundamental de nuestra estrategia.

En estos días de debate, representantes de pueblos en lucha de las distintas latitudes de Abya Yala y otros continentes, a nivel global, levantamos nuestra voz para denunciar que el extractivismo, capitalista e imperialista, viene promoviendo la destrucción ambiental y humana en diversos territorios. Es necesario fortalecer las redes de los pueblos que resisten para combatir esta destrucción, al mismo tiempo que reforzamos las formas de producción de vida que los pueblos han desarrollado históricamente y que se encuentran en riesgo debido a la contaminación y la apropiación del agua, la tierra y el aire por parte de las corporaciones transnacionales y de los gobiernos.

Las voces de los pueblos originarios fueron protagonistas en este encuentro, identificando un contexto común de colonialismo, invasión, despojo, extractivismo y falsas soluciones, acompañado de una política de aniquilación y genocidio, en la que no solo se mata, sino que también se invisibilizan estos pueblos, criminalizándolos y persiguiéndolos. En este punto, vemos la relación entre cuerpo y territorio como un tejido en el que, si bien reside la violencia estructural, también reside la lucha por la vida. Esta lucha es evidente y se traduce en las resistencias alternativas, a través de la valorización y articulación de saberes, cosmologías en las que la ancestralidad y la naturaleza están presentes, además de la autodefensa, de la autodeterminación, de la vida comunitaria y la importancia de la esperanza y de la unidad entre los distintos territorios.

Estas luchas por la vida también se manifiestan a través de los ecofeminismos, que ponen de relieve la lucha de las mujeres y los cuerpos feminizados de los distintos territorios de Abya Yala, quienes se enfrentan a la estrecha e histórica relación entre el capitalismo y la violencia a la que se ven sometidas la tierra, los territorios y las mujeres.

Subyacente a los distintos extractivismos se encuentra una violencia que se expresa en la contaminación y destrucción de la tierra; en la depredación y el robo de nuestros bienes comunes; en la fragmentación de las perspectivas culturales; y en nuestros cuerpos feminizados, empobrecidos y racializados de miles de mujeres en el Sur Global.

Este análisis, además de identificar el capitalismo como el origen estructural de todas las violencias territoriales, también propone soluciones que pueden superar estas contradicciones, como la gestión comunitaria del agua, la autonomía alimentaria, el autogobierno, la justicia comunitaria y una forma de entender el cuidado de manera subversiva, es decir, desde una crítica estructural de la neoliberalización del discurso del cuidado, que sigue sustentando la lógica del capital. En cambio, nos posicionamos desde la perspectiva del cuidado colectivo y comunitario, a favor de una transformación radical.

La lucha ecosindical es un elemento fundamental de la lucha ecosocialista. La lucha por más y mejores condiciones laborales, combinada con la conciencia de que la explotación de la clase trabajadora y el despojo de nuestros bienes comunes están al servicio del capital y se complementan entre sí, crea condiciones para movilizarnos y avanzar contra las causas estructurales de las opresiones que sufrimos dentro del sistema capitalista. En este sentido, repudiar la práctica del fracking en Colombia, en América Latina, en el Caribe y en el mundo es una tarea que asumimos con responsabilidad, con el objetivo de contribuir a la construcción de territorios libres. Sabemos que esto solo será posible si las organizaciones sindicales se articulan con los procesos sociales, populares, indígenas y campesinos de cada país, manteniendo su autonomía en la defensa de los territorios, la vida y su reproducción. Mediante la solidaridad internacionalista, nos comprometemos a promover espacios para denunciar las violaciones de los derechos laborales, humanos y naturales.

Es a partir del tejido que somos que gritamos, de forma unánime: Palestina Libre, del río al mar; alto el fuego en Gaza; y condena al Estado genocida de Israel por la matanza del pueblo palestino. Un pueblo que resiste, que siembra, que conserva la convicción de seguir de pie y al cual abrazamos desde la solidaridad internacionalista, multiplicando las acciones globales de apoyo, como el BDS y la Flotilla, ejemplos de resistencia desde abajo que están siendo vistos como amenazas por Israel.

Además de eso, exigimos a los gobiernos de la región que rompan sus relaciones con Israel, como en el caso de los acuerdos con Mekorot, la empresa nacional de agua de Israel, que se ha convertido en un instrumento de dominación colonial. El agua es un bien común y, en Palestina, es utilizada como un arma política y económica: Israel controla las fuentes, impide a los palestinos perforar pozos, recoger agua de lluvia o mantener cisternas, creando así una dependencia total y un sistema de apartheid hídrico. Palestina es un laboratorio de dominación cuyas técnicas se expanden a otros territorios, y la resistencia y la solidaridad con el pueblo palestino deben ser globales. Nosotras y nosotros, ecosocialistas del mundo entero, acompañamos y construimos una solidaridad activa con el pueblo palestino y su derecho a existir.

