José Herrera Plaza (Almería, 1955) cursó estudios de Economía en la Universidad de Valencia. Técnico Superior en Imagen y sonido, trabaja actualmente, como cámara operador, en Canal Sur TV. Desde 1985 ha seguido de cerca todo lo relacionado con el accidente nuclear de Palomares. En 2003 fue coautor y coorganizador del libro y exposición en […]
José Herrera Plaza (Almería, 1955) cursó estudios de Economía en la Universidad de Valencia. Técnico Superior en Imagen y sonido, trabaja actualmente, como cámara operador, en Canal Sur TV. Desde 1985 ha seguido de cerca todo lo relacionado con el accidente nuclear de Palomares. En 2003 fue coautor y coorganizador del libro y exposición en el Centro Andaluz de Fotografía Operación Flecha Rota. Accidente nuclear en Palomares. Posteriormente dirigió el largometraje documental homónimo (2007).
Estábamos en el segundo capítulo de tu libro, en el tema de los fallecimientos. ¿Cuántas personas fallecieron en total? ¿Cuántas sufrieron heridas? ¿Gentes de los pueblos afectados también?
JH.- Si hablamos del accidente de aviación, el resultado directo es 7 fallecidos, un herido grave (navegador por radar) y 3 leves. No hubo heridos de consideración en Palomares, Villaricos ni en zonas aledañas. Si tenemos en cuenta el operativo siguiente de búsqueda por mar, tierra y faenas de descontaminación, hay que sumar otras víctimas indirectas y varios heridos. Casi un mes después de la colisión de aviones, se estrella una aeronave Globemaster C-124 en Sierra Nevada que llevaba material para el campamento de Palomares. Allí pierden la vida sus ocho tripulantes. En el accidente de un tractor alquilado con su propietario, muere este al volcar. En total 16 víctimas, que fueron sepultadas en el olvido casi inmediatamente por la relevancia y espectacularidad de lo acontecido.
¿Cómo y quién informó a los americanos? ¿Qué papel jugó el embajador americano, Angier B. Duke? ¿Estuvo realmente al mando de todo?
JH.- Los centros militares estadounidenses fueron informados por la Base de Morón (Sevilla) tras la alerta que da el avión nodriza KC-135, por la alarma inmediata del operador de manguera situado en la cola, cuando suministraba combustible al otro B-52. Los militares españoles fueron informados también de inmediato por la tripulación del helicóptero de la Marina. Respecto al rol del embajador Duke, en un principio quedó en evidencia, pues fue informado del accidente y nadie le comunicó que llevara armamento atómico. Cuando este busca al ministro de Exteriores Castiella para informarle y no lo halla, transmite la información recibida al Director de Asuntos Norteamericanos del ministerio, Ángel Sagaz. Por su parte, la máxima autoridad militar estadounidense en España, el general Donovan se reunió urgentemente con el vicepresidente del Gobierno español y capitán general Agustín Muñoz Grandes. Él le narra lo sucedido y la implicación de armamento nuclear. Al parecer la reacción de Muñoz Grandes fue de preocupación pero serena, sin una palabra de reproche, lo que les resultó extraño a los norteamericanos, tal como precisan en un telegrama de la embajada al Departamento de Estado. Al conocer el embajador Duke la reunión mantenida entre las autoridades militares y enterarse de la carga letal del avión siniestrado, montó en cólera por la omisión de una parte tan relevante del suceso. De inmediato intentó transmitir al ministro ese «pequeño» detalle.
Este sería el primero de muchos otros desencuentros entre el poder civil y el militar relacionados con el suceso.
Nos cuentas algunos más.
Cuando en Washington se conocieron las gestiones de sus representantes, recibieron de inmediato una fuerte reprimenda: ¿Bajo qué autoridad han revelado que los aviones transportaban bombas? Posteriormente han sido los periodistas e historiadores norteamericanos los que han descargado toda la culpa del secretismo a la Dictadura.
El embajador Angier B. Duke tomaría la iniciativa a partir de este momento para intentar aminorar la incertidumbre asociada a las consecuencias diplomáticas que iba a generar el accidente y sus resultas. Faltaban 2 años para la renovación del convenio de defensa. A su iniciativa y firme decisión se debe, entre otras, el baño con el ministro Fraga y la muestra pública de una bomba termonuclear en activo, algo sin precedentes hasta ese momento.
