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Entrevista a Fatih Tas y Taylan Dogan, editores de Noam Chomsky en Turquía

«En Turquía, publicar una crítica contra las instituciones del Estado puede llevarte a la cárcel»

Fuentes: Rebelión

En julio de este año, el Ministerio Público de Estambul decidió procesar al director de Aram Yayincilik, dos de sus editores y un traductor, por publicar una nueva traducción al turco de «Manufacturing Consent» (Los guardianes de la libertad, en la edición española) de los intelectuales estadounidenses Noam Chomsky y Edward S. Herman. El juicio […]

En julio de este año, el Ministerio Público de Estambul decidió procesar al director de Aram Yayincilik, dos de sus editores y un traductor, por publicar una nueva traducción al turco de «Manufacturing Consent» (Los guardianes de la libertad, en la edición española) de los intelectuales estadounidenses Noam Chomsky y Edward S. Herman. El juicio se encuentra aplazado hasta el próximo 20 de diciembre.

No es el primero que enfrenta esta editorial, y a tenor de las denuncias que acumula tampoco será el último. Fatih Tas, director y propietario de Aram, tiene 22 casos pendientes con la justicia de su país y no parece que ello le vaya a disuadir de seguir publicando autores políticamente incorrectos en Turquía. Con anterioridad fue condenado a 6 meses de cárcel por la publicación de un trabajo del periodista kurdo Nazim Babaoglu, secuestrado y asesinado en 1994 por un grupo paramilitar. Ahora espera la sentencia del juicio que siguió a la edición de «Spolis of war» (El botín de guerra: el costo humano del comercio de armas estadounidenses) de John Tirman, experto en Relaciones Internacionales en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).

En 2002, tuvo lugar otro juicio contra la editorial por traducir y publicar en turco una colección de ensayos y conferencias de Noam Chomsky. En aquella ocasión, el intelectual norteamericano viajó a Turquía, se presentó ante el Tribunal y pidió ser procesado junto a su editor. Ante el eco mediático que ello habría podido suponer, y evitar de ese modo un elemento de propaganda sobre la situación del Kurdistán, el fiscal decidió retirar los cargos y ambos fueron absueltos.

Parafraseando a Ángel Samblancat, en Turquía no se publica impunemente. Y así lo aclararon a Rebelión Fatih Tas y el editor Taylan Dogan.

¿Cuál es la situación actual en Turquía con respecto a la libertad de expresión?

Desde el golpe de estado en 1980, el control de las libertades se ha ido haciendo cada vez más opresivo. La primera Ley antiterrorista de 1991, su endurecimiento tras el 11 de septiembre de 2001, la reforma del código penal en 2005 y la aprobación de la nueva ley contra el terrorismo en junio de este año, han sido las principales etapas de un proceso de cambios cuyo objetivo es legalizar la represión contra cualquier tipo de oposición.

Pese a las modificaciones de diversos artículos, tanto en la ley antiterrorista como en el código penal, el espíritu de los mismos ha continuado invariable. 6 ó 7 de ellos son los habitualmente usados para tratar de silenciar a medios de comunicación, editoriales, escritores o periodistas. El artículo 301 del nuevo Código Penal, aprobado en mayo de 2005, y que reemplazó al 159 del código anterior, sigue tipificando como delito denigrar la identidad turca o los fundamentos e instituciones del Estado, otorgando a los fiscales amplio margen para emprender acciones legales al respecto. Un fallo de culpabilidad puede implicar una pena de prisión de hasta tres años. El artículo 7 de la ley antiterrorista persigue a cualquier publicación que se considere realice apología del «terrorismo» o de los grupos que lo practican. Lo que en la práctica significa la criminalización de cualquier medio que trate el tema kurdo. El 312 tipifica como delito la «incitación al odio y a la enemistad por motivos de clase, de raza o de diferencias regionales». El 216, que es el que se está aplicando en el presente juicio contra el libro de de Chomsky, castiga por «insultar el sentido nacional». El 220/8 (antiguo 169) está pensado contra los medios de comunicación que traten de ayudar o secundar a una organización criminal, que hagan propaganda de ésta o de sus objetivos.

Pese a la propaganda del gobierno y a las recomendaciones de la Unión Europea (UE), lo cierto es que las nuevas leyes son cada vez más restrictivas. El ejemplo más reciente sucedió el pasado jueves [1] con el cierre por 15 días del periódico kurdo Ozgur Gündem.

¿Cómo piensan que se resolverá el actual proceso judicial en el que están inmersos?

Según la ley cabe la posibilidad de una condena, pero ello dependerá de nuestra capacidad de movilizar a la sociedad turca y también de recabar apoyo internacional. Iniciamos una campaña en internet para explicar la situación y recoger firmas en contra del procesamiento. También tratamos de que esta información trascienda de nuestras fronteras para presionar con más fuerza al gobierno. Turquía no es un país democrático, y estos juicios son claramente de carácter político. El gobierno sabe que dependiendo del veredicto que se adopte así será la respuesta de la UE, que está muy atenta a este tipo de procesos.

No es fácil adivinar cual será el resultado de acuerdo a criterios legales, lo que es indudable es que habrá consecuencias políticas.

¿Como se está desarrollando esta campaña de apoyo?

Contamos con una página web (http://www.aramyayincilik.org/en/index.php) donde se encuentran diferentes documentos, un comunicado de Noam Chomsky y una petición dirigida al parlamento turco que hasta el momento han firmado cerca de 1200 personas, entre ellas los intelectuales estadounidenses Michael Albert y David Barsamian.

Creemos que no hay muchas posibilidades de condena en este proceso. Este es un caso muy visible, el nombre de Noam Chomsky es reconocido internacionalmente, y ello puede ayudar a que finalmente la sentencia sea absolutoria. Por desgracia, existen otros muchos juicios en los que esa falta de repercusión mediática puede acarrear un fallo negativo. La cuestión es que no estamos siendo juzgados por criterios legales, sino por cuestiones políticas.

Por ejemplo, en el caso del libro de Nazim Babaoglu –periodista kurdo secuestrado y asesinado en 1994 por un grupo paramilitar– la sentencia fue de 6 meses de prisión, aunque en la actualidad se encuentra recurrida y pendiente de revisión. El libro critica la actuación de las fuerzas paramilitares y sus vínculos con el estado. De modo que como existe una prohibición de publicar cualquier tipo de crítica a las instituciones del Estado, los magistrados se escudan en eso para emitir su veredicto. Ellos no entran a valorar si lo publicado es cierto o si existen pruebas para afirmarlo. Y eso es justo lo que nosotros tratamos de hacer, que se entre a valorar la verdad o la falsedad de lo que se dice.

El gobierno habla de una modificación del articulo 301…

Pero los cambios posibles no son significativos. Lo que se plantea es el cambio de una palabra que no afecta para nada al contenido ni al sentido de la ley. Lo que pretende es sustituir identidad turca, por nación turca.

¿Qué supone este acoso a una pequeña editorial?

Por supuesto la editorial se encuentra en una situación económica muy difícil. Pero tratamos de aprovechar esta «publicidad» para aumentar nuestras ventas. Afortunadamente, estas denuncias no han influido negativamente ni entre los distribuidores de nuestros libros, ni entre los libreros que los venden. Los trabajadores de la editorial también pasan dificultades pero colaboran incluso dejando de cobrar su sueldo en las ocasiones en que económicamente han estado muy complicadas.

Como las leyes han ido cambiando, hemos ido aprovechando los resquicios legales para ir sorteando las numerosas denuncias existentes contra nosotros. Pero nos encontramos intimidados y amenazados.

Aunque actualmente no hay nadie en la cárcel por este tipo de delitos, lo cierto es que ello se debe más a la presión de la UE, que al respeto de los derechos humanos aunque sea así como lo presenta el gobierno de cara a la opinión pública. Por la misma razón, mientras que antes la policía recogía los libros de las tiendas cuando se interponía una denuncia, ahora sólo se llega a ese extremo si existe una condena en firme.

La editorial tiene casi 10 años de vida, pero fue en 2001 cuando Fatih se hizo cargo de ella. Desde ese momento, la línea editorial adoptada hizo que se fueran sucediendo los casos uno tras otro.

Nota:

[1] El jueves 16 de noviembre un tribunal suspendió la publicación del periódico Ozgur Gündem durante 15 días. Aunque este medio ya sufrió igual condena hace unos meses, la decisión fue recurrida y, posteriormente, suspendida. Ahora fue acusado de hacer apología de la violencia y del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), considerado una organización «terrorista». Entre los artículos que motivaron la suspensión del diario se encontraban los de Mehmet Agar, líder del derechista Partido del Camino Verdadero (DYP), quien pedía al gobierno la apertura de un diálogo con el PKK y con quienes lo apoyan para lograr el abandono de las armas y su participación en la vida política.