El compañero Carlos Luque, laborioso comentarista, de nuevo ha empleado muchas cuartillas para expresar cuatro cosas sencillas. En primer lugar, admitir que incurrió en inexactitudes en su anterior escrito; en segundo lugar, explicitar, una vez más, sus desacuerdos con lo que he expuesto en mis textos; en tercer lugar, solicitar que le responda varias preguntas; […]
El compañero Carlos Luque, laborioso comentarista, de nuevo ha empleado muchas cuartillas para expresar cuatro cosas sencillas.
En primer lugar, admitir que incurrió en inexactitudes en su anterior escrito; en segundo lugar, explicitar, una vez más, sus desacuerdos con lo que he expuesto en mis textos; en tercer lugar, solicitar que le responda varias preguntas; y finalmente, tratar de descalificarme políticamente.
Las dos primeras cosas no merecen un comentario adicional. Creo que el compañero Luque se enreda tratando de explicar con nuevas inexactitudes los errores que ya había cometido anteriormente. De nuevo ha dicho cosas «de campeonato», pero ya ese intercambio que el compañero se empeña en «estirar», en un supuesto plano académico, se ha convertido en una lid aburrida, circular y sin sentido constructivo.
Por otra parte, me parece normal que existan discrepancias entre los participantes de un debate. Con eso no hay problema. Sabemos que los dos pensamos diferente, pero eso ha estado claro desde hace ya algún tiempo. No nos hemos entendido, aunque eso tampoco plantea una dificultad mayor.
Me queda claro que el compañero Luque opina que mi trabajo «contribuye a desacreditar al proyecto cubano». Espero que al compañero le quede claro que considero que el sectarismo que defiende contribuye a destruir el proyecto socialista cubano.
No le encuentro sentido a que se intente hacer una discusión política -medianamente seria- sobre temas complejos de la economía, la política, la ideología y la sociedad cubana, si se insiste en hacerla endilgándole, a quien se critica, cosas que hasta ahora yo había pensado que eran inexactitudes, pero que a estas alturas del juego no me queda más remedio que calificarlas como mentiras.
Dos de las «perlas» más recientes permiten comprobar esto:
– El compañero Luque miente cuando afirma que «el Sr. Monreal le reprocha a Cuba no haber conseguido nada» en los últimos 3 o 4 años. (La cita, por favor…).
– El compañero Luque falsea cuando dice que «no he visto nunca un comentario del Sr. Monreal a los varios escritos que he publicado en La Pupila Insomne«. (Mi tiempo le dediqué en dos textos que publiqué el 14 y el 18 de agosto de 2017, en el blog El Estado como tal, pero parece que el compañero siente que su obra merece más atención).
Al fin las respuestas…
Para no dejar con las dudas al compañero comentarista, paso amablemente a responder las dos preguntas que parecen obsesionarlo. Francamente, considero que son temas aclarados en mis trabajos, pero para ver si se resuelve de una vez la inquietud del compañero, aquí van mis respuestas:
Pregunta # 1: ¿qué opina UD. de, o por qué cree que, la política gubernamental estadounidense de la «normalización» se propone estimular el auge de la propiedad privada en Cuba, pero a la vez excluye al Estado y Gobierno (cuya legitimidad paradójicamente dice reconocer y en la que afirma no querer influir) de esa política?
Respuesta: Aunque ya eso parece ser «historia antigua», la «normalización» incluyó, de manera explícita, componentes que buscaban establecer alternativas al sector estatal, con una finalidad anti-sistema, muy diferente de los objetivos del proceso de diversificación de la propiedad, incluyendo el crecimiento del sector privado, que ya aplicaba el gobierno cubano. Por cierto, durante el interludio de la «normalización», el principal interlocutor económico nacional con Estados Unidos fue el sector estatal cubano.
Pregunta # 2: ¿Pero es posible (¿es justo?) sostener que la propiedad estatal socialista no puede generar más empleo, o hacer crecer la economía a ritmos del PIB adecuados a sus necesidades, sólo por ser propiedad estatal?
Respuesta: No, no es posible. No, no es justo.
El talante moral de quien intenta ser juez descalificador
Paso, entonces, al intento de descalificación política en la que parece haberse empeñado el compañero Luque.
