Tras más de un año de gestación, finalmente se ha desatado nuevamente el fenómeno de El Niño. Así lo determinó formalmente la NOAA el 5 de Marzo 2015. Tiende a modificar patrones climáticos en varias partes del mundo y aumentar la temperatura promedio del planeta, inmediatamente después del año más caliente de la era cristiana: […]
Tras más de un año de gestación, finalmente se ha desatado nuevamente el fenómeno de El Niño. Así lo determinó formalmente la NOAA el 5 de Marzo 2015. Tiende a modificar patrones climáticos en varias partes del mundo y aumentar la temperatura promedio del planeta, inmediatamente después del año más caliente de la era cristiana: el 2014 (2014: EL AÑO MAS CALIENTE).
Desde principios del 2014 se han detectado varias olas Kelvin: corrientes de agua caliente desplazándose bajo la superficie del océano Pacífico desde Asía hacia Sur América en la franja tropical. Toman aproximadamente dos meses para cruzar el océano. Estas olas han contribuido a generar una de las condiciones necesarias para que se declare la presencia de El Niño: la temperatura promedio en la superficie de regiones seleccionadas del Pacífico oriental debe superar en al menos 0.5°C la normal durante cinco períodos sobrepuestos de tres meses.
También se requiere el debilitamiento de los vientos alisios en la atmósfera inferior que se desplazan en la franja ecuatorial desde Sur América hacia Asia (de este a oeste). Bajo condiciones neutras, estos vientos desplazan agua caliente superficial hacia el Oeste, lo que provoca que el nivel del mar sea unos 50 centímetros más alto en Indonesia que en Ecuador. Parte de esta diferencia se debe a la expansión térmica: la temperatura de las aguas superficiales pueden ser hasta 8°C superiores en el oeste (aproximadamente 30°C) que en las costas de Sur América (22°C). Las aguas profundas más frías se mueven en dirección contraria, hacia el Este, emergiendo cerca de las costas de Sur América.
Durante El Niño los vientos superficiales se debilitan y las aguas superficiales, más calientes y elevadas en el Pacífico occidental, se desplazan hacia Sur América, como si se desplomaran hacia el este. Las precipitaciones siguen a las aguas más cálidas. Los efectos son variados, aunque normalmente provoca sequías en Indonesia, Australia, India y el norte de Sur América, mientras desatan lluvias e inundaciones en la región sur-oriental de Sur América, en el este ecuatorial de África y en el sur de Estados Unidos. Las costas de Ecuador y Perú tienden a recibir mayores precipitaciones.
El Niño y La Niña son las fases cálida y fría de una oscilación en el Pacífico tropical conocida como la Oscilación Sur, con un período variable de 3 a 7 años. Esta oscilación genera una enorme redistribución de energía calórica en la capa superficial del océano. El exceso de energía calórica en las costas de Sur América asociado al evento de 1998 se estima equivalente a la generada por un millón de planta generadoras de electricidad de 1000 MW cada una, operando durante todo un año.
Por sus características iniciales, no se espera que en esta oportunidad sea tan devastador como el de 1998, cuando contribuyó a convertirlo en el único de los 15 años más calientes registrados hasta la fecha que no corresponde al siglo 21. Sin embargo, podría asistir para convertir el 2015 en el año más caliente de los últimos siglos.
Julio César Centeno es Ingeniero licenciado en la Universidad de Nueva York; postgrados en la Universidad de California, Berkeley. Profesor de la Universidad de Los Andes, Venezuela. Asesor de la Secretaría de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo [UNCED]. Director Ejecutivo del Instituto Forestal Latino Americano. Investido por el Príncipe Bernhard de Holanda con la Orden del Arca Dorada. Vicepresidente de la Fundación TROPENBOS en Holanda. Miembro del Consejo Directivo del Forest Stewardship Council, FSC. Miembro del Consejo Directivo de SGS-Forestry, Oxford. Profesor visitante del Departamento de Política y Economía Forestal de la Universidad de Viena, Austria. Asesor internacional.
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