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Desde Albacete sobre los helicópteros Tigre

El truco de la navaja

Fuentes: La Tribuna

Ocurrió el pasado Jueves, día 16 de Junio, en el acto conmemorativo del IV Centenario del Quijote. El hecho no tendría tanta relevancia si no fuera su protagonista el alcalde que más presume en España de apoyo a la participación popular y no fuera Albacete la sede del Foro de la Participación. Todavía quedaban manos […]

Ocurrió el pasado Jueves, día 16 de Junio, en el acto conmemorativo del IV Centenario del Quijote. El hecho no tendría tanta relevancia si no fuera su protagonista el alcalde que más presume en España de apoyo a la participación popular y no fuera Albacete la sede del Foro de la Participación. Todavía quedaban manos levantadas pidiendo la palabra, cuando el señor Pérez Castell, alcalde de Albacete, aprovechando el capote de un asistente, echó mano de las navajas de Albacete para cortar la participación del público como se corta una rebanada de pan. No era un acto cualquiera. Durante dos horas aproximadamente distinguidos conferenciantes habían hablado sobre letras y armas, derechos humanos y, tímidamente, del proyecto Tigre de Albacete, teniendo el Quijote como telón de fondo.

El periodista Miguel Angel Aguilar hizo una brillante disertación sobre las letras al servicio de las armas. Con agudeza ilustró cómo, en los preparativos de toda guerra, siempre hay hombres de letras con la misión de entrenar al gentío en el noble arte de matar. Sin embargo, no nos aclaró si su presencia en el acto era como hombre de letras comprometido con la paz y los derechos humanos o al servicio de las armas. A la única pregunta del público permitida, llegó a afirmar que los ejércitos eran absolutamente necesarios ya que sin ellos reinaría el caos y estaríamos a merced de organizaciones mafiosas. Tal afirmación merecía una réplica desde Ciudadan@s por la Paz y el Desarme, que no tuvimos oportunidad de formular.

En primer lugar, el conferenciante parece ignorar que la persecución de las organizaciones mafiosas no es labor de los ejércitos sino de las fuerzas de orden público. Una sociedad mundial globalizada sin ejércitos no sería una sociedad indefensa frente a las organizaciones mafiosas porque sería una sociedad con suficientes dispositivos encargados de proteger los derechos civiles.

En segundo lugar, D. Miguel Ángel no hizo ninguna crítica a las principales organizaciones mafiosas de la Historia de la Humanidad, los ejércitos de conquista y exterminio. Tradicionalmente, se nos ha representado la existencia de los ejércitos como una consecuencia de la guerra y esto es cierto por lo que se refiere a los ejércitos defensivos pero no cuando se trata de los ejércitos de conquista, cuya disolución llevaría aparejada la erradicación de la guerra.

En tercer lugar, nos parece lamentable en quien había hecho tan buena disertación, no hacer mención a técnicas para la resolución pacífica de los conflictos entre los pueblos como la diplomacia, el Derecho Internacional, las leyes de mercado justas (tan relevantes en una sociedad globalizada como la actual) etc.. o a técnicas para un ajuste de cuentas no belicista contra naciones o comunidades demostradamente hostiles a los derechos humanos y la paz mundial, como el embargo o el bloqueo económico.

Por último, no hizo el menor comentario crítico hacia la posible conexión entre la crisis de los derechos humanos y la paz mundial, por una parte, y la pujante economía de guerra por otra. Del mismo modo que los ejércitos no son una consecuencia de la guerra sino una de sus causas eficientes, la economía de guerra, con su estrategia de producción y venta en una economía de mercado capaz de generar su propia demanda, se ha convertido en la causa eficiente más relevante de la carrera de armamentos, los conflictos internacionales y el deterioro de los derechos humanos. El señor Miguel Angel Aguilar podrá seguir haciendo apología voluntaria o involuntaria del arte de la guerra, al defender la existencia de los ejércitos, pero difícilmente podrá justificar apelando al sentido común que ejércitos como el estadounidense haya pasado de 21 aviones invisibles a tener más de 120, al módico precio de 200.000 millones de pesetas la unidad. En una sociedad mundial globalizada, de la que sólo han quedado fuera pequeñas naciones como Irán, Corea del Norte o Cuba, inversiones como las de los aviones invisibles o los Tigres de Albacete sólo se corresponden con la política comercial de los mercaderes de la guerra, que ejercen una extraordinaria y funesta influencia sobre los gobernantes de las naciones más poderosas del Planeta.

También nos hubiera gustado replicarle al representante de Amnistía Internacional. Su lucha personal contra los molinos de viento nos causó una triste impresión. Esperábamos algo más de una organización tan comprometida con los derechos humanos. La reivindicación de un mayor control sobre la venta de armas ligeras sólo cuestiona la venta de este tipo de armas a países del Tercer Mundo pero no su producción, así como la producción de armas pesadas. Si se lograse lo que propone Amnistía Internacional, se resolvería sólo parte del problema, con el agravante de que la producción no vendida en los mercados del Tercer Mundo tendría que entrar necesariamente en los circuitos comerciales del mundo desarrollado, como está ocurriendo actualmente en naciones como Estados Unidos, en que se está autorizando el uso de armas ligeras en los espacios públicos. No es sólo el control del comercio lo que hay que reivindicar enérgicamente sino, fundamentalmente, el control sobre la producción, tanto de armas ligeras como pesadas. En la situación actual de globalización económica, la economía civil debe crecer a expensas de la economía de guerra. Por tanto, es la reconversión de la industria militar la idea fija que los defensores de los derechos humanos (civiles, económicos, sociales, ecológicos) debemos exhibir si queremos alcanzar nuestros objetivos. Nunca como ahora un lema como «si quieres la paz, reconversión industria militar» sería más certero y eficiente.

Del resto de conferenciantes, destacar el agradecimiento al profesor Remiro Brotons por su defensa del Derecho Internacional y sus instituciones. Por último, destacar que el proyecto «Tigre» de Eurocopter estuvo presente en el ambiente y que la timidez con que se habló del mismo, las manifestaciones de apoyo por parte de algunos conferenciantes (como D. Miguel Angel) y el desplante del Alcalde hacía el público vienen a corroborar que éste es un proyecto contra los derechos humanos y en beneficio únicamente de los mercaderes de la guerra y sus acólitos, que cada día incrementan su control tanto sobre la opinión publica como sobre los dirigentes políticos.