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La enseñanza de la Filosofía Marxista en Cuba (III)

El protagonismo del profesor y los alumnos

Fuentes: Rebelión

La partida física del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, padre de la patria socialista, el acompañamiento de extraordinaria sensibilidad humana y política de millones de hombres y mujeres en el mundo, y lo que ello representó en la intimidad de cada cubana y cubano revolucionario, fueron razones más que suficientes para postergar la publicación […]


La partida física del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, padre de la patria socialista, el acompañamiento de extraordinaria sensibilidad humana y política de millones de hombres y mujeres en el mundo, y lo que ello representó en la intimidad de cada cubana y cubano revolucionario, fueron razones más que suficientes para postergar la publicación de este tercer artículo sobre la enseñanza de la Filosofía Marxista en Cuba. Hoy lo retomamos además, con la trascendente presencia del legado fidelista. Fidel no quiere estatuas, no desea mausoleos, ni que lo honremos en nombramientos, si desde la piedra de su tumba sencilla, nos ha dejado la inmensa tarea de multiplicarlo en pensamiento y acción.

El propósito de negar y tergiversar la obra de Fidel y de la Revolución que inspiró y condujo, no quiso esperar siquiera el fin de sus exequias. No me refiero al alborozo de los oligarcas del capital y sus representantes gubernamentales y mediáticos, ni a los actos grotescos de los fascistas de la contrarrevolución anexionista y mercenaria derrotada por Comandante en vida, menos al payaso ultra reaccionario devenido en presidente del imperio. Aprecio que el clima generalizado de homenaje y respeto que ha predominado en las publicaciones de izquierda, ha tratado de mediatizarse con opiniones y tesis de la derecha que engaña, calumnia y divide, enquistada en el seno del movimiento revolucionario.

Quienes todos los días tenemos el privilegio de vivir en la Revolución Cubana, nuestros compatriotas y camaradas en otros escenarios, tendremos -como nos enseñó Julio Antonio Mella- que «dar un alto, y, si no quieren obedecer, un bofetón, a tanto canalla, tanto mercachifle, tanto patriota, tanto adulón, tanto hipócrita»1. Pero todo a su momento. En lo inmediato la mejor respuesta, es continuar con la mirada y el esfuerzo puestos en nuestros retos y propósitos revolucionarios, en las realizaciones muy bien pensadas que están en curso, y en los problemas y las insuficiencias que realmente tenemos que resolver.

Sobre la enseñanza de la Filosofía Marxista en Cuba, percibo un tercer conjunto problémico. Se relaciona de manera muy estrecha con aspectos ya señalados en los dos artículos que anteceden2, pero este que a continuación intentaré esbozar, tiene en mi criterio su propio tejido de complejidades: Para superar la enseñanza teoricista, debemos colocar a la Filosofía frente a las necesidades de sus sujetos de realización pedagógica, abandonar los centralismos estériles y articular el currículo docente a los protagonismos histórico-concretos de los colectivos de profesores y estudiantes.

El teoricismo como deformación o tendencia negativa en la Pedagogía, no significa desprecio o subvaloración de la teoría, sino que tiene que ver con la enseñanza verbalista, basada solo en formulaciones teóricas. La Filosofía como disciplina posee un alto nivel de abstracción, y ese por excelencia es su espacio de existencia, pero en defecto la apelación unilateral y continua en clase a discursos teóricos, cancela y obtura el conocimiento y la comprensión de los hechos, y no pocas veces paraliza la acción reflexiva. Si se trata de enseñar Filosofía Marxista, el teoricismo es un contrasentido empobrecedor, pues lo que caracterizó la propuesta de Marx y Engels, y le otorgó su nueva cualidad en el concierto de las filosofías que le antecedieron y hoy en las que le son contemporáneas, es el ser una Filosofía de la praxis.

Opiniones desde el aula

La Revolución no ha podido eludir los errores y el lastre de sus consecuencias, pero afortunadamente ha creado su propia conciencia crítica, y tal como ocurre en muchos otros sectores de la economía, la sociedad y la cultura, en el campo de la enseñanza e investigación filosófica, crece el pensamiento y el hacer propositivo.