Por cierto, ¿llegaron a ir científicos nucleares? ¿Españoles, norteamericanos?
Sí, acudieron algunos científicos de ambos países y también un nutrido grupo de expertos nucleares de alto nivel norteamericanos, pero no científicos. Veámoslo en detalle si te parece.
De acuerdo, adelante.
El primer contingente de especialistas que acude a la zona es norteamericano y llegan al día siguiente del accidente. Está compuesto fundamentalmente por miembros de la Dirección de Seguridad Nuclear y una de las empresas constructoras de las bombas, la Sandia Co. Son en total seis y provienen de la Base de Kirtland en Albuquerque, capital del estado de Nuevo México. El primer científico en arribar es el farmacéutico Emilio Iranzo, perteneciente a la División de Medicina y Protección de la Junta de Energía Nuclear (JEN) que llega el 20 acompañado de otros compañeros. Posteriormente acudiría el coronel doctor Eduardo Ramos y el 23 vino la máxima autoridad mundial de los efectos biológicos del plutonio en los seres humanos, doctor Wright Haskell Langham, acompañado de los doctores Meyer y Lawrence. Langham, probablemente imbuido de un perverso sentido del patriotismo, sería el que diseñaría la descontaminación parcial y rechazaría abiertamente y sin pudor los primeros análisis positivos, al tiempo que se encargaría, con fruición, de minorar cualquier dato o conclusión sobre el inventario radiológico de la zona y sus estrategias de remediación. Estaba en juego mucho esfuerzo y dinero de la USAF. Fue condecorado por el ejército de los EEUU por su inestimable ayuda en los accidentes de Palomares(1966) y Thule (Groenlandia, 1968).
Has comentado algo de ello. Permíteme insistir. ¿Las informaciones llegaron a las altas jerarquías políticas y militares usamericanas? ¿Hasta qué jerarquías? ¿Cuándo?
JH.- Cuando el KC-135 transmite la colisión de los dos aviones a la Base de Morón se pone en marcha un protocolo de emergencia, con sistemas de comunicación determinados para estos casos, como la frecuencia específica asignada para emergencias. En unos pocos minutos la noticia estaba en las bases españolas de Morón, Torrejón y Zaragoza, la base de Seymour Johnson de Carolina del Norte y la sede central del Mando Aéreo Estratégico (SAC) en Offut, Nebraska. Eran las 3:35 de la madrugada en EEUU y ya estaba en marcha el operativo para este tipo de sucesos. Por supuesto que la máxima autoridad civil, el presidente de EEUU, Lyndon B. Johnson, fue informado por la Oficina de Situación de la Casa Blanca, con una breve nota de 6-7 líneas cuando estaba desayunando.
¿Sabes si llegó a enterase de lo sucedido el general golpista Franco? ¿Quién se lo comunicó si fue el caso? ¿Se conocen sus primeras reacciones? ¿Dio alguna orden?
JH.- No existe constancia documental de cuándo y cómo, ni qué expresó el Generalísimo. Pero no resulta difícil intuir o conjeturar lo que preguntas. Todas las reacciones, órdenes y preferencias reveladas por el Jefe del Estado Mayor y Vicepresidente del Gobierno, Capitán General Agustín Muñoz Grandes, han sido inspiradas directamente por Franco. Muñoz Grandes va a ser sus ojos y oídos, pero también su boca y de ello eran conscientes las autoridades civiles y militares norteamericanas en España. A grandes rasgos conocemos que la primera reacción, cuando oficialmente se lo comunica el General Donovan, es sosegada, con cara de póker. Es casi seguro que ya conocían algunos detalles por la alerta que da la tripulación del helicóptero de la Marina española y el reconocimiento visual que realizan dos aviones del Ejército del Aire. También hay constancia de ofrecer todo tipo de colaboración, especialmente en la Guardia Civil y la base aérea española de S. Javier (Murcia). Cuando han pasado algunos días, el Gobierno español se percata de los agudos efectos secundarios que podría ocasionar el accidente en el turismo, tan fundamental para solucionar los importantes desequilibrios en algunas cifras macroeconómicas ocasionadas por la puesta en marcha del I Plan de Desarrollo. Adopta una actitud cerrada ante cualquier comunicado público en el que se dé a entender la implicación de armas nucleares. Como hemos expresado anteriormente, la única reacción como mandatarios de un país teóricamente soberano es la prohibición de más vuelos con armas nucleares sobre el territorio español, lo que supuso el cese de los vuelos del SAC por la ruta sur.
¿Por qué se dice a veces que se perdió una bomba? ¿Una bomba puede perderse así como así?
JH.- Todo está sometido al azar de una manera u otra. Todo se puede perder, hasta lo intangible (memoria, paciencia, esperanza) ¿por qué no una bomba? Ya perdió otra, esta vez en tierra, casualmente en los alrededores de la misma base de Goldsboro y nunca fue hallada, pero al menos se quedaron algo más tranquilos por estar en su territorio. Tal como estaba la situación en la Guerra Fría, no podían dejar una bomba en el mar y que posteriormente cupiese la posibilidad -por muy remota que fuera- de que cayera en manos soviéticas.
¿Llegaron a la zona, para ayudar o para lo que fuera, personal militar de las otras bases americanas en España? ¿Se pusieron estas en alerta?
JH.- Sí, llegaron numerosa tropa de Torrejón y Morón especialmente, pero también hay constancia de las bases en Alemania y por supuesto también de Offut (Nebraska), Charleston (Carolina del Sur) y Kirtland (Nuevo México). Respecto a la modificación del nivel de alerta, desconocemos si lo hubo y si este tipo de sucesos ocasionaba algún tipo de variación. En las entrevistas realizadas, jamás se ha mencionado algo parecido. Si el capitán abogado se enteró que algo malo podría haber pasado, fue cuando le llamaron al despacho del General Wilson.
¿Qué fue eso del Campamento Wilson o Ciudad de las Tiendas de Campaña? ¿Para qué se organizó?
JH.- El mismo día del accidente acuden 50 militares. Cuando se cumple una semana, el contingente había subido a 633. La zona carecía de infraestructuras para alojar a tanto personal. Se creó un campamento a base de tiendas de campaña en un terreno privado de 7 ha. frente a Palomares, en la playa de Quitapellejos. Allí se instalaron 75 tiendas traídas de la base de Wheelus de Trípoli. Los norteamericanos le llamaron «Campamento Wilson» o «Ciudad de las tiendas de campaña»; los vecinos escogieron «Villa Jarapas», por el parecido de las telas con este tejido.
La faena que se les presentaba era ardua, cuyo plazo de resolución se estimaba para un número indeterminado de semanas. Hacían falta unas instalaciones con un mínimo de comodidades y servicios básicos. Se construyeron letrinas, colmado con venta de productos básicos y oficina de cambio, centro de comunicaciones, cocina y comedor, lavandería, servicio médico con enfermería, helipuerto y aparcamientos para vehículos ligeros y pesados, una tienda de descontaminación radiactiva, barbería, servicio religioso, proyección de cine por las noches e incluso la primera pista de voleibol-playa en una provincia, que transcurridas casi tres décadas, organizaría unos mundiales de este deporte.
Cambio un poco de tercio. ¿Cuáles fueron las repercusiones mediáticas en España, en EEUU y en el mundo? ¿Se informó bien de lo sucedido? ¿Se habló de accidente nuclear?
JH.- En España las únicas informaciones iniciales completas fueron los diarios locales de Almería y Murcia.
Lo hemos comentado antes.
El ABC fue el único a nivel nacional que también aportó una información algo más completa de su corresponsal de Huércal Overa, Miguel Cantón Checa. Televisión española emitió un completo reportaje en el telediario del día siguiente, pero sin mentar el armamento nuclear. Algunos medios de comunicación internacionales se nutrieron de sus corresponsales, pero la mayoría echó mano de los despachos de agencias. La primera en dar la noticia y la única que insinuó la participación de dispositivos nucleares fue Asociated Press. Su director conocía el paño; había participado en distintos conflictos con el grado de coronel. La información de esta agencia hizo que muchas cabeceras de diarios de las distintas capitales europeas (Roma, Milán, Fráncfort, Hambugo, París, Londres) incluyeran esta posibilidad al día siguiente del accidente. Sin embargo no se incluyó en los diarios estadounidenses consultados, con la excepción de la edición parisina de The New York Times.
¿Quién fue, por cierto, Andrés del Amo? ¿Qué papel jugó en todo aquello? ¿Has podido hablar con él?
