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El «viaje humano» de José Martí en su 170 natalicio

Fuentes: Rebelión [Imagen: Óleo de Esteban Valderrama Peña (1917) que representa la muerte de José Martí en Dos Ríos, expuesto en 1918]

«El viaje humano consiste en llegar al país que llevamos descrito en nuestro interior, y que una voz constante nos promete.»

Cuba puede aportar a la humanidad, para su ennoblecimiento y enriquecimiento, la vida y obra de uno de sus hijos descollantes: José Martí. Existen muchas formas de acercarnos a la esencia y concreción de este grande hombre capaz de cautivarnos con sus ideas, sentimientos, ideales y obra al servicio del bien de su pueblo y de la humanidad. Un modo puede ser el conocimiento de facetas o aspectos particulares de su vida. Otro modo es conocerla íntegramente, valorando su papel en la historia de su país y del continente, así como su rica, extensa y trascendente obra de naturaleza revolucionaria, política, social, histórica, literaria, ética, educacional, científica, filosófica y, en general, humanista. En fin a esa vida luminosa nos hemos acercado de variada forma para ir descubriendo en Martí el sustento necesario que satisfaga determinadas interrogantes e inquietudes del mundo en que vivimos y del mundo que emerge del futuro.

En esta oportunidad queremos acercarnos más directamente al hombre, al ser humano que se desarrolló en un medio hostil y en circunstancias difíciles, al ser íntimo que planea y sueña su vida y su obra, que sufre los embates del destino, que marcha hacia la muerte y a la inmortalidad como quien se mira en un espejo que refleja el futuro. Queremos hermanarnos más íntimamente con el hombre que aquí y allá nos va dejando su valoración autobiográfica, especie de relato suyo, vivido y sentido, una autohistoria escrita a retazos, fragmentada y desperdigada a lo largo de su vida ocupada y atormentada, y más rica y pródiga en confesiones personales cuanto más intensos son los estados anímicos que dominan su existencia.

Pretendemos seguir a Martí, años tras años, guiados por sus ópticas y valoraciones personales e íntimas, por sus confesiones para sí mismo o para otros, como si nos relatara paso a paso su vida. Oigamos su voz como en un susurro:

«Mi vida es… mi vida es…» 1 «Yo soy: Yo.» 2

Tendremos como brújula sus profundas reflexiones sobre el tema existencial.

¿Qué soy yo? Soy lo que soy». 3

«El viaje humano consiste en llegar al país que llevamos descrito en nuestro interior, y que una voz constante nos promete.» 4

Vamos, pues, a recorrer juntos el viaje humano interior descrito por Martí, que es una voz constante que promete el arribo a un país y a una humanidad ideales que son hondamente queridos y soñados y que, por eso mismo, resaltan como paraísos asombrosos y atrayentes. Vayamos tras él guiados por su luz, que es la de los libertadores esclarecidos, de los apóstoles de pueblos, de los hombres de su tiempo y de todos los tiempos. Vayamos, que es una luz de de aurora imperecedera.

Aquel día, viernes 28 de enero de 1853, solo su grito estentóreo de recién nacido fue la confirmación  de que  había nacido el primogénito hijo de Mariano Martí y Navarro, sargento primero del Real Cuerpo de Artillería, natural de  Valencia,  y de Leonor Pérez y Cabrera,  natural de Santa Cruz de Tenerife.

El hecho había ocurrido en la casa No. 41 de la  calle Paula en la Habana, Cuba. Años después escribiría en sus apuntes: Años después escribiría en sus apuntes: «A la calle de Paula se le llamó antes de San Francisco de Paula, por el hospital de ese mismo nombre que había en el extremo de ella».5

El ciclo vital terminó en Dos Ríos, provincia de Oriente, el aciago domingo 19 de mayo de 1895, al caer en combate, herido por tres disparos que pusieron fin a su vida, el Delegado, el Maestro, el Mayor General, el líder  indiscutible de aquella “guerra necesaria” de independencia de Cuba. Desaparecía físicamente, de una forma heroica, un hombre que tuvo una fecunda existencia, y así se puso término  en  lo  personal a su viaje humano. Tal vez el  hecho ocurriera como lo había vaticinado:

«Yo  moriré  sin dolor: será un rompimiento interior, una caída suave y una sonrisa.» 6

«Se  ha de vivir y morir abrazado a la verdad. Y así, si se cae, se cae en una hermosa compañía…» 7

Después de su caída comienza una nueva etapa del viaje humano de Martí, que consiste en mantenerse vivo espiritualmente en  la conciencia y en la acción de los hombres mejores de su pueblo. Se cumplirían con ello sus ideas visionarias sobre el destino de los hombres consagrados al bien de su patria.

