Saul Landau y Fidel conversan. Después de la cirugía abdominal de Fidel Castro en el verano de 2006, la Secretaria de Estado Condoleezza Rice aseguró a los cubanos a nombre de Bush: «Ustedes deben saber que no tienen mejor amigo que Estados Unidos de América». Este gran socio mostró su concordia no permitiendo a los […]
Después de la cirugía abdominal de Fidel Castro en el verano de 2006, la Secretaria de Estado Condoleezza Rice aseguró a los cubanos a nombre de Bush: «Ustedes deben saber que no tienen mejor amigo que Estados Unidos de América». Este gran socio mostró su concordia no permitiendo a los cubanos ver a sus familiares y limitando la cantidad de dinero en remesas que sus familias enviarían. Al incrementar las privaciones, supone la lógica de Bush, los cubanos se sentirían motivados a rebelarse contra su gobierno y no a dirigir su ira directamente a la crueldad de EE. UU. Con amigos como Bush y Rice, los cubanos no necesitan enemigos.
Esta política norteamericana ha durado desde 1960, cuando un memo del Departamento de Estado insistió: «El único medio previsible de alienar el apoyo interno es por medio del desencanto y la desafección basados en la insatisfacción económica y las privaciones». Las medidas norteamericanas debían «provocar el hambre, la desesperación y el derrocamiento del gobierno».
Después de anunciar sus duras medidas que reducían el nivel de vida de los cubanos y mantenían divididas a las familias, Bush alentó a los isleños: «Ustedes (el pueblo cubano) tienen el poder para conformar su propio destino». No dejó claro de qué manera los cubanos harían eso, excepto que el presidente también se dirigió a las fuerzas armadas cubanas, y sugirió en tono solemne: «Los cubanos se alzan para exigir su libertad… Tienen que decidirse». (24 de octubre de 2007, discurso en el Departamento de Estado. )
Fidel se retiró en febrero de 2007, y Cuba ya había hecho su transición presidencial a Raúl Castro, solo que Washington no parecía haberse dado cuenta -o no le importaba. Cada cuatro años, los cubanos esperan las elecciones presidenciales en EE. UU. para ver si la cordura y la lógica lograrán mágicamente llegar a la Casa Blanca. En la campaña de 2008, Hillary juró que ni siquiera conversaría con Cuba hasta que viera algún «progreso». Obama dijo que hablaría con el gobierno cubano.
No lo ha hecho. Pero Fidel habló de Obama. Riendo entre dientes mientras estábamos a su alrededor dijo: «Podemos hablar más de cerca si nos paramos. Yo no estoy cansado. ¿Ustedes (los visitantes norteamericanos) sí? Fidel, con su cabeza cerca de la mía, me tocó suavemente en el pecho para mayor énfasis. Con su expresión facial más dramática levantó su ejemplar anotado y subrayado de Sueños de mi padre (en español). «Él escribe de cuando le dijeron ‘Tu padre ha muerto’ y de cuando conoció a su padre». Hizo un gesto de entusiasmo por el libro. «Obama es conmovedor y también puede ser irónico. Escribe acerca de los sindicatos y de un libro de Paul Krugman, el economista que ganó el Premio Nobel, y de cómo supo por él acerca del número de millonarios, que pasaron de unos 30 en la época de Rockefeller a solo unos pocos que decidieron el destino de Estados Unidos».
Esto lo llevó a discutir la manera en que los partidos norteamericanos escogen a los candidatos presidenciales y cómo realizan sus campañas. Habló del enorme papel de las corporaciones transnacionales y de sus contribuciones financieras, y de cómo Obama usó inteligentemente la Internet para movilizar a seguidores. «Él comprendió que la sociedad ha cambiado. Hillary lo subestimó. Y Obama ganó la nominación casi de milagro».
Fidel hizo una pausa como si hubiera hecho un comentario acerca del extraño curso de la historia humana. «Obama debe sentirse muy frustrado ahora. ¡Piensen en cómo se va a sentir si pierde la batalla por los servicios de salud!»
Cuando nos sentamos se inclinó hacia delante en su cómoda y modesta silla para comentar acerca de la política en EE. UU. Estados Unidos ha adquirido «la imagen de un país con ametralladoras. Un país con racistas armados». Suspiró. Como los tiempos han cambiado, «Obama no será un Martin Luther King».
Habló con orgullo acerca de Cuba que ahora tiene científicos que investigan si los niños tienen enfermedades de la vista y otras enfermedades congénitas en Cuba y Venezuela. Cincuenta mil estudiantes cubanos asisten a «escuelas especiales» después de que los especialistas diagnosticaron que tenían problemas de aprendizaje o problemas de la vista y el oído.
Hice una corta visita al baño y en el camino vi el comedor, amueblado con gusto, pero sin señales de pompa o lujo. La casa se veía y sentía como un lugar cómodo para vivir y fácil de mantener.
Cuando regresé Fidel estaba hablando acerca de la insensatez de promover las sociedades de consumo para los países del Tercer Mundo. «Si buscáramos una sociedad de consumo, nunca solucionaríamos nuestros problemas. Miren a su país. Cuando una persona tiene un auto, quieren otro, y luego un barco y un avión. El consumismo no puede coexistir con la supervivencia planetarias», enfatizó.
«La próxima generación tendra que enfrentarse a este tema. No será fácil. Qué inmenso inventario de asuntos críticos», rió con alivio -el tono apropiado de un veterano estadista.
«Regresen pronto», nos advirtió. Su hijo menor y montones de nietos, su esposa y dos ayudantes nos dijeron adiós. Mientras nos despedíamos, rió entre dientes y dijo que ya podía ver el final del juego de béisbol entre Corea y Cuba.
Los filmes de Saul Landau acerca de Fidel están disponibles en DVD (roundworldproductions.com).