Entre los números 127 (septiembre de 1928) y 143 (mayo de 1929), La Revista Blanca publicó una serie de artículos de Max Nettlau ahora recopilados por Ediciones Al Margen.
El historiador anarquista austriaco Max Nettlau (Neuwaldegg 1865-Amsterdam 1944) tuvo una relación especial con el estado español. Por ejemplo con el sindicalista, maestro y editor Federico Urales (pseudónimo de Juan Montseny), quien en 1898 fundó –junto a su compañera Teresa Mañé- la publicación anarquista La Revista Blanca. Juan Montseny animó a que Nettlau, investigador del anarquismo internacional y alemán, se aproximara a la documentación que se localizaba en Barcelona sobre la Primera Internacional en España (los núcleos de la AIT en el estado español tuvieron como punto de partida la llegada del anarquista Fanelli en 1868).
Entre los números 127 (septiembre de 1928) y 143 (mayo de 1929), La Revista Blanca publicó una serie de artículos de Max Nettlau ahora recopilados por Ediciones Al Margen, en un libro de 205 páginas titulado Impresiones sobre el socialismo en España.
La nota editorial de Al Margen subraya algunas de las circunstancias vitales del biógrafo de Bakunin, Reclus o Malatesta, y también autor de La primera internacional en España (1868-1888); La anarquía a través de los tiempos; Histoire de l’anarchie o Viaje libertario a través de América Latina; así, tras el final de la Primera Guerra Mundial en 1919, la crisis y la inflación echaron a perder la fortuna que Max Nettlau heredó de su familia y le forzaron a la precariedad. A partir de 1928, viajaba una vez –casi todos los años- al estado español.
Este historiador anarquista, “trabajador infatigable”, continuó recabando documentación y publicando textos. En 1935, “vendió su inmensa colección de libros, periódicos, archivos y otros documentos sobre el socialismo y el anarquismo al Internationaal Instituut Voor Sociale Geschiedenis (IISG) de Amsterdam”, explica Ediciones Al Margen.
Uno de los periodos de la AIT en España analizados por Max Nettlau es el comprendido entre 1869 y enero de 1874. Una defensa del anarquismo colectivista podía leerse –en agosto de 1869- en las páginas del periódico La Federación, editado en Barcelona y dirigido por el periodista y tipógrafo anarquista Rafael Farga Pellicer. El editorial del primer número abogaba por la asociación y la solidaridad obrera de todos los oficios y países, y recomendaba a los lectores los principales textos de Bakunin.
La Federación Regional Española de la AIT se fundó en el Congreso Obrero de Barcelona de 1870, durante el denominado Sexenio Democrático (1868-1874). ¿De qué modo actuó la sección española de la AIT? “Se mantuvo apartada del mercado político permanente, abismo que se fue tragando uno tras otro a los partidos políticos, de los avanzados a los moderados, hasta dejar el campo libre por mucho tiempo a la reacción más insolente”, valora Nettlau.
“Individualmente, también los internacionalistas habrán estado en esos años con todos los que luchaban por una causa progresiva, con los cantonalistas de 1873 y otros”, agrega el investigador austriaco.
En 1873 la Internacional española contaba con 50.000 miembros inscritos, y un número muy elevado de sindicatos; en enero del año siguiente se produjo el golpe de Estado del general Pavía, al que siguió el Gobierno de otro general, Serrano, que ordenó la disolución de la AIT (la etapa de prohibición se prolongó hasta 1881).
En otro artículo de La Revista Blanca, Max Nettlau escribe sobre la Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE), constituida en 1881 –tras una década de clandestinidad- en Barcelona, a iniciativa de militantes anarquistas catalanes como Rafael Farga Pellicer, Josep Llunas y Antoni Pellicer. Un año después, cuando se celebró el Congreso de Sevilla, contaba con 60.000 afiliados. La FTRE estuvo en funcionamiento hasta 1888.
El doctor por la universidad de Leizpig, que vivió en Londres, Viena y Amsterdam, documentó el ideario de la Federación de Trabajadores anarquista; así, según la Revista Social, órgano de la FTRE publicado en Madrid, en la sociedad del porvenir –de la Armonía universal, cuyos ejes son la Autonomía, el Pacto y la Federación asentados en la Propiedad colectiva- “la cuestión del salario no podrá surgir, porque dueñas las colectividades obreras de los instrumentos de producción, ejerciendo su autonomía, lo mismo el individuo que la sección estipularán en cuanto se ha de estimar el trabajo de cada individuo para la percepción del producto (…)”.
Max Nettlau resaltó la importancia del Congreso celebrado en Valencia (octubre de 1883), en el que participaron 152 delegados, de 222 federaciones locales con 539 secciones; en un texto de la época, se afirma: “Si continuasen los atropellos, persecuciones y amenazas contra los trabajadores por ejercer el derecho natural consignado en la Constitución, debemos disolvernos protestando de que en España no es posible vivir dentro de la legalidad, por las brutalidades que el caciquismo burgués lleva a cabo en todas partes”.
Uno de los elementos destacables es la “cruel persecución” de 1883 en Andalucía, que redujo de manera drástica el número de militantes federados (de 38.000 a “algunos grupos”); en este contexto represivo -por parte de la Guardia Civil, durante la monarquía de Alfonso XII-, la FTRE denunció cómo el Gobierno, los propietarios y los medios de comunicación identificaban a la Federación de Trabajadores con los presuntos delitos de la denominada Mano Negra y otras asociaciones secretas en el campo andaluz.
Nettlau subraya otra razón de la “decadencia” que atravesó a la FTRE entre 1883 y 1885: “La preferencia de sus miembros por la idea revolucionaria, por perseguida, aislada y materialmente impotente que ésta fuese entonces, antes que las ventajas materiales que un sindicalismo basado sobre una vasta organización pública adaptada a las conveniencias habituales les habría podido aportar. En este caso el heroísmo residió en la decadencia y no en una prosperidad mal adquirida”.
Impresiones sobre el socialismo en España incluye la información recabada por el historiador sobre las organizaciones sucesoras de la FTRE: la Federación Española de Resistencia al Capital o Pacto de Unión y Solidaridad (constituida en mayo de 1888); y la Organización Anarquista de la Región Española (OARE), también de 1888.
En términos generales, más allá del caso español, “todo lo que se había hecho de 1864 a 1889 en materia de propaganda diversa mostró sus frutos, aquí en forma de huelga general de proporciones e intensidad inesperadas, allí en forma de tranquilo paseo en el parque con reuniones anodinas, como en Londres el primer domingo de mayo (…)”, escribía Max Nettlau en el verano de 1928.
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