Hay consenso entre buena parte de los profesores de Filosofía en relación a que la debilidad en la cultura del ejercicio filosófico, y su fractura, responde a la imposición de lecturas reduccionistas que han prevalecido en nuestro medio. La crítica al teoricismo aflora una y otra vez en la opinión de los profesores. Tales criterios puede constatarse en cada uno de los debates que se han realizado en los últimos lustros. Unas veces se expresa de manera tácita, otras está en el sustrato de lo que se dice. Este estado de opinión no es algo reciente, fue muy bien recogido en el resumen que brindó la revista Temas del debate que promovió bajo la pregunta ¿Qué filosofía se enseña?, en marzo del 20083. De entonces a la fecha se han ido acumulando más opiniones:

«La enseñanza de la filosofía y la historia no se puede simplificar solo como un arma ideológica para adoctrinar a las masas populares -esclarece el profesor Omelio Rivero Villavicencio-, es una forma materialista de interpretar el mundo que permite tomar partido frente a fenómenos naturales, psicológicos y sociales»4. En esta dirección los profesores Eduardo Casas Martell y Jorge D. Ortega Suárez, sustentan que «es necesario rescatar la naturaleza propia de la teoría marxista que impartimos, para que funcione como elemento revitalizador de su propia riqueza científica y, por tanto, pueda fungir como método que pauta conductas en los seres humanos con eficacia tanto en lo epistémico como en lo formativo5.

Los profesores cienfuegueros, Lian Roque y Julio Fragoso, actualizaron la dirección demandada por Rivero Villavicencio, y en diálogo con los Objetivos de Trabajo del Partido, aprobados en el 2012, sostienen en referencia al Objetivo No. 63 : «Adecuar el marxismo al momento actual, en correspondencia con los requerimientos de los diferentes niveles educacionales, implica asumirlo como una teoría y una práctica en su unidad indisoluble, y prioritariamente como una práctica. La decisión exige singularizar la realidad social que se necesita transformar revolucionariamente para conocerla y constatar la revelación de las esencias universales en la singularidad estudiada. Al concebirlo de esa manera se le otorgaría la connotación filosófica que a la actividad humana le corresponde, al posibilitar, mediante la relación activa con la realidad, el cambio y la transformación racional«6.

Interesa a los profesores la esencialidad de los cambios. Se alerta para que las medidas a tomar no reproduzcan en un nuevo nivel las debilidades hasta ahora criticadas. A propósito el ya citado profesor Omelio Rivero Villavicencio precisa: «Hoy es necesario cambiar el discurso desde nuestras universidades, tenemos que dejar de exigir conceptos vacíos y comenzar a demandar comprensión y práctica, no se es mejor profesor porque se demuestre conocimiento profundos de filosofía ante los alumnos, hoy es inevitable que seamos cada vez mejores en la misma medida en que nuestros alumnos se apropien de un contenido, lo enriquezca y le permita transforma la vida práctica para continuar existiendo sobre la premisa de que la vida social es, en esencia, práctica y esa práctica se adquiere con el conocimiento de la filosofía» 7 .

Por negación Orlando Cruz Capote llega a una conclusión válida. En comparación con la llamada polémica sobre los manuales8, en los años sesenta-setenta entre los partidarios del marxismo-leninismo y quienes rechazaban este modelo de marxismo, afirmaba en julio del 2012: «Nos percatamos que hoy estamos ante el mismo dilema, solo que no hay ni siquiera manuales pro soviéticos, dogmáticos y escolásticos, sobre que discutir, y sin embargo, tenemos varias problemáticas que resolver en el campo de las mentalidades y la divulgación seria y profunda, ya que continuamos con un estereotipo preconcebido de cómo intentar mal-enseñar el marxismo y el leninismo»9.

Enseñar el cómo hacer.

