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Ética contra manipulación

El mensaje desde Cuba a los intelectuales y artistas afronorteamericanos

Fuentes: Rebelión

Makani Themba-Nixon, directora ejecutiva «The Praxis Project», que aparece entre los firmantes de una declaración de intelectuales y líderes afronorteamericanos que están acusando a mi país de prácticas de racismo y acoso de los ciudadanos negros, ha divulgado una nota en la que pide que su nombre no aparezca en ese documento. Nos honra y […]

Makani Themba-Nixon, directora ejecutiva «The Praxis Project», que aparece entre los firmantes de una declaración de intelectuales y líderes afronorteamericanos que están acusando a mi país de prácticas de racismo y acoso de los ciudadanos negros, ha divulgado una nota en la que pide que su nombre no aparezca en ese documento. Nos honra y se honra la señora Themba- Nixon con su decisión.

No deseo molestar la delicadeza que traduce la carta de la señora Themba- Nixon, de dejar zanjada la cuestión de su participación, allá en el Norte, y entre nuestro Sur de cubanos y cubanas que vivimos en el archipiélago. En consecuencia, fijo el hecho noticioso y la ineludible enseñanza que encierra.

La Revolución Cubana puede mostrar, en el tema de la igualdad real y de la emancipación racial y humana, a la comunidad negra norteamericana, y en general al pueblo de ese país, avances colosales, que el Estado imperialista solo pone a disposición de sus grupos más privilegiados. Ello no reduce, sino presupone nuestra apertura a las ideas y experiencias positivas alcanzadas en el duro y heroico bregar de la lucha antirracista del pueblo estadounidense, como parte del histórico intercambio cultural que hemos tenido, de la relación de amistad que compartimos con numerosos ciudadanos estadounidenses, multiplicada en solidaridad y hermandad, con los revolucionarios que en ese país se enfrentan a la política imperialista. Respetamos las opiniones adversas. Nunca hemos condicionado la amistad y la colaboración de nuestros compañeros y amigos en el mundo, con el seguidismo acrítico.

La nada ingenua intención de atizar una problemática racial en Cuba, ha ido tomando un perfil cada vez más significativo en el stock de campañas diversionistas, que se orquestan directamente desde los servicios de propaganda, guerra psicológica y sociológica del Gobierno de los Estados Unidos. Su objetivo es crear un inexistente potencial político contestatario, entre la población no blanca de Cuba, dividir a los patriotas del archipiélago, golpear el histórico acompañamiento solidario del pueblo trabajador, pobre y negro estadounidense, de sus sectores de intelectuales honestos, con la Revolución Cubana, y fundamentar un nuevo pretexto para intentar justificar la criminal política de bloqueo y agresión anticubana a escala internacional.

El método no es nuevo: Se toma un tema de nuestro debate crítico, sobre el que exista cierto consenso de errores de política, insuficiencias sistémicas o circunstanciales, se refríe y prepara por los especialistas de la subversión enemiga como asunto de descrédito, y con él se monta una campaña específica. Una vez calentada la «campaña» en los medios internacionales, se coloca en los guiones de los mercenarios que cobran por la platilla de «disidentes», y se brinda como plato a diversos públicos. La trampa está en que como nació de nuestra evaluación autocrítica, en la propia refutación hay que «reconocer» explícita o implícitamente, que el problema de que se trata, de una u otra forma existe, lo que le proporciona al engendro propagandístico en cuestión, una dosis de credibilidad.

Un resultado de la labor enemiga, ya se aprecia en esta última manipulación de la opinión pública estadounidense sobre la problemática de raza, en el escenario mediático y psicológicamente propicio, de la llegada a la Presidencia, por primera vez en la historia de ese país imperialista, de un hombre de raza negra. El detonante para no pocos de los firmantes de la declaración que nos ocupa, ha sido la impúdica acción de movilizarlos a la solidaridad, en base al color de su piel, con uno u otro de los mercenarios del patio.

