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El aprovechamiento y protección de las aguas en Nicaragua

Fuentes: Ecoportal.net

En días anteriores, se ha celebrado la efeméride del Día Mundial del Agua, culminando un gran evento internacional (IV Foro Mundial del Agua, México), en el que participaron quince mil personas, los gobiernos del mundo entero y concurrieron centenares de organizaciones con diferentes intereses y fines. Se dijeron muchas palabras sabias sobre la importancia que […]

En días anteriores, se ha celebrado la efeméride del Día Mundial del Agua, culminando un gran evento internacional (IV Foro Mundial del Agua, México), en el que participaron quince mil personas, los gobiernos del mundo entero y concurrieron centenares de organizaciones con diferentes intereses y fines. Se dijeron muchas palabras sabias sobre la importancia que tiene el agua para cada quien y se mostró cifras de cuánta agua hay, cuánta queda disponible, cuánto cuesta, si debería ser un derecho humano inalienable y no una mercancía, y qué significa todo eso para el futuro de cada país. Hubo asombrosas revelaciones y brillantes discursos. No obstante, difícilmente la participación de las delegaciones nicaragüenses que asistieron causará diferencias importantes a su regreso, entre la realidad actual de la situación de nuestros recursos hídricos y lo que se necesita hacer para aprovechar racionalmente y protegerlos de manera permanente y activa, como forma de encarar responsablemente las necesidades de nuestro presente y futuro.

La principal riqueza de Nicaragua es nuestra agua. Junto con los suelos y bosques, constituye la médula de los recursos naturales presentes en las cuencas hídricas, que posibilitan tanto la existencia de la diversidad biológica natural como los humanos procesos sociales y económicos en este país. Ante las imágenes y noticias cotidianas sobre los efectos de la ausencia o deficiencia del agua, sea en calidad o en cantidad, en todo el país, sobra cualquier justificación de la importancia que tiene el agua para el bienestar humano o nuestra cada vez más crítica y simple supervivencia. El panorama internacional es aún más severo, ya que los casos de falta de acceso al agua segura se encuentran a la orden del día, matando a millones de personas o impidiendo el necesario desarrollo económico, que es lo mismo.

La enorme cantidad de agua «dulce» sobre la superficie de Nicaragua en forma de ríos o lagos, sumada a los depósitos subterráneos, si se divide entre el total de habitantes, totaliza unos 38 metros cúbicos por persona, por día. Son 38,000 litros de agua por nicaragüense, ¡qué maravilla! En cambio, nuestros vecinos en El Salvador, ¡apenas cuentan con 3,000 litros por cabeza! Entonces, siendo esto cierto, ¿por qué falta tanto el agua en Nicaragua?, ¿por qué mueren esos 40 niños por cada mil nacidos vivos antes de su primer año de vida?, ¿por qué sigue siendo el acceso al agua el principal factor limitante del desarrollo social y económico nacional, en un país donde el 10% del territorio está cubierto por agua? Evidentemente, no es asunto solamente de cantidad y de acceso, sino sobre todo de calidad. Y tenemos el país cubierto con problemas de calidad severa del agua, tanto con dificultades de origen natural como los casos de presencia de arsénico en muchos pozos, así como por consecuencia del impacto humano, como son la degradación de cuencas deforestadas, erosión, sedimentación, contaminación por aguas residuales urbanas y agroindustriales, residuos de agroquímicos, especialmente plaguicidas… Es mucha la degradación de las aguas naturales, cada vez hay menos ríos y cuerpos de agua suficientemente limpios para usarlos en Nicaragua. Por ello, pocas personas dudan en adquirir agua envasada, a pesar de su costo, creyendo que es mejor, aunque no siempre es cierto. Una botella de medio litro cuesta seis córdobas. Entonces, por los 38,000 litros que nos tocan a cada quien, ¿esto significa que poseemos C$ 456,000 córdobas cada uno? Tal vez no, pero sí es claro que tenemos una riqueza muy grande aún en este país tan empobrecido.