Poseer claridad meridiana en relación a que el aprendizaje de la Filosofía, antes, durante y después del discurso de la ciencia, requiere capacidades y habilidades profesionales para su ejercicio. Debemos enseñar a realizar abstracciones, razonamientos válidos, valoraciones y deducciones correctas, para y en la Filosofía, lo que conlleva a entrenar con un acertado instrumental lógico dialéctico y didáctico. Aquí debemos incorporar la habilidad de aprender a filosofar, recurso del que no disponen nuestros graduados, y que junto con la oratoria, constituyen habilidades profesionales útiles para todos y todas, y que en lo que a la profesión docente se refiere, potencian la labor de los maestros y maestras.

El método del filosofar desde el humanismo ratifica los valores que deseamos formar, y el método de la polémica forja al combatiente revolucionario, intransigente en la defensa de los principios. Todo ello educa en el respeto y la altura ética en la batalla ideológica. En centenares de cartas que cruzaron Marx y Engels10 con sus adversarios teóricos o en referencia a estos, encontraremos ataques muy fuertes, rispidez, pero nunca un insulto. Lenin era de temer en la polémica, pero tampoco insultaba, su peor ataque personal estaba en la utilización de una muy fina ironía. La imputación ideológica o política, la agresión verbalizada en una clase, en un debate, enerva y fractura el diálogo filosófico, y una y otra vez, es hija de la incultura, de la endeblez teórica y de la falta de conocimiento sobre el punto de vista del otro. Este hacer del maestro-filósofo no nace, se educa.

Además de moralidad, del vínculo raigal entre ciencia y ética, y como parte inseparable de estas, el protagonismo histórico-concreto del profesor y el estudiante, debe incorporar la especificidad e inteligencia, la riqueza espiritual y el patrimonio simbólico del pueblo cubano. La enseñanza de la Filosofía -el mundo de la didáctica en general-, tiene que atender además, la psicología y la idiosincrasia propia de cada pueblo, y en Cuba su ser caribeño y latinoamericano. La lógica de la exposición europea, eslava, germana o anglosajona, no puede ser la nuestra. Buena parte de la incomunicación con los manuales soviéticos, su símil con «ladrillos», responde esta realidad.

La manera de decir

El ejercicio de la palabra resulta fundamental. La no existencia de palabras vivas y vigorosas para expresar las realidades fundamentales, hace que esas realidades se rebajen en su significado, incuso que nos vuelvan invisibles. El pensamiento y la vida dependen del lenguaje mucho más de lo que a primera vista suponemos. La fuerza viva de la palabra no solamente transmite, sino que incluso engendra y preserva en interacción dinámica, lo que pensamos y sentimos. Sin la palabra, nuestra percepción de la realidad es confusa o ni siquiera llega a ocurrir. El filósofo por demás, debe dar mucha atención a la especificidad semántica distintiva de cada palabra, a su contenido epistemológico, con relación a sus «sinónimos» en el lenguaje común. Un pensamiento epistemológicamente fuerte, y preciso, puede ser a su vez sabroso, plenamente adecuado a la intención de apertura a la totalidad y, sobre todo, lleno de sabiduría. Esta combinación, enamora a los interlocutores, y los hace disfrutar y aprender del conocimiento y la ciencia filosófica. Los aforismos de José de la Luz y Caballero (1800-1862)11, nos pueden dar hoy una clave válida. Olvidada por la cienciología marxista-leninista, esa obra didáctica de Luz constituye un modelo de cómo articular la sabiduría filosófica y pedagógica, con la prosa llana y a la vez culta del maestro.

«La manera de decir – enseña Martí– realza el valor de lo que se dice:- tanto, que algunas veces suple a este. Una lectura no sujeta, antes distrae la atención: la naturaleza humana y sobre todo, las naturalezas americanas necesitan de que lo que se presente a su razón tenga algún carácter imaginativo; gustan de una locución vivaz y accidentada; han menester que cierta forma brillante envuelva lo que es en su esencia árido y grave. No es que las inteligencias americanas rechacen la profundidad, es que necesitan ir por un camino brillante hacia ella»12.

