Cómo, a veces, lo que se toma por fracaso es el comienzo del triunfo. El 26 de julio de 1953 era domingo, y en Cuba se imprimía una lección histórica para los pueblos del mundo, una lección que con el paso del tiempo enseñaría que lo establecido por las grandes potencias puede ser conculcado por […]
Cómo, a veces, lo que se toma por fracaso es el comienzo del triunfo. El 26 de julio de 1953 era domingo, y en Cuba se imprimía una lección histórica para los pueblos del mundo, una lección que con el paso del tiempo enseñaría que lo establecido por las grandes potencias puede ser conculcado por quienes luchan por un mundo mejor, y lo pueden conseguir ese cambio por el que muchas gentes honestas dejan su vida. Los revolucionarios cubanos trabajaron sobre su propia realidad y vencieron a la tiranía y al imperio.
Unos pocos jóvenes mal armados asaltaron dos cuarteles para hacerse con armamento, el Moncada y el Carlos M. Céspedes, el primero en Santiago y el segundo en Bayamo.
Cayeron muertos, fueron hechos prisioneros, salieron vivos, pero de aquello brotó el movimiento político y social que respaldaría a los revolucionarios encabezados por Fidel Castro. La organización revolucionaria, a pesar de que en principio su acción apareció como un fracaso, no renunció a su propósito de derrocar la dictadura. El asalto a los cuarteles resultó finalmente un acelerón en la conciencia social que llevó al triunfo de los barbudos el 1 de Enero de 1959.
Luchaban contra un gobierno que lo formaban una colección de parásitos, provenientes de un golpe de estado y con propuestas electorales que eran un vulgar truco para decir que tenían el poder legítimamente, robando el dinero del país y corrompiendo hasta el aire que se respiraba, prostituyendo el lenguaje, las ideas, y todo lo que formaba parte de las relaciones en la vida, contra todo eso luchaban los revolucionarios.
Cómo remediar la corrupción, el abuso de fuerza, el paro, la falsificación de la Constitución, las mafias gobernantes que traficaban con los bienes públicos, la judicatura mafiosa, el hambre y las enfermedades consiguientes, cómo remediar el analfabetismo, el que a la mayoría de la población le hiciesen imposible estudiar, cómo apartar a quienes se habían hecho con el poder y hacían gobierno.
La revolución, que es el compromiso del pueblo con las gentes más aguerridas a la cabeza, hizo suyo su presente y su futuro. La interrupción de la historia como la concebían los explotadores, por quienes intentaron tomar el Moncada y el Céspedes, fue plenamente oportuna. Se cambió de manera radical la marcha de Cuba, y para los pueblos de Latino América y del mundo el resultado final fue un referente desde entonces. Por eso el imperio, con un presidente desprestigiado como no ha estado ningún otro dentro y fuera de su país, invierte tanto dinero, tanta imposición a otros gobiernos, tanta propaganda, tantos mercenarios, contra la Cuba liberada, ejemplo sociedad de resistencia al sistema que explota a los pueblos del mundo, el capitalismo.
El 26 de julio de 1953 era domingo. Los barbudos cubanos han escrito uno de los días de celebración de los pueblos del mundo.
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