Julieta Paredes, de origen aymara, es una de las impulsoras del feminismo comunitario. Forma parte de la Asamblea Feminista Comunitaria de La Paz (Bolivia) y de la organización Mujeres Creando Comunidad, que se definen como «quienes en 1990 en Bolivia, soñamos un feminismo que destruyera el patriarcado y construyera el Buen Vivir para las mujeres y hombres de nuestros pueblos».
El feminismo comunitario parte de la base de no enfrentar ni construir desde los derechos individuales, sino colectivos; desde esa comunidad que es lugar de identidad común, de memoria ancestral, de coyuntura particular y que compara con un cuerpo que tiene su parte hombre, su parte mujer y su parte transgénero. El patriarcado hace que ese cuerpo-comunidad camine desequilibrado, precario y lisiado y debe ser autónomo. «Desde el feminismo comunitario estamos diciendo que si las otras revoluciones han fracasado, que si el sistema patriarcal vuelve, ha sido porque no se ha tenido en cuenta a la mitad de cada pueblo que somos las mujeres. Los actores de las revoluciones eran los hombres, no la comunidad. Por eso nunca ha habido ese cambio.» Partiendo de este planteamiento, las feministas comunitarias, resitúan conceptos como patriarcado, territorio, cuerpo o violencia estructural.
El feminismo comunitario constituye hoy un movimiento de construcción teórico-práctico permanente, sobre todo de la mano de mujeres indígenas, y se extiende por toda América Latina. El feminismo comunitario se construye desde las calles, no desde los partidos, porque, según Julieta, «no vamos a dejar nuestros sueños en manos de ningún político».
Julieta visitó el Estado español en octubre del año pasado de la mano de la organización Perifèries, ofreciendo talleres y charlas en varios lugares. El objetivo de esta gira fue acercar a los movimientos sociales este feminismo construido desde los pueblos del Sur, muy en la línea del paradigma del Buen Vivir indígena, facilitando también un diálogo con los feminismos de ruptura del Norte global.
La entrevisté en Alicante, en una mañana de descanso y paseos por la playa, sin mucho pensado y con el ánimo de poder registrar algunas de las cosas que había dicho en sus charlas y talleres y que a mí me habían movido por dentro, pensando en que podría ser interesante difundirlo. Consciente de lo difícil de recrearlo, aquí van algunas de sus reflexiones.
El feminismo comunitario constituye hoy un movimiento de construcción teórico-práctico permanente, sobre todo de la mano de mujeres indígenas, y se extiende por toda América Latina. El feminismo comunitario se construye desde las calles, no desde los partidos, porque, según Julieta, «no vamos a dejar nuestros sueños en manos de ningún político».
Julieta visitó el Estado español en octubre del año pasado de la mano de la organización Perifèries, ofreciendo talleres y charlas en varios lugares. El objetivo de esta gira fue acercar a los movimientos sociales este feminismo construido desde los pueblos del Sur, muy en la línea del paradigma del Buen Vivir indígena, facilitando también un diálogo con los feminismos de ruptura del Norte global.
La entrevisté en Alicante, en una mañana de descanso y paseos por la playa, sin mucho pensado y con el ánimo de poder registrar algunas de las cosas que había dicho en sus charlas y talleres y que a mí me habían movido por dentro, pensando en que podría ser interesante difundirlo. Consciente de lo difícil de recrearlo, aquí van algunas de sus reflexiones.
¿Qué aporta el feminismo comunitario a los feminismos?
