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Entrevista a José Luis Rodríguez, economista y asesor del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM)

«El socialismo, si no se asimila conscientemente, se queda en la superficie»

Fuentes: Revista Temas

José Luis Rodríguez es Doctor en Ciencias Económicas y profesor Titular de la Facultad de Economía de la Universidad de La Habana. Fue Ministro de Economía y Planificación y diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular. En la actualidad funge como asesor del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM). Fernando Luis Rojas […]

José Luis Rodríguez es Doctor en Ciencias Económicas y profesor Titular de la Facultad de Economía de la Universidad de La Habana. Fue Ministro de Economía y Planificación y diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular. En la actualidad funge como asesor del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM).

Fernando Luis Rojas (FLR): Una de las preocupaciones principales cuando hablamos de socialismo (o del socialismo en Cuba específicamente) se encuentra en las distancias entre proyecto y realidad. En ese sentido, ¿qué distingue al socialismo existente y el que se necesita para Cuba?

José Luis Rodríguez (JLR): No se puede pasar por alto que el socialismo es una sociedad en construcción, no totalmente terminada en ninguna parte, ni en los ejemplos del socialismo real ni en el caso de los actualmente existentes, con las variantes de China, Viet Nam, Cuba, y hasta Corea, si se quiere.

Pienso que lo primero en este sentido, sería analizar críticamente las experiencias de la construcción del socialismo real. Uno se da cuenta examinando las experiencias en Europa Oriental y sobre todo en la antigua Unión Soviética, que más o menos los procesos que derivaron en el derrumbe del socialismo pasaron por los mismos puntos; y también, aunque hubo diferencias positivas, los errores fueron comunes. Hay una serie de aspectos que se repiten, porque en primer lugar existió y existe la expectativa de superar rápidamente las enormes inequidades, injusticias, desigualdades que provoca el capitalismo a lo largo de su historia.

Eso propende a tratar de quemar etapas, y la experiencia indica que una transformación de la profundidad que requiere el diseño de un modelo socialista sobre todo en su elemento fundamental, que es la transformación de las personas, de la mente de las personas, lo que en Cuba se ha llamado más recientemente «cambio de mentalidad»; es un proceso muy complicado y de muy largo plazo. Las personas no cambian de opinión, no cambian de idea porque se produjo una transformación en las relaciones de propiedad; es necesario un cambio muy profundo para pasar del individualismo capitalista -después de muchos siglos de puesta en práctica- a una mentalidad colectiva, a la solidaridad social y la gestión económica consensuada. Eso es una lección que debiéramos acabar de aprender.

FLR: En este terreno de la transformación de las relaciones de propiedad y su efecto en las personas, ¿cómo se manifiesta la diferencia entre decretar algo y que la gente lo asuma?

JLR: Fue advertida desde temprano. Lenin dijo, por ejemplo, que había una gran diferencia entre nacionalizar y socializar la producción. Nacionalizar es un acto jurídico que se ejecuta en un momento determinado y provoca que cambien las relaciones de propiedad a partir de ahí. Pero que la gente se sienta dueña y que piensen de manera diferente a como venían del capitalismo -que en términos generales lleva más de seis siglos de funcionamiento en todo el planeta- no se produce rápidamente. Es decir, el hecho de que se decrete: «ahora todos son dueños de los medios de producción y vamos a funcionar en esa dirección», una parte de la sociedad sí lo hace, la vanguardia lo hace, pero la gran masa de las personas no cambian así. Y eso lo comprobó Lenin.

En medio del fragor revolucionario y luego la guerra civil, se llegó a conclusiones que parecen hoy extraordinariamente erradas. En 1919 se propuso eliminar el dinero porque la guerra prácticamente había desmonetizado la sociedad. El dinero no servía, y empezaron a cambiarse en forma de trueque unos bienes por otros. Parecía que ese era el camino, porque por otro lado Lenin había retomado de Marx y Engels que en el socialismo no existirían las relaciones mercantiles, dicho con diferentes fórmulas o diferentes palabras.

En el Anti Duhring está presentado el tema de esa manera. Claro, Marx y Engels hablaban de una transición en su contexto, en el mundo más desarrollado capitalistamente. Una transición simultánea al socialismo como posibilidad real es lo que da lugar a la Internacional y a los movimientos que avanzan en paralelo en los países europeos del mundo desarrollado. Daba la idea de que se podía, efectivamente, transitar simultáneamente al socialismo en todo el sistema; y que dado el alto nivel de desarrollo alcanzado se podía prescindir del mercado en un plazo relativamente corto. Esta se retoma con la guerra civil en Rusia, y llegamos a esas expresiones de idealismo extremo de desaparecer el dinero. Fue conceptualizada, está en el libro El ABC del comunismo de Bujarin y Preobazhenski en 1920, donde teorizan en torno a ese tema.

