El movimiento nacido el 15M marca un punto de inflexión en la historia social del Estado español. Lo acontecido desde el 15M ha favorecido la politización de la sociedad, la apertura de nuevos espacios de autoorganización y participación popular, y ha sido un revulsivo contra la apatía y la despolitización, afirma el sociólogo Josep Maria […]
El movimiento nacido el 15M marca un punto de inflexión en la historia social del Estado español. Lo acontecido desde el 15M ha favorecido la politización de la sociedad, la apertura de nuevos espacios de autoorganización y participación popular, y ha sido un revulsivo contra la apatía y la despolitización, afirma el sociólogo Josep Maria Antentas.
P. A partir de las movilizaciones del 15M, ¿cree Usted que puede haber cambio en el concepto de democracia representativa tal como lo conocemos hoy en día?
R. El 15M impugna el actual modelo político. Aunque de forma imprecisa, y no sin contradicciones y límites, el movimiento critica la profesionalización de la política, la reducción de la democracia a un simple mercadeo electoral entre opciones política parecidas y subalternas a los poderes económicos, y la pérdida de control sobre los representantes políticos. El movimiento expresa una voluntad firme de recuperar el control sobre los asuntos públicos, sobre la toma de decisiones, y de crear espacios democráticos de participación popular, como las asambleas de barrio, por ejemplo. Existen en su seno, en cualquier caso, sensibilidades y visiones distintas sobre modelos alternativos de democracia, y sobre qué relación hay que mantener con la política partidaria. No habrá cambios sustanciales, sin embargo, en el actual modelo de democracia representativa si no hay una movilización social suficiente para imponerlos.
P. A partir de esas manifestaciones sociales de la multitud, ¿se encamina la sociedad a un nuevo momento político?
El movimiento nacido el 15M marca un punto de inflexión en la historia social del Estado español. Las movilizaciones de estos dos meses han sido auténticas luchas fundacionales que señalan el nacimiento de una nueva etapa. La fase dominada por el miedo y la resignación terminó. En la gestión de la crisis las clases dominantes se han encontrado por fin con la irrupción de las masas, y con formas particularmente audaces, combativas y llamativas. Van a tener a partir de ahora a un molesto interlocutor que no preveían.
Lo acontecido desde el 15M ha favorecido la politización de la sociedad, la apertura de nuevos espacios de autoorganización y participación popular, y ha sido un revulsivo contra la apatía y la despolitización.
P. ¿En qué consistiría hoy un cambio en la política y en la democracia?
R. La política y la democracia actual se ha convertido en una política al servicio de una minoría privilegiada, bajo dominio de la elite financiera, y desempeñada por una casta profesionalizada y con estrechos vínculos con el mundo de los negocios. Cualquier cambio significativo pasa por romper con el neoliberalismo y la subordinación de la política a los intereses empresariales y favorecer la posibilidad de las personas de controlar sus propias vidas y su propio destino, fomentando la autoorganización popular y la participación en los asuntos colectivos. Es necesario anteponer otra lógica basada en la defensa de los bienes comunes, la solidaridad y la igualdad a la lógica dominante sustentada en la privatización, la competencia y el egoísmo.
P. ¿Cuáles son los impactos de la crisis financiera global en la sociedad europea?
R. La crisis ha profundizado los efectos sociales de las políticas neoliberales que hemos sufrido durante décadas. Aumenta la polarización de la riqueza, el deterioro del mercado de trabajo y el aumento del desempleo. Con la excusa de la crisis y el déficit se ha puesto en marcha una verdadera «guerra social europea» que busca destruir las regulaciones sociales que todavía quedan en Europa y restaurar los mecanismos de dominación de clase.
La sumisión mostrada por parte de los partidos políticos al mundo financiero ha quedado más patente que nunca, haciendo aumentar la desafección respecto a la política institucional y el escepticismo hacia los representantes políticos, cuyo descrédito es creciente. La crisis ha mostrado de forma cruda las falacias ideológicas del neoliberalismo y ha puesto al descubierto la verdadera naturaleza del sistema, cuya coartada se ha desvanecido. Creo que la gente tiene la sensación de vivir en una democracia secuestrada por el poder financiero, los mercados, las agencias de rating…
P. ¿Es posible hacer un balance de las consecuencias del sistema neoliberal en Europa durante la última década?
R. El neoliberalismo ha provocado el aumento de las desigualdades sociales, la polarización de la riqueza, la precarización del mercado de trabajo, la erosión de los derechos laborales y de los mecanismos de protección social, la depredación ambiental y la privatización del espacio público. Ha significado también la generalización de una cultura consumista e individualista y la propagación de los valores de la competitividad, la competencia y el egoísmo, y ha contribuido a la fragmentación social, rompiendo las solidaridades de clase, y a la privatización de la vida social de las personas.
