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La autora austriaca rechaza recoger personalmente el premio en diciembre

El Nobel a Elfriede Jelinek se tiñe de controversia

Fuentes: El Periódico

La decisión de la Real Academia Sueca de conceder el premio Nobel de Literatura 2004 a la escritora y dramaturga austriaca Elfriede Jelinek ha despertado la polémica en su país. Prácticamente desconocida en España, donde fue editada sin apenas repercusión a finales de los años 80 y principios de los 90, Jelinek es una de […]

La decisión de la Real Academia Sueca de conceder el premio Nobel de Literatura 2004 a la escritora y dramaturga austriaca Elfriede Jelinek ha despertado la polémica en su país. Prácticamente desconocida en España, donde fue editada sin apenas repercusión a finales de los años 80 y principios de los 90, Jelinek es una de las voces más destacadas pero también más controvertidas de las letras alemanas actuales. Su compatriota, el cineasta Michael Haneke llevó al cine su novela La pianista, protagonizada por Isabelle Huppert.
 El comité de académicos justificó la concesión del galardón a la autora por «el flujo musical de voces y contravoces en sus novelas y obras de teatro que, con un celo extraordinariamente lingüístico, revelan el absurdo de los clichés sociales y su subyugante poder».
 La escritora, de 57 años de edad, es una intelectual feroz y controvertida, que, al igual que su compatriota Thomas Bernhard, se ha convertido en una de las grandes polemistas de su país. Como Bernhard, ha sido considerada por sus detractores como una pornógrafa y una traidora a su patria. Esas voces críticas, vinculadas a la derecha austriaca más conservadora, se han vuelto a poner en marcha. El partido del populista Joerg Haider difundió ayer un comunicado en el que afirma que la escritora «disfruta arrastrando a Austria por la suciedad». Por contra, tanto el presidente del país, el socialdemócrata Heinz Fischer, como el también austríaco Peter Handke, uno de los eternos aspirantes al Nobel, han destacado las cualidades de Jelinek. Handke dijo que la autora «siempre da en el clavo».
 Menos complacida se sentía ayer la escritora, «más desesperada que alegre» por la distinción. «No me siento preparada como persona para hacer frente a la opinión pública. Me siento amenazada», dijo. Quizá por esa razón, advirtió a sus interlocutores suecos de que no recogería personalmente el premio el próximo 10 de diciembre. Su editora Corinna Brocher viajará a Estocolmo en su nombre. La autora, que no rechazará el dinero que conlleva el premio, justificó su no comparencencia por motivos de salud y explicó que los académicos suecos «aceptaron la decisión civilizadamente». En los últimos años, Jelinek no ha recogido ninguno de los premios que se le han concedido.

DISTINCIÓN COMO MUJER

También se declaró consciente de que «si se recibe el premio como mujer, se obtiene también como mujer y una no puede alegrarse tanto». Y agregó: «Si Peter Handke, que se merece el premio mucho más que yo, recibiese el galardón, lo obtendría sólo como Peter Handke». Asimismo quiso distanciarse de su país: «No deseo que este premio sea una flor en el ojal de Austria. No me identifico con el actual Gobierno y no estoy segura de que quienes dicen alegrarse con el premio lo hagan de verdad».
 Nacida en la provincia austriaca de Estiria en 1946, Jelinek, hija de una madre católica y un judío de origen checo, creció en la alta burguesía vienesa. Tal y como más tarde relató en La pianista, una novela, como muchas de las suyas, de carácter autobiográfico, fue sometida por su madre a una fuerte presión para convertirla en un genio musical. A los 16 años sufrió una grave crisis psicológica y decidió dedicarse a la literatura. Además de una importante obra novelística, la autora también ha cultivado el teatro, en una serie de piezas de muy compleja puesta en escena.