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El shock del coronavirus

Fuentes: Rebelión

La crisis sanitaria del coronavirus se está llevando miles de vidas, está golpeando fuertemente a la economía global y amenaza con derivar en una crisis económica y social de gran magnitud. Una situación que está poniendo al descubierto las políticas austericides que desmontaron los sistemas públicos de salud.

Lo Covid-19 está haciendo saltar por los aires los convencionalismos del modelo de globalización neoliberal con un intervencionismo de los Estados sin precedentes. No obstante, destacan la improvisación de países como Italia, España o los EE.UU., entre otros, que no han aprendido de los errores de sus predecesores a la hora de hacer frente a una crisis sanitaria que los ha desbordado. En este sentido, sobresale el fracaso de la UE en la gestión de la crisis, quedando patente –una vez más– que el club europeo solo es una unión de intereses alrededor del mercado único. Un fracaso concretado con el cierre autónomo de fronteras, la aplicación de políticas descoordinadas entre socios y la imposición de medidas unilaterales de los diferentes países, que agravan la crisis existencial de la propia UE.

La OMC advierte que la pandemia derivará en una crisis económica global peor que la de 2008. La incertidumbre económica y financiera se ha traducido en miles de nuevas personas paradas, en centenares de miles de afectadas por expedientes temporales de empleo, en una mayor precarización de los trabajadores autónomos y en un aumento de la fragilidad de los colectivos más vulnerables. Es en situaciones de crisis como la actual que las élites aprovechan el miedo generalizado para aprobar reformas impopulares que agravan las desigualdades y recortan las libertades individuales y colectivas si, a su vez, la ciudadanía no es consciente y reacciona para transformar el momento de crisis en una oportunidad para poner la vida –de las personas y del planeta– en el centro del sistema económico. Es lo que la periodista Naomi Klein teorizó en su libro “La doctrina del shock”. Así mismo, detrás del eufemismo de “disciplina social” se esconde el totalitario “control social” que ofrece una supuesta seguridad a cambio de libertades. Es aquí donde no hay que confundir el necesario aislamiento social durante el tiempo que consideran oportuno los expertos sanitarios, médicos y científicos con la militarización de la vida social como respuesta.

Solo la responsabilidad personal, la solidaridad colectiva y la cooperación entre países, gobiernos y pueblos pondrán fin al Covid-19 y harán posible una reactivación económica a través de un plan de choque social que rescate a las personas, a las clases populares y trabajadoras, a los autónomos y a las pequeñas y medianas empresas. Un nueve Plan Marshall –desde una perspectiva medioambientalmente sostenible y socialmente justa– que, desgraciadamente, la UE no está en disposición de liderar. Una intervención para transformar y superar la anterior “normalidad” que es la causante de esta crisis.

Jesús Gellida, politólogo e investigador social

@jesusgellida