FLR: Pero el fin de la guerra civil y la victoria sobre la intervención extranjera trajeron nuevos problemas al poder soviético hacia 1921, ¿implicaron nuevos conceptos en materia económica?

JLR: Cuando termina la guerra desaparecen esas condiciones extraordinarias de sobrevivencia, se desmoviliza una enorme masa de campesinos del Ejército Rojo y hay que empezar a producir en la vida normal. Lenin se da cuenta de que no es posible seguir utilizando los factores de movilización en situaciones extraordinarias y hay que ir a la vida real; y la vida real decía que con un ochenta por ciento de campesinos, esa población no podía cambiar de un día para otro, y había que utilizar mecanismos para que esa gente se sintiera estimulada a producir. No valía decir que las tierras eran de todos, y hubo que implantar la Nueva Política Económica, la NEP.

La NEP en su momento creó casi un cisma teórico, porque un año antes se había dicho que prácticamente estaban creadas las condiciones para transitar a una sociedad superior; y de pronto, en marzo de 1921, hubo que volver al impuesto en especie, al pago en dinero, hubo que estimular mercantilmente al campesino y hubo que ir a un proceso de reconocimiento de la realidad de que Rusia -como país de muy bajo desarrollo- no podía ignorar la necesidad de desarrollar la producción mercantil para sobrevivir. Más allá de que esa experiencia traería otras consecuencias Lenin concibió la NEP como un proceso temporal, de transición, hasta tanto se crearan las condiciones para ir a la cooperación, primera fase de socialización de la producción, comprendiendo como ese proceso de socialización, la producción directamente vinculada a las necesidades de la sociedad.

Hay un artículo bastante olvidado que se llama Sobre la cooperación, escrito por Lenin en marzo de 1923, donde reclama que se tome en cuenta que la NEP no es el camino definitivo, y que hay que ir estimulando la unión de las fuerzas productivas para que la gente entienda que trabajando juntos se tiene más productividad. Es decir, habla de un proceso de cooperación.

Eran circunstancias extraordinarias: la guerra civil lo fue en el orden militar, en el orden de la sobrevivencia; y también la NEP. A partir de los resultados indudablemente positivos de la NEP las cosas parecían marchar a un nuevo ritmo, se empezaba a discutir ya la industrialización, es decir, una etapa superior de desarrollo. Lamentablemente, la extensión en el tiempo de las circunstancias extraordinarias empezó a pasar su cuenta; y esto en una coyuntura que coadyuvaba a que se siguiera alargando por la hostilidad enorme contra el socialismo. Entre 1920 y mediados de los años 30 las agresiones eran de todo tipo, probablemente de la misma intensidad de las que padeció Cuba en los primeros años del triunfo de la Revolución: agresiones militares, sabotajes, espionaje, aislamiento internacional, exacerbados además por errores que inevitablemente se cometían. Y esto lógicamente hizo que lo que era un fenómeno extraordinario, se convirtiera casi que en lo permanente. De ahí que muchos años después el Che planteara que a la NEP no se le podía dar carácter de regularidad universal para la construcción del socialismo.

FLR: ¿Y puede ocurrir que esa permanencia de la política, esa condición de «plaza sitiada», no tuviera el mismo efecto porque la gente percibiera un cambio de las circunstancias?

JLR: Así es. Se empezaron a desarrollar medidas extraordinarias en un escenario que ya no era el propio para ello, se extrapoló una circunstancia y se empiezan a aplicar normas que en mi opinión están en la base del fracaso del socialismo en la Unión Soviética; por ejemplo, la cooperativización forzosa. De aquella llamada de Lenin en 1923 a ir a la cooperación mediante la persuasión, el convencimiento, se pasa a un proceso mediante el cual simplemente la cooperación se impone. Se fue a la represión, supuestamente ante circunstancias extraordinarias, pero ya no eran las de la guerra o las de la NEP, sino que se empieza a extender la noción de lo extraordinario en el tiempo.

Por ahí vino todo un camino para la desnaturalización del consenso político en el socialismo. Ya Lenin había limitado la participación democrática en 1921 cuando la sublevación de Kronstadt, la conocida etapa en la cual se eliminan las facciones dentro del Partido y la posibilidad de hacer oposición a líneas de dirección dentro de la organización. Eso tuvo sus consecuencias en 1923 cuando el debate primario de la industrialización, ya que las posiciones de los trotskistas son reprimidas. Después en el debate Bujarin-Preobazhenski en 1926 sobre cómo conducir la industrialización también ocurre ese fenómeno y el gran debate muere en 1927 y desaparecen los dos contrincantes. Preobazhenski pasa a ser una figura suspendida y Bujarin es separado de los cargos que tiene en 1929 y terminaría de director de Pravda, una posición menor. Pero el drama se expresaría con los procesos de represión que se montan a partir de 1936, los cuatro procesos que hubo en aquellos años que condujeron prácticamente a la eliminación de la dirección del Ejército Rojo y de la dirección tradicional del Partido Bolchevique donde tanto Bujarin como Prebrazhenski son ejecutados bajo cargos de traición que nunca pudieron ser realmente demostrados. 