Hay que entender la extraordinaria sensibilidad que tiene el tema del racismo en el seno de la sociedad estadounidense, la genuina solidaridad que despierta cualquier acto de discriminación y/o ataque a un individuo por razones raciales. Precisamente la propaganda contrarrevolucionaria, como montaje inescrupuloso, manipula la realidad histórica, cultural y psicológica del pueblo negro, y de los luchadores por los derechos civiles y la justicia social en ese país, y trata de movilizar a los más incautos y desinformados. Nada se dice sobre la diferencia abismal entre la problemática racial y el racismo, que existe en la sociedad estadounidense y la realidad cubana.

Me apenan las víctimas del engaño. Estoy convencido que el firmar y sustentar un falaz documento, solo puede ser, para un hombre y una mujer honestos, un momento de ingenuidad y error reparable. Ello precisa de la crítica rotunda en el propio diálogo, con las personas que han sido objeto de la manipulación, precisa también de tolerancia, respeto y caballerosidad. De ello es una joya el «Mensaje desde Cuba a los intelectuales y artistas afronorteamericanos», firmado por un grupo de prestigiosos intelectuales -negros, mulatos y blancos- cubanos y cubanas.

El Mensaje desde Cuba…, al que me uno en mi condición de miembro UNEAC, y sobre todo, en el compromiso de contribuir a compartir esas ideas, da suficientes argumentos sobre la realidad cubana, y cuenta con el aval de prestigio de una de las organizaciones de la sociedad civil revolucionaria, que más se ha destacado en la crítica política y el combate cultural, contra los reductos de intolerancia y discriminación que en unos y otros campos, persisten en nuestra psicología, relaciones y socialidad.

El Mensaje desde Cuba…, demuestra qué hemos hecho, y cómo estamos en pelea de honor, por alcanzar para nuestro pueblo, y todos los pueblos del mundo, la mayor cuota posible de emancipación y felicidad.

El Mensaje desde Cuba… ratifica que en el país del Norte, tenemos los cubanos y cubanas muchos amigos y amigas, que bien saben distinguir las campañas contrarrevolucionarias, que nos acompañan en la lucha contra el bloqueo, la más criminal discriminación que hoy, y durante medio siglo, se ha realizado contra pueblo alguno. Marchan también junto a nosotros, estos queridos hijos e hijas del pueblo estadounidense, en la lucha por liberar de las prisiones del imperio a los cinco patriotas antiterroristas cubanos, inocentes de los cargos que se le han impuesto, discriminados ellos y sus familiares hasta en los derechos que dice ofrecer el sistema carcelario de aquel país. A ellos agradecemos su actual trabajo de levantar la verdad, frente al vicio de la conjura subversiva. En este escenario un acto rectificador tiene un impacto que se desborda en significaciones.

Un acto de rectificación, por muy personal que sea, independientemente de la distancia, neutralidad o compromiso político que en todo derecho su autor sustente, tiene un valor ético de extraordinaria trascendencia. Tales actitudes siempre convocan a la verdad, y con ella a la estima y confianza entre los seres humanos. Para asumir una posición rectificadora además, hay que poseer una alta dosis de valentía intelectual y personal. Todos sabemos cuánto se irritan y conspiran, quienes hacen de la calumnia su oficio. Es que una vez establecida la verdad, esta corre, vuela, ilumina, emplaza y denuncia. Entonces, mantenerse en la mentira a sabiendas, es vergonzante.

