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El pasado año se cultivaron en el Estado español 80 mil hectáreas de maíz tóxico

Fuentes: Diagonal

A finales de febrero se presentó una declaración contra los transgénicos en el Estado español. Vandana Shiva advirtió sobre los riesgos de algunos de estos cultivos, que provocan sequía y contaminación. Más de 450 científicos, profesores, organizaciones sociales o agricultores firmaron una declaración elaborada por Greenpeace, Amigos de la Tierra y Ecologistas en Acción que […]

A finales de febrero se presentó una declaración contra los transgénicos en el Estado español. Vandana Shiva advirtió sobre los riesgos de algunos de estos cultivos, que provocan sequía y contaminación.

Más de 450 científicos, profesores, organizaciones sociales o agricultores firmaron una declaración elaborada por Greenpeace, Amigos de la Tierra y Ecologistas en Acción que alerta sobre los peligros medioambientales y sociales de los cultivos de organismos genéticamente modificados (OGM).

El texto denuncia que el año pasado se cultivaron en el Estado español 80.000 hectáreas del maíz MON 810 sin haber realizado nunca un análisis de riesgos sobre los efectos a largo plazo en la salud humana y animal o los impactos indirectos en el medio ambiente. Según David Sánchez, de Amigos de la Tierra, «aquí se cultivan transgénicos sin ninguna transparencia ni control, nadie sabe dónde se cultivan, no hay ninguna medida de protección ni seguimiento de sus impactos».

El Estado español es el mayor productor de transgénicos de la Unión Europea. El Gobierno autorizó estos cultivos basándose únicamente en un informe ofrecido por la multinacional Monsanto, propietaria de la patente MON 810. Esta variedad de maíz incorpora el gen de una bacteria denominada Bacillus thuringiensis (BT), una bacteria que de manera natural se encuentra en la tierra y que produce una sustancia que se vuelve tóxica al entrar en contacto con determinados insectos, actuando así como un insecticida. Este gen del BT tóxico se aísla en laboratorio para introducirlo en el maíz. Así, toda la planta crece con esa toxina en sus hojas, tallos y raíces convirtiéndose en resistente a determinadas plagas. La cantidad de toxina que acumula cada planta se vuelve incontrolable, y puede afectar al consumo humano, a la calidad de la tierra y al ecosistema. Además, las plagas potenciales acaban convirtiéndose en resistentes a la toxina.

La ecofeminista india Vandana Shiva, que apoyó la declaración de los grupos ecologistas con su presencia, afirmó que en uno de los estudios de su organización comprobaron cómo en tres años de cultivo de algodón BT en una zona de la India la fertilidad del suelo se había reducido en un 30%. Además, recordó cómo un estudio reciente publicado en Austria demuestra que una nueva variedad de maíz con la toxina BT (que ya se cultiva en el Estado español de manera experimental al aire libre y está autorizada para consumo animal), está causando efectos muy negativos en las ratas: «Se ha descubierto que causa diarrea y afecta a la fertilidad. Normalmente los estudios de ratas se hacen para establecer la seguridad de ese producto en los humanos, así que podemos estar seguros de que si las ratas lo tienen, nosotros también lo tendremos».

La activista india desmitificó la idea de que los transgénicos son la solución al hambre, afirmando que «el 98% de los cultivos de transgénicos en el mundo se concentran entre el algodón, la soja, el maíz y la colza. Uno de ellos no se come y los restantes se usan para alimentación animal y producción de agrocombustibles». Los pequeños agricultores son también los grandes perjudicados.

Para Miguel Padilla, del sindicato agrario COAG, uno de los peores problemas es la contaminación de los cultivos: «La agricultura ecológica no puede convivir con los transgénicos: nuestros cultivos se polinizan y se contaminan con genes transgénicos que llegan a través del viento. Las semillas autóctonas se van a acabar».

El año 2009 va a ser determinante para que los gobiernos aseguren una alimentación sana y segura, aseguró Vandana Shiva, en un contexto de «dictadura alimentaria bajo el control de las multinacionales». «España ya luchó contra el fascismo -recordó- y ahora tiene que volver a hacerlo».