Dentro de un corto espacio de tiempo, Cuba tendrá que presentar al a Comisión Correspondiente de la ONU, sus consideraciones sobre el comportamiento del tema racial dentro de la nación cubana. Contenido en los asuntos de Derechos Humanos. Acto seguido, con todo el derecho que me asiste como ciudadano cubano, deseo hacer algunas consideraciones acerca […]
Dentro de un corto espacio de tiempo, Cuba tendrá que presentar al a Comisión Correspondiente de la ONU, sus consideraciones sobre el comportamiento del tema racial dentro de la nación cubana. Contenido en los asuntos de Derechos Humanos.
Acto seguido, con todo el derecho que me asiste como ciudadano cubano, deseo hacer algunas consideraciones acerca del Informe que Cuba ha puesto a consideración del Organismo Internacional.
Entre las personas y organismos que se encargan de la elaboración del Informe mencionado, existe una persistente y casi bochornosa actitud de negar, que en Cuba persisten el racismo y la discriminación racial. Considerándolos solo como «vestigios» de discriminación racial.
Lo cual, además de ser un error histórico-político, tal actitud se proyecta como vergonzante, desde una perspectiva científica, al caracterizar del modo en que se hace el tema racial en la Cuba de hoy. El Informe presentado, no toma para nada en consideración, todo lo que se ha avanzado en el tema durante estos años.
No parece tampoco interesarles, a los autores, los varios libros y artículos que se han publicado en el país y fuera de Cuba. Constituyéndose estos en un material de referencias, que, de ser tomado en consideración, no habría porque mostrar la ignorancia que se pone de manifiesto en el informe.
El informe reproduce una inmensa cantidad de datos, que pone claramente de manifiesto los avances sociales logrados, en términos de los derechos humanos. Pero los problemas que aun enfrentamos con la problemática racial, quedan diluidos dentro de los avances evidentes que presenta nuestra política social.
Al no colorear las estadísticas, ni las sociales, ni las socioeconómicas, nos encontramos frente a una masa de información, que diluye y oculta los problemas y lo peor aún, donde están los reales avances. Lo que convierte al informe en algo vulnerable.
Obrando de tal manera, no se salva la obra de la revolución, que es inmensa; se niega la importancia, que tanto para la ciencia, como para la política tienen, una valoración seria del tema; se cometen peligrosos errores y como si fuera poco, se irrespeta a los que sufren aun los problemas raciales. Informe de tal naturaleza, nos atreveríamos a asegurar, que crea un legítimo malestar, entre organizaciones y personas preocupadas por el tema racial, dentro de la sociedad civil cubana actual.
Pues tira a una cloaca, sin fondo, las imperfecciones de nuestra sociedad, en la que aún debemos trabajar mucho, para terminar con esa «lacra» del racismo y la discriminación racial, que todavía nos agrede, poniendo en entredicho el Proyecto Social de la Revolución cubana, de justicia e igualdad para todos.
Porque no es negando el tema racial como tal, el modo en que podríamos vencerlo. Sino reconociéndolo y dentro de ello, salvando toda la obra revolucionaria, que prácticamente hace de Cuba, la nación que más ha combatido en el mundo por eliminar el racismo y la discriminación racial. Incluida su presencia militar solidaria en África.
No hay otra nación que lo haya hecho como Cuba; pero si negamos la existencia del tema y las insuficiencias sociales que lo alimentan, entre nosotros, estaremos comprometiendo, no solo el futuro de los aun discriminados, sino de toda la sociedad cubana. Pues el tema racial, continúa siendo uno de los más complejos, desafiante y desatendidos de nuestra realidad social actual.
Veamos entonces más en detalle las peculiaridades de este informe.
Como en todos los informes entregados a Naciones Unidas (Examen periódico Universal del Consejo de Derechos Humanos). Casi no se observa interés alguno por reconocer que nuestra población es blanca, mestiza y negra. Lo cual, históricamente hablando, representa una diferenciación que se ha mantenido de manera secular.
La masa poblacional cubana es tratada de manera homogénea. Lo cual es un error de magnitud incalculable. Dado que blancos, mestizos y negros, no han tenido, históricamente, un punto de partida común: los blancos llegaron como colonizadores, los negros como esclavos y los mestizos son el resultado de la paulatina mezcla, principalmente, de ambos grupos.
