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El fuet más caro del mundo: ¿quién paga el verdadero precio de la industria porcina?

Fuentes: Viento Sur

El Espetec de Casa Tarradellas cuesta 2,5 € en cualquier Mercadona. Parece barato, pero es el fuet más caro del mundo. El precio real no se paga en la caja, sino con la explotación laboral, la destrucción ambiental y la desigualdad social que implica su proceso de producción y distribución.

El coste oculto del fuet barato

El gran secreto de la macroindustria porcina para vender a precios bajos y mantener beneficios es simple: no pagar sus facturas. Una parte importante de los costes laborales, energéticos, territoriales y medioambientales no se refleja en el precio final del producto, sino en las condiciones de vida de las personas, los animales y los ecosistemas.

Basta con algunos datos para entender el problema: Mercadona acumula varias denuncias por acoso y abusos laborales, además de ser reconocida por su modelo de negocio, que impone condiciones estrictas y precios bajos a los proveedores; por otro lado, la empresa ganadera que más contamina en Cataluña con emisiones de metano y amoníaco es gestionada por la familia propietaria de Casa Tarradellas. Esta familia controla 23 macrogranjas en el territorio, en municipios como Oliola, Perafita o Ripoll, con emisiones equivalentes a 56 millones de litros de gasolina. La imagen corporativa de Tarradellas, con su bucólica masía tradicional, no podría estar más alejada de la realidad: un modelo de producción intensivo que destruye el paisaje y altera los ecosistemas.

Los circuitos del dinero no tienen como objetivo producir alimentos asequibles para la clase trabajadora. Detrás de esta apariencia armoniosa se esconde una realidad estructural contundente y violenta: Josep Terradellas (Casa Tarradellas) y Juan Roig (Mercadona) continúan escalando en la lista de las 100 mayores fortunas de España, reproduciendo ciclos de devastación social y ambiental.

Cataluña, territorio porcino

El economista Joan Martínez Alier afirma que en Cataluña hay más cerdos que personas, sin contar la doble militancia. Y no le falta razón. El censo oficial registra casi 8 millones de cerdos, pero cada año se sacrifican 23 millones. Este desajuste se debe a la importación de cerdos de otros países, que son engordados y sacrificados en territorio catalán, y también al hecho de que muchos animales no llegan a ser contabilizados en el censo debido a su corta vida, que no puede superar los 6 meses porque dejaría de ser rentable. El objetivo principal de esta producción es la exportación. El consumo interno en Cataluña de esta carne no alcanza el 20%.

El 60% de los cerdos se matan en solo tres grandes macromataderos: Valls Companys, Grup Batallé-Juià y Costa Brava. En total, Cataluña produce 2,5 millones de toneladas de carne al año, de las cuales el 80% es porcina. Este sector representa el 59% de la producción ganadera catalana y el 36% de la Producción Final Agraria. De hecho, Cataluña concentra la mayor parte de las explotaciones intensivas de cerdos de la península, con tres cuartas partes de las granjas de engorde integradas dentro de conglomerados cárnicos gigantes, mientras que la ganadería libre se convierte cada vez más en una excepción.

A nivel estatal, el sector porcino supone el 9,5% del PIB industrial de España, generando 17.000 millones de euros. Con un censo de 34 millones de cerdos, España lidera la producción porcina en la Unión Europea y es la tercera potencia exportadora mundial. De los 7 millones de toneladas de carne de cerdo producidas anualmente, solo 2 millones se consumen internamente. El 50% de las exportaciones proviene de mataderos catalanes.

Un ciclo globalizado y desigual

La producción porcina en Cataluña no solo genera grandes beneficios económicos, sino que implica un sinfín de relaciones desiguales y habla multitud de idiomas.

Algunos cerdos sacrificados en el territorio pueden haber nacido en Estados Unidos, Francia o los Países Bajos, pero se engordan en las granjas de Lleida. Además, la mano de obra en este sector está marcada por la precariedad: en los mataderos y granjas, el 40% de los trabajadores son migrantes, y un gran número de ellos son subsaharianos, expuestos a abusos y riesgos laborales y a situaciones de racismo sistemático.

El engorde de los cerdos sigue un patrón intensivo: después de tres semanas de lactancia, un cerdo alcanza los 20 kg de peso, y en solo cinco meses multiplica casi por seis su tamaño, gracias a una dieta basada en pienso y hormonas. En una secuencia que al imperativo del beneficio le suena lógica, pero que es un infierno ecológico, para producir comida barata en el Norte se requiere comida barata y mano de obra barata del Sur Global. Para alimentar a millones de cerdos, se necesitan grandes cantidades de soja, la mitad de la cual proviene de la región de El Cerrado (entre Brasil, Bolivia, Paraguay y Argentina), una zona afectada por el acaparamiento de tierras y la desertización del 60% de su territorio.