Existen dos cosas elementales que deben tenerse en cuenta: en primer lugar, el intercambio con el compañero Luque siempre ha sido un debate político. Cuando hemos discutido sobre temas económicos, lo hemos hecho desde una perspectiva netamente política. Para ese tipo de discusión no se exigen requerimientos intelectuales, basta con ser un ciudadano.
El compañero ha tratado de darle apariencia «académica» a una discusión que nunca se ha movido en ese carril. El propio compañero ha expresado que no es un especialista, una de las pocas cosas en la que concordamos.
En segundo lugar, resulta pretencioso de parte del compañero Luque haber asumido que se debe responder a sus impertinencias. Por supuesto que no va a recibir explicaciones de ningún tipo acerca de los eventos a los que asisto. Puedo comprender que su ignorancia acerca de cómo funcionan los intercambios académicos lo lleve a realizar elucubraciones simplonas y tendenciosas, incluyendo la ladina mención que hizo de la «terrorista» Fundación Nacional Cubano Americana.
Debería informarse primero el compañero Luque acerca de cómo funciona el mundo académico antes de ponerse a decir majaderías. Quisiera ser indulgente con el compañero Luque, y hubiera preferido pensar que lo que ha dicho es la expresión combinada de lagunas informativas y de sectarismo, pero no de malevolencia. Sin embargo, haber colocado mi nombre en una misma oración donde menciona la palabra «terrorista» es una execrable muestra de bajeza moral.
Tratando de encontrarle el lado positivo al asunto, al menos ha quedado expuesta la sordidez ética de los comentarios que caben esperar del compañero Luque. ¿Habrá alcanzado su límite?
Las relaciones con las fundaciones: lo verificable
Queda entonces por abordar la cuestión del «oro de Soros», una de las matracas descalificadoras favoritas del compañero Luque y de otros comentaristas, en especial cuando se trata de desprestigiar a Cuba Posible.
Tratemos de establecer objetivamente varios hechos:
Al gobierno cubano le asiste la moral, el derecho y el apoyo político de la mayoría del pueblo para proteger la seguridad nacional mediante la coerción estatal, una función que puede incluir limitaciones, prohibiciones, y el manejo de información que no necesariamente se hace pública.
Ciudadanos cubanos y entidades del país (de muy diverso tipo) han sostenido habitualmente relaciones de colaboración -incluyendo financiamiento- con instituciones y con fundaciones de Estados Unidos y de otros países, la mayoría de las cuales no son precisamente ni solidarias con Cuba, ni simpatizan con una ideología revolucionaria. Esas relaciones no se han conducido «por la libre» y su funcionamiento siempre ha sido monitoreado y evaluado por entidades estatales y políticas. Se han tomado acciones sobre el curso de esos intercambios cuando oficialmente se ha considerado como apropiado.
La información disponible muestra que George Soros y la Fundación Open Society son controversiales. Existe evidencia y análisis que relacionan sus actividades con procesos de desestabilización política en varios países, entre otros: Polonia y Checoslovaquia cuando estos eran países socialistas; las llamadas «revoluciones de colores» en países de la antigua URSS; la «primavera árabe»; Siria, Ucrania, Albania, Yugoslavia, y Venezuela. Ha sido divulgada, igualmente, la existencia de un documento sobre Cuba preparado expresamente, en 2013, en forma de background paper para la Fundación Open Society, pero cuyo contenido no se encuentra accesible actualmente en la red. Sin embargo, también existe evidencia y análisis relativos al apoyo que Soros y Open Society ofrecen a una amplia serie de entidades y causas que, en su diversidad, abarcan algunas de orientación «progresista», «radical» y de «izquierda».
No se conoce pronunciamiento público alguno, de parte de una autoridad oficial cubana, que limite o impida la participación de ciudadanos cubanos en actividades que incluyan a la Fundación Open Society. No se conoce ninguna indicación oficial directamente hecha a los responsables de Cuba Posible respecto a la interdicción de organizar o de participar en actividades que pudieran contar con el financiamiento de Open Society.
