Incluso el domingo a las 10 de la mañana estaba llena la sala del hotel Meliá Avenida América, donde se celebraba el Congreso Internacional de Feminismo Islámico. Más de 500 personas asistieron entre el 21 y el 24 a estas conferencias que ya van por la cuarta edición y que pudieron seguirse en directo a […]
Incluso el domingo a las 10 de la mañana estaba llena la sala del hotel Meliá Avenida América, donde se celebraba el Congreso Internacional de Feminismo Islámico. Más de 500 personas asistieron entre el 21 y el 24 a estas conferencias que ya van por la cuarta edición y que pudieron seguirse en directo a través de su página web, donde pueden verse de nuevo todos los vídeos de las jornadas. Los participantes pudimos escuchar y dialogar con diversos puntos de vista, con posturas feministas que van desde el máximo cuestionamiento de los sistemas dominantes hasta el feminismo que trabaja mano a mano con los sectores conservadores de los países de mayoría islámica. Esta entrada se centra en las charlas del último día sobre Movimientos por la Igualdad.
Musawah es un movimiento global, basado en Malasia, de mujeres y hombres que defienden que la igualdad dentro de la familia es posible y necesaria. Rozana Isa presentó este movimiento, que tiene sus raíces en la ONG Sisters in Islam, grupo fundado por ocho mujeres que decidieron analizar en detalle los textos religiosos para contrastar por qué en su sociedad eran legales los abusos contra las mujeres. Sisters in Islam recibió el reconocimiento internacional por su reivindicación de que se aplicasen en las leyes la libertad y la dignidad que defiende el Corán.
Basado en los principios de SIS, Musawah se centra en la necesidad de cambios en el código de familia, el marco en el que más se ceban las leyes discriminatorias en los países islámicos. «El matrimonio es históricamente un concepto de dominación de la mujer por el hombre. Partiendo de esta injusticia que las leyes respaldan en nuestro país no puede haber justicia en ningún otro aspecto de nuestra sociedad». Musawah lucha contra la politización del Islam, que se usa para controlar y someter:
El código de familia islámico se convierte en un punto de confrontación entre grupos políticos que quieren mostrar que son más «musulmanes» que el otro. La organización Sisters in Islam ha sido llevada a juicio por «antimusulmana». Si no reaccionamos y participamos en el debate, la agenda política islámica ganará terreno y ajustará la religión a sus intereses, a sus parámetros de lo que está bien y lo que está mal.
Musawah busca también poner sobre la mesa cuestiones que hasta ahora se debatían en el ámbito privado. Entre sus proyectos para llegar a la población joven está «Matrimonio en la Generación Y», en el que se plantean dudas sobre relaciones, matrimonio, las expectativas de ellos y ellas ante el futuro en pareja y busca que la mujer contribuya a negociar su futuro sobre el terreno.
Musawah no limita su trabajo a Malasia, sino que crea redes con movimientos y asociaciones de mujeres en otros países, como Egipto, Bahrain o Marruecos, que implementó hace unos años cambios en el código de familia que son para Musawah una inspiración. Rozana Isa hace énfasis en que trabajan con activistas y organizaciones independientes, no con gobiernos ni representantes políticos.
Lis Marcoes, activista indonesia por el empoderamiento de las mujeres y miembro de la Asia Foundation, presentó el trabajo local de las feministas en Aceh, provincia indonesia al norte de Sumatra. Marcoes también insistió en la necesidad de trabajar sobre las leyes relacionadas con la familia en los países islámicos:
Vivimos en sociedades patriarcales. Hemos trabajado con Ulemas y otras figuras religiosas islámicas pero nos hemos cansado de su falta de un apoyo firme e incondicional y nos volcamos en los jueces islámicos. El papel de los jueces es básico, sensibilizarlos sobre la necesidad de tomar conciencia de la discriminación legal contra las mujeres, empoderarlos para que exploren y apliquen nuevas leyes sobre casos reales es mi prioridad como feminista.
Después de las dos presentaciones surgieron más preguntas del público de las que daba tiempo a responder. El diálogo enriqueció la aportación de las ponentes y mostró algunas de las tensiones y contradicciones de un concepto como el «feminismo islámico» y sus implicaciones geopolíticas.
Ziba Mir Hosseini, investigadora iraní de asuntos de género y desarrollo, alabó el trabajo de Musawah y las feministas de Aceh y pidió que no se glorificasen los movimientos feministas, que son al fin y al cabo producto de un sistema que no siempre es democrático y respetuoso de las voces de los otros. Planteó la tensión que existe en el contexto de Oriente Medio y Norte de África entre las mujeres religiosas y las no religiosas y la falta de diálogo y de tolerancia mutua que se da en muchos contextos y que nace de su historia, su cultura y su experiencia colonial. Hosseini destacó que esta tensión no se da en Malasia, donde mujeres religiosas y no religiosas trabajan mano a mano.
Y como es común en los foros internacionales donde se encuentran en un mismo espacio miembros de países enfrentados o con conflictos de intereses, también en este congreso surgió la tensión geopolítica en el marco de la defensa de los derechos de las mujeres. Concretamente la tensión entre Marruecos y el Sahara, después de que el gobierno marroquí hiriese a unas 40 personas en un campamento de protesta en El-Aaiun el 23 de octubre. Un grupo de mujeres saharauis, entre ellas Soukeina Ndiaye, Delegada en Canarias de la Asociación de Mujeres Saharauis en España, agradecieron a las ponentes indonesias y malayas su reivindicación por los derechos de las mujeres y expresaron sus deseos de que en un futuro también las mujeres saharauis, y todo su pueblo, puedan disfrutar de la justicia y de los derechos que se les han negado.
En ese momento pidió la palabra Abdessamad Dialmy, investigador de la relación entre feminismo y sufismo en Marruecos, y pidió que el debate no se centrase en el Sahara. «Este foro está para hablar sobre el tema de la mujer, no del Sahara. Los incidentes del Sahara pertenecen a otro debate y deben tratarse en otros espacios, no en este».
Indignación de las saharauis: «Si no podemos hablar ni aquí, ¿dónde vamos a hablar?», y por lo bajo, entre ellas, «Es que no falla, siempre tiene que haber un vocero del gobierno». El debate derivó por un momento del trabajo de las mujeres por la igualdad a lo adecuado o no de las reivindicaciones políticas o de autodeterminación en un foro centrado en el feminismo y los derechos de las mujeres. «Es lamentable que también aquí se intente silenciar a las mujeres», dijo una participante, que recibió un gran aplauso del público. «Ayer hablamos sobre Palestina y nadie se quejó, ¿por qué iban a molestarnos hoy las reinvindicaciones saharauis?», comentó otra.
Dado que el feminismo islámico es un concepto que responde a una contextualización del feminismo, ligado a la historia y experiencia de las mujeres en los países de mayoría islámica, aislarlo de su realidad y su contexto no parece realista. Otra de las respuestas del público a esta polémica apuntaba precisamente a un aspecto clave tanto de este foro como de cualquier foro en el que se traten reivindicaciones sociales y políticas. ¿Es posible aislar la lucha de las mujeres del marco global de defensa de los derechos humanos y del contexto político y social?