P. Algunos sociólogos dicen que Europa ha vuelto a descubrir sus pobres. ¿Desde cuándo el estado de bienestar social está dañado? ¿Cuál es la situación actual del bienestar social en Europa?
R. La situación es muy dispar en función de cada país, pues los modelos o regímenes del Estado de bienestar han sido distintos en la Europa mediterránea, la anglosajona, la centroeuropea o la escandinava y, por supuesto, en la Europa del Este. Pero la tendencia general de las últimas décadas ha sido la erosión de las conquistas y las regulaciones sociales.
Las clases dominantes europeas consideran que los derechos sociales existentes en el viejo continente son un obstáculo para la competitividad internacional de las empresas europeas en su lucha para no perder posiciones en la economía global. Por ello desmantelar tanto como se pueda el llamado «modelo social europeo» es su objetivo estratégico desde hace décadas, que se ha intensificado ahora todavía más.
P. ¿Qué se puede esperar de los partidos de izquierda europeos?
R. La socialdemocracia está totalmente integrada en la lógica del actual sistema y no tiene una agenda propia de salida a la crisis diferenciada de la que tiene a la derecha y se limita a administrar los intereses del poder financiero. No se puede esperar nada de ella. A su izquierda, los Verdes europeos experimentaron hace tiempo un rápido proceso de integración en las instituciones llegando a formar parte de muchos gobiernos con la socialdemocracia, y aplicando sin dudar políticas social-liberales envueltas de un maquillaje verde. En muchos países crecen electoralmente con voto desencantado de la socialdemocracia, que busca votar algo un poco mejor y más fresco, pero no tienen ningún proyecto alternativo. A su vez, la mayoría de Partidos Comunistas, o coaliciones dominadas por ellos (con las excepciones de Portugal y Grecia, donde hay partidos comunistas de tipo estalinista) han tendido a desplazarse hacia la derecha, institucionalizando su práctica política y gobernando siempre que han podido al lado de la socialdemocracia y subalternizándose a ésta. En algunos lugares crecen electoralmente a costa de la socialdemocracia, pero carecen de vínculos sólidos con los movimientos sociales y con las nuevas generaciones militantes. Existen alternativas anticapitalistas relevantes en algunos países, como el Bloco en Portugal o el NPA en Francia, que son intentos de articular nuevos proyectos anticapitalistas orientados a las luchas, aunque también atraviesan dificultades, y en varios países europeos la izquierda anticapitalista, sin ser relevante en el plano político-electoral, tiene un rol en las luchas sociales significativo. El reto de fondo sigue siendo construir una alternativa política portadora de un proyecto de ruptura, orientada a las luchas y con una concepción no institucional de la política, y que adquiera influencia social en una sociedad fragmentada y crecientemente desestructurada.
P. ¿Cómo los políticos y las instituciones financieras se han manifestado frente a las manifestaciones del 15M?
R. Primer reaccionaron con incredulidad y con la esperanza de que el movimiento fuera algo pasajero. Asumido ya que esto no es así las reacciones se dividen entre la hostilidad manifiesta, incluyendo las tentativas de criminalizarlo, y los muestras demagógicas de falsa simpatía hacia el mismo.
El movimiento plantea una serie de cambios que cuestionan de raíz la actual política económica y la lógica de la política profesional. A pesar que algunas demandas aisladas del movimiento puedan ser satisfechas y que algunos sectores moderados en su seno podrían ser cooptados o instrumentalizados, la clase política y el poder financiero tiene muy difícil poder desactivar a un movimiento como éste y no pueden reabsorber sus demandas sin tocar el núcleo duro de sus actuales políticas.
P. ¿Cuál es el impacto del movimiento en la política y en la economía española? ¿El 15M ya ha logrado alguna acción concreta?
