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Entrevista al economista Joan Junyent, miembro del Seminari d’Economia Crítica Taifa

«El Estado interviene en la economía para fortalecer la acumulación de capital»

Fuentes: Rebelión

En el libro «Power Politics» (2001), la escritora india Arundhati Roy se refiere al proceso de transferencia de recursos públicos -tierra, bosques, agua o aire- a compañías privadas durante las últimas décadas en India. Se han arrancado y vendido en «un proceso de bárbaro desposeimiento», apunta la activista. A esta idea se vincula la sesión […]

En el libro «Power Politics» (2001), la escritora india Arundhati Roy se refiere al proceso de transferencia de recursos públicos -tierra, bosques, agua o aire- a compañías privadas durante las últimas décadas en India. Se han arrancado y vendido en «un proceso de bárbaro desposeimiento», apunta la activista. A esta idea se vincula la sesión formativa del Seminari d’Economia Crítica Taifa impartido en la librería La Repartidora de Valencia, «Para entender el capitalismo: explotación, subordinación, desposesión y apropiación». El ponente es el economista Joan Junyent, quien ha participado en todos los informes del grupo Taifa desde el primero del año 2005, «La situación actual de la economía española», hasta la edición número 11, de 2016: «La desposesión de la vida cotidiana». Asimismo el economista es coautor del libro «Qué pensiones, qué futuro. El Estado de Bienestar en el siglo XXI» (Icaria, 2010). Considera que Marx está muy vigente, también Keynes, «aunque la intervención estatal refuerce hoy la acumulación de capital y no tenga como fin el pleno empleo».

-¿Cómo definirías en términos sencillos la idea de «acumulación por desposesión», popularizada por el geógrafo marxista David Harvey hace más de una década?

Se trata del pillaje o desposesión por razones de poder. Yo tengo poder y, por lo tanto, lo aprovecho para apropiarme de algo que es de otro. O de todos.

-¿Puede aplicarse al caso de Grecia? El pasado 17 de mayo el país vivió una jornada de huelga general frente a las medidas, por ejemplo el incremento de los impuestos y los recortes tanto salariales como de las pensiones, que implica afrontar un nuevo tramo del «rescate», cifrado en 7.000 millones de euros. 

Claro que puede aplicarse. Lo que ha ocurrido con los «rescates» en los países de la periferia de la UE es un claro ejemplo de «acumulación por desposesión». A cambio de la supuesta necesidad de un «rescate» bancario, se exigen una serie de medidas encaminadas a desposeer a la población de una serie de derechos y servicios públicos que van a pasar a manos privadas. ¿En el estado español? Puede citarse el ejemplo del «rescate» de las autopistas radiales de Madrid, de gestión privada; o el proyecto Castor, en el Delta del Ebro. Aquí se da la circunstancia de una empresa que realiza una inversión fallida y todos nosotros hemos de pagarla en la factura eléctrica durante los próximos 30 años. Es decir, una parte de nuestro trabajo se dirigirá a los bolsillos de ACS.

-¿Quiénes son tus economistas y libros de referencia en la materia?

Recomendaría el libro de un compañero del Seminari Taifa, Josep Manel Busqueta: «L’hora dels voltors. La crisi explicada a una ciutadania estafada» (El Jonc); o el de la compañera Miren Etxezarreta, «¿Para qué sirve realmente la Economía?» (Paidós). De publicación reciente, me parecen dos buenos libros introductorios para comprender el mundo en el que vivimos. Además están dirigidos a personas con interés en la Economía, pero sin una formación previa.

-Libros de Economía para todos los públicos. ¿Constatas cierto elitismo entre los economistas y profesores de Ciencias Económicas?

Seguramente haya dentro de los economistas una parte de elitismo, pero también es cierto -y eso me preocupa más- que en una parte de la población cunde la idea de que la Economía es una ciencia muy complicada. En el Seminari Taifa consideramos que la Economía nos afecta a todos, y por tanto es necesario que todo el mundo tenga unos conocimientos básicos. La Economía es algo demasiado importante como para dejarla sólo en manos de los economistas.

-Las cifras del paro batieron en abril un récord histórico de reducción mensual, según anunció el Ministerio de Empleo y Seguridad Social. Así, las oficinas de los servicios públicos de empleo registraron cerca de 130.000 desempleados menos que en marzo. «Estamos en el nivel de paro más bajo de los últimos ocho años», celebró Rajoy. «Los datos de nuevos afiliados a la Seguridad Social -212.000 en abril- son magníficos». ¿Qué opinas del triunfalismo gubernamental?

Pienso que se está mirando la Economía desde una perspectiva que no es la nuestra, la de las clases populares. Cuando leemos todos estos titulares, hay que preguntarse por la calidad de los puestos de trabajo. Sabemos que cuando se da una creación de empleo -que no siempre se produce- es a costa de unas condiciones laborales cada vez más precarias.

-¿Qué problemas destacarías en el mercado de trabajo actual?

Uno de ellos es la fragmentación, que el capitalismo ha extremado de tal modo que la «estrella» del actual modelo es el autónomo dependiente; éste trabaja de manera exclusiva para un solo cliente. Por ejemplo el autónomo que tiene su camión, por el que está pagando un préstamo, y reparte el pan de Panrico o de cualquier otra firma. La atomización hace que parezcan empresas inconexas y con líneas de poder menos evidentes. Hace 30 años, con una única empresa, todo estaba mucho más claro. Desde el punto de vista de la clase trabajadora era mucho más fácil reivindicar derechos.

¿Se trata de un modelo de relaciones laborales importado de los Estados Unidos?

