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El 4M según el CIS: Percepción, realidad y expectativas

Fuentes: Rebelión

Los resultados de las elecciones autonómicas de Madrid, del pasado 4 de mayo, están claros: Por un lado, el éxito del Partido Popular de Ayuso, la debacle de Ciudadanos y la persistencia de VOX; por otro lado, el refuerzo del espacio del cambio, Más Madrid y Unidas Podemos, que aunque supera ampliamente al Partido Socialista, que sufre un gran fiasco, no logra compensar su descenso y conlleva el fracaso de una alternativa gubernamental de izquierdas.

La primera tabla expone los resultados de las elecciones autonómicas de 4 de mayo de 2021, comparadas con las de mayo de 2019 y las generales de noviembre de 2019, en el ámbito de la Comunidad Autónoma de Madrid (CAM), ya valorados en otros estudios junto con las encuestas preelectorales del CIS: Lecciones madrileñas y 4M: Identificación ideológica y modelo social. Ahora me voy a centrar en las transferencias de voto que han conformado esos resultados. El estudio 3328, Postelectoral elecciones autonómicas 2021 del CIS, publicado el uno de julio, nos proporciona algunos datos complementarios para profundizar en ello sobre los que habrá que volver.

La segunda tabla adjunta es ilustrativa de los desplazamientos de voto, a título de hipótesis más probable. La encuesta del CIS no proporciona datos directos, solo dudas del electorado entre diversos partidos: fundamentalmente entre MM y PSOE, 6 puntos del total de personas entrevistadas, algo menos entre MM y UP, 4,9 puntos, y de forma significativa solo 1,4 puntos entre PP y PSOE. Es evidente la fuga de votos al PP provenientes del grueso de votantes de CS y de la abstención. No comento los restantes pequeños desplazamientos de voto que no son muy significativos, incluyendo la persistencia del electorado de VOX con similar porcentaje.

Me centro en dos aspectos analíticos que tienen trascendencia política y exigen un estudio riguroso. Están sometidos a diversas interpretaciones, ya que tienen importancia para el devenir de una alternativa progresista a las derechas: a) hacia dónde se ha ido el descenso del voto al Partido Socialista y cuál es su papel y su orientación renovadora, así como el impacto del marco estatal del Gobierno de coalición; b) cuál es la dimensión del voto del espacio del cambio de progreso, Más Madrid y Unidas Podemos, con las particularidades de su crecimiento, procedencia e interacción para plasmar de forma realista una dinámica colaborativa.

En ambos casos hay que realizar una exploración de diversos indicadores del CIS (y otros estudios demoscópicos) y, sobre todo, partir de la evidencia de los resultados electorales, de forma comparativa y evolutiva, según la primera tabla.

No obstante, antes de continuar hay que señalar la importancia de un indicador sesgado del CIS. Se trata de la percepción del recuerdo de voto en las elecciones autonómicas de 2019 de las personas votantes de Más Madrid y Unidas Podemos, que no se corresponden con la realidad e inducen a un error interpretativo (por ejemplo, Daniel V. Guisado en Público, 2/07/2021: ¿Qué nos cuenta el CIS de la victoria de Ayuso?). Así sobrevaloran el incremento de Más País y destacan el deterioro de Unidas Podemos y su (supuesta) fuga de votos hacia MM. Veamos.

Percepción, realidad y expectativas en el espacio del cambio

Los datos de la encuesta reflejan la opinión de las personas entrevistadas sobre su voto el 4M: 16,3% para MM (el dato real fue 16,97%) y 9,1% para UP (7,21% real). Podemos tolerar esas pequeñas diferencias en cuanto a la representatividad de la muestra. No obstante, el problema mayor de respuestas segadas se produce en la pregunta sobre A qué partido votó en las autonómicas de 2019 y Cuál es su recuerdo de voto, en aquellas elecciones.

Pues bien, para el caso de MM contestan 8,7% y 7,4%, respectivamente; para el caso de UP, responden 14,1% y 11,9%. Es decir, ambas respuestas sobre el voto y su recuerdo son erróneas, distintas a la realidad antedicha: casi la mitad de las personas que han votado ahora a MM consideran que hace dos años votaron a UP, pero eso no es cierto; pueden estar confundidos con su respaldo a UP en las elecciones generales de noviembre de 2019 y ahora han cambiado de voto en las regionales, cosa coherente con los análisis previos citados. Sin embargo, las proporciones entre ambos apenas han variado en las dos elecciones autonómicas, sin apenas transferencias de votos entre ellos, en un sentido o en otro (o neutralizando los pequeños flujos).

Pero, al partir de esa percepción errónea de las personas entrevistadas por el CIS, cuyo punto de partida es muy bajo para MM (casi la mitad) y muy alto para UP (casi el doble), se amplifica la transferencia de voto de UP a MM, cuando básicamente, esos porcentajes diferentes ya se habían producido en las autonómicas de 2019, con 7 y 20 escaños, en comparación con los 10 y 24 escaños de ahora. Por tanto, desde esa muestra no representativa se llega a la conclusión incierta de la gran fuga de votos de UP hacia MM (que el articulo citado cuantifica hasta en un tercio del electorado de UP) que engrosaría MM, cosa inverosímil ya que la primera formación ha sumado ochenta mil votos más.

Es decir, la sensación de fracaso que ha llevado a Pablo Iglesias a su dimisión no ha sido por los escasos resultados electorales de UP, que han mejorado, o el desplazamiento de voto hacia MM, cosa falsa, sino por la incapacidad del conjunto de las izquierdas para ganar a las derechas, a causa del fuerte descenso de la representatividad del Partido Socialista. Ese es el gran problema para la sociedad madrileña (y española): la victoria de una gestión trumpista en la CAM.

