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El trafico aéreo fuera de control

Fuentes: The Guardian

Traducido para Globalízate por Félix Nieto

Los gobiernos de los países ricos están embarcados en dos políticas contradictorias. Una es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). La otra es aumentar el número de vuelos. El éxito de la primera está siendo limitado. El éxito de la segunda, espectacular.

Nuevos datos ofrecidos por la compañía aérea OAG indican que el número de vuelos regulares ha aumentado un 5% mundialmente entre Mayo del 2006 y Mayo del 2007.

Las reservas en este mes son más altas que nunca y la temporada de verano aún no ha comenzado. Tampoco ha entrado en vigor el nuevo acuerdo de Cielos Abiertos para los vuelos trasatlánticos (que fue negociado y hecho público sin hacer la menor referencia al impacto en emisiones de gases de efecto invernadero). Es seguro que aumentará el volumen del tráfico aéreo.

El desglose de las cifras es inesperado e interesante. El número de billetes vendidos en Norteamérica ha aumentado relativamente despacio- un 3%. En Europa ha aumentado un 8%. La expansión más grande de todas es el número de vuelos entre Europa occidental y África. Ha aumentado en 360.000 plazas o un 13%. Me pregunto hasta qué punto esto refleja el boom en la compra de casas de vacaciones en Sudáfrica, que ha sido promovido por intereses tan variados como el Daily Mail y el Banco Co-operative.

El aumento en segundas viviendas en el extranjero es en términos del cambio climático, uno de los desarrollos más perjudiciales, ya que los nuevos propietarios van a coger unos cuantos vuelos al año. Si tu casa de vacaciones está en Sudáfrica, tus emisiones de carbono serán astronómicas.

Es como si viviésemos en dos mundos paralelos. En uno- el mundo de los suplementos de viaje, el acuerdo de cielos abiertos, «los planes maestros» del gobierno Británico para la expansión de nuestros aeropuertos- esperamos viajar más lejos y más frecuentemente, disfrutando noches solitarias en Praga, degustando vino en Australia y pasando fines de semana de compras en Nueva York. En el otro mundo estamos apretándonos las manos y lamentando la inminente muerte de la biosfera.

¿A qué punto colisionarán estos dos mundos? ¿A qué punto los gobiernos reconocerán que ambos objetivos son insostenibles? ¿A qué punto las agencias de viaje «éticas» como Lonely Planet y responsibletravel.com admitirán que están causando más daño que bien y cerrarán el negocio? ¿A qué punto The Guardian dejará de producir ofertas de vacaciones para sus lectores en Alaska, Costa Rica y Papua Nueva Guinea?

¿Estamos todos condenados a esperar a que los demás entremos en acción?

La única medida que puede conducir a una reducción sostenida de los vuelos es una reducción en la capacidad de los aeropuertos. Igual que el tráfico aumenta para llenar las carreteras existentes, el número de vuelos aumenta para llenar los slots de aterrizaje. Si los aeropuertos siguen expandiéndose, ninguna cantidad de apretones de manos o impuestos o etiquetado de carbono reducirá el número de vuelos. ¿Cuándo anunciará el gobierno que el programa de expansión de aeropuertos tiene que detenerse y después ir hacia atrás?

Esta es la pregunta con la que debemos aburrir a nuestros parlamentarios. Si el aumento que hemos tenido este año continúa, y hay muestras de que puede aumentar, entonces la aviación se convertirá en la causa principal de las emisiones de GEI. El gobierno se esconde tras la convención, bajo el tratado de Kyoto, donde las emisiones de los vuelos internacionales no cuentan en el inventario de carbono de los países, como si esto quisiera decir que al no estar computados, no existen. Si no, no le quedan otros argumentos.

Tampoco los necesita, mientras sigamos viviendo en dos mundos, pueden seguir sosteniendo las dos políticas.