El mes de Abril es un mes republicano. El 12 de Abril de 1931 se celebraron elecciones municipales que dieron el triunfo a los partidos republicanos y de izquierdas.
El 14 se proclamó la Segunda República española. Con tortilla de patata y ensalada de lechuga se celebró el triunfo en los hogares, en la calle con un grito ahogado por la emoción ¡Viva la República!
Todo había comenzado en abril de 1930, cuando Indalecio Prieto en el Ateneo de Madrid afirmaba: Es hora de las definiciones. Hay que estar con el rey o contra el rey. Así se fue fraguando el Pacto de San Sebastián del 17 de agosto de 1930, al que se sumaron el Partido Socialista Obrero Español y la Unión General de Trabajadores en octubre, convocando una huelga general que iba a ir acompañada de una insurrección militar para meter a la Monarquía en los archivos de la Historia y establecer la República sobre la base de la soberanía nacional representada en una Asamblea Constituyente. Hoy como ayer: ¡Viva España con honra! (Manifiesto revolucionario de diciembre 1930).
Con el manifiesto dirigido a intelectuales, firmado por Marañón, Pérez de Ayala y Ortega y Gasset, creaban la Agrupación al Servicio de la República. En él se decía: Cuando llegan tiempos de crisis profunda, en que, rota o caduca toda normalidad, van a decidirse los nuevos destinos nacionales, es obligatorio para todos salir de su profesión y ponerse sin reservas al servicio de la necesidad pública. Parece escrito hace unos días. Gregorio Marañón, Pérez de Ayala y José Ortega y Gasset, se proponían movilizar a un copioso contingente de propagandistas y defensores de la República española. Se hacía un llamamiento a todo el profesorado y magisterio, a los escritores y artistas, a los médicos, ingenieros, arquitectos y técnicos de toda clase, a los abogados, notarios y demás hombres de ley, y de forma especial a la juventud.
El 12 de abril de 1931, se celebraron en España elecciones municipales, que, pese a los resultados globales, provocaron la caída de la monarquía y la proclamación de la Segunda República. Las elecciones se convocaron con el objetivo de consolidar el sistema, conseguir mayor apoyo popular y evitar que Alfonso XIII perdiera el trono, y lo perdió. Las elecciones celebradas el domingo me revelan claramente que no tengo hoy el amor de mi pueblo, declaraba el rey desde el exilio.
Se eligieron cerca de ochenta mil concejales y estos a su vez a los alcaldes en 8.943 distritos. La monarquía era un símbolo de decadencia, y republicanos y socialistas, decidieron convertir las elecciones municipales, en un verdadero plebiscito sobre la continuidad de la monarquía en España. Los resultados dieron el triunfo a las candidaturas republicano-socialistas en 41 de las 50 capitales de provincia. La ciudadanía madrileña, cuando comenzaron a conocerse los resultados, se echó a la calle para proclamar la República.
«Con las primeras hojas de los chopos y las últimas flores de los almendros, la primavera traía a nuestra República de la mano», declamaba Antonio Machado por la llegada de la deseada República. En 36 horas el reinado de Alfonso XIII llegaba a su fin. Fue un proceso rápido, limpio e incruento. La monarquía se había vuelto incompatible con los que creían en un régimen democrático y la República empezó a postularse como la única opción de futuro, incluso para los monárquicos que abandonaron al rey.
El día 13, se había reunido en el Palacio de Oriente el Consejo de Ministros, para adoptar una postura ante los resultados del día anterior. Enseguida se identificaron dos posiciones enfrentadas: constituir un gobierno de fuerza, implantar la censura y resistir, era la postura de Juan de la Cierva, apoyado por el conde de Bugallal y el marqués de Alhucemas. El resto, encabezado por el conde de Romanones pensaban que estaba todo perdido. Esa misma tarde el comité revolucionario republicano-socialista, hizo público un comunicado en el que decía que el resultado de las elecciones había sido desfavorable a la Monarquía y favorable a la República y anunciaba su propósito de actuar a fin de dar inmediata efectividad a los afanes implantando la República.
El día 14 de abril se dictó el primer decreto. El Gobierno provisional de la República había tomado el Poder sin tramitación ni resistencia ni oposición protocolaria alguna, es el pueblo quien le ha elevado a la posición en que se halla, y es él quien en toda España le rinde acatamiento e inviste de autoridad. En virtud del decreto, el presidente del Gobierno Provisional, Niceto Alcalá Zamora, asumía la jefatura del Estado con el asentimiento expreso de las fuerzas políticas triunfantes y de la voluntad popular.
La monarquía, herida de muerte, recibió la puntilla por el director de la Guardia Civil, al proclamar su adhesión a la República, que ya tenía un Gobierno Provisional. Eibar fue la primera ciudad donde se izó la bandera tricolor. Los acontecimientos se habían precipitado. El rey comenzaba su exilio y Alcalá Zamora, Azaña y el resto de los que serían nuevos ministros entraban en el ministerio de la Gobernación en la Puerta del Sol. Nacía la Segunda República. Vivió hasta el fin de la guerra en 1939, tras el golpe de estado militar, católico y fascista.
El Gobierno provisional, al recibir sus poderes, manifestó que dado el origen democrático de su poder y en razón de la responsabilidad en que deben moverse los órganos del Estado, sometería su actuación colegiada e individual al discernimiento y sanción de las Cortes Constituyentes. Igualmente, el Gobierno, adoptó como norma depuradora de la estructura del Estado, someter, en defensa del interés público, a juicio de responsabilidad, los actos de gestión y autoridad pendientes de examen, desde la disolución del Parlamento en 1923: así como abrir expediente de revisión en los órganos oficiales, civiles y militares, a fin de que no resulte consagrada la prevaricación ni acatada la arbitrariedad habitual en el régimen que termina.
El Gobierno provisional hizo pública su decisión de respetar de manera plena la conciencia individual mediante la libertad de creencias y cultos, sin que el Estado en momento alguno pueda pedir al ciudadano revelación de sus convicciones religiosas, orientando su actividad, no sólo en el acatamiento de la libertad personal y los derechos ciudadanos, sino que aspira a ensancharlos, adoptando garantías de amparo. Se declaró la propiedad privada, garantizada por la ley. El Gobierno, sensible al abandono absoluto en que ha vivido la inmensa masa campesina, al desinterés de que ha sido objeto la economía agraria, adoptó como norma de actuación el reconocimiento de que el derecho agrario debía responder a la función social de la tierra.
Por su parte, el Presidente del Gobierno provisional, decretaba la más amplia amnistía de todos los delitos políticos, sociales y de imprenta, sea cual fuere el estado en que se encuentre el proceso, incluso los ya fallados definitivamente, y la jurisdicción a que estuvieren sometidos. Igualmente se decretó fiesta nacional el 14 de abril; y se adoptó como bandera nacional la tricolor, mediante decreto del 27 de abril (Gaceta 28 de abril).
Con la proclamación de la Segunda República, se abrían inmensas perspectivas. No sólo se pretendían reformas políticas, sino que se quería atacar el problema de fondo, mediante un cambio profundo de las estructuras sociales, económicas y culturales. Era necesario poner en marcha un ambicioso programa de reformas que lograra poner a España en la modernidad. Tras la celebración de elecciones legislativas el 28 de junio de 1931, se inició un proceso constituyente.
Hoy, la III República que viene, debe ser la obra de todos, hombres y mujeres, en un esfuerzo común por dotarnos de un Estado acorde con nuestro tiempo. «No es una quimera, no es una utopía. Es una urgente necesidad de regeneración democrática». Ha llegado el momento de que los españoles decidamos en plena libertad el régimen que deseamos para España. Es necesario un referéndum, en el que se tenga la posibilidad de elegir libremente entre Monarquía o República. Abrir un Proceso Constituyente, elaborar una nueva Constitución y convocatoria de nuevas elecciones generales, Por la República.
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