Los equilibrios entre ambas formaciones se mantienen respecto de las elecciones autonómicas de 2019: 2,6 veces de votos para MM por 1 para UP, en el año 2019; 2,3 veces a 1, respectivamente, acortando la distancia, en 2021. Igualmente, la constatación de que el ámbito regional es distinto al marco estatal de las elecciones generales de noviembre de 2019, con una relación inversa de 2,3 veces de UP (5 diputados) respecto de 1 de MM (dos diputados). O sea, hay unas trescientas mil personas que varían su voto según el ámbito electoral, estatal o regional: en las generales se inclinaron por UP y en las dos autonómicas por MM.

Por tanto, es de destacar que apenas ha habido desplazamientos de voto entre ambas elecciones autonómicas, en una dirección u otra y que ambas fuerzas han incrementado su electorado, tanto procedente del PSOE como de la abstención. En el caso de MM el impacto del crecimiento de su electorado ha sido del 10% proveniente de votantes socialistas y el 20% de la abstención; mientras en el caso de UP, el porcentaje de aumento en su electorado ha sido del 14% en el primero caso y del 30% desde la abstención.

En definitiva, lo destacable es que el espacio del cambio, sumadas ambas fuerzas (Más Madrid y Unidas Podemos) que han crecido, se ha reforzado con más del 24% de representatividad electoral (17% + 7,2%), y ha desbordado al propio Partido Socialista, que no llega al 17%, como principal dinámica progresista o de izquierdas. El reto, particularmente en el ámbito estatal, es promover una colaboración en el próximo ciclo electoral de autonómicas, municipales y generales del año 2023, pero para ello conviene partir de un diagnóstico realista y compartido de la representatividad de cada cual y de sus expectativas de acuerdo con su particular perfil político.

A dónde va el descenso del electorado del PSOE

El crecimiento de la participación el 4M se ha dividido entre, por un lado, el PP y, por otro lado, el llamado espacio del cambio (MM y UP); el PSOE no solo no se ha beneficiado sino que una parte de su electorado anterior ha incrementado la abstención. Según el CIS, de las personas que no votaron el 4M, el 72,1%, cerca de 300.000 personas, no quiso votar (el resto no pudo), y la razón principal aducida es por varios motivos de desafección política (8% del total) y muy poco por el Covid-19 o el miedo a él (0,2%).

Pero si consideramos la ampliación del voto abstencionista hacia PP y al espacio del cambio y que el grueso del electorado de CS ha ido al PP, es razonable la hipótesis de que, al menos, la mitad de esa desafección abstencionista corresponde al anterior electorado socialista, el cual ha disminuido en más de 10 puntos. Ese sector no ha confiado en Ayuso, pero tampoco en el espacio del cambio. Pero sus razones críticas son evidentes: el desengañado con la estrategia de Gabilondo, especialmente por su orientación continuista en la política social, económica y fiscal en vez de un refuerzo de servicios públicos suficiente, que conllevaba la insuficiente oposición a la gestión sanitaria de Ayuso, que ha sido el tema principal de preocupación de la gente en esta campaña electoral.

Por tanto, la estrategia perdedora de Gabilondo y la dirección socialista madrileña (con el aval de la Moncloa), ha conllevado su descenso representativo y ha arrastrado al fracaso para una alternativa de izquierdas. Así, respecto de su electorado en las autonómicas de 2019, se han producido tres distintas tendencias: hacia el PP, el 9%; al espacio del cambio, el 11% (a MM, el 7% más a UP el 4%), y a la abstención, el 21%, prácticamente la mitad de su pérdida.

O sea, tres cuartas partes de su fiasco electoral se han desplazado hacia su izquierda y con opiniones críticas, y una cuarta parte hacia su derecha. La opacidad interpretativa ha convivido con la ausencia de una reconsideración autocritica de esa estrategia y una ambigüedad sobre la nueva orientación para ganar credibilidad ciudadana. No obstante, a nivel mediático se ha puesto más de relevancia esa fuga minoritaria hacia el PP para intentar justificar su giro hacia el centro, cuando ha sido la causa de su principal debilitamiento. Queda el reto de la capacidad y determinación socialista para colaborar en una alternativa institucional de progreso en Madrid.

Esta lectura se conecta con las estrategias generales para construir una alternativa de gobierno autonómico a las derechas para 2023. Parece que el presidente Sánchez ha tomado nota, aunque no de forma explícita y consecuente, de las lecciones del 4M para el socialismo madrileño, con su errática estrategia centrista y de cuestionamiento de su alianza con Unidas Podemos.

Por un lado, se reafirma, con valentía, en los indultos y el diálogo con la Generalitat catalana, aunque está por ver sus resultados a medio plazo para superar el conflicto político, afianzar una solución negociada, particularmente con ERC, desbloquear el tema territorial y frenar la crispación derechista.

Por otro lado, mantiene cierta tibieza continuista en materia socioeconómica. Aunque se van dando pasos concretos positivos, permanece un relativo bloqueo en cuestiones importantes. Junto con los planes de modernización económica, el Gobierno de coalición y sus aliados deberían reafirmar la agenda social de progreso: subida del SMI, derogación de la reforma laboral, ley de vivienda, presupuestos y fiscalidad progresiva, pacto de pensiones…

Su desafío es la consolidación del acuerdo progresista del gobierno de coalición. Daría credibilidad a la dinámica reformadora de progreso para la vida de la mayoría social, con un freno a las derechas, y encarrilaría la segunda fase de la legislatura con el objetivo de ganar las próximas elecciones generales con un proyecto de país compartido con el bloque de la investidura. La experiencia madrileña habría servido para impulsar ese cambio.

Antonio Antón. Profesor de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid.

Blog del autor: https://www.antonio-anton-uam.es