Existen participantes en el debate cubano que opinan que las relaciones de Cuba Posible con la Fundación Open Society -y también con la Fundación Ford- descalifican a Cuba Posible como entidad, y a quienes publican en ese sitio, como participantes carentes de justificación moral en el debate político en Cuba.
La «denuncia» se ha concentrado en Cuba Posible, a pesar de que existen ciudadanos cubanos e instituciones oficiales que han participado y siguen participando en actividades financiadas directamente o indirectamente por las dos fundaciones mencionadas. Esas «denuncias» se han originado principalmente en el blog La Pupila Insomne.
¿En qué consiste el «ajiaco conspirativo» fraguado contra Cuba Posible?
Consiste, esencialmente, en una especie de «deslegitimación por asociación». Me he referido anteriormente a lógica ramplona en la que se basa la confección de ese ajiaco: las fundaciones Open Society y Ford tienen el potencial de convertir en subversivo, antipatriótico y plattista a cuanta persona o institución de la Isla se les aproximase.
Esas fundaciones son consideradas como una especie de «Chernobil» contaminante en el plano ético (dinero inmoral y especulativo), en lo ideológico (promoción del capitalismo), en lo político (injerencia anti-socialista en el debate interno), y en cuanto a la seguridad nacional (desestabilización del Estado). El corolario es evidente: mejor evitarlas, de lo contrario van a producirse «denuncias» que revelarían la falta de legitimidad de los «denunciados» para participar en el debate público nacional.
Sin embargo, la tierra no es plana. La realidad es mucho más compleja de lo que se intenta hacer pasar por una verdad incontestable. Como muchas otras instituciones capitalistas, esas fundaciones son entidades contradictorias. El listado de los recipientes de sus apoyos es muy extenso e incluye entidades y proyectos muy diversos, e inclusive antagónicos entre sí.
El argumento de que esas fundaciones exclusivamente apoyan entidades y proyectos reprobables -desde una visión del socialismo cubano- no se sostiene cuando se revisan los datos de la realidad.
Para el caso de la Fundación Open Society, esto pudiera comprobarse sin mucho esfuerzo revisando el sitio web.
La lista incluye algunas instituciones de un corte netamente progresista -en el contexto de Estados Unidos- como son: Alliance for Justice (activistas que se oponen a la designación de jueces conservadores), American Civil Liberties Union (conocida institución de la lucha por los derechos civiles, muy crítica de las restricciones impuestas bajo el pretexto de la lucha contra el terrorismo), American Friends Service Committee (muy activos contra la llamada «Acta Patriótica»), Arab American Institute Foundation (institución que critica a Israel por la brutalidad contra el pueblo palestino), Casa de Maryland (defensora de los inmigrantes ilegales en Estados Unidos), MADRE (organización de defensa de los derechos de la mujer que plantea que el gobierno de Estados Unidos es el principal violador mundial de los derechos humanos), Malcom X Grassroots Movement (exige la reparación a la población negra por los daños infligidos por la esclavitud), Mexican American Legal Defense and Education Fund (MALDEF) (una de las instituciones más conocidas en el campo de la defensa de los derechos de la llamada población «hispana») , NACCP Legal Defense and Education Fund (activismo defensor de los derechos de la población afronorteamericana), National Council of La Raza (defensora de los derechos de los inmigrantes), Planned Parenthood (defensa de los derechos de la mujer), Proteus Fund (apoyo a organizaciones de lo que se considera como una izquierda radical en Estados Unidos), Think Progress (plataforma on-line crítica del conservadurismo), Tide Foundation (también apoya lo que se considera como una izquierda radical en Estados Unidos), Urban Institute (defensora de la salud pública social y del alza de impuestos a los ricos), y Voto Latino (movimiento para incrementar los latinos registrados como votantes), entre otros.
El argumento de que cualquiera que se aproxima a esas fundaciones se contamina, falla cuando se comprueba la evidencia de que la Fundación Open Society habría financiado instituciones que son abiertamente solidarias con la Revolución cubana, como son Global Exchange y National Security Archive Project.
