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Entrevista a Joaquín Miras Albarrán sobre Praxis política y Estado republicano. Crítica del republicanismo liberal

«El ser social humano es una ‘nada’ que puede serlo ‘todo'»

Fuentes: Rebelión

Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones aquí publicadas, Joaquín Miras Albarrán es miembro fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y Estado republicano.  *** Seguimos en la segunda parte de tu libro, en el capítulo «Tres republicanismos y sus momentos históricos». Hemos […]

Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones aquí publicadas, Joaquín Miras Albarrán es miembro fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y Estado republicano. 

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Seguimos en la segunda parte de tu libro, en el capítulo «Tres republicanismos y sus momentos históricos». Hemos entrado en «Ethos y nomos», páginas 110-152. Nos habíamos quedado en esta pregunta. Cuando afirmas que el desarrollo de cada individuo como género homo depende de la comunidad social, ¿no estamos, no estás subvalorando la libertad de los seres humanos y poniendo en primer plano el conjunto, la comunidad? ¿No puede derivarse de esa prioridad un aplastamiento -perdona el palabro- de seres humanos concretos que la comunidad puede considerar disidentes, antisociales o conflictivos, enemigos del bien común, del buen vivir, de la vida feliz de la que hablábamos?

Es importante que plantees esta pregunta, cuya respuesta conoces mejor que yo, pero que me permite salir al paso de uno de los prejuicios ideológicos que el Liberalismo moviliza contra la noción de prioridad ontológica de la sociedad sobre el individuo, y por tanto, contra toda alternativa de pensamiento que auspicie un orden social opuesto al existente.

El ser humano puede ser considerado consecuencia o resultado de la sociedad, o resultado de su propia, inherente y previa a la sociedad y la socialización, naturaleza individual. Estas son las dos posibles ontologías, las dos posibles metafísicas onto antropológicas, que funcionan también como axiologías, y como heurísticas de investigaciones científicas.

Has hablado de ellas. Pero conviene volver sobre ello.

Comienzo por la segunda, la que naturaliza al ser humano y dota a la individualidad anterior a la socialización de una etología biológica; la ontología del «Individualismo Antropológico» -de la socio biología, del Homo Oeconomicus, de…etcétera-.

De ser así, de ser ésa la onto antropología del ser humano, el hacer humano, su comportamiento, sería una etología más, como la de los animales, gobernada por instintos y necesidades naturales. Estos determinarían toda pauta de hacer en comunidad. La antropología humana sería la misma en todas partes y en todo momento histórico, bajo la aparente y tan solo «epi fenoménica» -¿fenotípica?- variabilidad cultural. Sería inmodificable.

Desde esta opción filosófica se hace la crítica sobre la carencia de libertad que, se supone, implica la opción alternativa. Pero se echa de ver fácilmente que en esta opción biologista, tratar de la noción de libertad no tiene sentido: no hay «hueco» para tal noción.

¿Por qué no habría hueco?

Una vez aceptados los postulados del Individualismo Antropológico, no habría libertad alguna, excepto la de cumplir con la propia innata naturaleza biológica y los inherentes impulsos e instintos naturales; ni habría por lo tanto lugar al debate sobre lo que sea la libertad o la carencia de la misma, pues hasta el ejercicio de la violencia por parte unos seres humanos sobre otros sería inherente a la propia naturaleza. Lo hemos visto en teorizaciones que explican la guerra como resultado de la agresividad individual innata del ser humano, etcétera.

Tienes razón, se ha hablado de ello, se ha defendido muchas veces. «Guadiánicamente»

Por supuesto es falso, y el miedo es el sentimiento que tiene todo individuo llevado a un frente de batalla, un miedo solo superado por el terror que le tiene al propio oficial que lo manda… Es ridículo plantearse el asunto de la libertad respecto de los anélidos, los tiburones, o los lobos, etcétera. Son así, y basta, nadie puede decirles que ejerzan autodominio, que «repriman su fiera condición», para expresarlo con Calderón de la Barca, con una de las frases, dirigida a Segismundo, sobre la libertad humana, que hay en La vida es sueño. Porque es el ser humano el que sí es libre y lo es porque no es un ser cuya actividad esté determinada causalmente por su naturaleza -ni por los astros-.

En resumen, y si te parece…

Me parece

El Individualismo Antropológico, ese que niega la existencia de la sociedad y la define como la simple denominación para el conjunto de las individualidades -Margaret Thatcher entre los negacionistas-, es un determinismo biologista que, ese sí, excluye toda libertad humana posible, porque convierte el asunto de la libertad en un sin sentido.

Que el individuo depende, incluso en la génesis de su subjetividad individual, no de la naturaleza, sino de la sociedad, o que el ser humano es, por naturaleza, ser social y es la sociedad la que crea mediante la acción intersubjetiva, el vivir humano y genera o crea la propia subjetividad, las propias capacidades y facultades o procesos superiores de la mente de cada individualidad, es, por el contrario, la tesis que se abre a la libertad.

Esta otra, es en resumen, la metafísica onto antropológica en la que la noción de Libertad posee sentido y ámbito intelectual. Porque para que haya libertad, posibilidad de elegir, de auto elegirse, ha de haber indefinición previa del hacer, indeterminación del hacer, posibilidad de crear, de producir el hacer y el mundo humano, y que esta indefinición, y la inherente -esa sí- necesidad de darse un proyecto concreto de cultura, para poder sobrevivir, sea creada y concretada por la praxis de la comunidad.

El ser humano es libre por ser un ente -un ser- social, intersubjetivo. Y por carecer de proyecto de vida predeterminado.

Lo remarco: ente social, intersubjetivo, que carece de un proyecto de vida predeterminado, proyecto que tiene que crear por sí mismo.

El ser humano es una capacidad práxica intersubjetiva, surgida de la comunidad, inexistente fuera de la misma, que debe crear su propio hacer, su propio saber hacer. Prioridad ontológica -ontogenética y filogenética- de la sociedad sobre el individuo. Y lo hace mediante coparticipación de todos, en la producción y reproducción del hacer y del saber hacer mediante el que se crea y subsiste una sociedad. Reproducción creativa, siempre basada en la permanente creatividad y en el hacer siempre recreado -ambas cosas no son lo mismo-, cotidianos, capilares, de todos los individuos. Individuos que son, a su vez, a la par, constituidos ellos mismos por la interiorización de ese saber hacer elaborado por la praxis comunitaria, y que los dota de elementos de mediación para actuar -el saber hacer, el ethos-; elementos de mediación cuya apropiación activa y cuya puesta en obra, son los que los crea como subjetividades conscientes. Creación cotidiana en común. Una creación en común de saber hacer y de nueva praxis, y una apropiación individual del saber hacer común, que se generan, ambas, de manera inseparable de la paralela génesis de esa otra actividad común, interactiva, creadora de sociedad, que es el lenguaje. Pues el lenguaje es esa otra actividad práctica mediante la que la intersubjetividad social genera su saber hacer y su hacer, y mediante la que la subjetividad individual puede apropiarse del saber hacer y autogenerarse como individualidad social y desarrollar sus propias capacidades y facultades y la propia consciencia, que no existe previamente en un plano metapsicológico innato, sino que es consecuencia de esta interacción práxica.

Estoy ya ahora resumiendo nociones elaboradas por la filosofía de Hegel.

Sí, ya nos hemos dado cuenta.

Porque es Hegel, continuando la tradición ontológica griega, la aristotélica, quien recalca la radical historicidad del ser humano, su constante estado de cambio y de auto creación, su carencia radical de proyecto ético, de saber hacer o cultura, en el sentido de la antropología cultural, de ethos o sittlichkeit.

Permíteme insistir en la importancia del lenguaje.

De acuerdo, aunque es un personaje del que, como recuerdas, no hablamos por primera vez.

La creatividad, la creación de un saber hacer y de un vivir, que es consecuencia de la interacción social, es, por supuesto, inseparable del Logos o capacidad lingüística. La actividad creativa intersubjetiva está lingüísticamente generada y mediada. El lenguaje es condición de la existencia de la comunidad y de su capacidad de creación de saber hacer y de praxis, y acompaña y dirige la actividad humana, es simpráctico, tal como lo denomina la Escuela Socio Histórica de psicología, y es a la par de generador, creación, creado por la comunidad, no algo trascendente o previo. Es consecuencia generada por la religación social humana y, a la vez, medio que posibilita la génesis de la radical, radicalmente producción social, de la religación social.

Es la interactividad intersubjetiva, la que crea -génesis- la capacidad de hacer y el saber hacer consiguiente. Esta capacidad autogenética es denominada por Hegel «Espíritu» -también, por cierto, por Antonio Gramsci, el Gramsci de los Quaderni del Carcere, y en los más maduros de esta deslumbrante serie de escritos-…

Deslumbrante es buena palabra incluso para mí que no los he leído al completo y no los he trabajado como tú.

La aparición del Espíritu, no obstante, no es consecuencia de que alguna causa exterior, previa, lo determine, de que algún ser exterior a la comunidad lo envíe, una vez ésta se congrega, sino que es la denominación de esa capacidad y fuerza autogenéticas que surge de la intersubjetividad, una vez esta se constituye, se va autoconstituyendo y auto desarrollando. Recalco que es inmanente, pero no a la individualidad, sino a la intersubjetividad puesta en interacción; y esta interacción, y el saber hacer y el hacer que genera, es la que constituye el «área de desarrollo próximo» inmediato de cada subjetividad individual. El lenguaje es -en frase de Félix Duque- la «estofa», el «material» del Espíritu. La ontología de la radical plasticidad social humana, que inspira diversas corrientes de pensamiento, tiene su origen en Hegel, quien combate con el individualismo antropológico, utilitarista, de la Ilustración, o de la corriente mayoritaria de la misma.

Sobre la subjetividad, trato de decir algo más después.

De acuerdo, tomo nota, te lo recuerdo.

Ahora me interesa destacar que la sociedad se auto genera, se reproduce y se innova mediante la iniciativa y la participación, la adhesión creativa de la mayoría de la comunidad social. Un acuerdo común que no excluye la división social, ni la desigualdad, ni la explotación; pero toda sociedad, toda comunidad subsiste y se prolonga en el tiempo solo debido al consenso, a la aceptación, a la…»hegemonía» de un orden social aceptado de partida y reproducido por el acuerdo y con la actividad creativa de todos. Un orden social que se concreta en el saber hacer que aplicamos todos conscientemente cotidianamente de forma capilar y desde los microfundamentos de la vida social, donde se origina la actividad. En la que, por tanto, unos pueden tener, y tienen más voz que otros y más autoridad y poder en el ordenamiento consciente de la actividad y en el acceso a los bienes creados, todo ello consecuencia del orden creado en comunidad.

Y ahora, vamos con el importante asunto de la libertad individual.

Vamos a él, el tema es importante por supuesto. Recordemos la definición, la magnífica definición que de él se da en El Manifiesto. 

El ser humano es libre ontológicamente, porque, como explicaba Hegel, es historicidad radical -intersubjetividad, comunidad histórica- carente de naturaleza fija inherente: eso es historicidad. O para usar el sugestivo título de una obra de Román Cuartango sobre Hegel, el ser social humano es Una Nada que puede serlo Todo. Para bien y para mal, para esto y para lo opuesto: y ahí está la Libertad. Sin esta previa libertad ontológica como intersubjetividad práxica que debe generar su hacer para poder existir, su ethos, no hay posible libertad subjetiva individual.

Es la actividad social, la creada o producida por la comunidad social, la que crea la posibilidad de que cada individuo pueda a su vez, auto elegirse libremente. La división del trabajo inherente a la actividad redunda en el aumento de su eficiencia y en la reducción de su tiempo de aplicación. Permite la aparición de nuevas actividades, del conjunto de actividades de producción y reproducción que componen el ethos, la cultura material de vida que es la que genera la subjetividad humana. Esa nueva forma compleja de hacer, generada en comunidad, es la que crea en cada individuo las nuevas necesidades humanas y las nuevas facultades y capacidades intelectuales, originadas mediante la incorporación de cada individuo al hacer, a través del aprendizaje.

La complejidad de la actividad, que requiere especialización es la que posibilita que el ser humano pueda elegir entre unas y otras formas de hacer. La producción en común, con su efecto multiplicador de la producción, permite la aparición de tiempo libre, tiempo que, en las sociedades clasistas, es solo para algunos, o para unos más que para otros. Todo ello genera la creación de la individualidad consciente y la necesidad de auto elegirse, de decidir a qué dedicarse, qué hacer con el tiempo libre. La génesis de la libertad individual. El aumento de las relaciones sociales, que interrelacionan cada vez a más individuos, dota a cada sujeto de la posibilidad de elegir con quién relacionarse, quién tiene más afinidad con uno en la auto elección que hace de sí dentro de las posibilidades electivas abiertas por el desarrollo del saber hacer y del tiempo libre, etcétera. La Vocación, el enamoramiento, asuntos relevantes cuando nos referimos a la libertad, son consecuencia del orden social creado por nuestra actividad

Para resumir lo que llevamos dicho, y antes de introducir un último elemento, reiteraré que la subjetividad y la libertad subjetiva inherente a la misma, son creación, construcción real, derivada de esa previa, ontológicamente, construcción social, construcción en sociedad, de la propia praxis social y de la propia comunidad social activa.

La sociedad sería entonces…

La sociedad, la comunidad es la matriz generadora de la individualidad y de su necesidad de auto elegirse y auto dirigirse conscientemente, reflexivamente, y de ser libre.

Y nos explica cómo es posible que una subjetividad individual que está constituida por el ethos del que se apropia, que es por tanto, idéntica a ese ethos, pueda reflexionar conscientemente y de forma desdoblada respecto de ese saber hacer que la constituye y de ese mundo en el que surge como subjetividad y que, a su vez, en tanto subjetividad participa en su reproducción. Cómo una subjetividad idéntica al mundo social cultural en que existe, auto idéntica -identidad Sujeto /Objeto- puede desdoblarse conscientemente respecto del mundo que la genera y en cuya génesis participa. La explicación es denominada por Hegel con un nombre paradójico: «la identidad de la identidad y la no identidad» entre el sujeto y el objeto. Sólo un hacer no innato es condición de posibilidad de esto.

Ciertamente la denominación es paradójica, contradictoria incluso.

Pero Hegel, o la metafísica ontológica de la prioridad social de la comunidad sobre el individuo, elaborada para la Contemporaneidad, a la luz de la experiencia generada por ésta, investiga y elabora teóricamente, también, las mediaciones capilares que generan esa consciencia, que es la fuente de la libertad subjetiva, en cada individualidad.

Resumo ahora esquemáticamente la explicación de la génesis de la consciencia subjetiva individual, y de su Negatividad o desdoblamiento respecto del ethos que lo constituye.

Los resúmenes siempre son oportunos. Adelante con él.

Explicación que da cuenta de la génesis de dicha consciencia desde sus micofundamentos genéticos de la realidad cotidiana de cada subjetividad. Para ello me baso en lo que nos explica Hegel, tanto en Fenomenología del Espíritu como en Ciencia de la lógica, libro segundo y tercero. Y en los resúmenes que él elabora en su Enciclopedia de las Ciencias filosóficas. Nuestros lectores han de tener en cuenta esto, porque la consciencia subjetiva es, para Hegel, consecuencia de cada tipo de praxis, esto es, es tan histórica y variada como lo es la praxis, y Hegel nos presenta una multitud de praxis históricas diversas que generan consciencias individuales históricas distintas -por ejemplo, en el capítulo quinto y sexto de la Fenomenología del Espíritu- . Y tras recalcar nuevamente el esquematismo del resumen que procedo a presentar, vamos a la cosa.

Espera. Como si fuera un novela policíaca. Dejémoslo aquí, hasta la próxima semana. El lector estará pendiente, impaciente incluso.

Como quieras, tú orientas nuestra conversación.

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.