Transcurría el mes de septiembre de 1982. Habían pasado tres años y cinco meses del 28 de abril de 1979 cuando Carlos Muñiz fuera baleado desde un carro en marcha mientras se dirigía a la casa de su madre. Tres años y cinco meses desde que una voz anónima en representación del «Comando Cero» se […]
Transcurría el mes de septiembre de 1982. Habían pasado tres años y cinco meses del 28 de abril de 1979 cuando Carlos Muñiz fuera baleado desde un carro en marcha mientras se dirigía a la casa de su madre.
Tres años y cinco meses desde que una voz anónima en representación del «Comando Cero» se atribuyera el asesinato de Carlos en una emisora de Miami, la WDCN, el 30 de abril a las dos de la tarde y erróneamente lo vinculara al Comité de los 75 que unos meses antes había dialogado con el gobierno cubano para lograr el excarcelamiento de presos contrarrevolucionarios en cárceles cubanas y permitir a su vez los viajes a Cuba de los cubanos emigrados.
El «Comando Cero» amenazaba con continuar la matanza al indicar que «este sujeto despreciable nombrado Carlos Muñiz, es el primero en caer en esta conjura fidelista-americana pero no el último. Ahora tenemos 74 más que ejecutar». Querían paralizar por la vía de la violencia lo que hoy la administración republicana de George Bush hace al limitar la frecuencia de viajes a Cuba a los cubanos residentes en Estados Unidos, inclusive, al querer hacerlo arrogándose el derecho de definir quién es y quién no es su familia.
Hasta ese mes y año sólo habíamos podido identificar con cierta seguridad a uno de los posibles participantes del asesinato de Carlos aunque manteníamos una lista de otros posibles sospechosos. Se trata de Reynol Rodríguez, personaje vinculado al grupo que giraba alrededor de un periódico semanal que se publicaba en Puerto Rico llamado La Crónica, dirigido por la señora Gloria Gil, desde donde se dirigía toda la campaña en contra del proceso de diálogo y de los viajes a Cuba.
Rodríguez, un hombre corpulento de más de seis pies de estatura, se asemeja al encapuchado «Comandante Z», quien desde las páginas de La Crónica anunció, en noviembre de 1978, cinco meses antes de que asesinaran a Carlos, que «dinamita será el único idioma con el que vamos a dialogar». Semanas después del asesinato de Carlos, Rodríguez se traslada a vivir a Miami.
Una fuente anónima vinculada a un familiar de Carlos, había señalado a Rodríguez como uno de los participantes en el asesinato. Esta fuente fue identificada muy recientemente y por ser quién es, una persona que para aquella fecha se movía alrededor de esos grupos, fortalece hoy más que ayer esa información.
Luego el propio Rodríguez se encargaría de llamar la atención sobre su participación cuando en julio de 1979 celebró una conferencia de prensa en la ciudad de Miami -convocada para denunciar un presunto atentado contra él perpetrado en días anteriores en esa ciudad — junto al conocido terrorista cubano Antonio Veciana, uno de los fundadores del M.R.P. (Movimiento Revolucionario del Pueblo) y de Alpha 66 – entonces dos importantes organizaciones terroristas de la extrema derecha cubana–, y que además tenía a su haber la planificación de varios atentados contra la vida del presidente cubano Fidel Castro. En dicha conferencia de prensa Antonio Veciana declaró que la razón del atentado en contra de la vida de Rodríguez «respondía a una venganza de los comunistas por el asesinato de Muñiz Varela». Para esa fecha nadie lo había señalado ni pública ni privadamente por ese crimen.
Luego no se escuchó más de ese personaje hasta que una cámara fotográfica lo captó durante los juicios en Panamá contra los terroristas y asesinos, Luis Posada Carriles, Gaspar Jiménez Escobedo, Guillermo Novo Sampol y Pedro Remón, este último vinculado a los asesinatos en noviembre de 1979, en Nueva Jersey, de Eulalio Negrín, miembro del Comité de los 75, y de Félix García, funcionario de la Misión de Cuba ante las Naciones Unidas, asesinado en Nueva York, el 11 de septiembre de 1980, y que aún no ha sido encausado por esos dos crímenes. Reynol Rodríguez apareció en Panamá como parte de un grupo de individuos que desde Miami viajaron a ese país para apoyar a los cuatro terroristas siendo enjuiciados en los tribunales panameños.
Sus vínculos a esos grupos se hicieron más patentes cuando también se encontraba en el aeropuerto de Opalocka, en Miami, en agosto del 2004 en el recibimiento que se les hizo a esos cuatro terroristas tras su escandaloso indulto por la saliente presidenta panameña Mireya Moscoso. Otra fotografía lo captó ese día cuando recibía eufóricamente a su socio Pedro Remón, el menos viejo de ese grupo de terroristas, y personaje que, por su experiencia en el método de asesinar a sangre fría (como en los casos de Eulalio Negrín y Félix García), no se puede descartar de la lista de sospechosos en el asesinato de Carlos Muñiz.
El lector se preguntará qué tiene que ver todo esto con el FBI. Resulta que el National Security Archive (Archivo de Seguridad Nacional) organismo adscrito a la Universidad George Washington, en Washington D.C., recientemente ha hecho público una serie de documentos desclasificados por FBI y la CIA, algunos de los cuales se relacionan con el C.O.R.U. (Coordinadora de Organizaciones Revolucionarias Unidas), infausta organización terrorista de la derecha cubana. ¿Y quién es el que aparece como jefe del C.O.R.U. en Puerto Rico en 1978? Pues el señor Reynol Rodríguez
El documento del FBI, expediente #2-471, del 16 de agosto de 1978, dice en sus páginas 13 y 15: «En abril 18 de 1978, MMT-3 (informante), anuncia una reunión propuesta a ocurrir en un futuro cercano probablemente del 22 de abril al 24 de abril de 1978 en la ciudad de Sarasota, Florida. A la reunión asistirán los siguientes miembros del C.O.R.U.: Frank Castro, jefe del C.O.R.U. en Miami; Reynol Rodríguez, jefe del C.O.R.U. en Puerto Rico; y Secundino Carrera, segundo jefe del C.O.R.U. en Puerto Rico. MMT-3 informó que Osvaldo Bencomo, jefe militar del C.O.R.U. en Puerto Rico, admitió haber colocado una bomba hace aproximadamente seis meses en la Oficina de Turismo de Venezuela en San Juan, Puerto Rico. Reynol Rodríguez, jefe del C.O.R.U. en Puerto Rico dijo que adicionalmente a ser el jefe del C.O.R.U. en Puerto Rico también es jefe del «Bloque de Organizaciones en Puerto Rico con membresía en Chicago, Illinois y New York».
En otro documento el cual obtuvimos a través del Freedom of Information Act (Ley de Libertad de Información) se supo que en junio de 1979, apenas un mes y días después del asesinato de Carlos Muñiz, que el FBI informó sobre un miembro del C.O.R.U. en Puerto Rico que se trasladó a la ciudad de Miami para planificar un atentado contra de la vida del autor de este artículo. El documento del FBI, expediente de la oficina de Nueva York #2-745, dice lo siguiente: «El 8 junio de 1979, un miembro del C.O.R.U. (nombre tachado) en San Juan fue observado por un agente especial del FBI, abordando el vuelo de Eastern Airlines 903, de San Juan con destino a Miami aproximadamente a la 1:15 p.m. (nombre tachado) alegó se reunió con (nombre tachado) para planificar asesinar (concerning plot) a Raúl Álzaga».
No fue hasta 23 años después, en el 2001, que me vine a enterar de esa información. De esos hechos el FBI nunca me alertó para que tomara las precauciones pertinentes, como tampoco se produjeron arrestos. Tal pareciera que el FBI deseaba mantenerse informado aunque dejando que los hechos siguieran su curso.
El 4 de septiembre de 1982, el FBI arrestaba en la ciudad de Caguas, Puerto Rico, al coronel de la policía de Puerto Rico, Alejo Maldonado Medina, en una operación en la que Maldonado fue apresado al cobrar la recompensa pedida en el secuestro del hijo del joyero cubano, Mario Consuegra.
Alejo Maldonado hombre inteligente con título universitario y miembro de un grupo élite de la policía de Puerto Rico, se convertía en el principal sospechoso de una pandilla de la policía puertorriqueña que entonces extendía sus tentáculos por toda la Isla. Los arrestos de otros conocidos oficiales policíacos, joyeros cubanos y otros individuos, destapó una conspiración espeluznante que fue responsable de decenas de asesinatos, robos y extorsiones.
Al coronel Maldonado los tribunales puertorriqueños le impusieron una fianza de 300 mil dólares. La mayoría de su fianza (215 mil dólares) la puso el señor Julio Labatud Escarra, persona estrechamente vinculada a Reynol Rodríguez y al semanario La Crónica. Este hecho me puso en alerta porque para esa fecha Labatud no aparecía en mi lista de principales sospechosos.