Unirnos en la verdad y la justicia

A diferencia de lo que ocurre en Cuba, los ataques impulsados por el color de la piel, por la tendencia sexual, por pertenecer a determinado grupo religioso, por ser mujer o por ser de determinado origen étnico, son cada vez más frecuentes en los Estados Unidos. España, Alemania, Francia, Gran Bretaña, dejan atrás sus fachadas de sociedades cultas, para ser expresión de crecientes manifestaciones xenófobas, de intolerancia con las minorías, los homosexuales, e inmigrantes. Las naciones europeas participaron en el genocidio de los serbios con fuerzas de la OTAN, lideradas por los Estados Unidos. Nada hacen por sancionar y frenar las acciones terroristas de Israel contra las comunidades palestinas, en tanto constituir actos de racismo de Estado. Menos se ocupan ante el etnocidio que lleva a cabo el Ejército estadounidense, también con colaboración de sus aliados de la OTAN, en Irak y Afganistán.

Habría que ver cuántos llamamientos y grupos de seguimiento, se animan a hacer los intelectuales y líderes que persisten en la agenda anticubana, frente a tanta criminalidad del capital. Si se deciden a manifestarse con una Declaración de repudio, pueden contar con mi modesta adhesión de maestro e historiador.

El abril pasado (del 20 al 25), la administración del presidente Obama boicoteó la Conferencia Mundial contra el Racismo, Discriminación Racial, Xenofobia e Intolerancias Relacionadas. El gobierno imperialista presionó la reunión en Ginebra para obligar a los participantes a cambiar en el documento final las referencias a Israel como un estado racista. También estuvo contra cualquier demanda de reparaciones por la esclavitud.

La conferencia de abril, siguió la histórica conferencia celebrada en Durban, Sudáfrica, en el 2001. Esa conferencia adoptó la Declaración y Programa de Acción de Durban (DPAD) que afirmó «el derecho inalienable del pueblo palestino a su autodeterminación.» La DPAD reconoció que «la esclavitud y el comercio de esclavos son crímenes contra la humanidad… especialmente el comercio transatlántico de esclavos». Este fue el primer reconocimiento internacional y promovió el desarrollo de un movimiento para reparaciones, que incluyó procesos legales contra varias corporaciones que se beneficiaron con la infame trata esclavista.

En el 2001, los representantes de los gobiernos de los Estados Unidos e Israel se salieron de la conferencia, para protestar una resolución que condenaba el sionismo por perpetuar el racismo. Ambos gobiernos, quedaron aislados y sumamente cuestionados por sus políticas racistas. En su estreno internacional, el gobierno del primer presidente negro en la historia de los Estados Unidos, continuó la misma política de su antecesor George W. Bush, xenófobo, racista y fascista. Ahora además de Israel, lo acompañaron varios gobiernos europeos, en particular los del coro exsocialista, en una nueva prueba de abyección y desmemoria histórica.

Se dice que los presidentes del Norte, no pueden sustraerse de ejercer su papel de emperadores romanos, y para ello ordenan a sus legiones, al menos, a una guerra. Parece que Obama, no va a ser la excepción. Hace solo días nos hemos enterado de que el actual Presidente, a quien se le acaba de otorgar un Nobel de la Paz, ha decidido incrementar abrumadoramente, la presencia de las tropas yanquis en Afganistán, lo que significa de inmediato, la intensificación del conflicto, y el regreso a suelo estadounidense de nuevos ataúdes, con hijos del pueblo negro e hispano, las dos minorías que hoy por hoy, constituyen la carne de cañón del ejército de imperio.

Entre marzo y abril, Obama desoyó a las organizaciones y activistas negros, y a los grupos de derechos civiles, que le solicitaron reconsiderar el boicot de la conferencia de la ONU contra el racismo en Ginebra. El presidente de piel negra, reniega de su promesa preelectoral, y manda ahora a morir a miles de jóvenes estadounidenses. En Cuba estamos desde ya, movilizados para expresar nuestro rechazo contra esa medida de continuidad con la política de la administración Bush. Mi firma -se que la de cientos de miles de cubanos y cubanas-, está a disposición de cuantos llamados y denuncias, se animen a hacer los compañeros y amigos estadounidenses, contra esa política por genocida, racista, del actual gobierno de los Estados Unidos.

Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.