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Entrevista a Elisabeth Roudinesco, doctora en historia

«En la historia del psicoanálisis desde hace tiempo se han sometido las teorías de Freud a una revisión y han sido criticadas con razón»

Fuentes: Neue Zürcher Zeitung

Traducido para Rebelión por Mikel Arizaleta.

Nota del traductor: Ya el 19 de enero de 2013 nos alertaba el doctor en filosofía y crítico literario, Inaki Urdanibia, en un artículo en Kaos en la red titulado «La historia de la filosofía según Onfray», que «los dos tomos que ahora han visto la luz: VIII. Les freudiens hérétiques y  IX. Les consciences réfractaires sirven bien para detectar ciertos resentimientos y unas fobias que no suenan a novedad, pues tales tonalidades ya asomaban sin disimulo en algunas obras anteriores. Simplemente diré cómo sus trabajos sobre Freud y sobre Camus han sido construidos de manera nada rigurosa, ni ejemplar desde luego».

Mismo defecto, falta de rigurosidad de Michel Onfray en sus trabajos, aparecía ya denunciado en una entrevista de la catedrática Ingrid Galster a la doctora psicoanalítica Elisabeth Roudinesco, doctora en historia, aparecida en el periódico «Neue Zürcher Zeitung» el 26 de abril de 2011.

***

-Elisabeth Roudinesco, usted en abril de 2010, cuando apareció en Francia el libro de Michel Onfray, protestó vehementemente. ¿Por qué?

– Como usted sabe yo colaboro en el suplemento semanal de literatura de «Le Monde» y reseño entre otras cosas libros que hablan sobre Freud y el freudismo. Por tanto era normal que comentase este escrito incendiario. No se trata de una «protesta» sino de un trabajo normal. Claro está, aquí hablamos de un autor que desde años escribe sobre todo y todos y que está en contra de todo: un rebelde profesional. Michel Onfray ve por doquier conspiraciones. Cree que se le echa en cara su vida privada, algo que en realidad a nadie interesa, y cree que él es el único que dice la verdad sobre todo: sobre la filosofía, la religión, la literatura y ahora sobre Freud y el psicoanálisis. Lo hace con gesto maniqueo: aquí el bien, allí el mal… Y todo ello resulta cómico. No soy la primera que lo dice. Con cada uno de sus libros pone en su contra a todos los especialistas de la materia que trata. Y se entiende el porqué: Presupone de ser el primero que ha descubierto a los materialistas de la antigüedad -cuando en realidad se los estudia en todas partes-; afirma que Platón y Kant fueron pre-nazis, que Sade fue también un precursor del nazismo, al igual que el judaísmo, el cristianismo, el Islam… Si se le critica asume la actitud de un mártir, de una víctima de los conformistas. Pero con su anti-Freud se ha pasado tres pueblos, porque hacer de Freud un nazi, alguien conducido por el incesto, un enemigo de los homosexuales, un violador, un misógino, un bellaco, un mentiroso, un drogodependiente… es algo que pasa de castaño oscuro, que no se puede admitir. Él no sólo ha puesto en su contra a la «milicia de los freudianos» sino a la opinión pública: a los medios escritos que van desde la derecha a la izquierda, desde el «Figaro» al «Humanité», a los profesores, a los intelectuales, y no digamos a los analíticos y a pacientes. No se puede olvidar que en Francia, según datos oficiales, sufren problemas psíquicos de cinco a ocho millones de personas. Onfray ha estigmatizado con su libro todo tipo de terapias y no sólo al psicoanálisis, y afirma fundar una nueva escuela terapéutica, cuya cabeza quiere ser él. La extrema derecha le ha apoyado por haber rehabilitado la tesis del médico Pierre Debray-Ritzen (1922-1993), un miembro activo de la Nouvelle Droite, de la nueva derecha. 

-Ya en 2005 apareció en Francia el «Livre noir de la psychanalyse» -el Libro negro del psicoanálisis-. También entonces usted se expresó en un libro. ¿Quizá Onfray ha aportado nuevos argumentos?

– No, ningún argumento nuevo, pero este libro es distinto a aquel libro negro en el que se manifestaban cuarenta autores, entre los que había antifreudianos radicales y terapeutas pertenecientes a la psicología cognitiva. 

-El libro de Onfray, al igual que otros suyos editados, se mantuvo durante semanas en la lista de libros más vendidos. No considero exagerado hablar en Francia de un «fenómeno Onfray» -como si de un modo latente se necesitasen sus libros «desmitologizadores». ¿Cómo se explica esto?

