En el Panel Internacional sobre Cambio Climático IPCC del 2018 en Polonia fijaron meta máxima y punto de inflexión de crecimiento de la temperatura 1.5C°, respecto a la media preindustrial (15C°). La cifra 1.5°C°es considerada meta extrema para poder conjurar el riesgo de una catástrofe ambiental a final de siglo.
En el COP21 (2015, París) consideraron que el crecimiento no debía superar los 2.C°. Predijeron que bajo esa condición diversas regiones de la tierra se tornarán inaptas para la sostenibilidad de la vida.
Registros recientes, posteriores al COP21, indican que en los últimos 30 años la temperatura media global aumentó 0.8C°.
Es un resultado que debe servir de referente y advertencias a todo ciudadano, pero en particular a quienes disponen de poder de decisión, económica y política.
Cualquier ciudadano en el planeta, puede verificar efectos concretos del aumento de la temperatura terrestre. Calores sofocantes durante mayores periodos del día y del año. Reducción de caudales de fuentes superficiales de agua y manantiales. Derretimiento de glaciares. Efectos sobre producción agraria, desorden climático, etc.
Está probado que el CO2, es un gas de efecto invernadero y que la mayor fuente de generación esta en el consumo de carburantes fósiles, específicamente, petróleo y gas y carbón en generación eléctrica. Calculan que aportan el 98.9% de CO2, del total de gases que producen efecto invernadero.
El consumo de petróleo en el planeta en 2019 (antes de pandemia), superó los 100 millones de barriles/día y del consumo diario el 80% se destina a producción de combustibles para motores y energía eléctrica. Esa demanda es, hasta hoy, permanentemente creciente, debido al sostenido crecimiento de la oferta y demanda de equipos consumidores de carburantes fósiles y electricidad.
Son hechos que deben motivar y decidir la sustitución de fuentes de energías contaminantes por cero emisiones de CO2. Motores eléctricos y fuentes renovables.
Ante la amenaza del calentamiento global y sus consecuencias, la comunidad mundial y en particular los gobiernos, instituciones, empresarios y sociedad de todo el planeta deben asumir responsabilidades y tomar decisiones al respecto. El reciente informe de la ONU sobre la amenaza climática es claro y contundente.
Dado el potencial de producción de CO2 por consumo de carbón, a corto plazo deben fijar metas para la prohibición el uso del carbón en la generación de energía eléctrica en todo el planeta.
Se puede sustituir esa fuente con generación fotovoltaica, eólica o hidráulica, de acuerdo con las condiciones y disponibilidades de las naciones y regiones.
Universalmente la generación de energía eléctrica fotovoltáica es menos costosa que las de otras fuentes.
Respecto a sustitución de fuentes de energía hay naciones que fijaron metas fijas para la sustitución de fuentes fósiles por fuentes limpias. La República Popular China fijó cumplir metas de sustitución de consumo de carbón y carburantes de origen fósil por energía eléctrica, cero emisiones CO2, y es la de mayor dinámica en producción de vehículos eléctricos.
Shenzhen, ciudad china de 12.500.000 habitantes provee el transporte público con 16.500 buses (tipo padrón Bogotá), 100% eléctricos a base de baterías y además el 40% de los vehículos particulares y públicos son impulsados por energía eléctrica a base de baterías.
Todos los gobiernos mediante políticas de Estado y empresarios del sector automotriz y del transporte deben fijar y cumplir metas para sustituir el uso y producción de vehículos de combustión interna por vehículos impulsados por energía eléctrica, de cero emisiones de CO2.
La Administración Distrital de Bogotá, en la convocatoria (2017) del proceso de reposición de más de 1.400 buses de la flota de Transmilenio, tuvo oportunidad de hacerla con equipos de cero emisión de CO2. Fue desaprovechada la oportunidad. El Concejo Distrital debe tomar decisiones concretas sobre todas las nuevas reposiciones de equipos de transporte público e igual el resto de ciudades del mundo.
A manera de información y referente, registros recientes indican que un articulado tradicional de TM (Bogotá), consume en promedio 1.400 galones de ACPM por mes y produce 11.25 toneladas equivalentes de CO2 en el mismo período.
Está demostrado que el uso de gas como carburante solo reduce el 50% de generación de CO2 respecto al uso de diésel.
El Gobierno nacional y el Congreso deben intervenir inmediatamente y reglamentar la reposición de todo el equipo automotor de carga, de servicio particular y público, fijando el 2030 como fecha límite para que todo nuevo equipo que ingrese al servicio sea cero emisiones de CO2 en todo el país.
Adicionalmente esta probado que la vegetación en su proceso de fotosíntesis capta y transforma CO2 y libera O. Este hecho probado debe hacer decidir a todos los gobiernos de Colombia y el mundo, a empresarios y ciudadanos del mundo en general, a comprometerse a reforestar y adoptar políticas de Estado en producción agropecuaria que garanticen la protección de la vegetación existente y a restituir los millones de hectáreas perdidas por deforestación.
Si toda la comunidad global y sus representantes en el poder entienden la amenaza climática presente y se apersonan de la solución es posible responder a los presagios catastróficos del calentamiento global. Son decisiones de vida o muerte sobre la tierra.