A pocos días del inicio de la COP 30, observamos una vez más que este no es un espacio capaz de dar respuesta a las necesidades de los territorios; por el contrario, se erige como un mecanismo para la financiarización de la naturaleza. Por consiguiente, reafirmamos nuestra denuncia y rechazo al pago de deudas odiosas e ilegítimas, y abogamos por el cierre de los mecanismos internacionales que las impulsan y legitiman. Estos mecanismos hipotecan nuestro futuro a cambio de la entrega de los bienes estratégicos que el capital necesita para su reproducción ilimitada. Es esencial desmantelar el sistema de deuda, que subordina y limita las posibilidades de salida del sistema de forma planificada.

No esperamos nada de estos espacios que proponen proyectos como los bonos de carbono que, al igual que el TFFF, adoptan la narrativa de que el problema radica en que los bienes comunes no se han mercantilizado completamente y, por lo tanto, existiría un fallo de mercado que habría que superar. Denunciamos también a los gobiernos cómplices de proyectos ecocidas, como es el caso del gobierno brasileño que, pocos días antes del inicio de la COP 30 en Belém (territorio amazónico), aprobó la exploración petrolera en la desembocadura del Amazonas y que, además, durante la COP 30, aprobó el registro de 30 nuevos agrotóxicos.

Reafirmamos la agroecología como uno de los caminos que construyen nuestra estrategia ecosocialista. La producción de alimentos agroecológicos, basada en prácticas campesinas e indígenas, no solo representa una forma de sustitución del actual sistema agroalimentario dominante, centrado en la agroindustria y la producción de materias primas, sino también una vía para recuperar y reconstruir ecosistemas y superar la alienación entre el campo y la ciudad, siendo, por tanto, fundamental para afrontar el cambio climático. Es imprescindible comprender que no hay agroecología posible en el capitalismo verde, ya que implica, como práctica política, la modificación estructural de las relaciones de producción y de vida vigentes.

Reconociendo que el ecosocialismo lleva años elaborando manifiestos y programas que esbozan esta estrategia, debatimos los pasos a seguir que nos permiten concluir que no hay ecosocialismo posible sin territorios libres. No tenemos dudas de que las luchas ecoterritoriales y por la construcción de un mundo habitable son el camino que debemos seguir, fortaleciendo solidariamente nuestras iniciativas, visibilizando y creando espacios en los que podamos avanzar en la construcción de un ecosocialismo de los pueblos y para los pueblos.

Para alcanzar este objetivo, es necesario acumular victorias que nos muestren el camino. Llevar a cabo movilizaciones y campañas entre los distintos colectivos que forman parte del esfuerzo por construir este proyecto ecosocialista es fundamental para consolidar un proceso integral e internacionalista de resistencia coordinada y estrategia común.

La continuidad de esta articulación de la lucha, de construcción del programa ecosocialista que necesitamos y la internacionalización del movimiento ecosocialista son tareas que iniciamos hace diez años, en estos encuentros, y que se consolidaron con la formación de la Red Internacionalista de Encuentros Ecosocialistas, constituida en 2024 tras el encuentro de Buenos Aires.

Como nuevas iniciativas, tenemos la celebración del VII Encuentro Ecosocialista Internacional, en Bélgica, en mayo de 2026; el Seminario Ecosocialista Internacional, que tendrá lugar en Brasil en el marco de la Primera Conferencia Internacional Antifascista; y el III Encuentro Ecosocialista Latinoamericano y Caribeño, en 2027, en Colombia. Estamos convencidos de que estos encuentros deben trascender fronteras y generar acciones comunes de lucha que nos permitan atacar simultáneamente los poderes concentrados del extractivismo capitalista en cada territorio donde nos encontramos.

Sin embargo, los Encuentros Ecosocialistas por sí solos no bastan para impulsar la construcción de un programa que esté, de hecho, enraizado en las luchas concretas. Por ello, proponemos la creación de acciones y campañas conjuntas sobre Palestina, combustibles fósiles, minería, deuda y tratados de libre comercio; la defensa del agua; la lucha contra el agronegocio; y la recuperación de los bosques. Proponemos también identificar las empresas vinculadas a proyectos ecocidas en los países de América Latina y el Caribe, para realizar denuncias y declaraciones conjuntas. Asimismo, proponemos que se celebren encuentros ecosocialistas en los territorios, previos al encuentro en Colombia, para que los debates reflejen formulaciones y propuestas ecoterritorializadas.

Finalmente, queremos que nuestro espacio de construcción sea vibrante y diverso, capaz de generar debates profundos entre los colectivos que lo conforman, para reflexionar y problematizar nuestra concepción del ecosocialismo, reafirmando que el ecosocialismo no es socialismo disfrazado de ecologista, sino una propuesta de cambio profundo en nuestras relaciones, tanto entre nosotros como con la naturaleza. Es otra forma de hacer política, capaz de construir un mundo nuevo, digno y bello para vivir, tanto para los seres humanos como para el resto de los seres vivos.

Fuente: https://vientosur.info/segundo-encuentro-ecosocialista-latinoamericano-y-caribeno/