El presidente Fidel Castro anunció un paquete de ayuda económica directa a las familias más pobres y un aumento a las pensiones como parte de una ofensiva en política social, respaldada por fuertes ingresos en las arcas públicas. El bolsón de mayor pobreza está integrado por 476. 512 personas, entre ellas madres solteras desempleadas, ancianos […]
El presidente Fidel Castro anunció un paquete de ayuda económica directa a las familias más pobres y un aumento a las pensiones como parte de una ofensiva en política social, respaldada por fuertes ingresos en las arcas públicas.
El bolsón de mayor pobreza está integrado por 476. 512 personas, entre ellas madres solteras desempleadas, ancianos solos o discapacitados severos, protegidas por un programa de asistencia social y que a partir del primero de mayo recibirán como ayuda 50 pesos mensuales adicionales.
En su primer alza en más de una década, las pensiones de entre 55 y 290 pesos, que percibe 97 por ciento de jubilados, serán aumentadas para quedar en mensualidades de entre 150 y 300 pesos. La pensión mínima suba así casi un doscientos por ciento. La medida favorece a 97 por ciento del total acogido al sistema.
El reparto inmediato de beneficios también incluirá televisores y refrigeradores a precios subsidiados, además de utensilios de cocina que Castro anunció el 8 de marzo.
El líder cubano dio a conocer la nueva ronda de beneficios el jueves, en su tercer discurso semanal, que ha establecido como permanente y en un momento en que las finanzas oficiales tienen inyecciones fuertes como el alto precio del níquel y el pago de los servicios sanitarios que la isla presta en Venezuela.
El mandatario reconoció que en el país, «desgraciadamente», aún existen salarios de menos de 200 pesos y persisten problemas graves para la gente común, como los apagones y el transporte «totalmente colapsado».
El ministro del Trabajo, Alfredo Morales, dijo en la sesión que el salario promedio es de 282 pesos mensuales.
Los ingresos de las familias más necesitadas y de los pensionados siguen deprimidos respecto de los precios de artículos básicos y no se comparan con el poder adquisitivo de los años 80, pero el Estado busca compensarlos subsidiando una canasta básica de alcance promedio para 10 días y los servicios públicos.
Este aumento de las pensiones a más de 1,4 millones de jubilados inyectó optimismo en ese deprimido sector de la población, aunque la mayor masa monetaria en circulación podría amenazar la estabilidad de los precios.
Ese importante flujo circulante requiere un aumento de bienes en oferta para evitar incrementos en los precios, ya muy altos en algunos casos.
«Indudablemente es una buena noticia, sobre todo para quienes cobraban lo mínimo», dijo a IPS Manuel Valdés, profesor jubilado, con una pensión de 195 pesos.
Al anunciar los incrementos, el jueves por la noche, el presidente Fidel Castro admitió que las personas afiliadas al sistema de seguridad social «han estado totalmente olvidadas» por el bajo nivel de sus remuneraciones.
El mandatario reconoció también que el salario de muchos trabajadores cubanos es inferior a 200 pesos y dio a entender que se estudian posibles reajustes para el sector laboral activo.
Castro comentó que los precios de la red comercial en pesos convertibles (billetes que circulan dentro del país en sustitución del dólar estadounidense), son prohibitivos para los sectores de bajos salarios.
«Que no se les ocurra aumentos de precios en las TRD (Tiendas de Recuperación de Divisas)», cuya tasa de ganancia es alta, dijo el mandatario, al referirse a esos establecimientos estatales creados a mediados de los años 90.
El Estado subsidia los precios en moneda nacional de una canasta básica que distribuye de forma racionada, pero ésta no satisface las necesidades de la familia, obligada a acudir a las TRD o a los mercados agropecuarios.
Castro estimó el nuevo gasto fiscal en más de 1.000 millones de pesos (unos 40 millones de dólares), y anunció el envío de 40.000 toneladas de arroz y granos a seis provincias del país, azotadas por la sequía.
El Estado cubano entregará esos alimentos de forma gratuita a la población de Camagüey, a 535 kilómetros de La Habana, y a las cinco provincias situadas en la región oriental: Guántanamo, Santiago de Cuba, Holguín, Granma y Las Tunas.
El presupuesto de la seguridad social cubano es independiente del resto del presupuesto del Estado, con recursos y gastos propios.
Estas erogaciones estatales son financiadas con contribuciones de las empresas sobre la nómina de los trabajadores y las transferencias del Estado para cubrir el déficit entre ingresos y gastos.
Según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), las contribuciones empresariales alcanzan 14 por ciento sobre la nómina de los trabajadores, de las cuales 12 por ciento se destina al presupuesto y dos por ciento restante queda a disposición de las entidades para prestaciones de corto plazo.
La diferencia entre las contribuciones de los empleadores y los gastos reales es cubierta por el Estado, añadió Cepal en el libro «Política social y reformas estructurales: Cuba a principios del siglo XXI», elaborado junto con el Instituto Nacional de Investigaciones Económicas.
De acuerdo con estudios realizados por ambas instituciones, la crisis de los años 90 (cuando Cuba perdió el sostén económico de la disuelta Unión Soviética) aumentó la vulnerabilidad social y colocó una mayor presión sobre el sistema, específicamente el de pensiones.
A partir de 1993, comenzó a aumentar el número de pensionados en comparación con años anteriores, tendencia que se mantiene hasta la fecha, afirma el libro en su capítulo «La seguridad y la asistencia sociales».
El aumento de las pensiones sigue a medidas monetarias que Castro anunció en las últimas semanas, también en discursos televisivos de amplia audiencia, para revalorizar el peso cubano y el peso convertible.
A fines del pasado año, el gobierno concentró en una caja central los fondos en divisa de todas las empresas estatales y restringió la circulación del dólar estadounidense en el territorio nacional.
Con una población de 11,2 millones, Cuba figura entre los países más envejecidos de América Latina y el Caribe, con más de 14 por ciento de habitantes mayores de 60 años al finalizar 2002. En la región, sólo Uruguay presenta un envejecimiento más acentuado.
Se estima que en 2010 la población de 60 años y más representará 18 por ciento del total, y el país entero tendrá, por primera vez en su historia, más habitantes de la tercera edad que infantiles.
Estadísticas del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) indican que para 2025, la isla será el país más envejecido de la región, con 25,9 por ciento de su población de 60 años o más. La lista coloca en los primeros lugares a Barbados (25,4 por ciento), Trinidad y Tobago (20,5 por ciento), Uruguay (20 por ciento) y Chile (18,4 por ciento).