Este pasado 28 de Noviembre han tenido lugar las elecciones al Parlamento catalán. Los resultados han situado a CiU -derecha regionalista con cierta perspectiva nacional- como primera fuerza política y próximo Gobierno catalán. Intentaremos mostrar alguna de las claves de estas elecciones, su contexto europeo y la influencia para posteriores procesos electorales sur-europeos. Catalunya es […]
Este pasado 28 de Noviembre han tenido lugar las elecciones al Parlamento catalán. Los resultados han situado a CiU -derecha regionalista con cierta perspectiva nacional- como primera fuerza política y próximo Gobierno catalán. Intentaremos mostrar alguna de las claves de estas elecciones, su contexto europeo y la influencia para posteriores procesos electorales sur-europeos. Catalunya es el país sur-europeo que más funciona en claves nor-europeos, al estilo de las democracias belga u holandesa. Se caracteriza por un alto volumen de inmigración, ser un motor económico e industrial, y una cultura política activa y llena de matices, que la lleva a tener un Parlamento más similar al de los países del Norte (al tener 7 fuerzas políticas que representan diferentes sensibilidades y espacios) que al de los territorios del Sur del Estado español, por ejemplo.
I. «Catalunya es Europa»
Las aventuras neoliberales de los gobiernos «social-demócratas»
En primer lugar, estas elecciones se enmarcan en diversas tendencias europeas. La primera de ellas es que los gobiernos social-liberales, que han gestionado la crisis económica con apuestas neo-liberales (apoyo a entidades financieras, recorte de derechos sociales…) sufren un alto voto de castigo. El PSC, unido de forma notable en campaña al Gobierno Zapatero (con la presencia del Ministro de Trabajo del PSOE que ha efectuado una reforma laboral desde una perspectiva neoliberal en las listas del PSC) obtiene los peores resultados de su historia (un 18% de los votos y 28 diputados). Es decir, se sitúa en la línea de los varapalos históricos a gobiernos pretendidamente de izquierdas que, posteriormente, no defienden los intereses de sus votantes tradicionales. Más allá, los «voceros» de los medios de comunicación españoles han intentado ligar la derrota del PSC con su apuesta «soberanista» dentro del Tripartit. Sin embargo, no ha sido así. Montilla es situado por el PSC como candidato a President en 2003 para frenar los llamados «desvaríos nacionalistas» de Maragall que, en su apuesta por el autogobierno, confluye con Esquerra en la elaboración del Estatut y en la creación del Tripartit. Maragall, proponiendo una perspectiva nacional catalana del PSC, había obtenido los dos mejores resultados de su historia en 1999 (más de 50 diputados) y en 2003, donde gana en voto popular por primera vez a CiU. La apuesta de Montilla, más cercana a la línea oficial de Madrid, baja a 37 diputados en 2006 y a 28 en 2010. La gestión neoliberal de la crisis es una explicación, pero la pérdida de la perspectiva nacional (catalana) del PSC no debiera ser obviada. Es importante, no obstante, reiterar que, como en el resto de Europa, los gobiernos social-liberales que promueven políticas neoliberales no sólo sufren un «voto de castigo» sino que suelen obtener los peores resultados de su historia.