Los cinco y medio millones de nicaragüenses que somos al momento consumimos aproximadamente un total de cuatro mil litros de agua cada segundo que pasa. Esto significa que en todo el país la población consume cada día 345,600 metros cúbicos de agua, proveniente de pozos, redes y otras fuentes. En 25 años (año 2031), tiempo estimado para duplicar nuestra población, necesitaremos casi 700,000 metros cúbicos de agua potable cada día (estrictamente agua potable, sin incluir necesidades industriales o agrícolas). Claramente, las urgentes necesidades de desarrollar la infraestructura para captación y distribución del agua, y posibilitar el adecuado abastecimiento son tareas pendientes, problemas muy serios que deben resolverse, y para los cuales ya existe al menos conciencia y algunas previsiones como las contenidas en las Metas para el Milenio, y aunque lamentablemente es asunto de presupuestar muchos millones (mayores al monto total de las exportaciones nacionales de un año completo), queda otro problema muchísimo más serio que simplemente conseguir esas enormes sumas de dinero: garantizar la existencia útil de las fuentes de agua que harán posible ese abasto. Muchos países cuentan con el dinero, pero carecen de lo más importante: un buen capital de agua; en nuestro caso, aún tenemos ese tesoro, pero esto es oferta por tiempo muy limitado: su calidad disminuye progresivamente, y esta pérdida es irreversible. Ya en este momento, inicios de 2006, no queda en Nicaragua ninguna fuente de agua que pueda satisfacer esa demanda en cantidad y calidad, subterránea o superficial, otra que el Gran Lago Cocibolca.

Claramente, a nivel de la visión de nación de largo plazo que como Gobierno y como sociedad civil tenemos la responsabilidad de construir en un Estado moderno, resulta necesario establecer las políticas nacionales sobre el aprovechamiento y protección de nuestra agua, debidamente conciliadas y concertadas.

Como una invitación al debate y reflexión que debe conducir a estos acuerdos, propongo considerar la siguiente temática, cuya base filosófica debe constituirse en criterios políticos:

1- Las políticas públicas en la Gestión Integrada de Cuencas Hídricas. La esencia de la política pública no se entiende, sigue siendo coto de caza de especialistas. Las políticas deben ser oficializadas, difundidas y aplicadas como normas de observancia general. Todavía no se incorporan los recursos hídricos y su gestión a la agenda política nacional, por tanto, no se traduce el discurso a presupuestos y acciones concretas para aprovechar racionalmente y proteger dichos recursos.

2- Modelos de desarrollo y economía del agua. ¿Cuál es el modelo o patrón que Nicaragua asume oficialmente para su economía del agua? ¿Cómo incorporar a los pobres y marginados? ¿»Full cost pricing» o el Estado debe asumir costos? ¿Será posible que los nicaragüenses decidamos esto, o es parte ya de los compromisos internacionales precocinados?

3- Innovación tecnológica y metodológica para la gestión de recursos hídricos: La Gestión Integrada de Recursos Hídricos, ¿es evangelio o realidad alcanzable? Ante los muchos problemas existentes, ¿se enfoca hacia muchos o pocos objetivos en el corto y mediano plazo? ¿La cacareada innovación tecnológica y metodológica se propende al desarrollo propio o por la importación de modelos, de tecnología y métodos? ¿Los municipios esperan que les inviten a actuar, o al fin unirán la acción a sus demandas?

4- Legislación para el aprovechamiento y protección de los recursos hídricos. ¿Hemos decidido generar leyes complejas o simples? Al fin, ¿tendremos una Ley de gestión de recursos hídricos o leyes de gestión de servicios de agua? ¿Ley de Ambiente y Ley de Aguas o una sola? ¿La Ley de Ordenamiento Territorial será una ley de protección de suelos y, por tanto, de aguas, o será otro engendro como la Ley Forestal, que en realidad es ley de maderas?

5- Sobre la descentralización de la administración pública en la gestión de recursos hídricos, ¿está preparada Nicaragua para descentralizar la administración pública de la gestión de recursos hídricos? ¿Qué implica la descentralización?, ¿pérdida del poder?, ¿riesgos de gobernabilidad?, ¿costos elevados? ¿Cuándo vamos a discutir estas cinco temáticas e interrogantes a profundidad, para crear la plataforma jurídica, institucional, técnica y social, para aprovechar racionalmente y proteger nuestros recursos hídricos?

* El autor es Profesor, UNAN-Managua – Nicaragua