FLR: Uno se pregunta, ¿cómo pudo desvirtuarse tan rápidamente un proceso liberador de esas dimensiones?

JLR: Vendrían muchas complejidades para entender por qué eso sucedió. El historiador inglés G. D. Howard Cole, en La historia del pensamiento socialista, analiza por qué la población toleró aquello y lo entendió. Primero, porque era un proceso que se daba en las altas esferas, no era un proceso de la vida cotidiana; segundo, porque había cambiado radicalmente la situación de la población, aquel campesino que vivía en una choza había pasado a ser con la industrialización acelerada que se desata un obrero urbano viviendo en una casa colectiva, con un nivel de vida que no tenía nada que ver con aquel que había dejado atrás en la aldea. Toda esa población tenía mucho que agradecerle a Stalin, que es la figura que se ve detrás de todo ese proceso. Hay muchas explicaciones y todas son complejas, tal y como se abordan también en el tomo II del libro de Serguei Kara-Murza La manipulación de la conciencia que se publicó en Cuba en 2014.

¿Por qué hago toda esta historia? Por lo que les decía anteriormente: las circunstancias extraordinarias tienen soluciones específicas que no se pueden extrapolar pues ello puede conducir a errores estratégicos. 

Carolina García Salas (CGS): El proceso de desarrollo la Revolución cubana también ha estado históricamente condicionado por «circunstancias extraordinarias». ¿En qué sentidos la experiencia que comenta aporta al caso de Cuba?

JLR: Nosotros hemos vivido toda la Revolución, hasta el presente, con un bloqueo. Hemos tenido etapas de mayor agresividad incluso militar, etapas de menor agresividad, pero hostigados totalmente todo el tiempo. Eso nos ha llevado a tener, en lo que a la economía se refiere, un sistema de dirección prácticamente militarizado. No todo ha sido en blanco y negro. En el año 1975 se implanta un nuevo sistema de dirección, aparecieron técnicas mejores. Lamentablemente se copia demasiado de la Unión Soviética, y esos errores se reproducen, esa semilla tiene frutos internamente; y después viene un proceso de rectificación. Yo pienso que Fidel siempre estuvo claro de que ese no era el único camino, de que no se podía ir de una economía fuertemente centralizada, de mando único, de verticalidad casi total.

Es en el proceso de rectificación de errores y tendencias negativas -el segundo, porque hubo uno después de la Zafra de los Diez Millones- donde Fidel dice cosas muy interesantes: tales como que no está en contra del cálculo económico siempre y cuando se entienda que lo político es lo fundamental en la construcción del socialismo. Para Fidel esa idea estuvo muy clara todo el tiempo, e intenta hacer algo en ese sentido. La fórmula en aquellos años: 1986, 87 y hasta el 88, fue crear mecanismos de estimulación económica y participación política muy fuertes. Lo que se logró materializar está en los Contingentes, una nueva fórmula en ese sentido, que tenían un gran aseguramiento, la gente ganaba buenos salarios y tenían condiciones para trabajar; pero por otro lado tenían una alta motivación política. Se trató de ir conformando un sistema que lamentablemente queda trunco por varias razones, entre ellas, porque se ensombrecieron las relaciones con la Unión Soviética desde 1986 cuando nos rebajaron arbitrariamente el precio del azúcar, el del níquel y el de los cítricos sin contar con Cuba, y nos congelaron la entrega de petróleo.

Con el derrumbe del socialismo en Europa -entre agosto de 1989 y diciembre de 1991- viene el Período Especial, prácticamente tenemos que volver atrás. Se empiezan a adoptar medidas que tendían a tratar de aminorar el terrible impacto que la crisis provoca, con ciertos niveles de participación en lo económico y en lo político.

El Período Especial no fue, vamos a decir, un régimen tan estricto como el que existió anteriormente en los primeros años, sobre todo si se presta atención a lo que sucedió. Primero, un nivel de comunicación con la población increíblemente alto. Había una explicación cotidiana de los problemas, desde un huracán que pasaba hasta cómo estaba la venta de los productos que exportábamos, una comunicación casi total de Fidel con la población. Y por otro lado, se adoptaban medidas prácticas de reconocimiento a un cambio en las circunstancias, como la apertura al trabajo por cuenta propia, la descentralización de la divisa entre las empresas estatales con la dualidad monetaria que se crea en el año 1993 también, y la cooperativización como proceso de cambio de las relaciones de propiedad en la agricultura, que elevó el peso de la propiedad cooperativa al 52% del total y redujo la propiedad estatal al 33% de la tierra.

Eso, desde luego, fue una circunstancia extraordinaria. Empezamos a recuperarnos, y fue un factor clave el que había definido Fidel una y otra vez, que es darle el peso que llevan los factores de movilización política en la construcción del socialismo, llamémosle de esa forma, frente a los aspectos puramente materiales. En otras palabras, la necesidad de dar primacía a los elementos políticos. Junto a esa definición estaba lógicamente una concepción de participación en la toma de decisiones por la vía de un diálogo con la población, un camino -podía haber otros- muy original que logró el consenso para adoptar las medidas más difíciles.

En síntesis, si analizamos la experiencia de los países socialistas, y nuestra propia experiencia, tendríamos que tener un socialismo donde los factores políticos sean los que inciden básicamente en cómo o qué calidad tiene el socialismo, y eso tiene que venir acompañado por una dinámica de participación y democracia para crear un consenso de apoyo que le es indispensable.

El socialismo no es una suma de fórmulas económicas o sociales. Tiene que haber comprensión, tiene que haber participación, tiene que haber cuestionamientos, tiene que haber rendición de cuentas; y para eso tiene que haber información, para eso tienen que haber mecanismos democráticos que te permitan expresar, recoger criterios, y creo que no hemos llegado ahí. Ese es el modelo de gestión social que debiéramos tener y para mí es una de las cosas más importantes a lograr.

Hoy, las situaciones económicas que tenemos no son ni parecidas a las del Período Especial. ¿Por qué no tenemos esa base consensual de apoyo más amplia si la tuvimos ante medidas peores en el Período Especial?, ¿qué es lo que marca la diferencia? El apoyo político consciente basado en el consenso que se logra, la comunicación, la transparencia. Hoy no la tenemos en el grado necesario, y eso está indicando que el camino tiene que ir en esa dirección; porque el socialismo se sostiene no porque se viva mejor en general, sino porque somos conscientes de cómo llegamos a vivir mejor, de cómo nos realizamos como seres humanos para tener una existencia más plena.

CGS: ¿Qué conceptos y prácticas sobre la propiedad, los medios de producción y el mercado deben caracterizar al nuevo modelo?

JLR: Primera cosa que hay que diferenciar, propiedad social no es propiedad estatal. La estatal es una forma de la propiedad social, pero no se agota el concepto de propiedad social con la propiedad estatal. Propiedad cooperativa, por ejemplo, es propiedad social en una escala más limitada. Ese es un primer elemento, que no todo se resuelve estatizando.

Por otro lado, un tema no resuelto en la práctica desde que se inició en el año 1917 la construcción efectiva del socialismo en Rusia, es el de las relaciones mercado-planificación, o pudiéramos decir, libre juego de las fuerzas de desarrollo en la sociedad y desarrollo controlado, previsto, planificado; primero, porque hubo una gran incomprensión durante muchos años de la esencia de las relaciones monetarias. Igual que no se podía cambiar la mentalidad de quien había vivido quinientos años bajo la influencia del egoísmo capitalista, en la economía no cambian las estructuras de un día para otro, y el hecho de que tú digas que todo está nacionalizado no quiere decir que puedas lograr que todo el mundo se integre perfectamente para lograr la proporción adecuada entre la oferta con demanda y cuadre todo a nivel social. Para lograr esa socialización efectiva hace falta un nivel de desarrollo tremendo. Este es un proceso complicado, de largo plazo, que requiere un nivel de crecimiento de las fuerzas productivas que no se ha logrado hasta hoy.

En la misma medida en que no existe socialización suficiente, o lo que es lo mismo, que no puedes cuadrar lo que hace toda la sociedad con lo que requiere, ¿qué espacio queda para concordar esos intereses que son a veces contrapuestos?: el mercado. El mercado existe así objetivamente, dado un determinado nivel de desarrollo de la sociedad, que no se cambia por el hecho de nacionalizar. No, no se logra automáticamente.

FLR: Esto nos acerca al papel del mercado, que llegó incluso a satanizarse y considerarse una anomalía en el socialismo.

JLR: Y a la explicación de por qué subsistía el mercado en el socialismo, después que veníamos de planteamientos de Marx y Engels sobre que no funcionaría, que no sería necesario, luego de pasar por el comunismo de guerra, de pronto confrontados con su existencia para mover la recuperación del país después de la guerra civil en Rusia. Entonces hay que explicar por qué permanece.

Las primeras explicaciones las dio Preobazhenski en los años 20, por lo menos es uno de los autores que habló más profundamente del tema. Existen relaciones de mercado porque existen distintas formas de propiedad: estatal, privada, cooperativa; y esas relaciones de propiedad no tienen un punto de contacto común y es necesario el mercado para unirlas con su interrelación. Argumento relativamente razonable, pero dejaba fuera un pequeño problema: por qué subsiste el mercado dentro de la propiedad estatal, es decir, por qué es necesario el dinero, el cálculo económico, la contabilidad, los créditos bajo una misma forma de propiedad social.

En el funcionamiento de la economía estatal eso no se logra resolver porque no se fue a la base del asunto, el mercado está antes de la propiedad privada, puede haber mercado y no haber propiedad privada propiamente dicha: es el caso de la producción mercantil simple, donde el propietario es el mismo productor. Pasó mucho tiempo a partir del final abrupto de los grandes debates en los años 20, probablemente los mejores que se hayan hecho teóricamente sobre el socialismo, y no se encontró una explicación a eso.

En 1935 se institucionaliza el cálculo económico como una fórmula para dar raciocinio a la conducta de dirección económica de la sociedad, pero se cometió un gran error, se dijo que el cálculo económico era formal y que nada de eso tenía contenido. Una categoría no existe sin contenido, y el cálculo económico tiene una base que es la existencia del mercado a partir de determinadas condiciones, eso nunca se explicó. Se retomó en el año 1951. Stalin -en su ensayo Los problemas económicos del socialismo en la URSS vuelve a plantear que la presencia de las relaciones monetario-mercantiles se debía a distintas formas de propiedad. No le dio el crédito a Preobazhenski a pesar de que esa tesis fue originalmente planteada por él.

Y esa explicación permaneció así, sin solución de fondo, hasta los años 60. Es en los debates en torno a la reforma económica en la URSS, que duraron de 1958 a 1965, que se empieza a profundizar en cómo es posible que exista el mercado si ha desaparecido como algo preponderante la propiedad privada. Bueno, es que el mercado no es consecuencia de la propiedad privada. Cuando los productores están aislados entre sí no hayan formas de conectar sus intereses de modo común, diríamos, socializándolos. Tiene que haber un mecanismo de vínculo entre ellos, y ese mecanismo lo da el mercado. Por lo tanto es el aislamiento económico relativo el que provoca la existencia o la permanencia de relaciones mercantiles en el socialismo aunque no exista propiedad privada, y demoró sesenta años en llegarse a esa conclusión. Eso hizo un daño terrible a la teoría económica y a todo el funcionamiento del socialismo.

CGS: ¿Cómo se da este proceso en el caso cubano?

JLR: Nos negamos éticamente a aceptar el mercado por sus consecuencias negativas. Lo hicimos en los años 60, eliminamos el presupuesto estatal, casi el dinero, y en los años 1970, 1971, tuvimos que volver atrás e implantar gradualmente el cálculo económico, que ya era un modelo viejo: el cálculo económico del año 1975 en Cuba es el de pre-reforma soviética. Lo retomamos y empieza a tratarse de aplicar aquí, con un grupo de resultados positivos innegables, pero viene también con las deficiencias que ya había vivido la Unión Soviética e inevitablemente repercuten en Cuba.

En el año 1986 se vuelve a considerar el tema, pero no se llega a la conclusión de por qué el mercado tiene una base objetiva vinculada muy directamente al nivel de desarrollo, y en nuestro caso es mucho más visible. Las manifestaciones del mercado, en parte porque no las entendíamos y en parte porque las regulamos mal, volvemos a cerrarlas de forma administrativa en el año 86. El trabajo por cuenta propia no surge con el Período Especial, surgió en el año 1978, y duró del 78 al 86, cuando todo aquel debate sobre los precios del mercado agropecuario hizo que volara en pedazos el trabajo por cuenta propia.

Lo que parece indicar la historia es que lo que había que hacer no era borrar el mercado, que no es borrable, porque cuando no le das presencia institucional nos pasa lo que nos pasó en los 60 y luego en los 90, y es que tiene la base en la economía informal. ¿Qué usted hace ahora si cierra todos los paladares, si cierra todas las cafeterías?, ¿dónde hay para comer?, en ninguna parte. Eso nos pasó a inicios del Período Especial, tratamos de cerrar el mercado en su expresión como mercado informal, cuando el 62% de lo que abastecía La Habana provenía de allí. Bueno, hubo que reconocer este proceso mediante el trabajo por cuenta propia y todo lo que se instituye en ese momento. Una manera de empezar a controlar el problema era darle presencia institucional para poderle cobrar impuestos, lo mínimo.

CGS: Sin embargo, en los últimos meses se han tomado medidas -estoy pensando en el caso de los precios topados- que parecen un retroceso en esa comprensión de los primeros 90.

JLR: Porque vemos sus inconveniencias, porque vemos sus consecuencias, y pensamos que liquidando su presencia institucional vamos a resolver el problema. Esa tendencia de acabar con los defectos sin ir a las causas la vimos en la Asamblea Nacional: si usted no tiene un flujo de oferta suficiente, el precio topado no se sostiene. Lo triste es que lo ha explicado Marino [Murillo] dos veces ya en ese espacio. Si quieren tener una comprensión más profunda de los hechos, tomen las grabaciones en la Asamblea de 2014 y en la de 2015.

Lamentablemente, la gente -con razón- critica los precios, pero eso es consecuencia de causas más profundas. El problema de fondo es que no hay oferta suficiente -que necesita proveer el Estado- para sostener precios que compitan con los del sector privado. ¿Eso se ha logrado? Sí. Obsérvese sino el comportamiento del precio del arroz a 5 pesos la libra en el mercado estatal que se sostiene porque se aseguró una oferta de 85 000 tm el año pasado y este año deben ser 110 000 tm para mantener la competencia.