Sí, pero también tuvo gran éxito en los años 80 y 90 del siglo pasado en Japón. O el ejemplo de la SEAT, que hace 40 años en la Zona Franca de Barcelona puede que contara con 25.000 empleados. Hoy es posible que tenga 11.000 y produce muchos más vehículos. Existe un conglomerado de empresas, cada una con decenas o centenares de trabajadores, que produce componentes para alimentar la maquinaria. Esta atomización hace que no sea visible la integración de los empleados en un mismo proceso productivo; pero, aunque de manera indirecta, están mucho más unidos de lo que pudiera parecer.

-El pasado mes de enero el informe anual del FMI sobre la economía española ponderaba la «impresionante recuperación». Con todo, los expertos del organismo internacional señalaban «la necesidad de preservar los esfuerzos de las reformas acometidas y los cambios económicos, manteniendo el impulso político y avanzando en las reformas estructurales», según reproducía el diario Expansión. ¿Cuáles serán las próximas batallas?

Una de las ya anunciadas es la reforma del sistema público de pensiones. Seguramente en el ámbito laboral haya también algún tipo de cambio, porque diferentes partidos políticos plantean la revisión de la reforma laboral de 2012. Aunque ya sabemos que cuando esto se hace, es generalmente para recortar derechos.

-Surgido en 1994, Taifa se define como espacio autoorganizado dedicado a la divulgación de la economía crítica. El objetivo es contribuir a transformar la sociedad actual a otra de tipo no capitalista. ¿Qué aporta Taifa respecto a otros foros y colectivos de economistas?

Puede que la particularidad del Seminari Taifa sea constituir un espacio que huye, en cierto modo, de la academia. De hecho, la mayoría de nosotros está fuera del ámbito universitario, lo que no resulta habitual en el mundo de la Economía. Muchas iniciativas de los economistas críticos se encuentran vinculadas a la academia. Esto nos proporciona una mirada propia, un contacto con la economía real y la empatía con la gente con la que interactuamos. La tarea del grupo Taifa es completamente voluntaria y la realizamos fuera de las horas de trabajo, lo que nos permite una total autonomía respecto a las cuestiones y perspectivas tratadas. Nosotros vamos a los ateneos, a las asociaciones de vecinos, sindicatos minoritarios, movimientos sociales y casales de jóvenes.

-¿Qué puntos de vista se les hurta a los jóvenes universitarios en las facultades de Ciencias Económicas?

Si tuviera que elegir uno, el debate sobre la pluralidad de las teorías económicas. Hoy en día cualquier estudiante de Economía sale de la facultad sin saber que le han explicado sólo una teoría económica. Parece que la Economía sea sólo una y de una única manera. Y así, cuando te arrebatan la posibilidad de saber que hay diferentes «alternativas» teóricas y prácticas, se hace muy difícil construir un pensamiento crítico. En el Seminari Taifa la mayoría participamos de un pensamiento marxista sin excluir otras corrientes heterodoxas, como el post-keynesianismo. Estas teorías aportarían mucho si la academia abriera sus puertas.

-¿Hay un exceso de datos, matemáticas y econometría, mientras que se recurre escasamente a la sociología, la filosofía, la ecología o la historia?

No creo tanto en que sobren datos. La cuestión es tener clara la finalidad de la estadística y ponerla en su contexto. Las matemáticas están bien, son muy interesantes y permiten profundizar en muchos aspectos. Pero son un instrumento. Y no podemos confundir la herramienta con la finalidad de la Economía, que consiste en explicar cómo funciona el mundo para poder actuar y transformarlo. Ciertamente si nos quedamos en la cuestión más formal y matemática, perdemos de vista lo más importante…

-¿Puede explicarse la Economía en términos asequibles para cualquier ciudadano?

Sí, y debería ser el trabajo de los economistas poder expresarse en términos sencillos y que todo el mundo entendiera. A veces se trata de cuestiones complicadas, que no se pueden resumir en cinco líneas, pero nada debería impedir que la Economía fuera inteligible. Hay categorías que te ayudan a interpretar y explicar la realidad, pero uno ha de saber dirigirse al público que le escucha. Está bien entre economistas hablar con categorías analíticas, porque contribuyen a ser más preciso, pero en una asociación de vecinos no tiene sentido referirse a si en la última evolución del PIB, un determinado componente ha aumentado en detrimento de otro.

-¿Está vigente Keynes?

Sí, en el sentido de que los estados intervienen actualmente en la economía. La cuestión es la interpretación y el uso que se está haciendo de este intervencionismo; porque no se dirige al pleno empleo, sino a fortalecer la acumulación de capital.

-¿Están vigentes Marx y la lucha de clases?

Totalmente.

-La socialdemocracia muestra una imagen de bancarrota en Francia, Austria y Holanda; las encuestas apuntan una próxima debacle electoral del laborismo británico, mientras los socialdemócratas alemanes se hunden en las elecciones regionales y en el estado español se enzarzan en batallas fratricidas. ¿Tiene interés este panorama para un economista marxista que se dedica a la divulgación entre las clases populares?

Me preocupa, porque lo que se está viendo es la incapacidad de construir una «alternativa» desde la izquierda; y los diferentes intentos que hay por hacerlo, se muestran incapaces de abarcar un espectro suficientemente amplio. La derecha sí es capaz de articular este espacio. Sin embargo, por mucho que la socialdemocracia haya perdido el crédito desde hace décadas, no podemos renunciar -si queremos transformar la sociedad- a buena parte de la gente que vota y milita en estos partidos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.