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Declaración de Izquierda Anticapitalista

El movimiento del 15-M, balance y perspectivas tras un mes de actividad

Fuentes: Rebelión

El movimiento de la gente indignada o movimiento 15-M ha surgido en el Estado español después de que, durante un periodo dilatado de tiempo, las crisis económica, política y social se fuera desarrollando, sin que ninguna de las grandes fuerzas políticas o sindicales- comenzando por el PSOE gobernante a escala estatal – se manifestara capaz […]

El movimiento de la gente indignada o movimiento 15-M ha surgido en el Estado español después de que, durante un periodo dilatado de tiempo, las crisis económica, política y social se fuera desarrollando, sin que ninguna de las grandes fuerzas políticas o sindicales- comenzando por el PSOE gobernante a escala estatal – se manifestara capaz de hacerles frente en beneficio de la clase trabajadora y de la mayoría de la gente ciudadana. El PSOE se ha convertido en gestor directo de los intereses de los «mercados» y de los grandes poderes financieros y empresariales, aplicando durísimas políticas de recortes y leyes contra los derechos laborales y sociales que han erosionado su base social, mientras que el PP ha hecho lo propio en las Comunidades Autónomas que hasta ahora estaba gobernando, al tiempo que se veía implicado en escándalos de corrupción de gran magnitud. En el ámbito sindical, las direcciones de CCOO y UGT, tras decidirse después de muchas dudas a convocar una Huelga General el 29 de setiembre del 2010, cedieron luego de manera casi inmediata en forma vergonzosa, firmando un desmovilizador Pacto Social y aceptando la Ley de Reforma de las Pensiones.

Por otra parte, los partidos situados a la izquierda del PSOE tampoco han sido capaces de aparecer como referente en esta situación. En unos casos por sus propias debilidades políticas y organizativas y por su apego al PSOE, como IU y ERC; en otros, como la izquierda anticapitalista, por tratarse de formaciones aun muy pequeñas y con escasa audiencia de masas. Los sindicatos de izquierdas y combativos se han encontrado en una situación similar, uniéndose a menudo a las dificultades propias de su escasa implantación las derivadas de prácticas que no han favorecido su acción unitaria en la lucha.

Surge el movimiento 15-M

Cuando el panorama económico, social y político parecía cercano a la desolación, primero en respuesta a un llamado a la movilización en forma de manifestaciones el 15 de Mayo de «Democracia real ya», realizado a través de las redes sociales, y posteriormente, tras los incidentes en la Puerta del Sol de Madrid, mediante la ocupación de un gran número de plazas en ciudades y pueblos, nació el que ha sido llamado movimiento de la gente indignada o movimiento 15-M.

El nuevo movimiento ha demostrado en muy poco tiempo, un mes y días, unas capacidades y potencialidades sorprendentes, rompiendo en pedazos muchos esquemas falsos, en particular aquellos que denunciaban la incapacidad de la gente de a pie del Estado español para hacer frente a los ataques que se producían y su supuesta pasividad y adhesión a los discursos imperantes sobre la inevitabilidad de todo lo que está sucediendo.

Desde el principio se han integrado en el movimiento 15-M un gran número de jóvenes- que constituyen uno de sus principales motores -y entre ellos tanto algunas que ya habían realizado experiencias previas de lucha (combate estudiantil contra el Plan de Bolonia, movilizaciones de «Juventud sin Futuro»…) como otras para las cuales éste es su bautizo de fuego en la acción política.

Pero, igualmente, forman parte del movimiento 15-M otras personas de todas las edades, entre las cuales destacan el grupo de las viejas y viejos luchadores que se forjaron antes y durante la Transición; algunas han permanecido activas durante años formando parte de colectivos de izquierdas y de movimientos sociales, otras han renacido ahora a la política, tras años de pasividad, al calor del movimiento de la gente indignada.

El apoyo al movimiento 15-M por parte de las organizaciones representativas de los diferentes movimientos sociales ha sido también masivo desde sus inicios. Las diferentes formaciones políticas situadas a la izquierda del PSOE, empezando por IU, también se han adherido al movimiento, si bien con intensidades y actitudes distintas respecto de él.

La suma de todo lo anterior ha sido un magma muy fértil, una amalgama en la que se combina y recombina de manera constante lo nuevo y lo viejo, los inventos de las nuevas generaciones y las experiencias acumuladas de las mayores.