FLR: ¿Será que no se consideran los efectos, los costos de las medidas? Eso también está relacionado con lo que hablábamos de la participación y la construcción del consenso.

JLR: Todas las medidas de transformación tienen un costo, sean las que sean; y las que están propuestas en los Lineamientos lo tienen, el más evidente de todos es el pago de la deuda. En los Lineamientos en la página 10 te están diciendo en primer lugar que el objetivo es resolver el déficit en la balanza de pagos. ¿Cómo tú lo resuelves? Tienes que pagar la deuda que debes. Nosotros -según estimados internacionales- teníamos un 27% de deuda vencida, pagando intereses moratorios, eso es horrible, te multiplican por dos los intereses cada vez que dejas de pagar. Está dicho, está reconocido, pero no está explicado. La gente se pregunta, ¿dónde está el crecimiento?, ¿a dónde va a parar el dinero? Bueno, hemos pagado un estimado de más de 19 mil millones de dólares en los últimos cinco años de servicio de la deuda externa, y este año vamos a pagar 5 300 millones ¿Eso es porque el país quiere? No, es porque si no pasas por ahí no resuelves el problema, y sigues endeudado. Pero ese dinero no va al consumo ni a la inversión.

Entonces la comprensión de todo esto -y volvemos al punto del principio- pasa por la creación de un consenso para que haya apoyo a las políticas, en este caso las económicas, que tiene que partir de una comprensión conceptual de qué es el mercado, por qué lo tenemos que reconocer y que tienes que compensar sus efectos negativos.

CGS: Efectos negativos que impactan más en los sectores desfavorecidos. ¿Cómo asumir la relación crecimiento económico-incremento de las desigualdades?

JLR: Ahora salió una compilación de artículos que abordan el impacto social de las medidas económicas de estos años, y evidencian que no están las compensaciones necesarias, lamentablemente. Eso va en contra de la necesaria neutralización de los efectos del mercado que por otro lado estás abriendo.

Otro tema son las remesas. Los norteamericanos calculan que 25% de la población cubana se beneficia de las remesas. Ese porciento recibe dinero para comprar la malanga a diez y a veinte pesos; pero ese es un segmento de la distribución de ingresos pequeño dentro de la sociedad.

Están las personas vinculadas a empresas mixtas, que trabajan con sistemas de estimulación en divisas. En términos muy simples: la fuerza laboral de Cuba hoy son 4 500 000 trabajadores aproximadamente, pero de esos, 29% no trabaja en el Estado, son trabajadores por cuenta propia, cooperativistas y personas vinculadas a esquemas extranjeros, o bien en representaciones que tienen condiciones laborales muy buenas; o empresas mixtas, que también tienen condiciones muy superiores, no por el salario que cobran en pesos sino por los estímulos que tienen en divisas, que es ingreso real más fuerte. Entonces ese 29% crea una demanda solvente enorme y responde a los precios que le pongan. No es pequeña la proporción, estamos hablando de casi 30% de los trabajadores.

Te reitero que la tendencia normal es ir a las consecuencias, no a las causas. Pero además, la ficha de costo ha subido, porque tenemos otras medidas que son muy discutibles. Aquí no hay mercado mayorista, las TRD, que se han mantenido con la política de recaudación de divisas como centro, hoy venden a precios minoristas muy altos -solo con pequeños descuentos a cooperativas. Todo eso se transfiere al precio a que vende el sector no estatal. No te imagines que el trabajador por cuenta propia va a cobrarte menos, porque -especulación aparte- tienen costos elevados. Mira todos los debates que han salido en la prensa, casi ninguno va a la ficha de costo. La dinámica del mercado en el socialismo no está comprendida adecuadamente en estos momentos ni por las políticas económicas que se han implementado, ni por la población, que no tiene información suficiente de muchas de estas cosas.

FLR: Ahora que regresamos al tema del mercado, ¿de qué límites podría hablarse en el socialismo?

JLR: Yo pienso que al final sí tenemos que estar conscientes de algo: el mercado no se puede desarrollar libremente en el socialismo, tú no lo puedes estimular y que siga su camino libremente porque te pasará la cuenta más temprano que tarde.

¿Cuál es el destino de la producción mercantil? El trabajador mercantil simple, el que fabricaba comida en su casa, de pronto le va bien y contrató. Es la historia de la Bodeguita del Medio: Constantino, el dueño de la Bodeguita empezó a venderle comida a la gente que pasaba por allí, después puso a la mujer, y después abrió un restaurante; y no le demos vueltas, esas personas que trabajan para el dueño del restaurante dan plusvalía, que se apropia ese dueño.

