Tras el revés electoral del 26 de junio, es claro que el marco gubernamental y legislativo español no va a ser favorable a los llamados ayuntamientos del cambio y mucho menos a transformaciones en favor de la mayoría social trabajadora. Muchas veces se ha insistido, aunque no las suficientes, en que la vía electoral por […]
Tras el revés electoral del 26 de junio, es claro que el marco gubernamental y legislativo español no va a ser favorable a los llamados ayuntamientos del cambio y mucho menos a transformaciones en favor de la mayoría social trabajadora.
Muchas veces se ha insistido, aunque no las suficientes, en que la vía electoral por sí sola no es capaz de transformaciones sociales de calado, sino que debe ir acompañada de la conformación de poder popular, de movilización en las calles y de una unidad popular amplia, democrática y participativa en el ámbito tanto político como social.
Por tanto la estrategia de quienes peleamos por construir un pais nuevo, al servicio de la clase trabajadora y el pueblo, debe ir enfocada fundamentalmente a ese poder popular, a la movilización y a tejer y fortalecer los vínculos entre lo político y lo social: entre la calle (movilización), la plaza (poder popular), las organizaciones y en donde es posible la institución municipal.
Es aquí donde quienes nos encontramos construyendo proyectos como el de Ahora Madrid, si queremos ser útiles a la transformación y a la clase, no debemos perder de vista esos objetivos, esas alianzas.
No parece posible que el Gobierno que surja de este 26 de junio tenga entre sus prioridades el fomentar la autonomía de los municipios, ni modificar o derogar la Ley de Contratación del Sector Público, la Ley de Sostenibilidad y Racionalización de la Administración local o la Ley de Estabilidad Presupuestaria y Estabilidad.
Todas estas leyes constituyen un marco que va a dificultar nuestra tarea, pero como nos reclama la gente en cada mitin, en cada acto público, sabemos que va a ser muy costoso, pero «¡sí, se puede!».
El derecho de huelga se conquistó haciendo huelga, y la libertad de reunión, reuniéndose. Quienes fueron pioneros pagaron precios elevados.
La autonomía municipal, no hay otro camino, se recuperará ejerciéndola. El otro camino sería dejar pasar la legislatura y esperar (con ilusión) a las siguientes elecciones a ver que tal van.
Debemos defender con uñas y dientes nuestros compromisos programáticos, que debemos entender no como un conjunto de sugerencias sino como un contrato ineludible con la ciudadanía.
En Barcelona han declarado la educación como servicio esencial para poder contratar maestros, en Zaragoza ayer mismo han anunciado que el mantenimiento de Parques y Jardines será municipal, en Coruña las bibliotecas, en Cádiz los servicios sanitarios, salvamento, socorrismo y el de limpieza de delegaciones municipales, en Rivas la limpieza urbana, jardinería, basuras, limpieza de edificios, y ahora la empresa municipal de la vivienda… en Madrid la Empresa Mixta Funeraria, cuyo 49% fue regalado por Álvarez del Manzano por el precio de cien pesetas volverá en septiembre al patrimonio público.
Es decir, es un camino difícil, pero se puede. Y además municipalizar no es solamente más justo y más eficiente, sino más económico, al ahorrar IVA (desde un 10% hasta un 21%) y beneficio industrial (que puede suponer aproximadamente un 10%) y más transparente al estar sujeto al derecho administrativo y al control directo del Ayuntamiento.
En Madrid se han tomado algunas decisiones valientes y útiles en el sentido de reforzar la legitimidad del proceso ante los actores sociales combativos y con potencial de organizar la resistencia popular, que están llamados a tomar mayor protagonismo en la fase que se abre.
El plan Madrid Puerta Norte nos puede costar ser denunciados el Gobierno de Rajoy, al igual que las Cláusulas Sociales de contratación; por otro lado, la decisión de no aplicar las reducciones abusivas de modulo de las guarderías de la Comunidad de Madrid supone tener que financiarlas al 100%. Aún con estos riesgos y costes añadidos, son decisiones correctas, porque van en la línea estratégica que defendemos.
Pero sigue habiendo elementos que debemos profundizar si queremos tener éxito en esta tarea en la que nos embarcamos hace poco más de dos años, un primer año de definición colectiva del proyecto, de conformación de un bloque popular y otro año de gobierno municipal.
La tarea que se nos ha encomendado por el pueblo madrileño no es, en mi opinión, solamente la de gestionar mejor nuestra ciudad, sin saquearla, sino también ser herramienta al servicio de la construcción de un nuevo país que responda al anhelo de participación y de justicia social de la gente trabajadora. Ser ejemplo de lo que es posible. Y mantener la cercanía con nuestra gente.
Descentralizar es democratizar, siempre que se haga de forma solidaria, sin perder de vista al resto y a sus necesidades de pan y de rosas.
La línea de oposición de los poderosos, que ya es dura y turbia, se va a endurecer y a ensuciar aún más, independientemente de lo que hagamos. Representamos la posibilidad de un cambio y se nos va a machacar por ello. Ejerzamos dicha posibilidad con decisión o con timidez y complejos, eso no va a frenar los ataques, como ya se ha demostrado.
De hecho, mostrar decisión en nuestra ejecución del programa, llevar los ataques al terreno político real, al debate de qué modelo de ciudad queremos, sabemos y podemos construir colectivamente, nos favorece, es mejor y puede ser relativamente fácil defendernos de que se nos llame locos por cumplir los compromisos con rigor, rojos por hacer política para la gente que más lo necesita y con la gente que más lo necesita, temerarios por gestionar de forma directa y más económica, ilusos por ser más democráticos.
La confrontación, incluso judicial, por defender y ejercer la necesidad de ampliación de las plantillas, de municipalizaciones, de presupuestos centrados en las necesidades sociales nos favorece si la planteamos bien. Quien tiene un problema es el que defiende Castellana Norte con pelotazo urbanístico incluido, o los beneficios del grupo Wanda o quien defienda mañana las contratas privadas cuando las públicas hagan el mismo servicio hasta un 30% por debajo en precio y con mejores condiciones de trabajo y mayor control social y municipal.
Es mucho más difícil que un debate público nos sea conveniente cuando los ataques son por causas inventadas, manipuladas o rebuscadas del pasado y tergiversadas, cuando se habla de terrorismos, de persecuciones religiosas o de otras cuestiones que no por ser evidentemente falsas dejan de ser creíbles para algunas personas siempre que se repitan lo suficiente por suficientes medios diferentes. Y medios tienen muchos. Además si dejamos a la derecha la iniciativa, ellos atacan no a las contradicciones reales que nos interesa llevar al debate, sino que marcan la agenda pública y apuntan a la línea de flotación de los complejos tradicionales de la izquierda y no siempre los respondemos con la contundencia que sería deseable en mi opinión.
Se trata de poner el municipalismo al servicio de un nuevo modelo con mayor peso de lo público, con sinergias con la economía social, primando el desarrollo económico del territorio y la ecología social, un modelo construido de abajo a arriba, en alianza con la gente organizada en centros de trabajo y barrios.
Por tanto, el mejor servicio que pueden realizar ayuntamientos como el de Madrid a la construcción de un proceso constituyente, de un país nuevo y más justo, es el de poner toda nuestra capacidad a trabajar, a cumplir nuestros compromisos sin temor a confrontar y a la vez fortalecer los movimientos populares y el movimiento obrero y mantener fuertes nuestros lazos con ellos.
Ángel Guillén. Miembro de Ahora Madrid
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