Recomiendo:
0

«¿En Cuba no se usan camisetas?»

Fuentes: La pupila insomne/ Rebelión

Las imágenes pueden ser poderosas, no por gusto entre las víctimas de los militares norteamericanos en Iraq se encuentran varios camarógrafos y fotorreporteros. Incluso, es célebre el bombardeo por la OTAN a la televisión en Belgrado durante la guerra de esa organización contra Yugoslavia. Aunque no sólo en situaciones de guerra se temen las cámaras, […]

Las imágenes pueden ser poderosas, no por gusto entre las víctimas de los militares norteamericanos en Iraq se encuentran varios camarógrafos y fotorreporteros. Incluso, es célebre el bombardeo por la OTAN a la televisión en Belgrado durante la guerra de esa organización contra Yugoslavia. Aunque no sólo en situaciones de guerra se temen las cámaras, el periódico alternativo Diagonal ha denunciado recientemente cómo la policía española ha detenido en varias ocasiones a su fotógrafo y ha borrado las imágenes tomadas por éste sobre el trato a los inmigrantes en ese país.

Resulta una obviedad decir que la relación de las imágenes con la difusión de las ideas es muy antigua. José Saramago comienza su novela El evangelio según Jesucristo describiendo, no sin cierta ironía, los elementos que aparecen en una ilustración de la cruxifición de Jesús. Es de alguna manera el relato de la construcción de un mártir, a partir de una imagen tras la cual se supone una vida ejemplar.

Pero si como dice el escritor venezolano Luis Britto García, la postmodernidad recicla y simplifica los relatos, convirtiendo Moby Dick en Jaws, la manipulación mediática contra Cuba va más lejos aún, trocando a un atacante de ancianos y mujeres en intelectual y mártir. Un amigo español me ha preguntado si en mi país no se usan camisetas, al indagar por la razón de su interrogante, me dice que la imagen más difundida por estos días en España sobre Cuba es la de una persona con el torso desnudo, y me envía la fotografía que ilustra este trabajo.

La foto es de la agencia norteamericana AP y acompaña una entrevista al recientemente premiado huelguista de hambre Guillermo Fariñas. En la entrevista, el hombre sin camisa aparece como una persona bastante extremista y autoritaria. El entrevistado define a la Iglesia Católica como «enemiga» del gobierno cubano que cumplió con «todas las exigencias que les puse», además de dar consejos a la nueva canciller española para «que haga exactamente lo contrario que su antecesor», a quien descalifica, afirmando que «cantinfleó» Sin embargo, es la foto que ilustra el texto la que condiciona de manera nada desdeñable a los receptores de su mensaje.

Debo reconocer que ha tenido puntería mi amigo al seleccionar la imagen, porque aunque son numerosas las fotografías en que Fariñas exhibe su anatomía golpeada por las consecuencias de la práctica voluntaria de la inanición, esta logra ejemplificar como pocas los elementos con que los medios han construido su imagen de «mártir de la libertad de conciencia», premiada por el Parlamento Europeo.

Apoyado en un andador, Fariñas ocupa el centro del cuadro, como de costumbre, el torso desnudo con la cicatriz de una reciente operación de vesícula. A su derecha, llama la atención la densidad telefónica: tres teléfonos, dos en una pequeña mesita (arriba y abajo) y un tercero en la pared. A la izquierda, algo muy común en cualquier casa cubana, un librero. Nada es casual: el intelectual -los libros- frágil -el andador y la cicatriz en el abdomen- que comunica -los teléfonos- su verdad al mundo, en desafío al totalitarismo del «régimen».

Demasiado literal, quizá. Demasiado elemental, también, el mensaje viene a caer en un terreno abonado pacientemente por la industria mediática que ha creado reflejos condicionados que limitan el acercamiento crítico a la información que sobre Cuba se difunde. A la manera de los perros de Pavlov con la campanilla, la audiencia debe reaccionar automáticamente ante el estereotipo propuesto. Ya han sido adiestrados en identificar al gobierno cubano (representante legítimo de su pueblo) como represivo y antidemocrático y a los que se le oponen (al servicio de Estados Unidos), como «disidentes pacíficos».

En coincidencia con las fotos, llegan las declaraciones de Fariñas apoyando la llamada «posición común» europea contra el país donde reside. Aparecen con rara oportunidad, en vísperas de que la Unión Europea analice sus relaciones con Cuba. Las imágenes del huelguista de hambre -siempre desnudo de la cintura hacia arriba- inundan los medios y en su apoyo acude nada menos que Javier Solana. Solana fue quien lideró -como Secretario General de la OTAN- la guerra contra Yugoslavia y ordenó el bombardeo de la Televisión de Belgrado. Pues Fariñas y Solana han sido las dos voces enarboladas por los medios para insistir en que no se modifique la aznarista y pro norteamericana posición hacia Cuba. Y así tenemos, trabajando juntos, al golpeador de indefensos y al bombardero de televisiones, unidos por su lealtad a Washington, principal interesado en que no cambie la citada política.

Walter Benjamin denominaba «la Biblia de los analfabetos» a las pinturas que ilustran las antiguas iglesias, por su rol en comunicar las sagradas escrituras a una sociedad en su mayoría iletrada. Al menos la Biblia es una obra cumbre de la cultura occidental, que todos -creyentes o no- debemos conocer. Sin embargo, amparados en su actual poderío, los grandes medios se han dado a fabricar falsos mártires -al servicio de los poderosos- para una sociedad, en buena parte desinformada, que puede tolerar en silencio el asesinato y la tortura, y es conducida demasiado a menudo a guerras injustas en nombre de la libertad.

Como decíamos al principio, las imágenes pueden ser poderosas, sirven para mostrar pero también para ocultar ¿Qué mejor que las simpatías por un torso desnudo para encubrir la complicidad ante los rostros encapuchados de Abu Ghraib y Guantánamo?

Fuente: http://lapupilainsomne.wordpress.com/2010/10/25/%C2%BFen-cuba-no-se-usan-camisetas/

rCR