Características del movimiento de la gente indignada

Una vocación global

El movimiento del 15-M no puede ser asimilado a otros movimientos ya existentes en el Estado español, porque está dotado de unas características muy específicas que lo convierten en una herramienta extremadamente poderosa. En primer lugar posee una vocación global que se manifiesta en su voluntad de cambiar todas las cosas. Si bien es cierto que, en un primer momento, parecieron imponerse en su seno posiciones centradas fundamentalmente en conseguir reivindicaciones de tipo estrictamente político e integrables por el propio sistema (reforma de la ley electoral, separación de poderes, prohibición de que la gente corrupta fuera elegida, aplicación de medidas contra la corrupción y el lucro personal de la clase política…), también lo es que, al poco, se fue recuperando el contenido inicial de las convocatorias del 15-M bajo el lema «No somos mercancía en manos de políticos ni banqueros», incluyéndose en los diversos consensos de mínimos demandas de tipo económico y social claramente en contradicción con las políticas neoliberales en curso y con el propio sistema capitalista. La elaboración de las tablas reivindicativas del movimiento, hasta convertirlas en patrimonio común dotado de coherencia y de discurso, ha sido en apariencia lenta (¡pero estamos hablando del plazo de apenas un mes!) y aun queda mucho por hacer. Sin embargo, los hechos son rotundos: las manifestaciones del 15-M fueron convocadas ya «Contra el Pacto del Euro» a pesar de que, seguramente, muchas de las personas que las secundaron desconocen los contenidos reales del mencionado pacto neoliberal y tampoco tienen claridad con respecto a las alternativas a plantear frente a él. Sin embargo, la dirección del camino parece estar muy bien trazada.

Gobernando el propio destino: asambleas y metodología de debate

Pero, junto a su vocación global, la gente indignada ha manifestado una clara voluntad de gobernar su propio destino. Esto se ha expresado tanto en el carácter asambleario del movimiento surgido, como en su disposición a debatir de manera exhaustiva todos los temas por medio de las asambleas y de múltiples comisiones. La metodología de la búsqueda del consenso, si bien llevada al extremo convierte en muy lenta la toma de decisiones y desgasta, tiene también el enorme mérito de obligar a realizar debates en profundidad y a buscar soluciones a los problemas de forma más ingeniosa; dificulta, asimismo, la formación de corrientes sectarizadas unas con otras en el seno del movimiento y promueve su espíritu unitario.

Al centralizarse inicialmente la actividad en las plazas ocupadas, esto ha favorecido que aquellas personas y grupos de personas que se encontraban en situación de permanecer en ellas durante largos espacios de tiempo (normalmente gente joven y sin trabajos estables) cobraran un especial protagonismo. Muchos de los trabajos y discusiones de las comisiones se han realizado a altas horas de la noche y de la madrugada, dejando así fuera a aquellas gentes que por su ocupación, edad o estado de salud, no podían seguir tales ritmos. Lo anterior ha dotado a las asambleas de un sesgo muy determinado, en particular al decaer la afluencia masiva de gente a las plazas, tras las primeras semanas álgidas. No obstante, la posterior formación de asambleas barriales en las principales ciudades y la coordinación de éstas, ha dado un vuelco a la inercia antes citada, permitiendo una mayor participación ciudadana en las asambleas y haciendo que éstas comenzasen a entrar en contacto con el tejido asociativo de los barrios. Una vez las diversas acampadas centrales vayan finalizando, todo el peso recaerá sobre las asambleas barriales y sus diversas coordinaciones (locales, comarcales, nacionales y estatal) que están destinadas a convertirse en la estructura estable del movimiento 15-M. Se tratará de un proceso complejo, que seguramente tendrá lugar al calor de las nuevas movilizaciones que el movimiento deberá abordar.

Apartidismo y asindicalismo: algo bueno y algo malo al tiempo

El rechazo a la práctica de los grandes partidos y sindicatos, junto con su tremendo desprestigio social, ha llevado al movimiento 15-M a constituirse frente a ellos y a declararse apartidista y asindicalista. Que un movimiento manifieste su autonomía frente a partidos y a sindicatos es algo muy positivo e incluso necesario para su desarrollo. El hecho mismo de que las propuestas debatidas en las asambleas y comisiones deban ser vehiculizadas a través de personas y no de organizaciones, obliga por otra parte a quien de manera honesta quiera intervenir en el movimiento a volcarse en él y a demostrar los méritos de sus planteamientos a través del debate y de la acción, no por el peso o credibilidad de etiqueta alguna.