“No hay más que un modo de vivir después de muerto: haber sido un hombre de todos los  tiempos – o  un  hombre  de  su  tiempo». 8

Pues eso es Martí: un hombre de todos los tiempos y  un hombre que vence a la muerte según su decir: «Morir no es nada, morir es vivir, morir es sembrar. El que muere, si muere donde debe, sirve. Vale y vivirás. Sirve y vivirás. Ama y  vivirás. Despídete de ti mismo y vivirás. Cae  bien, y  te levantarás.» 9

El hombre que desaparecía físicamente tenía una estatura de  unos cinco  pies y medio, o sea,  un metro y sesenta y cinco  centíme­tros, con un peso de 130 a 140 libras. Era de vestir modesto, pero pulcro. Su traje y su corbata eran negros, en  símbolo de luto por Cuba. Usó un anillo de hierro, hecho de un pedazo de la cadena que llevó en presidio. De cabeza normal, su frente era notablemente alta y despejada, a lo que contribuía su calvicie moderada. Sus cejas eran pobladas, grueso el bigote y fina la mosca que adornaba el mentón firme. Nariz recta y orejas algo separadas de la cara. Ojos pardos o glaucos, algo achinados, melancólicos y dulces, pero relampa­gueantes o coléricos en el frenesí de la oratoria. Mirada y verbo hechizadores. Hablar suave, sin estridencia, y persuasiva.  Voz fuerte y vibrante en los discursos. Manos finas y afiladas como hombre magro, intelectual y artista.

En fin “era pequeño, de cuerpo delgado; tenía en su ser encarna­do  el  movimiento; grande y vario su talento, veía pronto y alcanzaba mucho su cerebro; fino por temperamento, luchador inteligente y tenaz, que había viajado mucho, conocía el mundo y sus hombres; siendo excesivamente irascible y absolutista, dominaba siempre su carácter, convirtiéndose en un  hombre amable, cariñoso, atento, dispuesto siempre a sufrir por los demás, apoyo del débil, maestro del ignorante, protector y padre cariñoso de los que sufrían; aristócrata por sus gustos, hábitos y  costumbres, llevó su democracia hasta el límite. Era muy nervioso, un hombre ardilla; quería andar tan deprisa como su pensamiento, lo que  no era posible. Subía y bajaba las escaleras  como quién  no tiene  pulmones. Vivía errante, sin casa, sin baúl y sin  ropas; dormía  en el hotel más cercano de donde le cogía la noche o el sueño; comía donde fuera mejor y más barato, ordenaba una comida admirablemente y, sin embargo, comía poco; días enteros se  pasaba con vino Mariani; quería agradar a todos y tenía manía de hacer conversiones, así que no le faltaban desengaños. Era un hombre de un gran corazón que necesitaba un rincón donde querer y ser querido. Tratándole, se le cobraba cariño a pesar de ser extraordinariamente absorbente. En el trato era encantador. Tenía “alma de niño” y profesaba un amor  inmenso por los niños. Era un trabajador infatigable. Dormía poco y con inquietud. Era frágil de cuerpo, precario de  salud;  pero poseia una tenacidad a toda prueba.10

En el testimonio de la época, brindado por el doctor Pablo A. de Valencia, quien efectuó la autopsia al cadáver de Martí, se señala:

“A la sazón en que desembarcó en esta Isla para  ponerse al  frente del movimiento revolucionario, estaba regularmente nutrido, constitución regular y temperamento bilioso. Aunque delgado, bien conformado; de estatura regular; pelo castaño -oscuro rizado; una pequeña calvicie en la coronilla y entradas muy pronunciadas en las sienes; frente ancha y despejada;  cejas de igual color que el pelo y no muy pobladas;  nariz aguileña; orejas pequeñas; boca regular; bigote fino y poco poblado; buena dentadura, sólo que le faltaba el segundo incisivo de la mandíbu­la  superior del lado derecho y los dientes en su mayor  parte eran  puntiagudos;  cara de forma oval. Que  presentaba  en  las piernas señales de haber llevado grillos. El día 23 del  propio mes y año se procedió al reconocimiento del cadáver después de exhumado: Dicho cadáver parece ser el de un  hombre cuya edad fluctúa  entre  los  45 y 50 años ,de musculatura  firme y algo enjuto de carnes…Que presenta además en la pierna derecha y en su tercio superior, una hendidura especial de la piel correspon­diendo a dicha hendidura un color algo más oscuro que el  resto del cuerpo, pruebas evidentes de haber sufrido en aquella parte  durante algún tiempo una presión con la contusión consiguiente, producida por un anillo de hierro colocado en dicho  punto. Que presentaba las siguientes heridas: Una herida de bala penetrante en el pecho, cuyo orificio de entrada parecía corresponder a la parte anterior del pecho al nivel del puño del esternón, el cual había  sido  fracturado, presentando al parecer dicha herida  su oficio  de salida por la parte posterior del tórax, en el  cuarto espacio intercostal derecho como a diez centímetros de la colum­na vertebral. Otra herida de bala en el cuello, cuyo orificio de entrada estaba debajo de la barba como a unos quince centímetros de la misma y a cuatro de la rama derecha del maxilar inferior y cuyo orificio  de salida se encontraba por encima  del  maxilar superior, lado derecho, cuyo labio se hallaba  destrozado.  Otra herida igualmente de bala en el tercio inferior del muslo derecho y hacia su parte interna. Además presentaba  algunas contusiones  en  el resto del cuerpo» 11

Según  informe realizado por el coronel español José Ximenes de Sandoval, jefe de las tropas enemigas, entre las  pertenencias ocupadas  al cadáver de Martí se encontraban las siguientes:  un reloj de oro; un revólver con culatín de nácar; un machete; planos; papel timbrado y distribuciones de fuerzas; un pañuelo de seda de bolsillo con iníciales bordadas con hilos verdes;  una cartera de bolsillo con notas, retratos y otras cosillas;  un cortaplumas manchado  con sangre;  un rifle relámpago;  una escarapela cubana bordada con mostacilla; un libro muy chiquiti­co, manuscrito con letra de Carlos Manuel de Céspedes, y  que dijeron era el código cubano que se le encontró en la cartera de bolsillo; una cinta de seda azul en un papel con una dedicatoria entusiasta alusiva al color de la cinta y la  guerra, de  una hermana de Gómez a Martí; unas espuelas vaqueras. 12

Tal  era el hombre que conocieron sus coetáneos y que libró una lucha de gigantes para unir a su pueblo y encauzar la guerra que lo emanciparía, y que cayó en combate 39 días después de su desembarco el jueves 11 de abril de 1895 por Playita de Cajobabo.

 De su imagen nos quedan algunas fotos y retratos. De su obra nos queda la historia de sus vivencias, los hechos y acontecimientos de los que fue contemporáneo o protagonista. De sus ideas nos ha quedado un caudal inmenso que nutre el mundo físico y espiritual de su pueblo y de la humanidad. Hoy estas ideas son parte integrante del alma de la Revolución cubana, y por  ello mismo son fuente de sueños y de luz.

El viaje humano de José Martí, continúa su curso como la marcha indetenible de las generaciones nuevas y de los pueblos hacia el porvenir.  Porque no en vano y con razón profética, afirmó que «el verdadero hombre no  mira  de  qué lado se vive mejor, sino de qué lado  está el deber; y ese es el verdadero hombre, el único hombre práctico, cuyo  sueño  de  hoy será la ley de mañana, porque  el que haya puesto  los ojos en las entrañas universales y visto hervir  los pueblos, llameantes y ensangrentados, en la artesa de  los siglos, sabe que el porvenir, sin una sola excepción, está del lado del  deber. Y si falla, es que el deber no se entendió  con  toda pureza, sino con la liga de las pasiones menores, o no se  ejercitó con desinterés y eficacia.» 13

«Yo no necesito ganar una batalla para hoy; sino que al ganarla, desplegar por el aire el estandarte de la victoria de mañana, una victoria sesuda y permanente que nos haga libres de un  tirano ahora y después? ¿Que dónde estoy? En la revolución; con  la revolución.» 14

En  el mundo que vemos desfilar ante nuestros ojos hay razones más que sobradas para las visiones apocalípticas. Hoy, como ayer, al decir de Martí «el mundo entero es una inmensa pregunta».  La humanidad toda debe darse a sí misma una respuesta definitiva  y verdadera que satisfaga sus necesidades y aspiraciones legítimas. Y habrá de armarse con tesón y optimismo suficientes para recorrer el camino que lo conduzca a la victoria, a pesar de  los escollos y los cataclismos. Pues no obstante los rigores del destino, es fundado y cierto que, como sentenciara nuestro Héroe Nacional: «El sol sigue alumbrando los ámbitos del mundo y  la verdad  continúa incólume su marcha por la tierra». 15 

Notas:

1 [José Martí: O.C. 22, 130]

2 [José Martí: O.C. 22, 134]

3 [José Martí: O.C. 21, 68‑69]

4 [O.C. 15, 403]

5 [O.C. 22, 247].

6 [O C. 21, 18]

7 [O.C. 21, 242]

8 [O C. 21, 143]

9 [O C. 21, 320]

10 [OC. 21, 213-18]

11[Informe  de  la  autopsia M.B.M y F.E, 395]

12 [M.B.M y  F.E., 395]

13 [OC. 4, 247]

14 [OC. 22, 73]

15 [OC. 4, 5]

*El presente texto es parte integrante del libro del autor titulado: El Viaje Humano de José Martí en proceso editorial.

Wilkie Delgado Correa. Doctor en Ciencias Médicas y Doctor Honoris Causa. Profesor Titular y Consultante. Profesor Emérito de la Universidad de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.