JH.- Andrés del Amo era un joven periodista norteamericano de origen español que trabajaba para la United Press International (UPI). Se ofreció voluntario para viajar a Almería. Daba la casualidad que su hermano Tito vivía en Mojácar, entonces lugar mítico de la bohemia nacional e internacional. Él ha pasado a la historia por ser el periodista que descubrió la implicación de armamento nuclear solo 3 días después del accidente y la contaminación generada. Sus informaciones pusieron nerviosos a los dos gobiernos implicados y supuso desmontar la primera de un largo rosario de falacias institucionales referidas al accidente y sus secuelas, algunas de las cuales han durado casi medio siglo.
Durante bastantes años he fantaseado con entrevistarle. Él es un ejemplo del rol primordial de los medios de comunicación, en las escasas ocasiones que actúan con independencia, frente a las numerosas mentiras y abusos del poder. Actualmente está alejado del periodismo. Regenta en una isla de Filipinas un chiringuito playero de surf, al parecer, según su hermano, lo único que actualmente le interesa.
El gobierno español, afirmas, reaccionó de la única manera que sabía. De acuerdo. Pero, ¿cómo sabía reaccionar, qué única manera era esa?
JH.- El día 20 de enero, 3 días más tarde del accidente, gracias al despacho de UPI redactado por André del Amo, las ediciones de prensa extranjera se hacían eco de que el B-52 portaba armamento termonuclear. Como además está documentada por las descripciones contenidas en los telegramas que mandaban la embajada norteamericana la extrema preocupación de Franco y su Gobierno, que se hallaba en un estado de emergencia y crisis, las medidas primeras que adoptan muestran un exacerbado grado de excitación y un acentuado déficit de reflexión y eficacia. El mismo día 20 se ordena a las fuerzas del orden retirar toda la prensa extranjera de los kioskos. Menudo espectáculo público. Una medida que alentaba la curiosidad y la búsqueda de otras fuentes. Por la noche los programas en español de Radio París, Londres y Radio Pirenaica, daban sobrada información al respecto. En Palomares, quienes disponían de radio, escuchaban subrepticiamente estas emisoras para conocer lo que el gobierno les negaba: su propia realidad. Después compartían las informaciones con sus vecinos. Los secretos corrían como la pólvora en incesantes susurros de boca a oreja.
La Dictadura obró vocacionalmente; es decir, de la única manera que sabe, conoce y es tan proclive: mediante la prohibición y el secretismo. Vista con la perspectiva del tiempo la reacción gubernamental ante el desarrollo de los acontecimientos en el sureste español, nos parece como palos de ciego de unos gestores sobrepasados por las circunstancias.
Sé que me he dejado cosas. ¿Quieres añadir algo más que te parezca esencial?
JH.- Hay algo que nos llamó poderosamente la atención por ser proclive a mirar siempre detrás de los proscenios, a rebuscar en los fondos de las arcas; aquello que no queda inscrito en la historia, ni es mentado en homenajes civiles o arengas castrenses.
Adelante con ello.
Es la intrahistoria que llamó Unamuno y que vislumbramos cuando decidimos articular el largometraje documental «Operación Flecha Rota» sin voz en off, exclusivamente con los testimonios de los protagonistas, testigos o expertos, aunque ello supusiera más de un quebradero de cabeza en la postproducción. Una de las historias de la vida asociadas, que nos resultó apasionante, fue la de aquellos que no volaban en los bombarderos atómicos, los que se quedaban en tierra, hasta el punto de modificar el guión del documental para que tuviera su justa presencia. Me refiero a las esposas e hijos de los aviadores. Nos centramos concretamente en Mariam Messinger, con sus 4 hijos descontrolados cuando desaparecía el padre en las guardias de 2 semanas. Hace 13 años que le entrevistamos y aún recuerdo nítidamente la impresión que me causó cuando rememoraba cómo le miraban por el pueblo a primeras horas de la mañana del accidente, cuando recogía a los hijos de los vecinos para la escuela y todo el mundo sabía menos ella que el avión de su marido había sufrido un accidente. Andaba muy mosqueada por la manera con que se quedaban mirándola a través de los visillos de las ventanas. Dice que se morirá con esos ojos clavados en la memoria.
Mariam Messinger, esposa de Larry, el día de su primera entrevista. Su labor como persona, esposa y madre en la retaguardia era al menos tan dura como la de su marido volando con armas termonucleares por medio mundo. Tras el accidente, sufrió igualmente el desprecio y vacío de sus camaradas. (Foto José Herrera)
Se entiende bien. Vamos al capítulo III, a la contaminación radiactiva. Nada menos.
Cuando quieras.
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