Fíjate que en Cuba una de las categorías que más fuerza tiene en el trabajo por cuenta propia es «empleados de otro trabajador por cuenta propia» que más o menos es 17% del total; esas son pequeñas empresas, eso no es trabajo por cuenta propia. Todo eso además está empañado porque por las ganancias que obtienen pueden pagar salarios altos, y entonces parece que todo va de maravillas. El explotado y el explotador se aceptan de buena gana porque en relación al sector estatal los trabajadores están en una condición mejor, pero eso no quita que al final lo que hay es una transferencia de plusvalor del trabajador al dueño. Tampoco reconocemos eso.

CGS: Usted ha insistido en la importancia de la participación y el consenso como una práctica sistemática en el «deber ser» del socialismo. En ese sentido, ¿qué lugar tiene la denominada sociedad civil?

JLR: Pienso que la sociedad civil existe, igual que existe el mercado. Existe una sociedad civil reconocida institucionalmente o no, es decir, la gente se agrupa por afinidades, por objetivos comunes, por aficiones, por posiciones ante determinadas cuestiones, que pueden ser desde la orientación sexual hasta el deporte, hasta por vecindad. Tú lo puedes reconocer o no, pero existe, se mueve, tiene beligerancia.

Pienso que debe haber un reconocimiento. Parecería que en el caso de la sociedad cubana se ha avanzado en ese sentido, pero no creo que haya todavía una definición clara, apropiada, del papel que puede desempeñar la sociedad civil en un elemento clave: cómo vincular los intereses individuales o grupales con los intereses sociales. Es decir, todas esas sociedades, desde los cocineros, los practicantes de karate, etc., pueden tener un impacto positivo dados los objetivos de la sociedad, pero se tiene que buscar la manera de que esos proyectos de vida individuales, que esas formas de agruparse por miles de motivaciones, tengan un cauce adecuado para expresarse, tengan un papel, tengan una independencia dentro de la sociedad. No quiere decir que se le abra ese espacio a cualquiera, porque no lo vamos a hacer a la contrarrevolución, pero tiene que haber, en ese sentido, más apertura.

FLR: ¿Considera que ese reconocimiento al potencial de la sociedad civil, esa necesidad de nuevos espacios, implicaría transformaciones en el sistema político cubano?

JLR: Ya comenté al principio algunas de mis apreciaciones en este sentido. El sistema político es un complejo de sistemas, no es una sola cosa; por ejemplo, en el Estado mismo hay cargos electivos que deben ser preponderantes en cuanto a la autoridad que tienen para la gobernabilidad, y cargos ejecutivos que responden a los cargos electivos. Se supone que los ministros respondan a la Asamblea Nacional, que las empresas de un territorio respondan a la Asamblea del Poder Popular; pero evidentemente en nuestra institucionalidad no hemos llegado ahí todavía. El principio de rendición de cuentas es una de las cosas más importantes como mecanismo de control efectivo por parte de la sociedad.

Yo pienso que hay que luchar contra la corrupción, contra el desvío de recursos, pero no es por la vía administrativa solamente que ese problema se va a resolver. Ahora, ¿cuántas posibilidades tendríamos nosotros si a las comisiones que hacen las auditorías le incorporáramos una comisión de obreros del lugar, que estén vinculados con esa actividad?, ¿cuánto más se detectaría?, ¿cuánto más daría sentido de participación? Si al final todos somos dueños de esos medios de producción, qué me impide a mí, conceptualmente, formar parte de una comisión que viene a controlar cómo se están usando esos medios de producción. Sin embargo, no hemos llegado ahí.

Y todo esto tiene que ver con la participación. Hay muchas formas de participar, y tenemos carencias importantes en ese sentido.

FLR: ¿Y usted cree que se ha retrocedido en esa participación en la definición de políticas?

JLR: Hubo un momento en el Período Especial en que la gente apoyó reprimir los ingresos indebidos, Decreto Ley 149, el llamado «decreto de los macetas», y aumentar los precios de productos no necesarios, acuérdense del aumento de la bebida y los cigarros. También se incrementó la tarifa eléctrica y el precio del combustible, pero se fue manejando sobre la base del apoyo que tenían en las discusiones aquellas de los parlamentos obreros que se abrieron. Esa es una forma de obtener un consenso medible, si no tienes eso, la gente no hubiera aceptado ni hubiéramos dado en el blanco tampoco. Hubo cosas que no pasaron, por ejemplo, el impuesto a los salarios. Recuerdo que al impuesto sobre ingresos personales de la Ley de agosto de 1994 se opusieron muchos dirigentes sindicales que eran diputados, pero en el seno de la misma Asamblea y bajo la dirección de Fidel, se encontró una solución que reconoció el problema y que permitió seguir avanzando sin dejar de reconocer el impuesto en la Ley, pero posponiendo su aplicación.