– De hecho numerosos libros de Onfray son bestseller. Es un autor populista, que resulta interesante para determinados medios audiovisuales necesitados de una alta cuota de pantalla y a los que les agrada su anti-inlelectualismo y su arte de estigmatizar a «los grandes de este mundo», al saber universitario y a los profesores, contraponiendo las supuestas virtudes de la provincia a la supuesta decadencia parisina. Conocemos el tema. Y existe la fascinación, que alguien practica, de quien, hable de lo que hable, siempre lo hace con gran seguridad ubicando a todo quisque a derecha e izquierda. Es algo que siempre funciona. ¿Pero hasta cuándo? Onfray ha dejado su editorial, Grasset, porque no le apoyaba lo suficiente, que fue la que lanzó al mercado su anti-Freud con numerosos errores garrafales. Veremos si tales errores se corrigen en la edición alemana. Recuerdo algunos de los más cómicos y obscenos: Freud embaraza a su nuera, teniendo ésta 58 años. Freud está en Berlín en 1935 y colabora con los nazis (se confunde con Ernest Jones). Las hermanas de Freud son deportadas a Auschwitz y se encuentran con Rudolf Höss; cuando la realidad es que fueron asesinadas en Treblinka y Maly Trostenets. Freud apoya a Mussolini porque él en 1933 a petición de Edoardo Weiss escribió una dedicatoria humorística en su libro «¿Por qué guerra?». Y, finalmente, Onfray evalúa equivocadamente a la izquierda freudiana porque la defiende sin saber de lo que habla. La izquierda freudiana -desde Reich a Marcuse, Fromm y Fenichel- era crítica con Freud y a menudo marxista pero no antifreudiana.

-Usted misma ha escrito numerosas obras en el ámbito del psicoanálisis, ¿corrige o modifica la teoría de Freud? ¿No está como todas marcada por la huella de su época?

– Para mí ése no es el problema. En la historia del psicoanálisis desde hace tiempo se han sometido las teorías de Freud a una revisión y han sido criticadas con razón. Hoy en la historia del pos-freudismo hay numerosas corrientes divergentes. El verdadero problema está en que los psicoanalíticos sólo ejercen y apenas se interesan por la historia de su disciplina y menos por Freud. Por eso impresiona su dificultad a la hora de defender su disciplina o a la hora de intervenir en un debate como el presente si no es porque se sienten ultrajados. Hoy conocemos todo sobre la vida de Freud, no se encubre nada, y si sigue habiendo psicoanalíticos que creen en leyendas áureas no quiere decir que ahora haya que inventarse tramas negras. 

Panfletos y fantasmas

Cuando en el 2002 apareció en Francia el «Libro negro del psicoanálisis» Elisabeth Roudinesco reaccionó de inmediato con un contrapanfleto. En «¿Pourquoi tant de haine?» la psicoanalítica e historiadora, que es tenida como corifea en el campo de la historia de la psicología, intentó con algunos litigantes examinar la causa de lo que ella valora como odio hacia el psicoanálisis. Cinco años después, cuando apareció la despiadada crítica provocativa de Freud de Michel Onfray «Le crépuscule d´une idole. L´affabulation freudienne» (Grasset) salió de nuevo a la palestra con un escrito, que por el título y el objetivo recuerda y enlaza con el del 2005: «Mais pourquoi tant de haine?» (Seuil).

El libro de Onfray fue lanzado al mercado francés en abril del 2010 con cierto revuelo de medios. En muy poco tiempo alcanzaron su libros vendidos cifras de seis números. Roudinesco criticó el libro en «Le Monde» y movilizó con una colaboración en la red a multitud de internautas. El volumencito de ella, ahora traducido al alemán, fue presentado poco después de la aparición del suntuoso libro de Onfray en la Universidad de Caen a un público de setecientas personas. Onfray, que también en Caen había fundado una Universidad popular en la que imparte las clases -que más tarde aparecieron como libro-, fue invitado a la presentación, pero no se presentó ante el tribunal. En su lugar se desahogó en su blog sobre Roudinesco traspasando claramente todos los límites del decoro.

Roudinesco encuadra el «anti-Freud» dentro de las campañas contra las verdades establecidas de la ciencia recibida. Demuestra desconocimiento en el autor respecto a la obra freudiana y a la investigación sobre el tema, corrige estimaciones falsas y numerosos errores. En base a los escritos autobiográficos del filósofo nos hace ver ella qué es lo que motivaría el odio personal de Onfray hacia el psicoanálisis: Proyectaría sus propios fantasmas en Freud. Roudinesco aborda también en profundidad el rechazo del psicoanálisis, que tiene una larga tradición.