R. El movimiento irrumpió de forma inesperada y abrupta en la vida política y social del estado español. Después de dos años y medio donde las resistencias a la crisis habían sido limitadas (aunque reales) el estallido del 15M ha cambiado todo el panorama político, social y cultural del país. Impugna el actual modelo económico, las políticas en cursos y el régimen político nacido en la España postfranquista. Ha emergido un nuevo actor político y social cuya existencia es enormemente molesta para los poderes políticos y para tod@s aquell@s que tienen el monopolio de la vida pública y la toma de decisiones, que se ven ahora abruptamente interpelados por un movimiento que no esperaban y cuya vitalidad les ha desconcertado.
La mayor victoria del movimiento es que ha permitido que mucha gente recupere la confianza en la acción colectiva, en la capacidad colectiva de cambiar las cosas. Ha demostrado que «sí, se puede», de que es posible vencer después, de muchos años de retrocesos y derrotas. Desde el 15M hasta ahora se han logrado varias victorias que han generado una sensación de fuerza y optimismo: primero, el desafío a la Junta Electoral Central y a su prohibición de las acampadas y ocupaciones de plaza la víspera de las elecciones del 22M; segundo, la victoria frente al intento de desalojo de Pl. Catalunya el 27M por parte de la policía; tercero, la victoria frente a la tentativa de criminalización mediática del movimiento después de la jornada de bloqueo al Parlament de Catalunya el 20J, en ocasión del debate sobre los presupuestos del gobierno catalán.
Se han conseguido también algunas victorias concretas, aunque muy defensivas. En muchos barrios de todo el Estado español la movilización social ha conseguido paralizar varios desahucios de familias que no podían pagar su vivienda. En Catalunya, donde el gobierno catalán ha anunciado fuertes recortes en sanidad, las ocupaciones de ambulatorios han conseguido en algunos casos evitar cierres y recortes de los servicios de urgencias y otros. También en muchas ciudades durante estos dos meses se ha impedido de facto la aplicación de las represivas «ordenanzas del civismo» (que regulan el uso del espacio público), aunque si no se consigue su derogación su aplicación volverá a ser implacable cuando el movimiento baje.
Ahora bien, es preciso reconocer que el movimiento todavía no ha obtenido suficiente fuerza para revertir el sentido general de las políticas antisociales en curso ni las grandes reformas neoliberales, ni la aprobación de los recortes sociales en el caso de Catalunya.
P. ¿Cuáles son los efectos sociales y políticos del movimiento 15M en Europa?
R. El arranque del movimiento en el Estado español generó muchas muestras de solidaridad y simpatía. Bajo el impulso a menudo de estudiantes provenientes del estado español en muchos países europeos hubo acampadas y ocupaciones simbólicas de plaza en solidaridad con el movimiento del 15M, e intentos de arrancar un movimiento similar. En Grecia, el país europeo con una situación social más explosiva desde que estalló la crisis, el movimiento popular añadió el método «ocupación de plaza+acampada» a su protesta, convirtiendo la Pl Syntagma de Atenas en el centro de la movilización social contra los nuevos planes de ajuste. La emergencia del 15M en el Estado español, las protestas en Grecia…son síntomas que empieza a haber un cambio de tendencia en el conjunto de la Unión Europea y que está arrancando un ciclo de movilizaciones contra los efectos de la crisis. Las revueltas del mundo árabe y las protestas en el sur de Europa han colocado al Mediterráneo en el epicentro de esta nueva oleada de luchas.
P. ¿Cuál es su expectativa en relación al 15M, dos meses después del surgimiento del movimiento?
R. Estamos al comienzo de una nueva oleada de luchas, de la que el 15M y las ocupaciones de plaza han sido la primera sacudida. La emergencia de las asambleas de barrio son el logro organizativo más fuerte del movimiento y su dinámica por ahora es positiva. Las últimas movilizaciones, como la marcha a Madrid el pasado 23 y 24 de julio, la manifestación contra los presupuestos del gobierno catalán en Barcelona el 20 de julio y, sobretodo, las innumerables movilizaciones en pequeñas ciudades contra los recortes en sanidad y los desahucios, muestran la vitalidad del movimiento. En septiembre y octubre habrá nuevas luchas y la jornada de manifestaciones del 15 de octubre se antoja fuerte. Uno de los retos y asignaturas pendientes es penetrar dentro de los centros de trabajo, llevar la indignación a las empresas y agitar el panorama sindical, cuestionando la política de concertación de los sindicatos mayoritarios.
Fuente: Revista electrónica brasileña IHU On-Line, del Instituto Humanitas Unisinos (04/08/11). http://www.ihuonline.unisinos.br/