Sin embargo, el apartidismo y el asindicalismo a menudo no se han limitado a lo anterior; por una parte, al llevar al extremo tales características, se ha metido en el mismo saco que al PSOE, PP, CCOO o UGT a organizaciones políticas y sindicales que, de hecho, vienen defendiendo desde hace mucho tiempo alternativas a las políticas neoliberales como las que está reivindicando ahora el movimiento de la gente indignada y que, además, han estado luchando y llamando a la lucha, aunque con escasa audiencia social. Seguramente la deformación de la visión colectiva sobre partidos y sindicatos que la práctica de aquellos afectos al sistema ha supuesto, necesita de un tiempo para clarificarse. Es indudable que los diversos partidos a la izquierda del PSOE (y algunos que no lo están, como UPyD) han intervenido e intervendrán en el movimiento y si bien es cierto que no conviene en absoluto que este movimiento asambleario degenere en una batalla de partidos y de grupos políticos en su seno, también lo es que una adecuada madurez política ha de admitir su existencia y su valor, sin estigmatizar a personas o grupos de personas por su adscripción política.

 

Un movimiento no violento frente a la violencia del Estado y de los mass media

Desde sus comienzos también, el movimiento 15-M se ha definido a sí mismo como un movimiento pacífico, que utiliza como una de sus principales herramientas de acción la desobediencia civil no violenta. Tales métodos y actitud parecen ser los más indicados para el trabajo y penetración social del movimiento de la gente indignada y hay que promoverlos. Los hechos sucedidos primero en el intento de desalojo en Barcelona el 27-M y sobre todo con posterioridad frente a las Corts Valencianes y al Parlament de Catalunya han supuesto pruebas que, finalmente, se han superado en forma victoriosa. Pero ha quedado muy clara la intención del Estado, de los partidos del sistema y de los medios de comunicación de masas de buscar excusas para criminalizar al movimiento ante la ciudadanía; la campaña de acoso mediático ha sido brutal y sólo las acertadas respuestas desde el movimiento y, finalmente y sobre todo, el clamor de las manifestaciones del 19-J han conseguido acallarla. Tal estrategia de acoso ya se adoptó, con relativo éxito, frente al movimiento antiglobalización. Hemos de estar atentos tanto frente a la actuación de policía infiltrada, como ante aquellas personas o grupos que, con honestidad pero de manera equivocada, recurren a acciones de agresión frente a los cuerpos de seguridad del Estado o frente a los representantes electos; las formas de actuación han de ser muy medidas para evitar su posterior manipulación. Las soluciones que el movimiento ha dado hasta ahora parecen haber sido acertadas, pero convendrá ir trabajando y elaborando más al respecto.

Internet y redes sociales: zanjando debates

La utilización de las redes sociales y de internet ha sido una característica más del movimiento 15-M. Diríase que se está zanjando, por la vía de los hechos, el debate sobre el papel que juegan las nuevas tecnologías virtuales en la acción política. Efectivamente, se ha podido constatar cómo el movimiento de la gente indignada ha hecho un uso combinado de lo nuevo (redes sociales, internet, tecnologías de telecomunicación en general…) y de lo viejo aunque sea remozado (asambleas presenciales, manifestaciones, acciones en la calle…). Siguiendo la estela de lo ocurrido en las revoluciones árabes y seguramente mejorándolo, por tener al alcance mayores medios materiales y políticos, el movimiento va perfilando cómo serán las cosas en nuestro futuro próximo.

Los retos del movimiento 15-M

Tras el éxito impresionante de las manifestaciones del 19-J, que han supuesto un verdadero refrendo popular para el movimiento después el acoso al que había sido sometido y tras diseñar, en lo más básico, la estructura que ha de permitirle permanecer y desarrollarse, el movimiento enfrenta varios retos, de cuya resolución dependerá en buena medida su futuro.

Penetración en el tejido social y articulación con los movimientos sociales

La primera fase del movimiento de la gente indignada se ha realizado de manera centralizada y sobre la base física de las plazas tomadas; ahora van a ser las asambleas barriales, de centro o de localidad (en los casos de ciudades pequeñas) las que tomen protagonismo, así como la coordinación entre ellas. En estos casos, de manera muy natural, las asambleas entran en contacto con el tejido asociativo existente en los lugares y empiezan a establecer una colaboración con las organizaciones y plataformas que, desde hace tiempo, vienen trabajando en ellos.

¿Qué tipo de relación y de colaboración es la más óptima? Seguramente aquella que mantiene la autonomía de la asamblea del movimiento 15-M respecto de las organizaciones barriales y viceversa; produciéndose entre ambas un trasvase en forma de participaciones personales, acciones conjuntas y elaboración de propuestas reivindicativas.