La Filosofía parece y es, asunto de sabia intelección, pero a diferencia del enfoque academicista, con sus lenguajes cáusticos, defendemos la trascedentalidad de lo cotidiano, el saber filosófico que nace del pueblo culto, del que los filósofos y maestros de filosofía, los cientistas sociales y la intelectualidad toda, somos parte y fundamento: «Se debe ser marxista con la misma naturalidad con la que se es «newtoniano» en Física o pasteuriano» en Biología…, recomendaba el Comandante Ernesto Che Guevara«13. Si logramos forjar este hacer en los estudiantes, en el graduado y en nosotros mismos, la tarea de los maestros y maestras de Filosofía estará en buen camino.

Filosofía de la Educación

El reduccionismo marxista-leninista acorraló y desatendió a las filosofías particulares, y en especial a la Filosofía de la Educación.

Acercarnos a los Fundamentos Filosóficos de la Educación, en tanto teorías, principios, conceptos, leyes más universales y necesarias de la reflexión filosófica que se manifiestan en la educación, permite nutrirnos de las herramientas necesarias para contribuir a la racionalización y concientización de por qué hacemos y cómo debemos hacer, en particular en lo relativo a formar habilidades prácticas y de trabajo en grupo, que redunden en el cambio positivo de nuestra realidad educativa y de su entorno14.

Desde la Filosofía marxista de la Educación, se pueden abordar los temas universales, con centro en el problema del hombre, en su individuación, educabilidad y formación en la sociedad, en la historia y en la contemporaneidad. Me refiero a tres momentos medulares: 1) Formar a los futuros docentes y capacitar a los que están en ejercicio, en la perspectiva de Filosofía de la Educación, y asumir la enseñanza y el aprendizaje desde la teoría marxista del conocimiento; 2) realizar la praxis de esa Filosofía en el ejerció docente de cátedra y aula, acercando el fin de la educación bancaria, democratizando el proceso pedagógico a través del empoderamiento efectivo de sus sujetos principales, de estudiantes y maestros; y 3) concebir desde el impacto a la educación que realizan, el estudio y análisis de los más actuales problemas filosóficos de las ciencias, el debate sobre ética y ciencia, sobre política y ciencia, y el partidismo científico, así como los problemas filosóficos particulares de las Matemáticas, de la Física, del hombre en el Medio Geográfico y Natural -las filosofías de la Madre Tierra y la crítica a la idea depredadora y egocentrista del hombre, que heredamos de la formación capitalista -, frente a los retos bio-éticos y tecno-éticos del presente, y la defensa del sentido humanista de la vida en el planeta. Aspecto este último al que no casualmente Fidel Castro dedicó parte importante de sus últimos estudios y reflexiones.

Recuperar y crear

La formación del profesional en el campo de la Filosofía no se agota en las problemáticas tratadas. Existen otros aspectos del planteamiento pedagógico y didáctico15, que sin dudas también deben ser objeto de atención, y precisan de exposición y debate en nuestros colectivos, de la discusión de las mejores prácticas y de la actualización con la literatura científica específica, que se ha producido.

La labor propiamente histórica y teórica que queda por hacer no es menos trascendente. En realidad, como afirma Atilio A. Boron, el «marxismo-leninismo» es un producto anti-marxista y anti leninista por naturaleza. Es preciso -continúa- organizar una suerte de expedición arqueológica que nos permita recuperar la herencia leninista que subyace por debajo de ese cúmulo de falsificaciones, tergiversaciones y manipulaciones perpetrado por los ideólogos estalinistas y sus epígonos y que se diera a conocer con el nombre de «marxismo-leninismo» 16. Para avanzar en esta tarea contamos con la herencia plena y vital de José Martí, que siempre nos asombra y orienta. El marxismo y el leninismo de la época de la Revolución Cubana, atesora el pensar inmenso de Ernesto Che Guevara y Fidel Castro, cuyos estudios y sistematización solo recién han comenzado.

