Dos nuevos importantes acontecimientos este año para Cuba serán la cercana visita del Papa Francisco, prevista del 19 al 22 del corriente, y por supuesto el esperado eventual encuentro entre el primer Sumo Pontífice latinoamericano y el Padre de la Revolución en la Isla caribeña Fidel Castro, que genera desde ya enormes expectativas. La cita […]
Dos nuevos importantes acontecimientos este año para Cuba serán la cercana visita del Papa Francisco, prevista del 19 al 22 del corriente, y por supuesto el esperado eventual encuentro entre el primer Sumo Pontífice latinoamericano y el Padre de la Revolución en la Isla caribeña Fidel Castro, que genera desde ya enormes expectativas.
La cita de dos grandes hombres de la historia contemporánea, y sus pláticas y confesiones, figurarán entre los sucesos más relevantes de la estancia de Francisco en la mayor de las Antillas, una de las dos naciones, la otra es Brasil, a las que han viajado los tres últimos jefes de la Iglesia Católica.
El Papa argentino y el Padre cubano conocen muy bien los graves problemas que padece actualmente nuestro planeta tierra, y coinciden en las maneras en que deben ser afrontados para salvar a la humanidad de los males que la aquejan, guerras, pobreza, desigualdad, racismo, uso de armas de exterminio masivo, y efectos del cambio climático, entre otros.
De todos esos complejos asuntos de seguro conversarán Francisco y Fidel, junto al presidente Raúl Castro, quien será el anfitrión principal del actual Sumo Pontífice durante su estancia de tres días en el decano archipiélago caribeño.
La venidera visita a Cuba del máximo representante de la Iglesia Católica, ocurrirá previo a una que realizará también a Estados Unidos, país con el que la Isla recién acaba de restablecer las relaciones diplomáticas, luego de 54 años de ruptura.
Precisamente el primer Papa latinoamericano intercedió modestamente y con total discreción en el acercamiento logrado entre Washington y La Habana, lo que le fue agradecido públicamente por el mandatario Raúl Castro, el pasado 17 de diciembre, cuando anunció el inicio de conversaciones oficiales entre delegaciones de los dos gobiernos, y la liberación de los Héroes antiterroristas cubanos presos en cárceles norteamericanas.
Desde mucho antes, Fidel y Raúl cumplieron la muy repetida petición del fallecido Sumo Pontífice Juan Pablo II de que «Cuba se abriera al mundo, y el mundo se abriera a Cuba».
Sin embargo, Estados Unidos no lo había hecho, y hoy todavía mantiene bloqueada a la pequeña nación latinoamericana, no obstante la reapertura de los nexos diplomáticos bilaterales.
El presidente cubano también en diciembre pasado resaltó la conducta valiente de su similar norteamericano, Barack Obama, de comenzar una nueva etapa en los vínculos entre ambos países vecinos, y ha reiterado desde entonces la necesidad de que Washington levante definitivamente el cerco económico, financiero y comercial que le impone a su pueblo, como paso esencial hacia la normalización de las relaciones mutuas.
En los primeros años de la década de los 70 de la pasada centuria, Fidel, con su demostrada larga vista, vaticinó en declaraciones a un periodista que Estados Unidos y Cuba tendrían vínculos bilaterales cuando en la Casa Blanca hubiera un presidente negro y en el Vaticano un Papa latinoamericano.
Esa profecía del Padre de la Revolución cubana ya se hizo realidad, como otras tantas promesas que ha hecho y cumplido a lo largo de su intensa vida.
Ahora toca al vecino del Norte poner fin de una vez por todas al bloqueo, y entregar a la mayor de las Antillas el territorio que ilegalmente le ocupa en la oriental provincia de Guantánamo, para entonces poder afirmar que realmente Estados Unidos se abrió a Cuba.
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