Si tú no tienes ese apoyo no hay manera de avanzar. Y te digo, esto que está sucediendo hoy ni se parece al año 1994. En aquel hubo reducción de subsidios, incremento de precios. Después abrimos las TRD, que de por sí imponían otro impuesto. Pero todo eso fue a partir de un determinado nivel de consenso, que fue la explicación original. Hoy, en mejores condiciones, tenemos mucho espacio para avanzar más.

CGS: Entonces, ¿también sería necesario ir reevaluando permanentemente las medidas y hasta las políticas?

JLR: Así es. Hay una serie de cosas concebidas y hay otras que a pesar de estar concebidas han tenido efectos negativos, como ha sido la rebaja de gastos en el presupuesto y la disminución de los gastos por importación que golpearon el crecimiento económico en el 2014.

¿Cuál es el concepto? Bueno, no podemos aumentar los gastos del presupuesto, pero vamos a ver qué hacemos, por el costo que pagas con eso, porque lo que no puede quedar fuera del análisis es el saldo que tienen las decisiones que se adopten. En tal sentido, si bien es indiscutible que para aumentar los salarios hay que producir más y con más productividad, es diferente la aplicación de este concepto en una empresa que crea riqueza material comparado con el sector presupuestado donde el tema no puede resolverse bajo los mismos criterios. Muestra de la racionalidad necesaria ha sido el aumento de los salarios de los médicos en 2014 y el de los deportistas anteriormente.

Otras políticas más globales requieren revisión, como la de los precios de las TRD, por los efectos que tiene al utilizarse esas cadenas como mercado mayorista, así como por los impactos que tiene en el turismo de ingresos medios y bajos. Está este caso, que en mi opinión requiere de mayores inversiones extra hoteleras, así como una revisión de la construcción de más habitaciones tomando en cuenta el incremento del turismo de ciudad que se perfila con la visita de cruceros y las características del futuro turismo de los Estados Unidos.

Un profesor que yo tuve me decía: «El subdesarrollo es la inconsecuencia». Hay que comprender dónde están las bases de los comportamientos irracionales y la falta de sistematicidad y eso no se resuelve a martillazos, eso no lo resuelves solo con represión ni compulsión. El socialismo no puede ser impuesto, el socialismo si no se asimila conscientemente se queda en la superficie.

FLR: Me llamó mucho la atención al principio de la entrevista, su mención al X Congreso del Partido Bolchevique, porque a mí siempre me resultó muy impactante la integralidad de los debates que se tenían en aquel momento. A veces uno tiene la percepción que se ha entronizado entre nosotros una forma de hacer en la que falta integralidad en la perspectiva.

JLR: Los mecanismos se contraponen, esa es una de las cosas más complicadas que yo veo, cómo una política que puede ser racional en un sentido después choca con otra y puede generar una irracionalidad terrible.

La falta de sistematicidad tiene que ver con la falta de integralidad, lógicamente. Si tú haces una medida aquí hoy, abres el mercado, o le das apertura a la inversión extranjera, tienes que fijarte en las consecuencias que eso va a tener para todas las partes, en lo económico, en lo político y en lo social. Después de tomar esa medida, no puedes sorprenderte de que hay tal repercusión negativa, de que se presentó tal problema. Eso se sabe o puede saberse, tú abres algo al mercado y sabes que tiene consecuencias, y más en las condiciones de desabastecimiento, de necesidades acumuladas, porque tampoco el mundo empezó en 2011, el mundo de nuestras carencias empezó en el año 1990.

Son veinticinco años de consecuencias del Período Especial; si bien tú no puedes hablar de que estamos ya en la misma situación ¿cuántos problemas hay hoy no resueltos que están golpeando desde entonces? El primero es el desbalance financiero, la baja productividad, pero además está el desequilibrio en el crecimiento. Nosotros vamos creciendo a partir de los servicios, y la agricultura y la industria se han quedado atrás, porque cuando crece el turismo y no hay agricultura tienes que importar los alimentos. Además, los temas de distribución del ingreso, que se han deteriorado enormemente. Nosotros teníamos un Gini de 0,25 en el año 1988, muy igualitario, en medio del Período Especial saltó a 45, y el último estimado estaba dando 38.

Entonces se tiene que valorar políticamente lo que es indispensable, en determinado momento, al costo que sea, y en eso Fidel -como en tantas cosas- fue maestro, pues siempre previó lo que había que hacer y sus consecuencias. Siempre concibió todas las medidas de los años 90 como «no irreversibles». Porque pienso que entendía perfectamente que eran medidas extraordinarias con las que no había que convivir eternamente.

La gran lección de aquellos años heroicos de nuestro pueblo es que si bien no fue perfecto todo, salimos de una situación compleja al menor costo posible y se salvó la obra de la Revolución contra todos los pronósticos y frente a todas las agresiones. Hoy existen condiciones mucho mejores para enfrentar los desafíos y pienso que también saldremos adelante.

De esta misma serie:

Fuente: http://temas.cult.cu/content/el-socialismo-si-no-se-asimila-conscientemente-se-queda-en-la-superficie