Problemática de importancia y urgencia

Dedicado a la problemática pedagógica y didáctica, no he tratado la situación de la falta de profesores. En el citado debate promovido por Temas,  Ernesto Fernández, profesor de la Universidad de Ciencias Pedagógicas «Enrique José Varona», afirmaba entonces que » el problema real en la escuela cubana no es solo qué filosofía se enseña, sino quién la imparte, pues se trata de alguien que no tiene esa formación específica», y refiriéndose a la asignatura de base filosófica que se impartía en el Preuniversitario, comentaba el profesor Fernández que en ausencia de los docentes formados en la materia, daba la clase «desde el auxiliar de contabilidad del centro hasta un profesor de Educación laboral, porque nadie quería asumir esa tarea». Recuerdo que luego de la intervención el profesor, no hubo asombro y si se produjo un murmullo generalizado de coincidencias y aprobación.

A casi una década de las afirmaciones anteriores, considero que en la educación preuniversitaria ya pasó el momento crítico de «darle el aula» al auxiliar de contabilidad, pero los datos de la realidad permiten constatar que la situación aún no se ha resuelto en su integralidad. Más, en la educación superior sabemos que ocurrió algo similar a lo narrado por el profesor Fernández, en el contexto de una política de crecimiento que no supo hallar el camino acertado, en las circunstancias cubanas, para dar continuidad a la voluntad política de democratizar, masificar y universalizar la universidad.

La política y el cómo hacer

El tema tampoco está agotado en su impronta política. Aún existen resistencias para hacer de este asunto una cuestión de opinión pública, de construcción de soluciones en consenso.

Un aspecto político importante de los debates en los años iniciales de la Revolución fue el hecho mismo de la discusión. La expresión pública de tesis, posicionamientos y desacuerdos, debe ser normal en el proceso de construcción del socialismo. El General de Ejército Raúl Castro ha insistido en esta necesidad una y otra vez, pero tal cualidad del pluralismo democrático revolucionario -que realmente existe en los escenarios académicos y en las organizaciones políticas y sociales-, no halla cómo visibilizarse en el contexto de una prensa y de medios oficiales masivos, que casi siempre reiteran monolíticamente las mismas opiniones. Persisten entre funcionarios y decisores compañeros que de hecho niegan la orientación al debate promovida por el Partido y expresamente por Raúl, y cuando no pueden impedir, optan por enviar mensajes amables en los que el espíritu de censura se enmascara de recomendaciones sobre lo políticamente correcto o no.

Cuba está entre los únicos países del mundo que pone a disposición de la educación más de un canal de televisión. Esta maravilla no la empleamos para educar en el debate. Se impartió ya hace más de una década un excelente curso organizado por el Instituto de Filosofía, la audiencia fue altísima, pero no hubo continuidad. ¿Por qué no darle también el set a los filósofos de la Universidad de La Habana, de la Universidad de Las Villas, de Oriente…, para que expongan sus puntos de vista sobre los temas tratados u otros? ¿Por qué no invitar a exponer y debatir los puntos discrepantes en esa televisora y en general en la programación educativa e informativa del Instituto Cubano de Radio y Televisión, a la «masa» de investigadores, profesores y estudiantes, que están aportando sus opiniones discrepantes o coincidentes en los espacios académicos, culturales, artísticos y asociativos, en la activa blogosfera revolucionaria cubana…?

La Filosofía que se imparte, y la Historia, tributan de forma muy directa -por mérito o defecto- a la hegemonía ideológico-cultural socialista. La filosofía marxista posee la especificidad cualitativa de ser ciencia e ideología17. En tanto, la investigación y la enseñanza en estas disciplinas reclamarán siempre una atención particular por parte del Partido revolucionario. Así lo ha hecho el Partido Comunista de Cuba desde antes de su primer Congreso en 1975, voluntad expresada en los acuerdos, lineamientos y objetivos aprobados en el Sexto y Séptimo congresos; pero falta llevar la letra de lo acordado a resultados concretos. Se chequea al detalle el cumplimiento de los Lineamientos económicos. A tal fin hay planes de medidas y cronogramas que se evalúan con rigor, precisando a todos los niveles de dirección y ejecución la responsabilidad y el cumplimiento de cada ministro, director, compañero o compañera implicado, de cada equipo de trabajo, fábrica por fábrica, en cada puesto laboral. No hacemos lo mismo con los objetivos educacionales, culturales y político-ideológicos, y en estos con los que se refieran a la investigación, enseñanza, estudio y promoción de la Historia y la Filosofía.

