NUESTRAS VÍCTIMAS «Llevamos dentro una bomba». El vicepresidente de la asociación que engloba a los damnificados subraya su lucha
Luis Yuste, un carpintero naval jubilado, se levanta cada mañana con el miedo a que se manifieste la enfermedad que le transmitió el amianto, un material letal cuyo uso no se prohibió en España hasta el año 2002. Desde los 14 años hasta los 52, el valenciano trabajó en la antigua Unión Naval del Levante. «Durante 38 años estuve en conacto directo con este componente sin haber sido informado de que su incidencia era muy dañina para mi salud», contó a LAS PROVINCIAS Luis Yuste, actual vicepresidente de la Asociación en Defensa de las Víctimas del Amianto. «Se trataba de un material muy barato y efectivo, que se utilizaba mucho y que para la empresa no era coveniente dejar de usar».
Cuando en 2002 se ilegalizó, los trabajadores descubrieron que este material era perjudicial. «Supimos que en 1940 se publicó un informe que informaba de las consecuencias mortales que tenía tratar de forma directa el amianto. Ni las empresas, ni el Gobierno, ni los servicios médicos tomaron ninguna medida», defendió.
Motivados por la frustración y el pánico empezaron a organizar protestas y actividades. «Denunciamos a la antigua Unión Naval del Levante y tras un proceso muy largo llegamos a un acuerdo extrajudicial en el que aceptó indemnizarnos», explicó Yuste.
«Vivo con el miedo permanente de que la enfermedad haya avanzado y que mi final esté cerca»
Los trabajadores también crearon la Asociación en Defensa de las Víctimas del Amianto, una plataforma cuyo fin era orientar y aconsejar a las personas afectadas por este material y que, actualmente, cuenta con 400 socios. «Fue un momento muy duro, nos dimos cuenta de que el contacto con este materal era la causa de que algunos compañeros hubieran muerto», añadió.
«Cuando una persona trabaja el amianto, inhala las fibras cancerígenas que este posee, provocando una herida en la pleura, la membrana que recubre las paredes de la cavidad torácica y los pulmones», explicó Yuste. «La enfermedad está latente por lo que en cualquier momento se puede manifestar y causar un mesotelioma, un cáncer muy agresivo con una esperanza de vida promedio de 12 a 21 meses», agregó. Asimismo, el amianto puede manifestarse en otros tipos de cáncer, como por ejemplo de huesos, de ovarios o de laringe.
De forma anual el carpintero naval, gracias al seguimiento que la salud publica lleva a cabo a todas las personas que estuvieron en contacto con el amianto, acude a su centro de atención primaria para hacerse un control médico en el que, a través de distintas pruebas, como radiografías o tacs, controlan la situación de la herida en su pulmón que podría provocarle un cáncer letal.
«Cada vez que voy a hacerme la revisión lo paso muy mal. Vivo con el miedo permanente de que la enfermedad haya avanzado y que mi final esté cerca», expresó Yuste, quien siente que tiene «una bomba dentro» que no sabe «si va a explotar o no».
Con tristeza, echa la vista atrás para hablar de las vidas cobradas por la desinformación, los intereses empresariales y la carencia de una intervención del Estado: «Fue muy duro enterarse de que el amianto era tóxico después de tantos años trabajando con él y, todavía fue más duro, ver morir a mis compañeros de trabajo».
Fuente: https://www.lasprovincias.es/comunitat/eterno-olvido-afectados-20220113000552-ntvo.html