Hartos de ser víctimas del humo y testigos de un ecocidio en el delta del Paraná, los rosarinos se movilizaron y propagaron su descontento al resto del país. Las protestas forzaron al Congreso a debatir una ley nacional de humedales, luego de que el gobierno declarara la emergencia ambiental, convocara a los gobernadores y denunciara ante la justicia a los ganaderos y dueños de los campos. Poco después surgieron focos de incendio en bosques de otras provincias, como Córdoba y Catamarca, dejando más de 100.000 hectáreas del territorio nacional en llamas.
“No se puede ni respirar” denuncian los habitantes de Rosario, la tercera ciudad más poblada de Argentina. Los incendios han profundizado la destrucción del delta del Río Paraná, un humedal de aproximadamente 17.500 km2 que se extiende desde Rosario hasta la desembocadura del Paraná en el Río de la Plata, una suerte de “esponja” que permite que cuando hay mucha agua no se inunde la ciudad de Buenos Aires, y cuando hay poca agua, se suelte para evitar los estragos de las sequías.
Actualmente, el operativo para apagar los incendios consume por día unos 560 mil litros de agua, 20 millones de pesos y la intervención de 4 aviones hidrantes, 2 helicópteros y 2 barcos. A principios de agosto el humo llegó finalmente a los cielos de la Capital Federal, justo el día en el que el Congreso abrió el debate para aprobar una ley nacional de humedales.
En videoconferencia con el Dipló, el Ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación, Juan Cabandié, dice sobre las quemas que se vienen llevando a cabo durante las últimas semanas: “Tiene que ver con métodos añejos de producción y concebir a los bienes naturales como recursos, con una mirada muy intensiva sobre los recursos, y los productores ven mayor rentabilidad con la soja que sobre el ganado, entonces para maximizar ganancias los campos solamente cultivan soja y el ganado lo trasladan a las islas. Y eso lleva a que para mejorar el forraje del alimento de consumo de los animales queman pastizales a mansalva, sin ningún criterio de solidaridad ni cuidado ambiental con las comunidades que viven en las proximidades del río”.
Cabandié expresa su preocupación por la pérdida de fauna y flora en las islas y por el impacto del humo sobre las poblaciones aledañas en el contexto de la pandemia. El Ministro considera que una ley que proteja a los humedales podría ser posible, pero llevará tiempo, y hay que buscar una solución para que esto no vuelva a suceder en lo que resta del año, aunque choque con muchos intereses.
Vivir en una cortina de humo
Camila Peca vive a dos cuadras del Río Paraná en Rosario y desde hace dos meses sufre el humo de las quemas clandestinas, que suceden de noche. Por las mañanas el aire amanece irrespirable y siente picor en la garganta. Se despierta en su departamento en medio de la noche y piensa que se está incendiando su edificio, cuando en realidad el humo proviene de las islas del delta del Paraná.
El Ministro Cabandié sobrevoló y colaboró con los bomberos para apagar los focos de incendios en el delta del Paraná (Ministerio de Ambiente de la Nación)
La visión compartida tras los 30 focos de incendios es que hay una falta de regulación que ahora se enfrenta con denuncias judiciales y unos pocos detenidos. Los responsables de los incendios sacrifican flora y fauna local para instalar ganado. La voz de Camila transmite la impotencia de saber que los dueños de esos campos están vinculados a las altas esferas de poder en la provincia de Entre Ríos, por lo que la justicia provincial no los afecta.
A la irrespirable cortina de humo, se suman los barbijos por la pandemia y el clima tropical de Rosario, haciendo la situación insoportable. En julio, la breve Fase 5 de la cuarentena, habilitó el uso del río, pero el humo imposibilitó las visitas a las islas. Cada mañana Camila revisa la app de Weather Channel donde aparece el indicador de que la presencia de humo es insalubre. La ropa que lava tiene que ser colgada en el balcón durante el día para que el humo no la arruine por la noche.
En Twitter, bajo la consigna #HumoenRosario, se empezó a crear el clima político para presionar al gobernador de Santa Fe, Omar Perotti. El sábado 18 de julio hubo un corte en el puente Rosario-Victoria, donde más de 300 autoconvocados protestaron. Hace poco, un “tuitazo” demandando #LeyHumedalesYA logró ser tendencia a nivel nacional.
Una compleja gobernanza ecosistémica
Tras décadas de cambios en los usos del suelo del Delta del Paraná, la balanza se está inclinando finalmente hacia el lado de la ganadería gracias al poder del fuego. En la provincia de Santa Fe éstas prácticas están prohibidas, y en Entre Ríos se está intentando regularlas a través del Plan Integral Estratégico para la Conservación y Aprovechamiento Sostenible en el Delta del Paraná (PIECAS-DP), un instrumento creado en 2008 que fue desactivado por el gobierno de Macri, para recuperar la potencialidad de un manejo de la agricultura y la ganadería en esa zona adecuado al humedal.