Pienso que tanto para la Historia como en la Filosofía, su investigación, promoción y enseñanza, debemos hacer desde el Partido un proceso de debate y construcción de propuestas en los colectivos docentes y de investigación, en las universidades, con profesores, investigadores y estudiantes, proceso abierto a todos los cientistas, a los comunicadores, culturólogos, artistas, deportistas, militares,… al aporte de los colectivos obreros, a nuestro culto y sabio pueblo. Proceso no para hacer catarsis, sino para ver qué cumplimos y qué no, de los objetivos partidistas que específicamente han sido formulados para el asunto que nos convoca. Evaluar si estos objetivos son suficientes o se precisan otros más, y sobre todo proponer y aprobar soluciones con recursos económicos tangibles y nominalizados, con planes y acciones concretas y medibles en el corto y mediano plazo. Tal hacer dotará de las visiones enriquecidas que precisa el actual proceso de ingeniería curricular en la educación general y superior, y en lo específico permitirá un rediseño más certero de las carreras y disciplinas docentes.

Si de socialismo se trata

El proceso que propongo contribuiría a fortalecer lo que ya ha comenzado a moverse en dirección acertada. Se trata de los cambios en estilos y métodos que se aprecian en las instituciones ministeriales, y tienden cada vez más a promover la participación del profesorado, de los especialistas y la iniciativa social. Y es que las adecuaciones en la enseñanza realizadas por el Ministerio de Educación, y las discusiones y elaboraciones sobre las nuevas carreras de Filosofía en las universidades, no constituyen hechos aislados. Expresan la voluntad de perfeccionamiento del socialismo cubano. Que la institucionalidad revolucionaria -precisamente al calor de los más recientes acuerdos partidistas- rectifique errores y rompa con las concepciones estériles, es una buena noticia, pero no basta.

Bien sabemos que si de socialismo se trata, las políticas de Estado y Gobierno, precisan de acompañamiento crítico y propositivo fuera y sobre los compañeros que las gestionan. De la visión y el liderazgo del Partido, desde los núcleos y comités en las bases. De la sociedad civil: de los sindicatos y organizaciones estudiantiles y juveniles, del empuje organizado de nuestras mujeres, de los cederistas, las asociaciones científicas y culturales, de los más diversos sujetos colectivos e individuados, de todos los que sintamos el compromiso y el deber de aportar el hacer, los saberes y las experiencias que la propia Revolución nos ha dado la libertad -el privilegio insisto- de cultivar.

Notas:

1 Julio Antonio Mella: «Glosas al pensamiento de José Martí». En: Mella Documentos y Artículos, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975, p 267-68.

2 Ver: La enseñanza de la Filosofía Marxista en Cuba: Pensar, hablar y obrar bien, Rebelión, 23-11-2016,

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=219501&titular=pensar-hablar-y-obrar-bien-; La enseñanza de la Filosofía Marxista en Cuba: Desmitificar los mitos del dogma, 26-11-2016 , Rebelión, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=219635&titular=desmitificar-los-mitos-del-dogma-

3 Revista Temas. Último Jueves: ¿Qué Filosofía se enseña? Panel: Natasha Gómez Velázquez, Rafael Hernández, Xiomara García, Pedro Luis Sotolongo, 27 de marzo de 2008,

4 Omelio Rivero Villavicencio: La enseñanza de la filosofía. Retos y desafíos, 17/03/2010, Universidad Virtual de Salud Cubana, http://www.uvirtual.sld.cu/author/rvomelio/la-ensenanza-de-la-filosofia-retos desafios/

5 Eduardo Casas Martell y Jorge D. Ortega Suárez: La enseñanza de la Filosofía. Crítica al diseño curricular de los antecedentes del Programa de Filosofía y Sociedad, octubre del 2006, http://www.monografias.umcc.cu.

6 Lian Roque y Julio Fragoso: Apuntes para contribuir a la enseñanza del Marxismo en las condiciones de la sociedad cubana actual, Medisur 340 abril [revista en Internet]. 2014, en: http://www.medisur.sld.cu/index.php/medisur/article/view/2785.

7 Omelio Rivero Villavicencio: La enseñanza de la filosofía. Retos y desafíos, Ob. cit./

8  En particular se llama polémica de los manuales al debate sostenido entre Aurelio Alonso profesor del Departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana y Humberto Pérez y Félix de la Uz, profesores de las Escuelas de Instrucción Revolucionaria (EIR). Ver:   Ivette Villaescusa Padrón: La revista Teoría y Práctica y la polémica sobre los manuales, http://librinsula.bnjm.cu/secciones/349/nombrar/349_nombrar_4.html.

9 Orlando Cruz Capote: Algunas ideas acerca del viejo y el nuevo debate sobre el marxismo y leninismo en Cuba: continuidades y rupturas, en La Transición socialista. Actualidad, desafíos y perspectivas, Sello editorial filosofí@.cu, Instituto de Filosofía, Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, La Habana, 2013

10 Marx y Engels incluso, tuvieron confrontaciones entre sí bastante violentas, que les llevó a mantenerse sin comunicarse durante cierto tiempo, pero ello no supuso el distanciamiento total que fue recuperado una vez asumida la autocrítica que personalmente desde su interior necesitaron hacerse

11 Ver: José de la Luz y Caballero: José de la Luz y Caballero. Obras. Aforismos (Tomo I). Colección Biblioteca de Clásicos Cubanos, No. 17, Ediciones Imagen Contemporánea, La Habana, 2001.

12 José Martí: «Clases orales», Revista Universal México 18 de junio 1875. En: Obras Completas. Editorial Nacional de Cuba. La Habana, 1963, Tomo 6, p. 235.

13 Ernesto Che Guevara: Discurso en el acto de despedida de las Brigadas Internacionales de Trabajo Voluntario el 30 de septiembre de 1960 en la CTC-R. En: Ernesto «Che» Guevara. Obras. 1957-1967, Casa de las Américas. La Habana. 1970. Tomo II. p 93.

14 Eduardo Casas Martell y Jorge D. Ortega Suárez: La enseñanza de la Filosofía. Crítica al diseño curricular de los antecedentes del Programa de Filosofía y Sociedad, Ob. Cit.

15 Ver: Eduardo Casas Martell y Jorge D. Ortega Suárez: La enseñanza de la Filosofía. Crítica al diseño curricular de los antecedentes del Programa de Filosofía y Sociedad, http://www.bibliociencias.cu/gsdl/collect/libros/index/assoc/HASH011d.dir/doc.pdf

16 Atilio A. Boron: Actualidad del ¿Qué hacer? Estudio Introductorio a la edición argentina del ¿Qué hacer? Problemas candentes de nuestro movimiento de Lenin. Ver: «Estudio introductorio: ‘La actualidad del ¿Qué hacer?» En: ¿Qué hacer?, Editorial Luxemburg, Buenos Aires, 2004, http://juventud.psuv.org.ve/wp-content/uploads/2009/05/actualidad-que-hacer-atilio-boron.pdf

17 Ver: Rigoberto Pupo Pupo y Rita M. Buch Sánchez: La filosofía en su historia y mediaciones. El marxismo como filosofía de la praxis. Esencia del viraje en la historia de la filosofía, http://letras-uruguay.espaciolatino.com/aaa/pupo_pupo_rigoberto/la_filosofia_indice.htm

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