Entre 1982 y 1984 ocurrieron los arrestos de más de cuarenta personas implicadas en esos hechos. Algunos negociaron sus sentencias y se convertían en testigos de la fiscalía; otros se mantenían en la posición de declararse inocentes; y algunos otros no pudieron negociar con la fiscalía. Al final no hubo uno solo que no fuera encontrado culpable. Los juicios se llevaron a cabo entre 1985 y 1987.
Durante ese proceso se empezó a filtrar información de todo tipo. Inicialmente era información verbal; luego durante los juicios y, como parte de la revelación de evidencia por parte de la fiscalía federal, empezaron a hacerse públicos documentos que corroboraron información verbal obtenida anteriormente.
Verbalmente se identificaba a Julio Labatud, José «Pepe» Canosa Rodríguez, recientemente fallecido, y a Waldo Pimentel Amestoy como íntimos amigos del coronel Alejo Maldonado. Fundadores en 1972 de un grupo llamado «Los Amigos de la Democracia», el cual operaba en Puerto Rico de forma clandestina con el propósito de combatir, en forma violenta, el desarrollo del movimiento de apoyo a Cuba, incluyendo a las organizaciones independentistas puertorriqueñas. Se señalaba a Julio Labatud como individuo muy cercano al coronel Maldonado en sus actividades delictivas. Se vinculaban las supuestas actividades políticas con las actividades delictivas. Actuaban con total impunidad. La División de Homicidios de la policía de Puerto Rico los protegía y la División de Inteligencia no se quedaba atrás. La participación de la División de Inteligencia en esos asuntos queda pendiente para otro artículo.
En los primeros días del mes de abril de 1984, apenas unas semanas antes de que prescribieran los cinco años de jurisdicción del FBI en cuanto a poder intervenir en el esclarecimiento del asesinato de Carlos por razones de violación de los derechos civiles, me entrevisté en San Juan con el agente especial del FBI, Steven Brown. Le informé que sabía que el FBI había recopilado suficiente información sobre el asesinato de Carlos para encausar a personas responsables de su asesinato a través de las confesiones de los policías corruptos, y que si no actuaban pronto se perdería la oportunidad de esclarecer ese crimen, máxime cuando no existía confianza en los organismos locales de investigación, que se encontraban desde 1976 bajo la dirección del gobierno anexionista.
Mis planteamientos cayeron en oídos sordos. Y como si esto no fuese suficiente, supe, además, a través de documentos desclasificados por FBI en el 2001, que desde 1983 el FBI desarrollaba una intensa vigilancia a mis movimientos, que incluía vigilancia aérea, intervención clandestina de mis teléfonos, e intervención física en mis oficinas para recopilar documentos y huellas dactilares.
Por diez años, entre 1983 y1993, el FBI intentó demostrar que yo era agente del gobierno cubano envuelto en actividades de espionaje. Sus investigaciones tenían el propósito de quitarme la ciudadanía estadounidense, además de aplicarme el Artículo 50, secciones 851 – 857, que se relaciona con actividades de espionaje; y el Artículo 22, secciones 611 – 621, que se refiere al registro de agentes extranjeros. De haber podido el FBI fabricar esos cargos tal acción hubiera deparado largos años de cárcel. Mientras que los asesinos de Carlos, libres, campeaban por su respeto.
A continuación cito los documentos del FBI que demuestran el alto grado de conocimiento que esa agencia tenía sobre las actividades delictivas de Julio Labatud en su relación con la pandilla del coronel Alejo Maldonado y sus vínculos con el asesinato de Carlos. Hago referencia también a algunos de los documentos de la Comisión de lo Jurídico del Senado de Puerto Rico, responsabilizada de investigar el encubrimiento por parte del gobierno anexionista insular de los hechos ocurridos en julio de 1978 en el Cerro Maravilla* en los que se demuestra el conocimiento el FBI sobre el asesinato de Carlos.
Los documentos son los siguientes:
· Formulario tipo 302, del 16/12/85 en Chicago, Illinois, por los agentes especiales del FBI Guadalupe González y Francis Gallegher, en base a una entrevista con el convicto ex-coronel Alejo Maldonado. «En la reunión se habló de la necesidad de conseguir un camión para mover los relojes de donde Caballero los tenía para otro sitio. (…) Se decidió preguntarle a Julio Labatud, dueño de una floristería llamada Florarte para pedirle el camión. Maldonado entonces fue con Luis Gómez a la floristería. En Florarte Gómez preguntó a Labatud, en presencia de Maldonado, si podían tomar prestado el camión para mover el cargamento robado. Aproximadamente dos meses después del robo, Gómez le dijo a Maldonado que él le pagó $8,000 a Julio Labatud por el uso del camión. (…) El mismo día Maldonado habló con Labatud en Florarte o en su casa Río Piedras. Durante la conversación Maldonado le preguntó cuánto Gómez le había dado y Labatud contestó que $8,000, pero que él se merecía más dinero».
· Formulario tipo 302, del 18/10/85, en San Juan, Puerto Rico, por el agente especial del FBI Guadalupe González, en base a una entrevista con el convicto ex-jefe de la Oficina de Homicidios de la policía de Puerto Rico, Luis Ramos Grateroles, técnicamente el oficial encargado de dirigir y supervisar el esclarecimiento del asesinato de Carlos. Fue también el oficial encargado de recuperar el carro en el que Carlos fue asesinado, después que otros oficiales de la policía indebidamente, contra los reglamentos, lo entregaran, el mismo día del asesinato, a la familia de Carlos en un claro intento de destruir evidencia. «Ramos Grateroles declaró que Gómez le indicó que habló con Julio Labatud para ver si ponía un contrato de asesinato a Enrique. Ramos dice que Labatud le dijo luego que él había conseguido a dos individuos para asesinar a Enrique por $25,000, pero Gómez dio marcha atrás porque pensó era mucho dinero».
· Formulario tipo 302, del 04/03/86, en San Juan, Puerto Rico, por el agente especial del FBI Jeffrey S. Hill, en base a una entrevista con el convicto joyero cubano Luis Gómez Ferreiro, responsable en la pandilla de Maldonado junto a César Caballero, de informar sobre la llegada a Puerto Rico de joyeros venidos de la ciudad de Nueva York con muestras de prendas, para asesinarlos y robarles las prendas; así como de disponer de las joyas robadas. «Ellos se encuentran con Labatud en la floristería cuando Torres abandonó su carro y se juntó con Gómez. Labatud manejó su «van» hasta el Cantinflas (restaurant), con Gómez y Torres siguiendo en el carro de Gómez. Cuando los relojes fueron cargados en la «van» de Labatud, Labatud manejó para su floristería donde los relojes fueron guardados».
· Formulario tipo 302, del 30/04/86, en San Juan, Puerto Rico, por los agentes especiales del FBI Armando Rodríguez y Guadalupe González, en base a una entrevista con el convicto joyero César Caballero, importante lugarteniente del coronel Maldonado. «Caballero aconsejó a Payo llevarse la víctima (Armando Consuegra) para que hicieran la llamada telefónica. Caballero aconsejó que Payo y Stevenson llevaran a Consuegra en la «van» y que él iría en su carro. Ellos fueron para el estacionamiento de Florarte y parquearon la «van» al lado del teléfono. En la noche del arresto del coronel Maldonado César Caballero se presentó en la oficina del ex policía y ex-abogado Ángel Torres. Caballero dijo que esa noche se fue para la oficina de Ángel Torres. Las siguientes personas se encontraban en la oficina: la esposa de Maldonado, la hermana de Maldonado, el cuñado de Maldonado, el hijo mayor de Maldonado con su esposa, Julio Labatud, Luis Ramos Grateroles y el socio del bufete de Ángel Torres».
Estos son algunos de los testimonios que vinculan a Julio Labatud con la pandilla del coronel Maldonado. Estoy seguro que faltan documentos por conseguir. Espero que con el compromiso del National Security Archive de ayudarnos en ampliar esta información podremos fortalecer aún más nuestros planteamientos.
En cuanto al conocimiento del FBI sobre el asesinato de Carlos Muñiz existen los siguientes documentos. En vistas ejecutivas (no públicas) celebradas por la Comisión de lo Jurídico del Senado de Puerto Rico en 1992 mientras investigaba el encubrimiento por parte del gobierno insular en los hechos de Cerro Maravilla, el investigador de la Comisión, el Licenciado Edgardo Pérez Viera, entrevistó bajo juramento y sometiéndolo al detector de mentiras al embalsamador y funerario Juan «Payo» Fuentes Santiago. Payo había sido un importante integrante de la pandilla de Alejo Maldonado; fue clave para el FBI en cuanto a proceder en la investigación del grupo de Maldonado.