Al feminismo no le ha interesado en general, ni en el Norte ni en el Sur, los sectores populares o empobrecidos, menos aún los sectores campesinos y para nada los indígenas. Se ha movido históricamente en lo elitista, la intelectualidad, las universidades… los estudiantes, esos sectores, clase media o clase media-alta; que también son mujeres. Ha unido algunas clases, pero, con algunas excepciones, no puede decirse que se haya centrado en la clase obrera ni en sectores populares. Ese salto cualitativo lo está planteando el feminismo comunitario, porque cobra sentido precisamente en las comunidades indígenas, campesinas, barrios populares o juntas de vecinos. Surge desde ‘el otro lado’, pero no es únicamente para ‘ese lado’. Desde ahí estamos revolucionando teórica, política y conceptualmente, y también en nuestras prácticas y en el planteamiento de la aspiración que tenemos: revolucionar el mundo desde las mujeres, desde nosotras, con nosotras. No es apoyar a los compañeros varones en su revolución y darles papelitos con nuestras demandas para que las incluyan. Nosotras montamos la plataforma de lucha donde están comprendidos los compañeros varones y las personas intersexuales. Eso es lo que está cambiando la base de construcción política práctica y de propuesta de mundo, ésa es la diferencia del feminismo comunitario, que nace en Bolivia, desde la memoria de nuestras comunidades indígenas campesinas y desde el proceso de cambio.
Cuando vais a las comunidades y a los barrios, cuando habláis allí de feminismo comunitario ¿cómo planteáis el discurso?, ¿qué es lo más importante?
Lo primero que planteamos es que el proceso mismo, el camino, es el objetivo. Y en ese camino no puede combatirse la violencia con violencia, no puede combatirse la corrupción con métodos corruptos. Como decía la afrolesbiana feminista Audre Lorde: «No vamos a destruir la casa del amo con las herramientas del amo». Debe ser un camino para construir, para pensar, para conocer. Es fundamental inventar formas nuevas de comunicación para llegar a nuestras compañeras, para plantear el género como algo politizado, no despolitizado; la comunidad, el entronque patriarcal, todo con herramientas inspiradas en la educación popular, con colores, etc.., fundamentalmente con símbolos presentes en el manejo cotidiano de las compañeras. Pero esta forma de comunicación va más allá de la educación popular, tiene una visión feminista, usamos el cuerpo, el teatro, el mimo, la música, pinturas, simbologías, técnicas como las de la respiración, musicoterapia, regresiones… Todo lo que nos sirve para hacer comprender conceptos que pueden parecer difíciles pero que logramos explicar. También usamos las letras y los libros, por supuesto, logramos desmitificarlos, que es algo muy importante.
¿Por qué te parece importante la creatividad?
Nos hace bien, nos da mucha energía, pero socialmente nos permite no estar al alcance del sistema. El sistema lo que hace es ubicar permanentemente lo que estamos haciendo. Siempre se están ocupando de eso, de lo que hacemos y de lo que pensamos, controlando, informándose de en qué andamos para despolitizar a los movimientos, diluir la energía. La creatividad permite que a cada minuto nos estemos saliendo. La creatividad, además, emite un impulso constante, una energía constante, y es un placer.
Tiene que ver con tener la mente siempre despierta, alerta.
Sí, pero tiene que plasmarse, no sólo tiene que ser posibilidad; la creatividad tiene que ser realización. Todo el mundo tiene la capacidad de crear, es saber mirar de manera distinta, prestar oído a lo que antes no prestabas atención, construir con las personas y seres vivos en los que no te fijas. Para tener elementos creativos no hace falta ser una genia, la genialidad es saber recoger de una manera diferente lo que está, lo que hay, confluirlo.
Una de las cosas que nosotras miramos con mucho cariño y gozo es la creatividad cotidiana de las mujeres: desde cómo ingeniárselas para que las wawitas (niñas y niños) coman su papilla, todos los días están inventando cómo sostener la vida, como divertirse en medio de tanta violencia, como gestionar los medios. La capacidad creativa de las mujeres es alucinante y como feministas comunitarias estamos siempre recogiendo eso. Y otra cosa es la Naturaleza, que no habla nuestro lenguaje pero va comunicando… ahora por ejemplo, mirando estas olas, las crestas… es una delicia.
¿La creatividad es individualista?
