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Entrevista a Cristina Ibáñez, especialista en lenguaje de signos

«El 95% de los sordos se consideran analfabeto»

Fuentes: Diagonal

Esta especialista de la Universidad de Sevilla denuncia la ignorancia que sufren las personas sordas desde que son detectados por los servicios médicos «obligándoles a hablar» hasta la falta de medios en las aulas.DIAGONAL : ¿A qué situación se enfrentan en las aulas las personas sordas? CRISTINA IBÁÑEZ : En los centros de educación no […]

Esta especialista de la Universidad de Sevilla denuncia la ignorancia que sufren las personas sordas desde que son detectados por los servicios médicos «obligándoles a hablar» hasta la falta de medios en las aulas.

DIAGONAL : ¿A qué situación se enfrentan en las aulas las personas sordas?

CRISTINA IBÁÑEZ : En los centros de educación no existe nadie especializado para educar a las personas sordas. Además, debemos tener muy en cuenta la heteregoneidad de esta parte de la población, lo que complica todo mucho más. Hay algunos cuyos padres son sordos, otros sólo la madre o el padre, otros ninguno. Una situación similar se vive con los progenitores que saben utilizar el lenguaje de señas. Los colegios de sordos hace tiempo que desaparecieron, pero los profesores ahora no tienen ningún tipo de formación obligatoria. Lo máximo que existen son Centros Preferentes para Sordos, donde sí que hay personal que se ha formado, pero a través de cursillos de lengua de signos, de logopedia. Pero no existe ningún tribunal que evalúe las condiciones de esas personas.

D. : ¿Cómo afecta esta situación de desatención a las personas con discapacidades auditivas?

C. I. : Existe tradicionalmente una falsa idea de intentar obligar a estas personas a que aprendan el lenguaje oral. Siempre desde la medicina se intenta que el chaval hable, incluso se fuerza que usen mínimamente los manos. Sin embargo, es mucho más útil que el niño sordo comprenda el mundo por el lenguaje de sordos, incluso para aprender el lenguaje oral. Además, la infancia es el momento en que todas las personas tienen mayor facilidad para el aprendizaje de lenguajes. Y aquí se cae en otro error : intentar enseñar el lenguaje oral a través de lenguaje oral. La consecuencia de todo esto es que crecen con muchas carencias. El 95% se denominan a sí mismos analfabetos y sufren de mucho complejo de inferioridad, sufren muchos problemas de vergüenza.

D. : ¿Qué medidas podrían servir para fomentar el lenguaje de signos?

C.I. : Muchas universidades españolas ponen en marcha cursos de lengua de signos y organizan jornadas, congresos o charlas sobre la educación de las personas sordas, la importancia del aprendizaje de la lengua de señas y otras cuestiones relacionadas. Pero no existe un grado de lengua de señas (filología gestual, traducción e interpretación lengua de señas-español ni nada parecido) y sólo en algunas existen postgrados para formación de profesores o intérpretes. Esta situación tampoco va a cambiar con el nuevo proceso de adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior.

D. : ¿Y cómo se puede solucionar este problema?

C.I. : No se podría empezar desde arriba, desde la Universidad. Lo primero sería crear equipos disciplinares en los hospitales para informar a los padres. Después, se debería intentar que desde la educación infantil y primaria los niños consigan ser bilingües, igual que existen centros en inglés-español o francésespañol. Hay que enseñar también el lenguaje de signos a sus padres, para que se puedan comunicar con el resto de personas y puedan expresar mejor sus sentimientos. Pero, como en el caso de otras minorías, no consiguen sus objetivos. Las medidas necesarias no se ponen en funcionamiento por falta de presupuesto.

Falta de visibilidad

Para Cristina Ibáñez la tarea no se limita a educadores y médicos. «Los medios podéis dar a conocer la realidad del colectivo, que apenas participa en sociedad por falta de recursos para acceder a ella. La falta de formación, la barrera del idioma y la baja autoestima hacen que muchas personas sordas se aíslen y hagan una vida muy limitada, sin oportunidades para acceder a lo más básico : educación, formación, ocio…», concluye.