Rubén Quintana, Presidente de la Fundación Humedales (capítulo argentino de la ONG Wetlands International) y director del Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental (CONICET-UNSAM), explica que las quemas en el Delta no son algo nuevo. En 2008 también hubo grandes incendios que afectaron más de 200.000 hectáreas y el humo también llegó a Buenos Aires. Esa fue la primera vez en la que el Gobierno nacional y las provincias se sentaron a discutir la problemática de la región, dando lugar al PIECAS-DP. Esto resultó de un acuerdo entre la Nación y las tres provincias que tienen jurisdicción en este territorio, el cual fue muy innovador puesto que por primera vez se considera al Delta como una unidad ecológica y no política, dado que esta región constituye un macrosistema de humedales. El PIECAS estuvo inactivo durante los últimos años, pero ahora la nueva gestión pretende reactivarlo; los incendios seguramente acelerarán este proceso.
Campo ganadero inundado en Villa Paranacito, Entre Ríos, enero de 2019 (Rubén Quintana)
Quintana resume la metamorfosis de la siguiente manera: “En el 2008 veníamos de un periodo de ocho años de aguas bajas, y los ganaderos vieron esto como una oportunidad para llevar más animales a las islas. Esto, en parte, fue consecuencia de la expansión de la frontera agrícola de monocultivos anuales (particularmente soja) en la región central de la Argentina: el ganado fue desplazado a zonas marginales a la agricultura como el Delta. En esta región había en 1997 160.000 cabezas de ganado y, una década después, las cifras oficiales contabilizaban 1.750.000 vacas, un aumento de más de 10 veces, con el consiguiente impacto sobre estos humedales”.
Es fundamental contar con protocolos que garanticen un PIECAS activo y con compromisos, ya que constituye una herramienta que por primera vez busca entender el funcionamiento ambiental, y no jurídico, de un territorio. La región sufre serios impactos, como los provocados por la construcción de diques y terraplenes, que han alterado drásticamente la dinámica hídrica, afectando los importantes servicios ecosistémicos de estos humedales, tales como la amortiguación de los excedentes hídricos que contribuyen a mitigar las inundaciones. Hay que ver holísticamente todo el territorio; nadie se opone a que el Delta sea productivo, pero debe serlo de forma ordenada, coordinada y bajo lineamientos sustentables.
Para Gastón Fulquet, Coordinador del Programa Corredor Azul de la Fundación Humedales, los episodios recientes en el Delta han precipitado la decisión política de darle prioridad a los pendientes que aquejan a la región, y la apuesta por poner nuevamente en valor una iniciativa como el PIECAS es una pista de eso.
En un país que se jacta de ser “el granero del mundo”, el Ministerio de Agricultura y Ganadería tiene un peso determinante en la agenda nacional (1). En este aspecto, Fulquet considera que “el talón de Aquiles de la cartera de Ambiente podría estar en seguir con un PIECAS que no articula con otros ministerios a nivel nacional o provincial, o que no integra como parte de la iniciativa a los gobiernos locales como responsables últimos de ordenar sus territorios. Pero sucede que estamos en un momento de profunda crisis que puede comenzar a transformarse en oportunidad si damos espacio a un tipo de innovación institucional que promueva un diálogo más fluido entre sectores.”
Hay datos muy potentes que reflejan la importancia de los humedales y sus servicios en relación a un tema central como el cambio climático. En ese sentido, por ejemplo, las turberas (que solo ocupan el 3% de la superficie terrestre) tienen la capacidad de almacenar dos veces más carbono que los bosques de todo el planeta. Por otra parte, los sitios Ramsar constituyen una figura de conservación poco conocida, que muchas veces se crean bajo el prestigioso sello de “humedales de importancia internacional”, pero sin ser acompañados de una figura de conservación nacional que fortalezca su existencia. Estos sitios, a diferencia de los Parques Nacionales, admiten múltiples usos productivos, siempre y cuando se desarrollen bajo ciertas pautas de sustentabilidad.
Una ley para terminar con las injusticias ambientales
La sociedad argentina exige que se apruebe de forma urgente una ley de humedales, que defienda las islas y prohíba los proyectos económicos dañinos al ecosistema. Hay distintas teorías sobre las quemas: algunos dicen que es por la ganadería, otros que por los proyectos inmobiliarios (2), pero lo que se pide es que por parte del Estado se haga algo. Sin embargo, hasta el momento hubo muy poco movimiento.
Para la rosarina Julia Scocco la situación es cada vez más grave, ya que pasaron varios meses y ahora se siente mucho el humo en la ciudad y es realmente molesto para respirar. La última semana de julio se vieron muchas más quemas desde Rosario, frente al monumento a la Bandera, se veía fuego directamente en lugar de humo. A raíz de eso, las protestas comenzaron a multiplicarse a través de convocatorias en las redes sociales.
“Me enteré que se hacía este corte, que fue más multitudinario que los dos anteriores. Fue impresionante, con una caravana de bicicletas desde el monumento hasta el puente, con tres cuadras en bicicleta y en el puente más de 3.000 personas. Fue todo un éxito la convocatoria en sí, ya que para ser una protesta ecológica movilizó a mucha gente, y eso no suele pasar”, explica Julia. Como practica kayak en el río, cuenta con angustia que apenas de vez en cuando van unos bomberos, pero falta una decisión política concreta de que esto termine. Eso fue lo que provocó que tanta gente se sumara a esa marcha. La sociedad se está movilizando a través de distintas organizaciones como El Paraná No Se Toca y la Multisectorial Humedales, que hicieron esta convocatoria, y esperan lograr buenos resultados.
Entre la juventud ambientalista que defiende los humedales se destaca Julián Monkes, quien horas antes de exponer su visión de forma online ante la cámara de Diputados, comentaba que: “En 2016 el proyecto de Pino Solanas fue aprobado en el Senado, pero sufrió modificaciones en el recinto, sobre todo en lo referido a la moratoria para impedir que se siga avanzando sobre los humedales mientras se realiza el inventario. Además, se excluyó a los salares de altura, que son humedales reconocidos por toda la bibliografía académica, pero ahí operó el lobby de las mineras, por su interés en las reservas subterráneas de litio.”
Según Monkes, los proyectos presentados para el debate actual –entre los que se destaca el del diputado Leonardo Grosso (3)– comparten una base común para definir quién hace el ordenamiento, a qué escala se hace el inventario y con qué plazos. Este proyecto plantea sanciones penales y hasta años de cárcel a quienes no respeten la ley, una novedad en las leyes de presupuestos mínimos ambientales.
En el Congreso hay un consenso en torno a la idea de establecer una reserva natural en el Delta del Paraná, el estrato más bajo de conservación, lo cual permitiría varias actividades productivas que no atentan contra las funciones ecosistémicas. Esto debería tener un marco normativo que defina qué actividades se pueden hacer y con qué mecanismos y tecnologías, porque es un territorio muy grande y productivo.
César Massi es naturalista y miembro de la Asociación Ecologistas de Santa Fe. Trabaja con plantas en un vivero en Bigand, a 70 km de la ciudad de Rosario, donde reproduce material proveniente del humedal, además de documentar aves, fauna, flora e insectos. Los incendios afectaron su campo de estudio por la tremenda devastación ecológica, ya que en época de primavera acostumbra explorar las islas. Ahora todo está monopolizado por el paisaje agropecuario. Massi sostiene que es necesario replantear los consumos frente a la necesidad de explotar los Bajos Submeridionales (4), entre la cuña boscosa y los quebrachales, antes de seguir llenándolo de vacas.
Para César los incendios son intencionales y no discriminan jurisdicciones; afirma, además, que es imposible pretender controlar un incendio de 400.000 hectáreas. En su presentación ante el Senado denunció la devastación del Jaaukanigás, el sitio con mayor biodiversidad de su provincia y uno de los principales del país.
Remarcando que lo ambiental no es antiproductivo, el Ministro de Ambiente sostiene que “el problema no es cómo comunicar, sino la comunicación en sí misma. El sistema de comunicación en países como el nuestro está concentrado y atravesado por intereses muy poderosos. El desafío, que ya está sucediendo, con la cuestión climática y ambiental implica tocar intereses. Uno está dispuesto a introducir discusiones a costa de que vengan los golpes: el glifosato es veneno; no lo dice el Congreso sino la ciencia.” Plantear este debate le costó a Cabandié muchas críticas en distintos medios y hasta una amenaza de muerte (5).
Mientras avanzan las investigaciones sobre los responsables de estos delitos (6), se espera que en breve el Ejecutivo anuncie nuevas medidas ambientales para hacer frente a esta catástrofe ecológica. Entretanto, los movimientos de justicia climática han lanzado una petición (7) –que ya superó las 40 mil firmas– para que se aumenten el presupuesto del Sistema Federal de Manejo del Fuego, mientras que el pasado 25 de agosto una manifestación en Plaza de Mayo exigiendo la Ley de Humedales culminó con dos detenidos (8).
Resta saber si en los próximos meses la oposición (9), los productores (10) y la prensa local (11) apoyarán la creación de una legislación moderna para el manejo de los humedales argentinos. Hasta entonces, seguiremos hablando de fuego, humo y ecocidio.
4. N. de la E.: Los Bajos Submeridionales constituyen uno de los humedales de mayor importancia de la Argentina. Con una extensión de 3,3 millones de hectáreas, abarcan parte de Chaco, Santiago del Estero y Santa Fe.
Julián Reingold. Sociólogo y periodista.
© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur