«La gente muere dentro del invernadero, no tiene protección y la explotación va a seguir. Hay muchos riesgos, los consumidores no están avisados y no saben que somos esclavos dentro del invernadero». Así de contundente comienza un reportaje audiovisual de alrededor de tres minutos de duración, acompañado por texto, con el que la cadena Al […]
«La gente muere dentro del invernadero, no tiene protección y la explotación va a seguir. Hay muchos riesgos, los consumidores no están avisados y no saben que somos esclavos dentro del invernadero».
Así de contundente comienza un reportaje audiovisual de alrededor de tres minutos de duración, acompañado por texto, con el que la cadena Al Jazeera, en su versión inglesa, pretende denunciar la situación que experimentan los trabajadores ilegales del campo almeriense.
El reportaje comienza en San Isidro, Níjar, donde viven unas 300 personas y el periodista James Rippingale es recibido por Maruf Osman, un ghanés de 23 años, que viven en un «asentamiento de cemento y lona en forma de barrios marginales», recoge el reportaje, en el que Osman asegura que lo que vive en Almería no lo ha vivido ni en su país.
This greenhouse in Spain almost exclusively depends on an invisible, expendable and often illegally employed migrant workforce.
Read more on the story here: https://t.co/hoJHtzQsQm pic.twitter.com/EAMm8CMmTW
– Al Jazeera English (@AJEnglish) November 1, 2019
Dependencia
Una valoración a la que el periodista añade la suya particular y expresa: «En realidad, lo que se conoce como el ‘milagro económico’ de Almería entre los economistas españoles depende casi exclusivamente de trabajadores migrantes invisibles, prescindibles y a menudo empleados ilegalmente como Maruf, que trabajan bajo 40 grados de calor y humedad extrema».
Y añade el reportero: «La fuerza laboral y los migrantes de Almeria a menudo son empleados de manera no oficial, pagados en efectivo en una base ad-hoc por aproximadamente 35 euros ($38.36) por día».
Algo que corrobora el sindicalista senegalés en su última intervención: «Estamos expuestos a riesgos como los pesticidas. Respiramos los productos que se usan para matar los insectos en el invernadero. No tenemos a nadie que nos diga: Esto es peligroso para usted. La gente tiene miedo, pero tienen más miedo de que los jefes los despidan», sentencia.
Esclavos
Además, el periodista y los entrevistados no son los únicos que lanzan acusaciones contra el campo almeriense y los agricultores y dueños de explotaciones agrarias en la provincia, sino que desde los propios supermercados ingleses, como es el caso de Tesco, en los que se venden los productos con origen de Almería, también dudan de la legalidad del trabajo en los invernaderos de Níjar o de El Ejido.
De este modo, un portavoz de Tesco asegura que la compañía es «consciente de los riesgos que rodean el empleo de trabajadores migrantes en el sur de España«, recoge la información, que el sindicalista senegales cierra tan contundente como la inauguró: «Los consumidores no son conscientes», dice, «de que somos esclavos dentro del invernadero».