El viaje no acaba aquí. Las hormonas están fabricadas por farmacéuticas alemanas, y después de ser sacrificados y procesados en un 30% de los casos en mataderos de Osona, son trasladados y consumidos en China, Francia, Japón, Italia, Filipinas y Corea del Sur. Todo ello, un ciclo de producción, distribución y consumo globalizado con un coste ambiental, social y laboral insostenible. Todo ello, facturas no pagadas.

Impactos ambientales y sanitarios

Las consecuencias medioambientales del modelo intensivo porcino son infinitas, entre ellas:

— El sector es responsable del 21% de las emisiones de CO₂ relacionadas con la agroindustria en Cataluña.

— Contribuye al 40% de la contaminación por nitratos de los acuíferos, especialmente en la comarca de Osona, donde el 45% de los municipios superan el límite legal de nitratos.

— En un contexto de sequía estructural, la mitad de los acuíferos catalanes están contaminados por nitratos.

— Los purines ganaderos son responsables de más del 70% de las emisiones de amoníaco, un gas tóxico con graves consecuencias para la salud.

— El consumo de agua en toda la cadena (piensos, granjas y mataderos) equivale a casi el 50% del consumo doméstico de Cataluña y el 86% de todo el consumo del Área Metropolitana.

Planificación urgente de un cambio de modelo

Criar y engordar animales podría ser una manera sostenible de producir proteína, contribuyendo a equilibrar la alimentación de la población y aprovechando de manera natural los residuos alimentarios. Así se hacía tradicionalmente en la agricultura catalana. Sin embargo, en el sistema actual, los cerdos han dejado de ser parte de un modelo integrado con el territorio para convertirse en simples mercancías dentro de un circuito global.

Es imprescindible impulsar una reconversión del sector porcino industrial en Cataluña. Esta transformación debe basarse en una reducción profunda de la cabaña de cerdos y de la capacidad de los macro-mataderos. Con la misma convicción, es necesario reforzar la producción ganadera agroecológica y sostenible, estableciendo mecanismos de apoyo, incentivos y acompañamiento para los agentes implicados. Es fundamental garantizar unas condiciones laborales dignas y, al mismo tiempo, promover un modelo más justo y respetuoso con el conjunto de la naturaleza.

Finalmente, para evitar que esta transición repercuta en un encarecimiento de la carne y otros productos derivados, deben crearse mecanismos públicos que aseguren un acceso justo a los alimentos de calidad.


Este texto es una versión reducida y traducida al castellano del capítulo “El fuet més car del món” de los mismos autores en el libro Futuros (im)posibles. Propuestas e imaginarios para una transición ecosocial (Escola de Transicions y Pol·len edicions, 2025) .Fuente: Crític, 12/02/25 https://www.elcritic.cat/opinio/el-fuet-mes-car-del-mon-qui-paga-el-preu-real-de-la-industria-porcina-229334

Josep Manel Busqueta es pastelero, economista y escritor catalán. Ha participado durante más de veinte años en tareas de formación y pedagogía crítica en el marco del seminario de economía crítica Taifa. También ha participado en tareas de asesoramiento en el gobierno venezolano durante el mandato de Hugo Chávez. Fue diputado de la CUP en 2015. A partir de estas experiencias, ha publicado varios artículos en medios de comunicación como La Directa, Diagonal, Revista Cataluña, Illacrua, ONGC, La lletra A, Dialogal, etc. Es autor del libro «L’hora dels voltors» (El Jonc, 2013).

Rubén Martínez Moreno es director del Área de Urbanismo y Transición Ecológica del IDRA. Doctor en Políticas Públicas y Transformación Social por la UAB (2018). Máster en Ciencias Políticas (UAB, 2014). Actualmente investiga sobre las relaciones entre regímenes de propiedad, ecologismo y planificación pública con informes como La Solución Verde. Coautor de libros como «Barcelona metròpoli-empresa» (Virus, 2024), “Ciudades democráticas: la revuelta municipalista en el ciclo post 15M” (Icaria, 2019), «Barris i crisis: Crisi econòmica, segregació urbana i innovació social» (Tirant Humanitats, 2018).

Fuente: https://www.sinpermiso.info/textos/el-fuet-mas-caro-del-mundo-quien-paga-el-verdadero-precio-de-la-industria-porcina