«Licenciado Pérez Viera: Señor, ¿usted participó en la desaparición de la evidencia en el caso de Carlos Muñiz?
Fuentes Santiago: Se me indicó por el señor Caballero. Una tarde se personó a mi casa con un vehículo y me dice que ese fue uno de los vehículos que se utilizó en la muerte… para darle muerte a ese muchacho. Pero que había sido un vehículo de apoyo. Y que provenía la información de…, o sea, provenían las instrucciones de Maldonado, pero que… era… este grupo de cubanos… y había que desaparecer el vehículo, el cual se hizo en un sector de la Panorámica entre Aibonito y Cayey.
Licenciado Pérez Viera: ¿Quién hizo…, quién desapareció el vehículo?
Fuentes Santiago: El señor Caballero y yo, y otra persona que no me viene a la mente en este momento.
Licenciado Pérez Viera: ¿Usted le ha indicado a alguien dónde estaba ese vehículo?
Fuentes Santiago: A agentes del FBI y me indicaron que ellos habían levantado la evidencia.
Licenciado Pérez Viera: ¿Que habían recuperado el vehículo?
Fuentes Santiago: Parte del vehículo, ya en muy mal estado.
Licenciado Pérez Viera: ¿Para qué fecha ya el FBI había levantado esa evidencia?
Fuentes Santiago: Pues para, digamos, mediados del 83. Ya para enero o febrero ya ellos tenían toda esta información.
Licenciado Pérez Viera: ¿Quién llevó al FBI al lugar donde se desechó esta evidencia?
Fuentes Santiago: Yo les indiqué que yo los iba a llevar. Ellos me dijeron que les describiera el lugar. Ellos fueron con su equipo; una avioneta tomó unas fotografías aéreas; me las traen, y yo las identifico como positivas y posteriormente ellos fueron al área.
Licenciado Pérez Viera: Para cerrar el testimonio del señor testigo en el área de Carlos Muñiz, usted mencionó que el grupo de cubanos, según dicho por Cesar Caballero, habían contratado el grupo de Alejo Maldonado para asesinar a Carlos Muñiz. ¿Eso es correcto?
Fuentes Santiago: Eso es correcto.
Licenciado Pérez Viera: Y usted mencionó dentro de ese grupo de cubanos a Julio Labatud.
Fuentes Santiago: Se me indicó por el señor Caballero que una de las personas que estaban envueltas en el pago o contrato era el señor Julio Labatud.
Hasta aquí este testimonio. A continuación otras pruebas.
· En carta enviada desde la prisión Federal de Butner, Carolina del Norte, el ex-coronel Alejo Maldonado le escribió el 29 de enero de 1992 al licenciado Carlos Gallisá, entonces director del periódico Claridad, de San Juan, motivado por la publicación en ese tiempo en Claridad de una serie de artículos sobre el asesinato de Carlos Muñiz que implicaban a Maldonado en ese crimen. En esa carta Maldonado escribe lo siguiente: «Tuve conocimiento sobre una oferta de $25,000 para «tocar», como decía la persona, a Carlos Muñiz Varela, y luego escuché de esa misma persona lo que podría reunir las condiciones de una admisión sobre su conocimiento y/o participación en la conjura que culminó en el asesinato del exiliado cubano».
· Formulario tipo 302, del 24/02/86, por el agente especial Guadalupe González, en base a una entrevista con el convicto ex-jefe Oficina de Homicidios de Puerto Rico, Luis Ramos Grateroles. «Ramos dijo que unos días después del asesinato de Carlos, Julio Labatud vino a su casa para preguntar sobre el caso de Muñiz Varela. Ramos dice que cuando le preguntó a Labatud si él estaba envuelto en el caso, Labatud se rió. Ramos dice que Labatud le dijo que dos individuos estuvieron envueltos. (…) Ramos dijo que en 1985 él vio a Labatud en la oficina de Gerardo López, y Labatud le dijo que él no estaba ya preocupado por el caso de Muñiz Varela porque los estatutos federales ya habían prescrito, y localmente él se encargaría de cualquier problema que surgiera. Ramos dijo que durante la conversación Labatud dijo que Feliciano [Feliciano Carrera era jefe de los fiscales del Departamento de Justicia del gobierno de Puerto Rico] es muy buen amigo de él. Ramos dijo que Labatud le confesó que ellos iban a asesinar al socio de Muñiz Varela, Raúl Álzaga».
