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El agua y el derecho a la vida

Fuentes: Virginia Volten

  Foto: Sebastião Salgado   «¡Despertemos! ¡Despertemos humanidad! Ya no hay tiempo. Nuestras conciencias serán sacudidas por el hecho de sólo estar contemplando la autodestrucción basada en la depredación capitalista, racista y patriarcal» (Berta Cáceres)   En julio de 2010, la ONU reconoció el derecho humano al agua y al saneamiento, asimismo reafirmó que el […]

 

Foto: Sebastião Salgado

 

«¡Despertemos! ¡Despertemos humanidad! Ya no hay tiempo. Nuestras conciencias serán sacudidas por el hecho de sólo estar contemplando la autodestrucción basada en la depredación capitalista, racista y patriarcal» (Berta Cáceres)

 

En julio de 2010, la ONU reconoció el derecho humano al agua y al saneamiento, asimismo reafirmó que el agua es la fuente esencial para la realización de todos los derechos humanos. La declaración da cuenta de una evidencia: sin agua no hay vida.

Del total del agua en el mundo, apenas uno 2,75% es dulce y, por lo tanto, adecuada para el consumo humano. Uno 31% de las fuentes de agua potable disponibles en el mundo está en Latinoamérica. Sin embargo, en esta región, 37 millones de personas no tienen acceso al agua potable y 110 millones sufren con la falta de saneamiento. Se estima que el territorio latinoamericano será uno de los que sufrirá más fuertemente los eventos extremos en consecuencia del cambio climático -como el aumento en el nivel del mar-, lo que significará la salinización de los deltas y la intrusión marina en los acuíferos.

La contaminación y la escasez del agua son más sentidas por las personas más expuestas a sus consecuencias, sobre todo por las mujeres y niñas que tienen que caminar varios kilómetros para obtenerla, por los pueblos indígenas que la necesitan para existir como tal y para campesinos y campesinas que necesitan del agua para su subsistencia. Más allá de esto, la falta de saneamiento genera la propagación de enfermedades infecciosas que afecta, sobre todo, a los niños y niñas. Las poblaciones vienen manifestándose respecto de las causas de estas problemáticas hace mucho tiempo. Esto se ejemplifica en todas las luchas llamadas «guerras del agua» que tiene como uno de sus símbolos más importantes la revuelta popular que se dio en Bolivia, entre enero y abril del año 2000, la cual puso en cuestión la privatización de este bien común frente a la presión del Banco Mundial.

Según el abogado y especialista en Derecho Internacional, Javier I. Echaide, la privatización de tales bienes -entendibles comunitarios-, como el agua, resulta inaceptable, no porque sea imposible, sino porque las consecuencias aplicadas a una escala individual resultan injustas, y las posibles consecuencias a una escala social resultan aberrantes. El abogado también enmarca que la generación de derechos de exclusión -consecuencia propia de la mercantilización de cualquier bien común- equivale -en el caso del agua potable como elemento fundamental al sostenimiento de la vida- a otorgar derechos de vida y de muerte para quienes los detenten: una responsabilidad demasiado grande como para dejarla libre a las reglas del mercado.

En los años 90, gran parte de los Estados latinoamericanos desarrollaron una reforma del marco legal para facilitar y promover las inversiones de empresas que operan a nivel mundial. En este marco, hubo un alza en la implementación de proyectos mineros en toda la región. La actividad minera esta asociada a la liberación de componentes químicos, como el cianuro y el mercurio. Los sedimentos dejados por la minería se incorporan al ciclo hidrológico, contaminando aguas superficiales y subterráneas. Este modelo extractivo-exportador es causa de diversos conflictos por su carácter contaminante y colonizador -ya que la cultura minera atraviesa los territorios con su lógica neodesarrollista, cambiando la geografía y destruyendo la economía y las costumbres locales-.

Frente a las evidencias que cobran responsabilidad de los gobiernos, la respuesta limitase a enfocar en «prestaciones de servicios más eficientes, resilientes y amigables con el medio ambiente» y en «lograr una mayor eficiencia en el uso del agua». Nada dicen respecto del modelo productivo dominante que contamina con sus agrotóxicos, ni de las empresas que utilizan el agua para proyectos con fines de acumulación de capital.

La búsqueda por el crecimiento y el desarrollo infinito utilizando recursos finitos y no renovables se choca con los límites innegables. Sin embargo, desde del lado del pueblo está la resistencia en defensa de la vida misma. En los días 15, 16 y 17 de septiembre, los Pueblos Catamarqueños en Resistencia y Autodeterminación (PU.CA.R.A.) organizan la I Cumbre Latinoamericana del Agua . El objetivo es crear una red latinoamericana de defensa del Agua para los pueblos.

 

Fuentes:

FILARDI, Marcos Ezequiel. Los derechos humanos al agua y al saneamiento: aportes para un debate

nacional pendiente.

ECHAIDE, J. AGUA COMO BIEN COMÚN DESDE UNA PERSPECTIVA CRÍTICA DEL ANÁLISIS ECONÓMICODEL DERECHO

SHIVA, Vandana. Water Wars

Otras Fuentes: https://elpais.com/internacional/2015/05/13/actualidad/1431542093_232345.html

 

Fuente: http://virginiabolten.com.ar/editorial/el-agua-y-el-derecho-a-la-vida/