Con total desfachatez la prensa oficialista yanqui informó que las ilegales Radio y TV Martí, enviaron a Cuba la misma tecnología de acceso a Internet que introdujo Alan Gross en la Isla; similar a la que la CIA le remitió a su «agente» Raúl Capote y le fuera entregada a mano por un «diplomático» acreditado […]
Con total desfachatez la prensa oficialista yanqui informó que las ilegales Radio y TV Martí, enviaron a Cuba la misma tecnología de acceso a Internet que introdujo Alan Gross en la Isla; similar a la que la CIA le remitió a su «agente» Raúl Capote y le fuera entregada a mano por un «diplomático» acreditado en La Habana.
La publicación asegura que, durante años, el gobierno estadounidense hizo lo mismo a través de la Oficina de Trasmisiones a Cuba (OCB), responsable de las emisoras Radio y TV Martí, creadas para trasmitir informaciones contra la Revolución, a pesar de ser un acto hostil e ilegal que jamás Estados Unidos permitiría le hicieran.
El equipo enviado es el conocido BGAN (Broadband Global Area Network), el cual tiene una venta controlada por las autoridades yanquis.
La información aparecida en el Nuevo Herald, asevera que esos envíos se iniciaron en el año fiscal 2013 y concluyeron en el 2015, según atestiguó Nasserie Carew, vocero del Broadcasting Board of Governors (BBG), agencia federal a la que pertenece la OCB. Sin embargo, no explicaron las vías para introducirlos en Cuba, ni si emplearon nuevamente la valija diplomática acompañada, como en el caso del equipo destinado al del doble agente Raúl Capote.
Nasserie Carew añadió que la suspensión del programa subversivo se debió al elevado costo de los equipos BGAN, información ratificada por el portugués André Mendes, director interino de la OCB y Director de Tecnología y de Información en la BBG, hasta su renuncia el pasado 28 de marzo de 2018.
El senador Marco Rubio al conocer la renuncia de Mendes, declaró sin tapujos: «Estamos trabajando de conjunto con el presidente Donald Trump y su administración, para encontrar nuevo director para la OCB que guíe a TV y Radio Martí en su importante misión de romper el bloqueo del régimen de Castro sobre las noticias y la información».
La prepotencia imperial de Estados Unidos es tal, que no les importa reconocer la violación de las leyes internacionales, ni la transgresión de la soberanía de otro Estado al que pretenden derrocar su gobierno.
Mendes y Carlos García, entonces director de la OCB, viajaron en 2012 a la ilegal Base Naval, ubicada en la provincia cubana de Guantánamo, para hacer ensayos con el BGAN, una prueba más del uso con fines subversivos que da Estados Unidos a ese enclave militar, reclamado por Cuba desde 1959 por haber sido cedido en 1902, bajo las condiciones impuestas por el execrable apéndice constitucional, conocido como Enmienda Platt, por el apellido del senador estadounidense que la propuso.
En su habitual desvergüenza, los yanquis, además de reconocer tales actos subversivos, afirman que iniciaron otro proyecto entre el 2010 y el 2015, consistente en introducir y distribuir en Cuba DVDs y memorias flash con informaciones contra el sistema político cubano, bajo la pretensión de influir en la juventud para que se sublevara contra el Estado.
Entre esos programas subversivos estaban Zunzuneo, Piramideo y Conmotion, lo que ratifica que la Revolución cubana ha sido, y aún sigue siéndolo, víctima de los planes del Gobierno yanqui y sus Servicios de Inteligencia, entre ellos los de corte terrorista que han costado miles de vidas inocentes.
Otras acciones reconocidas por los directivos de la OCB, fue la transmisión de programas de TV Martí, mediante Facebook, IMO y Zapya.
El Congreso estadounidense aprobó en 1985 la Radio Martí y en 1990 la TV Martí, pero ambas estaciones son bloqueadas con excelente efectividad por Cuba, por lo cual Estados Unidos malgasta millones de dólares en algo que no cumple con su objetivo, aunque complace a la mafia terrorista anticubana de Miami, que obtiene beneficios de ese dinero.
Cuba denuncia de forma permanente ante los organismos internacionales, la violación de esas transmisiones, así como los programas subversivos contra su pueblo mediante las redes sociales.
Funcionarios de Estados Unidos, no vinculados a la mafia de Miami, como Geoff Thale, vicepresidente de la Washington Office on Latin America (WOLA), declaró recientemente que:
«TV Martí es un desperdicio de dólares de los contribuyentes, pues llega a pocas personas en Cuba y ha estado plagado de batallas internas. Los reportajes de Radio Martí, a menudo no cumplen con los estándares periodísticos, y es difícil imaginar la justificación para gastar el dinero de los contribuyentes en una estación dirigida específicamente a Cuba, cuando ya tenemos un servicio en español de la Voz de América que llega al hemisferio.»
Pero la mafia anticubana insiste en mantenerlos por los beneficios que reciben con esos presupuestos; por ese motivo Ileana Ros-Lehtinen asegura que esas estaciones son «cruciales para promover la democracia» en Cuba y ayudar a garantizar que los líderes de la «oposición» en la isla reciban cobertura periodística.
Mario Díaz-Balart, también defendió la permanencia de ambas estaciones, a pesar de no ser vistas ni escuchadas en Cuba, porque según dijo «es vital para garantizar que el pueblo cubano, y en particular la «oposición pro democrática», conozcan las actividades que ocurren en todo el mundo y en cada provincia en la isla.
Los planes contra la Revolución cubana tienen una cuota de beneficio para los que llevan 60 años viviendo en Miami, de los millonarios presupuestos que aprueba la Casa Blanca, a pesar del permanente fracaso que sufren.
Cuba ha resistido estoicamente y derrota cada Operación y Planes de Acciones Encubiertas diseñados y ejecutados por la CIA, porque las victorias solo la alcanzan los verdaderos procesos populares y como dijera José Martí: «Las luchas cansan menos cuando las corona la victoria».
Arthur González, especialista en relaciones Cuba-EE.UU., editor del Blog El Heraldo Cubano.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.