De hecho, la Fundación Open Society no ha financiado exclusivamente actividades sobre Cuba organizadas por Cuba Posible, como puede comprobarse en el sitio web del Programa Cuba del Instituto de Estudios Latinoamericanos (ILAS) de la Universidad de Columbia (New York). Se dice textualmente: «El Programa Cuba es actualmente financiado por Open Society Foundations y Ford Foundation» (The Cuba Program is currently funded by Open Society Foundations and the Ford Foundation).
El «Programa Cuba» de ILAS incluye un Programa de Intercambio Académico entre la Universidad de Columbia y la Universidad de La Habana, bajo el cual se realizan visitas académicas entre ambos países. También ILAS ha mantenido un proyecto de colaboración con el Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI) del Instituto Superior de Relaciones Internacionales, en La Habana.
En el caso de la Fundación Ford, que en La Pupila Insomne se ha dicho que tiene un «largo historial de trabajo con la CIA», existe información pública sobre actividades de colaboración en la que participan instituciones cubanas. Por ejemplo, Hillary Pennington, vice-presidenta de la Ford Foundation sostuvo un encuentro en el CENESEX, el 29 de septiembre de 2016.
La Fundación Ford ha financiado también el proyecto «Cuban Oral History: Memories of the Cuban Revolution«, de la Universidad de Southampton, realizado bajo los auspicios del CENESEX.
Igualmente, la Fundación Ford apoyó el proyecto de donación a Cuba de una réplica de la estatua ecuestre José Martí, ubicada en el Parque Central de Nueva York. Ha sido recientemente colocada frente al Museo de la Revolución.
Deseo dejar bien aclarado públicamente que no veo problema alguno con esas actividades de colaboración. Todas me parecen bien. Esas son personas e instituciones cubanas que tienen experiencia en este terreno y existe sobrada evidencia de que han sostenido intercambios beneficiosos para Cuba. Son otros quienes ponen bajo «sospecha ideológica» y quienes ven «inclinaciones subversivas» en todo lo que sea «tocado» por esas fundaciones.
¿Entrará en escena la picaresca?
Esos argumentos los he expuesto anteriormente como comentarios en más de un blog donde se ha abordado el tema del «oro de Soros». Obviamente, no se trata en lo más mínimo de defender a las fundaciones. Eso no es lo que hago, ni ese es el punto que se discute.
Lo que se debate es si mantener relaciones con fundaciones como Open Society y Ford le trasmite, automáticamente, «ilegitimidad» a las entidades y ciudadanos cubanos que participen en esas actividades.
En esencia, habría que responder dos preguntas:
– ¿Cuál es la evidencia concreta de que lo que se publica en Cuba Posible -que acoge puntos de vista diversos- sea el efecto de la influencia de fundaciones extrajeras y cuál sería la explicación de los mecanismos de causalidad de esa conjeturada influencia?
– ¿Se «contaminan» por igual todos los ciudadanos cubanos y entidades que se relacionan con las fundaciones extranjeras, o son algunos más «contaminables» que otros?
Respecto a la primera pregunta, no hay mucho que agregar a lo que ya se ha dicho anteriormente. Los «denunciantes» no han aportado prueba concreta de influencia, ni se han molestado en explicar causalidad alguna. La fórmula va por otro lado: «ajiaco conspirativo» y repetición vocinglera.
En cuanto a la segunda pregunta, no conozco la opinión del compañero Luque. Tampoco se la estoy pidiendo. No quiero hacer algo que pudiera ser entendido como una impertinencia.
Lo que me interesa es tratar de conducir cualquier posible discusión sobre esa segunda pregunta -si es que se produjese un intercambio- por el camino de un debate racional. Más de una vez he debido escuchar, con paciencia, el intento de explicar que, en realidad, determinados ciudadanos e instituciones cubanas no son «contaminables», mientras que en otros casos -como Cuba Posible– la propensión a la «contaminación» no solo es consustancial, sino que es, además, deseada. Es un típico argumento de la picaresca y obviamente en ese tira y afloja no tiene sentido participar.
Queda clara la lógica arrabalera de ese tipo de acusaciones contra Cuba Posible, pero pudiera ser que la lógica nunca haya sido parte de las «denuncias», en cuyo caso entonces la cosa se entiende mejor.
Fuente: http://cubaposible.com/oro-soros-ajiaco-conspirativo-debate-cuba/