· Formulario tipo 302, del 26/04/84, por el agente del FBI Diader Rosario, en base a una entrevista con Ernesto Abrahan Arzola, al igual que su hermano gemelo el ex-policía Ernesto Gil Arbola, convicto por su participación en la pandilla del coronel Maldonado. Ernesto Abrahan falleció a mediados de abril del 2005. «Arzola dijo que el asesinato de Muñiz Varela fue planificado por el senador Nicolás Nogueras [miembro ilustre del Partido Nuevo Progresista-anexionista. Nogueras llegó a ocupar la presidencia del senado insular] y Julio Labatud durante una reunión en el restaurante Metropol de Hato Rey, en la que Arzola estuvo presente, aproximadamente dos meses antes del asesinato de Muñiz. Nogueras y Labatud dijeron delante de Arzola que ellos habían fallado en una ocasión anterior pero que en esta oportunidad sí iba a ocurrir y ellos lograrían asesinar (they will get) a Muñiz».
Estas son las principales informaciones que se han logrado recopilar a lo largo de los veintiséis años transcurridos desde el asesinato de Carlos. Es sólo la punta del témpano de hielo. Aunque son suficiente para escandalizarse e indignarse ante la falta de interés de la autoridades en dedicar recursos humanos y materiales para esclarecer este crimen y para encausar a los culpables. Tampoco podemos olvidar que en la década del 70 el gobierno norteamericano desarrolló una alianza con ciertos gobiernos latinoamericanos con el propósito de reprimir al movimiento revolucionario en América Latina. No se puede descartar la posibilidad que, al igual que en otros asuntos, Puerto Rico pudo haber sido utilizado, macabramente, como sitio de ensayo con el resultado terrible de muchos crímenes. Estamos convencidos que el conocimiento del FBI sobre el asesinato de Carlos, así como quién o quiénes son sus asesinos, es mucho mayor que el que se demuestra en este artículo. El continuo esfuerzo por esclarecer el asesinato de Carlos no se detendrá hasta que se haya logrado obtener justicia.
Como recientemente dijera una vieja y querida amiga nuestra, en la más reciente conmemoración del asesinato de Carlos, «Los criminales –más viejos y derrotados– con su muerte lenta; nosotros con el muchacho vivo». ◘
1. Carlos Muñiz Varela, fue fundador de la revista Areíto y era dirigente de la Brigada Antonio Maceo cuando fue asesinado el 28 de abril de 1979, en San Juan de Puerto Rico, por órdenes de terroristas de la extrema derecha cubana radicados en Puerto Rico. Tenía 25 años de edad. Nació en Cuba en 1953, y a los ocho años de edad, con su familia, emigró a Puerto Rico, dónde militara en su movimiento independentista.
2. Raúl Álzaga Manresa, el autor de este artículo, era entrañable amigo de Carlos Muñiz. Fue fundador de la revista Areíto y también fundador y dirigente de la Brigada Antonio Maceo.
* El 25 de julio de 1978, dos jóvenes independentistas, Arnaldo Darío Rosado y Carlos Soto Arriví, se dirigían acompañados del agente encubierto de la División de Inteligencia de la Policía de Puerto Rico, Alejandro González Malave, al Cerro Maravilla donde estaban ubicadas dos torres de comunicaciones que ellos intentarían destruir utilizando líquido inflamable y fósforos. Agentes de la División de Inteligencia y de la Unidad de Arrestos Especiales de la policía se encontraban emboscados esperando a los dos jóvenes independentistas. Al llegar los dos jóvenes y el agente encubierto al sitio se les da la orden de arresto, que es acompañada de un breve intercambio de disparos. Los dos jóvenes independentistas son arrestados, golpeados y luego asesinados por la policía. Ese mismo día, durante las celebraciones oficiales que conmemoraban la invasión norteamericana de Puerto Rico en 1898 y también otro aniversario de la constitución política de Puerto Rico, el gobernador anexionista, Carlos Romero Barceló, explicó la muerte de los dos jóvenes como resultado de un intercambio de disparos, y declaró «héroes» a los policías involucrados en los hechos. En 1984, la Comisión de lo Jurídico del Senado de Puerto Rico, entonces contando con mayoría del Partido Popular (autonomista), inició una investigación de los hechos de Cerro Maravilla que logró esclarecer los hechos. Como consecuencia de esa investigación varios oficiales de la policía fueron procesados y encontrados culpables de asesinato.