Una nota en el Nuevo Herald, escrita por Nora Gámez Torres, da cuenta de la airada oposición de la congresista Ileana Ros-Lehtinen, al supuesto intercambio entre la prisionera de conciencia Ana Belén Montes, exAnalista Principal de la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA) condenada a 25 años de prisión por el delito de conspiración para […]
Una nota en el Nuevo Herald, escrita por Nora Gámez Torres, da cuenta de la airada oposición de la congresista Ileana Ros-Lehtinen, al supuesto intercambio entre la prisionera de conciencia Ana Belén Montes, exAnalista Principal de la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA) condenada a 25 años de prisión por el delito de conspiración para cometer espionaje a favor de Cuba, por Johanne Chessimard, (luego adoptó el nombre de Assata Shakur) una destacada luchadora afroamericana, quien escapó de una prisión estadounidense luego de haber sido condenada a cadena perpetua por un delito que ella y numerosos activistas de ese país, niegan que haya cometido y que se encuentra residiendo en Cuba.
Ileana Ros, de conocidas posiciones anticubanas y una férrea opositora al diálogo entre Cuba y Estados Unidos, reaccionó, como suele hacer, con cualquier tema que atañe a Cuba o que huela levemente a justicia. Según la noticia publicada por NBC News, funcionarios estadounidenses (sin identificar) informaban de un «posible intercambio de prisioneros» entre los dos países, gestión que estaría «en sus primeras fases».
El despacho añade: «entre los nombres sacados a flote por los cubanos, se encontraba el de Ana Belén Montes» , mientras el interés del gobierno estadounidense -siempre según las mismas fuentes anónimas- está centrado en el «retorno a Estados Unidos de estadounidenses fugitivos de la justicia norteamericana que buscaron refugio en Cuba», mencionando entre otros, a Johanne Chessimard (Assata Shakur).
Posibles conversaciones sobre ese tema entre funcionarios de La Habana y Washington, no es descartable, dado el interés manifestado por ambos gobiernos de normalizar las relaciones. En este momento, delegaciones de las dos orillas conversan en la capital cubana sobre terrorismo, uno entre muchos asuntos pendientes de clarificar por los dos gobiernos. Que existan ciudadanos estadounidenses como Ana Belén, cuyo delito, como depuso ante el tribunal que la condenó fue «obedecer a su conciencia más que a la ley» colaborando con Cuba para evitar una guerra entre ambas naciones, es un resultado que no existiría si no hubieran desplegado tan agresiva e injusta política contra la Isla.
Entre la veracidad o los supuestos que la noticia destapa, se supone poco probable que el gobierno cubano acceda a intercambiar refugiados políticos con asilo en la Mayor de las Antillas, en respeto y aplicación de leyes y normativas basadas en convenciones internacionales, amén de la tradicional solidaridad de Cuba con los luchadores revolucionarios de todo el mundo, reconocido principio de la política exterior cubana que no se abandonan aunque estén ocurriendo reformas internas significativas.
Ojalá sea cierto el inicio de conversaciones sobre el tema, que pudiera abrirse hacia una solución justa, mutuamente beneficiosa y basada en el derecho, y entregue la libertad para Ana Belén Montes, heroína del silencio que sacrificó su carrera y su brillante historia profesional por defender la paz entre Cuba y los Estados Unidos.
Ana permanece en duras condiciones de encierro desde hace más de quince años. Su liberación sería un acto de justicia y humanidad y otro paso adelante en el mejoramiento de las relaciones entre ambos países.
En cuanto al supuesto «canje» por Assata Shakur, aunque no se ha conocido de ninguna declaración del gobierno de Cuba sobre el tema, me atrevo a aventurar que Ileana Ros Lethinen no tiene justificaciones para preocuparse. Debería saber que si hubiera intercambio, no sería a costa de sacrificar principios.
Carlos Benet Pérez. Licenciado en Derecho, Periodista.
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