Las importantes agresiones al derecho a la vivienda- en forma principal pero no únicamente de desahucios -y al derecho a la sanidad y a la educación, que van a continuar produciéndose y aumentando en el futuro inmediato, forzarán al movimiento a buscar respuestas que, para ser eficaces, deberán contar con la participación de diversas organizaciones y plataformas que han venido ya combatiendo contra dichos ataques. Además de un trabajo conjunto entre movimientos, será muy importante la existencia de un trasvase de participaciones personales entre unos y otros. A este respecto hay que señalar que la vocación asamblearia del movimiento 15-M y su firme determinación de continuidad y de trabajo a largo plazo pueden ser muy útiles como mecanismo de articulación social y como punto de encuentro entre gentes que, hasta ahora, permanecían muy aisladas en su área específica de interés o de lucha.

Establecimiento de vínculos con el movimiento obrero. La Huelga General. Demandas laborales y salariales.

Algunas de las asambleas del movimiento 15-M ya han empezado a desarrollar un trabajo dirigido hacia las fábricas, polígonos industriales y centros de trabajos. En estos casos se ha podido constatar una excelente receptividad por parte de la clase trabajadora. Hay bastante gente obrera y trabajadora que forma parte del movimiento, sin embargo éste no ha empezado a articularse aun de manera notoria en las fábricas y centros laborales. Tampoco, aunque militantes sindicales trabajan en el movimiento de la gente indignada, los sindicatos combativos y de izquierdas han sido capaces de momento de definir una estrategia de acercamiento al movimiento. La emblemática frase «No tenemos miedo» parece no haber calado aun lo suficiente de manera colectiva en un espacio que se ha visto fustigado cruelmente por la crisis y por prácticas sindicales nefastas cuya aplicación durante decenios ha quebrado el espíritu de lucha y de solidaridad de la clase trabajadora.

Las manifestaciones y toda la actividad de masas desplegada por el movimiento 15-M han demostrado la falacia de los argumentos de las direcciones sindicales mayoritarias que- negándose a convocar una nueva Huelga General tras la del 29-S -firmaron el Pacto Social razonando que, ante la pasividad social, no quedaba más remedio que aceptar el mal menor. El debate sobre la necesidad de una Huelga General ha empezado a producirse ya en el seno del movimiento de la gente indignada. Sería sin embargo un error plantearse una convocatoria de tal naturaleza sin haber penetrado aun de manera adecuada en el tejido laboral y sin haber establecido vínculos y alianzas explícitos con el sindicalismo combativo existente. De lo que se trata es de crear las condiciones para que pueda haber una convocatoria unitaria de huelga general por parte de los sindicatos, del movimiento 15-M y de plataformas y movimientos sociales, con una presencia activa de los sectores y empresas en lucha.

El movimiento 15-M ha de continuar destacando y desarrollando sus contenidos reivindicativos en todos aquellos aspectos que hacen referencia a los derechos laborales y salariales, demandando la retirada de las leyes de reforma laboral y de pensiones y oponiéndose igualmente a la reforma en curso de la ley de negociación colectiva. Las «Propuestas abiertas» de la Comisión de Economía de Sol o las «Primeras medidas para una vida digna» de la acampada de la plaza de Catalunya, trazan también un camino que se deberá recorrer.

La gente indignada en Europa y en el mundo

Así como el movimiento de la gente indignada pareció haber tomado ejemplo de las revoluciones acaecidas hace poco en el mundo árabe, su surgimiento en el Estado español ha tenido un reflejo solidario inmediato en Europa. De entre todas las respuestas que han existido- muchas de ellas meramente simbólicas -la de Grecia ha sido la única que, de momento, se ha convertido también en un fenómeno de masas. Lo anterior se ha debido sin duda tanto a la crítica situación económica y social que se vive en aquel país, como a la experiencia de lucha acumulada por la ciudadanía griega a lo largo de bastantes meses. Pero no es en absoluto descartable que fenómenos similares acaben produciéndose en otros países muy golpeados por la crisis, como Portugal, o con tradiciones de lucha arraigadas (Francia, Italia, Reino Unido…).

En este contexto será muy importante que el movimiento continúe tejiendo relaciones a escala europea e internacional, porque es evidente que cambios de la envergadura como los que- explícita o implícitamente – se plantea sólo podrán ser conseguidos mediante una acción conjunta muy amplia en lo geográfico y en lo político. Frente a los planes diseñados por los poderes financieros y empresariales europeos y mundiales, sólo un contrapoder indignado, europeo y mundial, será capaz de hacerles frente. Todo esto será muy difícil, ya se sabe, pero también lo parecía la ruptura, en el Estado español, de una pasividad largamente sostenida frente a la crisis y se ha conseguido. «No vamos lentas, vamos muy lejos».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de las autoras mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.