No, no puede haber creatividad individualista. Es tarea de cada una porque este cuerpo nos permite interactuar con la vida, con el mundo, con la historia, con la cotidianidad que también es historia. Interactuar de una manera concreta, porque cada una somos irrepetible, cada una nos relacionamos con todo eso de una manera única y eso es un hecho individual. Tú miras desde tu propia realidad, pero es necesariamente colectiva: en los recursos que usas, en la inspiración que tienes, en la acción y fruto que vas a sacar. Es colectiva, viene colectivamente y retorna colectivamente. Viene de lo colectivo, de la comunidad y vuelve a la comunidad. Esta autoconsciencia de todo ese proceso político-histórico de interrelación hay que hacerlo de manera distinta para responder a esta coyuntura, a la desesperación de este momento. Hay que hacerlo desde la comunidad. El feminismo comunitario es un reclamo, una convocatoria, un llamado, una invitación, una provocación, una seducción también para todas las que lo hacemos posible, para que no podamos alejarnos, porque nos gusta estar en esto. Y es verdad, porque hasta ahora nadie se ha ido (risas).
¿Para los movimientos sociales los afectos son imprescindibles?
¡Claro! ¡El amor es político! Una de las cosas que siempre decimos es que nosotras hacemos política como un profundo acto de amor, amamos a nuestro pueblo, y lo que nos mueve es eso, estamos enamoradas de nuestro pueblo: la gente, la naturaleza, el paisaje… y por amor nos inventamos todas las metodologías y la facilitación que utilizamos, tratamos de explicar a nuestro pueblo cómo le amamos, cómo queremos que sea mañana, como quisiéramos vivir…. Y ésa es la acción política, expresar nuestros deseos y esperanzas. Estamos enamoradas del proceso de cambio que se vive actualmente. Entonces nos inventamos de todo para poder acompañar, explicar, enamorar, orgasmear, seducir, comer, alimentar… El fluir de la vida y de la esperanza es eso. Y así entendemos la política. Algo que sea sin sentimientos, sin pasión, no es para nosotras la revolución. Es grave que personas de los movimientos sociales sean capaces de ser frías o de practicar la objetividad, la neutralidad política, como una especie de asepsia, como la de los científicos. Esa división entre lo subjetivo y lo objetivo no existe.
En Alcoi hablaste de la palabra «utopía» ¿hay que transformarla?
Nosotras queremos revolucionarlo todo y no vamos a estar esperando a que todo el mundo esté revolucionado para gozar de lo que queremos… Es ahorita, cuando estamos en Bolivia estaremos realizando nuestra utopía en espacios comunitarios, cada día y a cada instante. Se dice que la utopía es la que nos reclama para ir avanzando, pero yo quiero disfrutar ahora, quiero gozar ahora, quiero ver a mis compañeras y a mi pueblo disfrutar, comer y dormir bien. La utopía debe ser ahora.
¿Y cuál es tu sueño?
Yo quisiera un día dormirme y despertarme y que no existieran las fronteras, que no tuvieras que llamarte ni valenciana, ni catalana, ni boliviana, ni lesbiana, ni aymara, ni blanca, ni negra… Un mundo en el cual tuviéramos continuidad con la Naturaleza, sin distinciones de racional o naturaleza. Seríamos lo que seríamos, con toda la fuerza, pero sin necesidad de catalogarnos frente a ninguna normatividad. Tendríamos nuestras culturas, preferencias, la diversidad, la multiculturalidad y multisexualidad, sin relaciones de poder, sin tener que estar mediadas estas relaciones con los heteros, sin tener modelos ni parámetros. Amarnos, protegernos, compartir. Y que desaparezca el dinero. Que el cuidado de la vida sea responsabilidad de todos, que no haya violencia, que no haya estados ni gobiernos, solo la comunidad, que el mundo sea una comunidad de comunidades. Ésa es nuestra propuesta, desde la comunidad, que es una propuesta de continuidad con nuestras abuelas, desde la memoria de los pueblos originarios, indígenas campesinos. Desde la memoria sí, pero desde la utopía también, porque la queremos vivir.
Julieta alza su vaso: «Por la comunidad de comunidades, compañera y hermana».
* Pertenece a la organización Perifèries y al grupo editor de la revista Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas.
Fuente:http://www.pikaramagazine.com/2015/01/el-feminismo-comunitario-es-una-provocacion-queremos-revolucionarlo-todo/