El ascenso de la extrema derecha
La segunda tendencia europea es la del ascenso de la extrema derecha («cuentos de rojos: el ascenso de la extrema derecha»). Ésta puede ser revisionista-postfascista o xenófoba, enmarcarse en nuevas claves, o ser parte de partidos conservadores hegemónicos. Ha triunfado especialmente en capitales y regiones industrializadas, con alto volumen de inmigración, en las periferias -pero a veces núcleos económicos- de países europeos (Rotterdam, Amberes, Milán, Marsella), por lo que el área metropolitana de Barcelona y Catalunya suponía el entorno más similar a eso en el Estado español. De hecho, estas tres extremas derechas conviven en Catalunya. La primera, encarnada en el post-fascista y xenófobo Anglada, presidente de Platafoma x Catalunya (PxC), que con su lema «Los de casa, primero», enfoca a los inmigrantes en el punto de mira de la crisis. La segunda, en Ciutadans per Catalunya y UpyD, que usan el ultranacionalismo español (lengua) como método de enganche (aún es pronto para ver si Laporta cae o no en esta línea, como Berlusconi en Italia). La tercera, la representa el PP, partido que ha llevado a cabo un videojuego donde se dispara a los inmigrantes. Ésta es posible porque el PP ocupa en Catalunya un espacio diferente al que tiene en el resto del Estado, lo que le permite aceptar discursos políticamente incorrectos, propios de la extrema derecha, que causarían un desgaste en un partido que pretende gobernar. Su postura en materia de inmigración es consonante con la de Anglada y en materia nacional con Ciutadans. Así, la ultra-derecha xenófoba, con un 2,4% ha estado cerca de entrar en el Parlament (pero va a obtener muchos concejales en el área metropolitana de Barcelona y en el Osona en las siguientes elecciones); la derecha ultra-nacionalista, con 110.000 votos ha mejorado en 0,5% sus resultados de hace 4 años; y la ultra-derecha dentro de partidos conservadores, con 18 diputados, obtiene los mejores resultados del PP en la historia de Catalunya (como se había previsto en el último post sobre la extrema derecha). Ésta última, ha demostrado la viabilidad de ese espacio de ultra-derecha en el resto del Estado. Inmigración (es decir, un lenguaje casi xenófobo en este tema) y ultranacionalismo (aún más nacionalista que actualmente) podrán ser claves a ocupar, bien por sectores del PP o por UpyD, en un viaje de ida y vuelta desde Madrid a Catalunya y desde Catalunya a Madrid.
El fortalecimiento de la izquierda alternativa al social-liberalismo
Una tendencia, dentro de este proceso de crisis económica (por mucho que los medios de comunicación hablen de «crisis de la izquierda»), ha sido el fortalecimiento de los movimientos de izquierda anticapitalista o, en todo caso, alternativa al social-liberalismo de la Tercera Vía Europea. Ejemplos son Die Linke en Alemania, el PCP y el Bloco de Esquerdas en Portugal, Europe Ecologie y el NPA (en menor medida) en Francia, el Green Party en Inglaterra (por primera vez en el Parlamento)…
Sin embargo, la población durante la crisis ha castigado a los partidos de izquierda «pactista» con el social-liberalismo, por el «descafeinamiento» de su discurso y su incapacidad para plantear una alternativa propia ante los partidos del centro-izquierda. Iniciativa per Catalunya ha sido un partido pactista, que defendía los acuerdos de gobierno (y el Tripartit) como vía de lograr avances sociales. Su actuación controvertida desde la Consellería de Interior (los Mossos d’Esquadra han agredido reiteradamente a las bases sociales de Iniciativa) y su participación en gobiernos social-liberales debería de haberle hecho sufrir un notable voto de castigo. Sin embargo, la candidatura de Joan Herrera, que se desmarcó, con notable repercusión, de las políticas de Zapatero (orquestadas por el Banco Central Europeo), se entroncaba también con el voto protesta de una izquierda alternativa que está triunfando en Europa. Ambas tendencias, la negativa y la positiva se han contrarrestado mutuamente. Así, a pesar de perder un 2,5% de los votos y 2 escaños, supera los resultados del 2003 (tenía 9 diputados y ahora 10), justo antes de comenzar el Tripartit. Si mantiene capacidad para articular la izquierda alternativa catalana y si el PSC no es capaz de reaccionar (cosa improbable a corto plazo, dada la inter-relación con el proyecto de Zapatero y la tensión que generaría en el PSOE una posición crítica del PSC), tiene una expectativa de crecimiento importante a costa de este partido, que le podría llevar a acercar mucho sus porcentajes de voto en 4 años (del PSC y de ICV).
El freakismo electoral y el PAR
Las elecciones catalanas, dentro de una fase de lógica desesperanza con la actuación de las organizaciones políticas en general y con la crisis económica en particular, han servido para presentar a innumerables opciones políticas. Muchas de ellas se enmarcaban dentro de un freakismo electoral (véase Carmen de Mairena) que en realidad quiere decir mucho más: «No nos creemos esta farsa de la democracia representativa y los políticos que la ocupan así que, para eso, al menos nos reimos». Estas opciones consiguen al menos hacer un voto de castigo al conjunto de las y los políticos de una forma que la abstención o el voto nulo a veces no consigue visibilizar.
Sin embargo, dentro de este freakismo electoral que al menos representa un voto de castigo, hay algunos casos peores. Uno de los más significativos es el del Partido Aragonés (PAR), organización clientelar anticatalanista y de derechas que está presente en el Gobierno de Aragón. No obstante, en vez de intentar mejorar la situación de los aragoneses e hijos de aragoneses en Catalunya desde el Gobierno (llegando a acuerdos con el Gobierno catalán), argumentando la necesidad de dar una opción electoral a los aragoneses en Catalunya, decidió seguir su línea de conflicto anticatalanista y presentarse a las elecciones por Lleida. Sus 97 votos obtenidos (http://www.publico.es/
II. «Carretero tenía razón»
La segunda enseñanza en estas elecciones, más allá de las tendencias a nivel europeo, es que Carretero (líder de Reagrupament), a pesar de fracasar electoralmente, paradójicamente, tenía razón. Si bien sus resultados son muy inferiores a sus expectativas reales (acerca al 3% por Barcelona y conseguir un diputado -Carretero- por Girona, donde Solidaritat presentó a los «secundarios» de Rcat como candidatos), su capacidad de influencia no se puede medir en base a esos datos. Carretero fundó Reagrupament tras la re-edición del Tripartit, encabezado por Montilla. Planteaba dos cuestiones básicas. En primer lugar, que el independentismo de izquierda no estaba logrando sus objetivos pactando con el PSC (que había descabezado a su ala soberanista), sino, al contrario, que estaba perdiendo fuerza social sin lograr contraprestaciones significativas a cambio. Por ello, defendía la salida del Tripartit y los acuerdos soberanistas con CiU. Puigcercós opinaba que el mostrar las contradicciones del PSC en materia soberanista iba a provocar un trasvase de votos hacia Esquerra. Pues bien, Carretero tenía en esto razón: el Tripartit ha debilitado al independentismo de izquierdas electoralmente sin lograr apenas avances reseñables en lo nacional (al menos percibidos por la ciudadanía). De hecho, Esquerra renegó en campaña electoral del Tripartit, en la línea de Carretero. Esta tardía nueva falta de coherencia, lejos de beneficiarle, aumentó la severidad del castigo electoral. Aún así, Esquerra ha sido capaz de alterar la política catalana de una forma inimaginable, un logro clave. Todos se han tenido que reposicionar y el movimiento soberanista a nivel social es, sin duda, más activo que hace 7 años.
En segundo lugar, Carretero y Rcat defendían que la independencia de Catalunya no se puede lograr por la vía de los referendums de autodeterminación, limitados por la legalidad del Estado, sino por una declaración unilateral del Parlament de Catalunya. Así, con apenas 4 meses de adelanto a las elecciones, Laporta, Bertrán y López Tena fundaron Solidaritat Catalana por la Independencia, justamente en base a la apuesta estratégica de Carretero. Aunque no podemos decir en este caso (no a corto plazo) si esta nueva apuesta es o no viable, sí que ha quedado claro que el independentismo más ideológico, que se encontraba en Esquerra o en las CUP, prioriza esta nueva estrategia frente a supeditarlo a un potencial Referéndum de autodeterminación, como Esquerra pretendía.
De esta forma, tanto el ascenso de Solidaritat como la caída de Esquerra han estado marcadas por el triunfo de las apuestas estratégicas de Reagrupament y Carretero. Sin embargo, su partido, una fuerza con más de 3000 militantes, ha fracasado electoralmente. Su triunfo en lo ideológico vino seguido de una derrota en lo electoral. Pero, ¿por qué?
«Se castiga más la desunión que la corrupción»
La política catalana ha sido altamente convulsa en los últimos años. Carretero se escindió con su corriente de Esquerra, al igual que Nebrera (candidata a Presidenta del PP que obtuvo más del 40% de votos), que fundó Alternativa de Govern, y Antonio Robles, que, tras ser diputado de Ciutadans, se incluyó en UpyD. Reagrupament ha obtenido el 1% de los votos, logro al que ni Nebrera ni UPyD se han acercado. Sin embargo, la 6ª y la 7ª fuerza en Catalunya (es decir, Solidaritat y Ciutadans), a pesar de personalismos, han optado por un modelo partido político-plataforma, que sorteara la vida interna de los partidos y que diera una imagen externa de apertura social y «supuestamente» democracia horizontal. Y eso, a pesar de las múltiples acusaciones de corrupción al candidato de Solidaritat, Laporta. La enseñanza más clara es que las escisiones de los partidos políticos, mayoritariamente, no son bien vistas, en la medida en que pretenden reconfigurar un nuevo partido político, aunque pueden tener viabilidad cuando reducen el partido a la mínima expresión y favorecen un proceso abierto a la ciudadanía y cuando se van «personas» y no «corrientes». Y que la corrupción afecta limitadamente al voto (los votantes convencidos no suelen creerlas demasiado o les da igual, como sucede con Berlusconi en Italia o con Camps en el País Valencià).
Otro damnificado más de estas escisiones pueden ser los partidos de los que parten. Ciutadans ha afectado al PSC durante estos años, llevando a una base de sus votantes a sus posturas. Esquerra, partido que pretendía crear una unidad en torno a su indepentismo progresista, ha fracasado en conseguir internamente esa unidad tanto internamente (Puigcercós ha arrinconado a Carod, confrontado con Reagrupament y minusvalorado a Bertrán y su Esquerra Independentista) como posteriormente de manera externa ante el llamamiento que Laporta hizo a Esquerra para formar una gran coalición. Esquerra, lejos de encabezar la unidad soberanista, ha estado a la deriva en ese proceso y va a tener serias dificultades para ser un actor en un proceso soberanista que va a bascular entre CiU y Solidaritat a partir de ahora.
III. Claves de futuro
¿Solidaritat Catalana por la Independencia tendrá recorrido futuro?
Laporta y su entorno han logrado una altísima repercusión mediática para un partido político que, hasta esta semana, era extraparlamentario. Asimismo, pretenden mantener ciertas conexiones con la base social de la esquerra independentista. Si es capaz de combinar apoyo de las bases sociales independentistas, incluyéndolas de forma participativa en el proceso de SI, unidad del independentismo y presencia mediática, el futuro de Solidaritat puede ser muy éxitoso.
En cualquier caso, no debiéramos olvidar que Laporta se ha caracterizado durante su Presidencia del Barcelona por su incapacidad para mantener cohesionado a su equipo de gobierno, que ha sufrido al menos 4 escisiones en 7 años. Parece complicado que consiga integrar a la esquerra independentista (aunque ha sido probablemente el único de los 3 candidatos independentistas que les ha lanzado guiños en esta campaña), y a la base militante de Reagrupament y Esquerra, en menor medida. Pero, si consiguiera unificar parte de ese espacio, Solidaritat se encontraría en condiciones de lanzar una OPA al electorado de CiU en un espacio de 4 u 8 años. Hay que recordar que el partido nacionalista hegemónico en Flandes (Spirit), socio de Esquerra a nivel europeo, tras experiencias fallidas en gobiernos de coalición y una dilación en sus objetivos independentistas, se derrumbó en las pasadas elecciones belgas. Su espacio lo ocupó la Nueva Alianza Flamenca (NV-A), que tras obtener el 3% de los votos y un escaño en el Parlamento belga en 2003, en 7 años superó el millón de votos y 27 diputados, defendiendo una apuesta firme y rotunda hacia la independencia («no se debate la independencia, sino como vamos a ir desmontando el Estado progresivamente para hacerla menos traumática para los valones»). Este proceso tiene paralelismos con el de Laporta, el cual, si sale airoso de los procesos de corrupción en los que se encuentra presuntamente involucrado, su populismo va a poner en una situación incómoda a CiU y Esquerra en los próximos años.
¿El PSC esperará o se renovará?
La respuesta que lleve a cabo el PSC ante esta pregunta tendrá implicaciones relevantes para el futuro del social-liberalismo en el resto del Estado. Las elecciones han dejado claro que cuando el social-liberalismo vende «izquierda» pero lleva a cabo iniciativas neo-liberales, sufren derrotas históricas y dan en bandeja los gobiernos a la derecha.
La renovación del PSC, necesariamente, va a tener que confrontar con las cenizas del Zapaterismo en los próximos 2 años, tanto en clave social como nacional. Si no, no será creíble. Aunque los líderes de Madrid preferirán una renovación en la imagen (Carmé Chacón), tendrán que afrontar propuestas que vayan mucho más a la raíz de los problemas. Si no responden y se limitan a la imagen, se enfrentarán con una potencial nueva caída de votos, además de a una pérdida de poder (en la era post-ZP) dentro del PSOE estatal. De hecho, una parte de los medios de comunicación catalanes (controlados por CiU), les van a presionar para que apoyen desde la oposición al Gobierno (creando una sociovergencia). Pero, si escarban en la profundidad y renuevan de verdad, el PSC probablemente remonte, haga oposición a CiU y se convierta en el principal sector crítico del PSOE con Zapatero desde la izquierda y la perspectiva nacional.
Más allá, los resultados de Iniciativa per Catalunya-Verds dependerán directamente de la postura del PSC. Mientras sigan moviéndose en la órbita de ZP y no lleven a cabo un giro a la izquierda y nacional, ICV tiene un amplio margen de crecimiento. Si el PSC se renueva, podría intentar aglutinar a medio plazo la voz de la izquierda, como voto útil contra la derecha catalana. En cualquier caso, la presencia de ZP, da a ICV dos años por delante en los que podría convertirse en un pilar decisivo de la política catalana. Eso sí, si ICV mantiene una oposición dura y renuncia, al menos a medio plazo, a aventuras pactistas con un social-liberalismo que debería en primer lugar mirarse al espejo.
El auge de la extrema derecha
La extrema derecha ha llegado a Catalunya para quedarse. El PP (su discurso incendiario anti-inmigración en Badalona les ha dado un 18% de los votos en esa ciudad, por ejemplo), Plataforma x Catalunya y Ciutadans comparten diferentes espectros de ese espectro político. Este proceso se va a exportar, sin duda, al Estado español. Pero ese espacio político no lo ocupa el PP en el resto del Estado (donde es un partido de gobierno) y no existe un partido relevante de extrema derecha (afortunadamente). UPyD deberá de decidir si, además de ocupar el espacio de Ciutadans, incorpora aspectos del discurso de extrema derecha (en materia de inmigración) del PP catalán. Si no, habrá movimientos en los sectores ultra mediáticos del PP (Intereconomía, VeoTV…) que pueden intentar promover candidatos de extrema derecha (en la línea del Tea Party americano).
Los partidos abiertos a la ciudadanía
Para organizaciones socio-políticas que pretenden, desde fuera de las instituciones, conseguir representación electoral, el modelo de partido político tradicional debería de presentar serias dudas. Las escisiones de corrientes internas que fundan nuevos partidos corren ese mismo riesgo. Nuevas apuestas que se configuran como plataformas abiertas, aunque luego asuman cierta estructura de partido, elecciones primarias, métodos horizontales de decisión, participación por internet… parecen modelos que han resultado exitosos en estas elecciones, frente a aquellos que mimetizaban las estrategias de creación de partidos políticos típicas de finales de los 70 o principios de los 80.
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