Dentro de tal proceso, el «color negro», se ha comportado, funcionado siempre, como una variable de diferenciación social.
Variable, que casi nunca ha sido tomada en consideración por nuestro aparato estadístico nacional. Lo que se explica muy bien, cuando un funcionario de ese aparato, nos llegó a expresar, …que no lograba entender el porqué de la importancia que nosotros le dábamos al color, al elaborar las estadísticas sociales y económicas…» Lo cual es sinónimo de una ignorancia total, de la importancia que la variable «color de la piel», tiene dentro de la sociedad cubana. Lo que manifiesta claramente, el porqué de la casi nula importancia que se le concede al color de la piel en nuestras producciones estadísticas nacionales.
Es que, dentro de cualquier sector poblacional, formado por los tres grupos raciales, siempre habrá de considerarse, que entre ellos los negros y mestizos, en ese orden, serán casi siempre los menos favorecidos: en términos de vivienda, salarios, ingresos, condiciones de vida, etc.
A pesar de toda la lucha revolucionaria por la igualdad, hasta los mismos bordes del igualitarismo, en Cuba, aún, ser blanco, mestizo o negro, no es lo mismo. Y parece haber un cierto interés, de algunas personas, por ocultar las diferencias. O simplemente, no tomarlas en consideración.
En lo que, a nuestro aparato estadístico nacional, referido, se destaca, por no prestar atención a la elaboración de información, en la que el color de la piel, aparezca como una variable de consideración.
Entonces, ¿A cuál sociedad nos estamos refiriendo? Si un atributo tan importante de nuestra población, no es tomado en consideración. Razón por lo cual, hemos insistido, varias veces, en la necesidad de construir «separatas estadísticas», donde el color de la piel, sirva de variable básica, para comparar estado de la vivienda, salario, profesiones, nivel de vida, Nivel de ingreso, acceso a diferentes ventajas sociales, etc. ¿Resulta importante o no, saber cuál es el comportamiento de los grupos raciales, frente a todos estos asuntos mencionados? ¿Por qué no nos interesa saber cuál es el color del desempleo? ¿Qué grupos raciales ocupan las mejores o peores viviendas? ¿Resulta esto último importante o no?
No todos los cubanos, llegaron de manera igual, a integrar la masa poblacional del país y ese ha sido un proceso, que tiende a diferenciarlos, frente a casi todos los fenómenos sociales. Por lo que, cualquier investigación social, que no tome en consideración la variable «color de la piel», sus resultados resultaran sesgados. No dirían nada, socialmente hablando.
Un claro ejemplo actual, se pone de manifiesto en el proceso de recepción de las remesas. Los negros emigraron tarde, hacia los Estados Unidos. Cuando comenzaron a hacerlo, en los ochenta, lo hicieron sin apoyo, sin los mejores niveles educacionales, cuando ya Estados Unidos no era el país de las oportunidades, por lo que no lograron los mejores empleos, ni las mejores condiciones sociales de vida; además, bajo el estigma de «marielitos», constituyendo hoy no más de un 15 % de la población cubana emigrada a Estados Unidos, que no cuenta con las condiciones mejores, para enviar remesas y paquetes a sus familiares en Cuba.
El Informe que se nos presenta es exhaustivo en cuanto a las ventajas sociales de qué disfrutan todos los cubanos. En esto último no se expresa discriminación alguna. Todos tienen igual acceso a la mejor salud, la educación, etc. Nadie en Cuba es discriminado por el color, cuando necesita del médico, la atención escolar, incluso hacer un doctorado.
Pero caemos en una «trampa», que nos resulta ineludible, cuando no clasificamos a nuestra población por el color de la piel. Es que el carácter «incoloro» de nuestras estadísticas, nos incapacita para hacer un análisis realmente profundo del proceso de distribución de los beneficios sociales. La política social ha obrado siempre contra la pobreza, pero no ha tomado en consideración el color. Y resulta, que aún este último, es importante. Aunque no lo deseemos.
Sin dudas, dentro de una masa poblacional, como la cubana, donde el color de la piel, ha representado siempre ser una «variable de diferenciación social», caemos en dos errores básicos, que lastran todo el análisis social y económico que podamos hacer.
