El 18 de septiembre devino a partir de 1980, fecha memorable. A solo dos décadas del triunfo de la Revolución, Cuba pasaba a la historia como el noveno país del mundo y el primero de Latinoamérica, que enviaba uno de sus hijos al cosmos. Ese día cuando en Moscú los relojes marcaban las 10: 11 […]
El 18 de septiembre devino a partir de 1980, fecha memorable. A solo dos décadas del triunfo de la Revolución, Cuba pasaba a la historia como el noveno país del mundo y el primero de Latinoamérica, que enviaba uno de sus hijos al cosmos. Ese día cuando en Moscú los relojes marcaban las 10: 11 de la noche, desde el cosmódromo de Baikonur, en la Unión Soviética, despegó la nave Soyuz 38. A bordo, el comandante soviético Yuri Romanenko y el cosmonauta -investigador cubano Arnaldo Tamayo Méndez.
Millones de cubanos, soviéticos y personas de todo el orbe, siguieron con interés las informaciones que la radio y la televisión transmitían sobre el acontecimiento. El diario Juventud Rebelde publicó en primer plana «¡Vivimos un momento histórico: Un cubano ha llegado al cosmos!»Arnaldo Tamayo se convertía de facto, en el primer latino en viajar el espacio exterior.
Como parte de las celebraciones el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP), la embajada de Rusia y la Agencia RIA Novosti, inauguraron la muestra fotográfica 30 aniversario del vuelo conjunto, en el Museo de Historia Natural de La Habana. Rusos y cubanos se reencontraron para festejar una proeza que hizo imperecedera la amistad entre ambos pueblos.
«Hoy tenemos la suerte de presentar en este modesto lugar un homenaje a un gesto de cooperación y amistad entre nuestros pueblos», dijo Reinaldo Rojas Consuegra, director del museo al presentar la exposición.
«Fue un momento histórico, no solo para la relaciones entre nuestros dos países, sino para el mundo en general, expresó Mijaíl Kaminin, embajador de la Federación de Rusia.
El jefe de la legación rusa impuso al también presidente de la Asociación de Amistad Cuba -Rusia, la medalla de la Asociación de Cosmonautas de Rusia «por su aporte al desarrollo de los proyectos y programas científicos sobre el espacio cósmico.» Asimismo, exaltó su aporte al desarrollo de los vínculos entre Moscú y La Habana.
Tamayo realizó más de veinte experimentos científicos que demostraron el alto nivel de desarrollo de las ciencias en su país. Una parte considerable de las tareas de investigación fueron diseñadas por la Academia de Ciencias de Cuba y comprendía el cultivo de los primeros monocristales orgánicos (elaborados con azúcar cubana) en condiciones de microgravedad, ensayos médico-biológicos, así como la exploración del territorio y la plataforma insular de la isla para la detección de yacimientos minerales y de petróleo.
Se iniciaba – apuntó el diplomático- la «cooperación concreta y palpable en la esfera de las alta tecnología», interrumpida tras el derrumbe de la URSS y revitalizada en los últimos años en áreas como la industria farmacéutica, la ingeniería genética y las telecomunicaciones.
El vuelo espacial soviético -cubano fue pronosticado años antes por Yuri Gagarin cuando expresó en la Plaza de la Revolución que, no estaría lejos el día en que un cubano viajaría al cosmos. «No imaginé que aquellas palabras proféticas del primer hombre que vio nuestro planeta azul, se materializaran en mi persona», afirmó Tamayo.
Explicó que más que protagonista de la hazaña, se sintió representante de los pueblos de América Latina y de África. Hazaña que se remonta al triunfo de la Gran Revolución Socialista de Octubre (1917) y al Triunfo de la Revolución.
«Estas actividades contribuyen al conocimiento de nuestros niños y jóvenes de aquel ejemplo de la colaboración científico técnica que se logró bajo el programa Intercosmos», dijo el Héroe de la República de Cuba, antes de cortar junto al embajador, la cinta que dejó abierto la muestra.
La exposición fotográfica reúne 25 fotografías y recorrerá varias provincias del país hasta asentarse definitivamente en Guantánamo, tierra natal de Tamayo.
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