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Expo en Nueva York

El Che vive

Fuentes: Rebelión

En el Centro Internacional de Fotografía de Nueva York acaba de inaugurarse una exposición singular con la imagen de Ernesto Che Guevara reproducida en infinitud de objetos, en carteles y camisetas, trusas, cajetillas de cigarros, escenas de la última cena, tatuajes, revistas y libros, obras de arte, en botellas de vino, llaveros, fotos, pinturas, películas, […]

En el Centro Internacional de Fotografía de Nueva York acaba de inaugurarse una exposición singular con la imagen de Ernesto Che Guevara reproducida en infinitud de objetos, en carteles y camisetas, trusas, cajetillas de cigarros, escenas de la última cena, tatuajes, revistas y libros, obras de arte, en botellas de vino, llaveros, fotos, pinturas, películas, ropa y artículos de todo tipo provenientes de más de treinta países reproduciendo la imagen o empleándola para hacer interpretaciones artísticas y de diseño gráfico de todo tipo. Hay portadas de Der Spiegel y París Match, los primeros carteles europeos de los años sesenta, uno de ellos de la película ¡Che!, con Omar Sharif, una foto de una monja que se abre el vestido para revelar un tatuaje de la imagen sobre su pecho; en una obra de arte sobre chicanos, en barajas, botellas de vino y cerveza, una caja de puros, cerillos, encendedores, una colección de camisetas con diversas versiones, fotos de la imagen sobre muros y casas desde China a Chiapas, maracas, miniaturas, muñecos y pañuelos, entre otras cosas.

Se trata de la imagen más reproducida en la historia de la fotografía tomada por Alberto Korda en las afueras del cementerio de Colón, el 5 de marzo de 1960, en el acto del entierro de las víctimas de la explosión del vapor La Coubre que conducía armamento para la defensa de la naciente Revolución y fue saboteado por la CIA, según hacen sospechar todos los indicios. Primero fue publicada en el periódico cubano Revolución, y también aparecían en ella Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir que se encontraban de visita en Cuba por aquellos días. Korda hizo una ampliación de una parte del negativo, tomando solamente el rostro del Che que le impresionó por la gravedad, concentración y dramatismo que emanaba de la imagen.

Con los años y la trágica muerte del Che en Bolivia la efigie fue adoptaba como un símbolo universal de rebeldía y reproducida millares de veces hasta convertirse en un icono del siglo XX, una de esas imágenes que se convierten en el emblema de una época, de la era de Acuario, de las protestas contra la guerra en Vietnam, de la emancipación de los hippies, de los movimientos de liberación nacional en toda América Latina, de las guerrillas, de las insurrecciones juveniles en Europa, de la liberación sexual, la edad de la irreverencia, del desafío, del combate abierto contra una sociedad anquilosada que no tenía respuestas para los problemas del presente, el tiempo de la Revolución Cubana que tan vastas repercusiones tuvo en todo el mundo.

Alberto Korda fue un fotógrafo que comenzó su carrera haciendo fotos de modas, inspirado por la elegancia de Richard Avedon y Cecil Beaton. Tras el triunfo de la Revolución su sensibilidad le ayudó a comprender la desigualdad humana, la necesidad de construir una sociedad más justa y su lente comenzó a capturar instantes de delicada ternura, tal fue la famosa foto de la niña que abraza un pedazo de palo como si portase un bebé, convirtiendo el leño inerte en la muñeca que estaba necesitando. Korda fue un fotógrafo de inmensa creatividad, buen gusto y destreza profesional. Durante un tiempo se dejó seducir por la hermosura de la naturaleza y se aficionó a la fotografía submarina. Pero, sin lugar a dudas, su acierto mayor fue la foto del Ché que es objeto de esta exposición.

Trisha Ziff, curadora de la exhibición, declaró en entrevista con el diario mexicano La Jornada que deseaba intentar armar una exposición en torno a una sola imagen. «Escogí la del Che de Korda porque es la más reproducida en la historia de la fotografía, y también tenía curiosidad por el significado de cómo un fotógrafo es recordado por un 1/60 de un segundo.» Su intención es ofrecer una historia de la imagen desde el momento en que se tomó hasta ahora. La exposición ofrece la imagen original y el contacto del rollo. La muestra se inició en el Museo de la Fotografía de California, y después se trasladará a México de donde partirá a Londres, al Museo Alberto y Victoria.

Algunos se han ofendido porque estiman que ese uso indiscriminado de la efigie del Che en objetos comerciales es irrespetuoso con la veneración de su memoria. Creo que si el Che pudiera juzgar desde otra vida la difusión de su rostro la aprobaría con cierto comentario irónico. Porque lo que prueba esta exposición es que el Che está vivo, que late cada día, que si se le usa en artículos de consumo es porque su figura es solicitada como la representación de la insumisión constante, de la insubordinación, la indocilidad, la búsqueda de vías alternativas, la refutación de la mediocridad y el inconformismo. Si una imagen sirve para mantener en alto la subversión del espíritu, bienvenida sea.

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