Primer error:
La nación es el pueblo que la compone. Y si Cuba, como tantos otros países en nuestro hemisferio, encierra diferencias en cuanto al color de la piel. Cuándo dejamos de lado tal clasificación, estamos cayendo en el error de desconocer más de 500 años de historia, qué resultado del Régimen colonial esclavista primero y la neocolonización, después, acarrearon diferencias sustanciales, de las cuales no se habla, directamente; entre ellas:
distribución de la riqueza, posición ante el empleo, nivel de vida, acceso a los beneficios sociales, niveles de ingreso, una posición que los ha lastrado durante siglos, para a pesar, de las ventajas, sociales que el estado distribuye, continuar presentando diferencias importantes, entre las oportunidades potenciales que nuestro estado provee y la capacidad social para alcanzarlas.
Segundo error:
Si el color de la piel, ha sido, históricamente, una variable de diferenciación social. No tomarla en consideración, asumiendo a nuestra población como homogénea, ello significa, que se pierde la oportunidad, de caracterizar realmente, que, a pesar de las diferencias, blancos, negros y mestizos, avanzan socialmente, sobre todo, la población negra, a pesar de las desventajas históricas que aún arrastra.
Por lo que se pierde la oportunidad, de calificar de modo real, como en medio de las diferencias que introduce el color, el estado cubano, ha hecho avanzar también a los negros, qué son los que más han sufrido la desventaja histórica que les ha traído el color.
Perdiéndose la oportunidad de presentar y poner en evidencia que lo más importante de nuestros avances sociales, no es solo que todos los cubanos avanzan, sino que, como más importante, para todos aquellos, para los cuales el color ha representado una desventaja histórica (negros en primer lugar y mestizos) también avanzan, marcando un paso de ascenso, a pesar de ser los más atrasados y desfavorecidos dentro de la población cubana.
Por lo cual, el prejuicio que se pone de manifiesto, al no considerar el color de la piel, lejos de beneficiar el análisis, lo que hace es ocultar realmente el estado de avance en la política social. Todo lo cual obedece, a prejuicios frente al color. Siendo esta también una sutil manifestación de racismo.
Pues, sin dudas, las estadísticas ponen de manifiesto esos avances sociales, pero su manejo operacional, los nublan y le restan efectividad de presentación, al no considerar que tales avances, se producen, aun en medio de una realidad, que sigue presentando al color de la piel como una variable de diferenciación social, todavía no superada. Púes se trata de una realidad heredada del colonialismo, que no solo no puede ser superada de manera inmediata, sino que nos amenaza continuamente, con reproducirse.
Es que 500 años de colonialismo y neocolonialismo, no pueden ser superados en menos de 60 años de revolución, por muy radical, que esta haya podido ser.
¿A quiénes pretendemos engañar, cuando en Cuba, el racismo y la discriminación racial, continúan existiendo, no como se habla en el informe, de «vestigios», sino como lo que son, fenómenos, heredados, pero que aún, las imperfecciones de nuestro modelo social son capaces de reproducir?
El racismo y la discriminación racial, que aún nos agreden, no son simples vestigios, heredados, sino realidades presentes, que todavía no hemos logrado superar y que se retroalimentan de las imperfecciones, e insuficiencias en su tratamiento, que aún la sociedad cubana reproduce. (De lo contrario, leamos el Discurso del Cro. Raúl Castro, 19 de abril del 2018, en la Clausura de la Asamblea Nacional del Poder Popular).
PALABRAS FINALES
Los prejuicios que encierra no colorear nuestras estadísticas sociales y socioeconómicas. Trae implícitos peligros políticos para la conducción de la sociedad cubana. No puede haber sector poblacional que no sea reconocido, considerado y tomado en cuenta. Pues ese es el contenido de nuestra nación.
No se puede dirigir una nación, sino tenemos claridad en cuál es la masa poblacional que la compone. Y aunque no nos agrade, o nos cause molestias, tomar esas diferencias en consideración, es cuestión de vida o muerte para la supervivencia del proyecto social cubano.
Máxime, cuando existen quienes, asumen los problemas que aún padecemos en la cuestión racial, con la intención malsana y contrarrevolucionaria de dividirnos.
Nota: